NO TE QUEDES TIRADO, LEVANTATE!!
“Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer”. Juan 15:5
El arrepentimiento y la confesión son dos elementos que contribuyen a nuestro levantamiento en Dios cuando hemos fallado y su efectividad está basada exclusivamente en el sacrificio de Cristo en la Cruz del Calvario, pero si ignoramos esta verdad y el efecto perdonador que ella produce, quedaremos tirados en la lona cuando el pecado nos haya derribado. “Si confesamos nuestros pecados, Él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad”. 1 Juan 1:9. Cuando hemos experimentado el amor y la presencia de Dios en nuestras vidas, resulta doloroso alejarnos de la sombra del Omnipotente y no poder encontrar la manera de volver a colocarnos allí. Es muy claro que hay un enemigo que intentará por todos los medios de que nos alejemos de Dios, pero somos nosotros mismos los únicos responsables del enfriamiento espiritual que se produce cuando fallamos y pecamos delante de Dios. “Cuando alguno se sienta tentado a hacer lo malo, no piense que es tentado por Dios, porque Dios ni siente la tentación de hacer lo malo, ni tienta a nadie para que lo haga. Al contrario, uno es tentado por sus propios malos deseos, que lo atraen y lo seducen”. Santiago 1:13-14
Dios es la fuente de toda bendición y de la luz que se manifiesta en nuestras vidas, pero cuando nos alejamos de la presencia de Dios la vida sigue y los problemas no desaparecen, asi que, en la medida en que nos alejamos nuestras vidas se van apagando hasta llevarnos al estado de postración en que vivíamos antes de tener un encuentro personal con Dios. Volvemos al afán y a la ansiedad, al estrés y a la depresión, a la vida desenfrenada y al pecado, al dolor y a la frustración y sobre todo a querer tomar el control nuevamente de nuestra vida cuando ya le habíamos dicho a Dios que lo tomara. Este enfriamiento comienza a producir sentimientos de culpabilidad que nos vuelven a hacer sentir que estamos vacios y que ya no tenemos esperanza. “Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre de las luces, en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación”. Santiago 1:17
El en Salmo 42 el salmista decía: “¿Por qué te abates, oh alma mía, y te turbas dentro de mí? Espera en Dios; porque aún he de alabarle, salvación mía y Dios mío”. Salmo 42:5 Esto pareciera un grito de angustia de alguien que estuvo muy cercano a la presencia de Dios pero que por alguna razón se alejó voluntariamente, aunque Dios siempre està ahi esperandopor nosotros y siempre està ahì por y para nosotros. El enfriamiento espiritual nos hace ir tras las cosas que nos llevarán al despropósito y aunque de manera pasajera podamos disfrutar de algún tipo de entretención o placer, nuestro espíritu aún anhela gozarse en la presencia de Dios que es el único lugar donde encuentra absoluta paz. La buena noticia es que podemos regresar a la casa de nuestro padre para recibir su perdón, su amor y su misericordia, pero por más que anhelemos su presencia, regresar a los brazos de Jesús es una decisión que solo nosotros podemos tomar. “Envía tu luz y tu verdad; éstas me guiarán; me conducirán a tu santo monte, y a tus moradas. Entraré al altar de Dios, al Dios de mi alegría y de mi gozo; y te alabaré con arpa, oh Dios, Dios mío“. Salmos 43:3-4
“El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento”.
2 Pedro 3:9