ADORA A TU DIOS SIEMPRE

por Evelyn Calcaño

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“Aunque no den higos las higueras, ni den uvas las viñas ni aceitunas los olivos; aunque no haya en nuestros campos nada que cosechar; aunque no tengamos vacas ni ovejas, siempre te alabaré con alegría porque tú eres mi salvador”. Habacuc 3:17-18

No podemos permitir que las circunstancias determinen la calidad de nuestra adoración a Dios. Cuando nuestro nivel de adoración depende de las circunstancias o de nuestro estado de ánimo entonces esas mismas circunstancias son las que dominaran toda nuestra comunión con Dios. La perspectiva correcta es poder mantener una actitud de adoración constante ante nuestro Padre Celestial, aun cuando las cosas no nos estén saliendo bien. Si puedes levantar tus manos al cielo y adorar a Dios cuando todas tus cuentas están en rojo, cuando tienes algún diagnostico negativo, o simplemente cuando te encuentras en el peor momento de tu vida y piensas que no hay solución, entonces habrás alcanzado una gran victoria que hará huir al diablo. “Someteos pues a Dios, resistid al diablo y de vosotros huira” Santiago 4:7

Uno de los mayores problemas que experimentan las persona que se acercan a Dios es poder levantar sus manos libremente y adorar. Cuando el Espíritu Santo no está en nosotros o cuando aun estamos atados por el orgullo y el prejuicio, levantar las manos nos hará sentir ridículos, y muchos sienten vergüenza de hacerlo porque sencillamente no conocen a Dios. El gran problema es que nos creemos perfectos y el orgullo y la vanidad nos impiden adorar a aquel que dio su vida por nosotros, Jesucristo. El orgullo nos aleja de la verdad de Dios pero cuando nos rendimos completamente a Él y reconocemos su señorío sobre nuestras vidas, entonces podemos levantar nuestras manos o postrarnos delante de Él en cualquier lugar donde estemos, sea en la iglesia o en la calle, sean el trabajo o en medio de una reunión familiar, o bien sea en la soledad de nuestra habitación. Un corazón agradecido siempre adorará al Dios que le ha salvado. ”Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren”. Juan 4:23

Levantar nuestras manos en señal de adoración es una de las armas más poderosas del creyente, pero es una lástima ver al grado de desviación y ceguera espiritual que nos han impuesto con tanta religiosidad y aun nuestro propio orgullo llegándonos a creer que podemos juzgar y cuestionar a Dios. Por un lado decimos que creemos en El y por otro nos resistimos a abrir las puertas de nuestros corazones para que el haga morada en nosotros a través de su Santo Espíritu y transforme nuestras vidas. Si le permites que entre a tu vida de forma voluntaria y reconoces que El es Dios, las vendas de tus ojos serán quitadas y te garantizo que le encontraras sentido a la vida y podrás adorar y glorificar al Dios Todopoderoso siempre, sin importar las circunstancias. “Aunque  ande en  valle de sombra de muerte,  no temeré mal alguno,  porque Tú estarás conmigo; tu vara y tu cayado me infundirán aliento”.  Salmos 23:4

Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo porvenir, Ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro.

Romanos 8:38-39



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