Algunas Reflexiones Sobre Teonomía

Por
G. I. Williamson

“Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia” (2 Tim. 3:16, RV 60). Al decir “toda la Escritura,” Pablo quiso decir el Antiguo Testamento, incluyendo toda la Ley de Moisés. Por tanto, de aquí resulta que las leyes del Antiguo Testamento tienen valor permanente.
Fue por esta razón que Calvino, en su comentario de los cinco libros de Moisés, enseñó cómo cada “ley casuística” enseñaba un principio perdurable. Hizo esto organizando todas estas leyes bajo uno u otro de los Diez Mandamientos. Él mostró como cada uno de ellos nos ayudan a entender la intención y el significado... y la aplicación apropiada... de los diez mandamientos centrales.
Sigo convencido que el Reformador estaba esencialmente en lo correcto. No creo que estuvo siempre en lo correcto, o que organizó necesariamente cada ley casuística bajo su encabezado apropiado (algunos pudiesen discutiblemente ser colocados bajo un mandamiento diferente). Pero me ha convencido que hay un principio perdurable en cada ley casuística del Antiguo Testamento. En mi opinión, los teonomistas merecen crédito en este punto. Están tratando de hacer en nuestra generación lo que Juan Calvino hizo en la suya.
Sin embargo, será bueno aclarar bastante una cosa en este punto. Con la venida de Cristo, el sistema Mosaico fue puesto a un lado de una vez por todas. Si la teonomía buscara colocarnos otra vez bajo ese sistema, ciertamente me opondría. Pero, ¿es lo que hace? No he visto evidencia convincente que esto sea lo que esté haciendo. Sí, he oído oponentes de la teonomía alegar esto, pero eso no es lo que los teonomistas dicen sobre sí mismos. Así que en realidad somos confrontados con una cuestión básica: ¿persistiremos aún en “usar los testimonios sacados de la ley... para confirmarnos en la doctrina del evangelio, y para regular nuestra vida en toda honorabilidad para la gloria de Dios, de acuerdo a Su voluntad” (Confesión Belga, 25, énfasis añadido)? Creo que la respuesta solo puede ser sí, y que esto se aplica a los gobernantes civiles.
Aquí está la fricción. Para muchos la teonomía plantea hoy el espectro de la opresión civil. “Si seguimos adelante con esto,” parecen estar diciendo, “entonces terminaremos persiguiendo – sí, aún matando – a las personas.” Y es verdad que la pena de muerte era requerida por algunas cosas, bajo estas leyes, que no son castigadas así hoy. Pero el lector debiese tomarse el tiempo para reflexionar en dos cosas.
La primera es que la Ley de Moisés vino de Jehová. Por lo tanto, debemos tener cuidado de asumir una perspectiva negativa de estos santos preceptos. Puede que yo no entienda el porqué Dios requirió el castigo que requirió, pero no tengo derecho de erigirme como juez de estas leyes. No, mil veces no. No hay nada en estas leyes que sea indigno del Dios verdadero. Si yo tengo dificultad con ellas, el problema está en mí – no en estas leyes.
Un escritor defiende una perspectiva no teonómica del estado con estas palabras: “El estado es necesariamente 'pluralista' en el sentido que éste permite a sus ciudadanos libertad de conciencia para adorar en la forma en que ellos creen que deben hacerlo.” Esto suena bien. Pero ahora compárelo con este, su segundo principio: “El estado debe actuar cuando los principios morales básicos y perdurables (contenidos en la segunda tabla de la Ley) están siendo olvidados o ignorados.” Aquí se halla, por ejemplo, una referencia a la tarea del estado de ejecutar justicia contra aquellos que roban, asesinan, mienten, etc. Pero no veo cómo estos dos principios pueden coexistir en alguna relación estable. En realidad, nuestro problema hoy es precisamente que el primero de estos dos principios se está comiendo al segundo. Permítanme ilustrarlo.
La ley, en la mayoría de los países de Occidente, fue en un tiempo fuertemente anti-homosexual. Nuestras leyes estaban una vez intencionalmente cercanas a los estándares bíblicos. En una palabra, teníamos algo de teonomía en asuntos civiles. Pero ahora, por todo el mundo Occidental, esto está desvaneciéndose. Los homosexuales están “afuera al aire libre.” Ellos demandan el derecho a expresar su estilo de vida. Y cuando el estado es pluralista permitiéndoles a sus ciudadanos la “libertad de conciencia para adorar como creen que deben hacerlo,” esto no puede evitarse.
Algunos Cristianos han tenido la tendencia a decir, “Bueno, ¿qué con eso? En tanto que no dañen a otros, ¿cuál es el problema?” El problema es este: la tolerancia (por parte del estado) del mal sí daña a otras personas. Doy unos pocos ejemplos.
(1) Si los homosexuales tienen “iguales derechos” – y no puede haber “discriminación” en su contra, entonces la ley debe proteger su derecho a enseñar a los niños en las escuelas. ¿Pero piensa alguien que no influenciarán a los niños con su estilo de vida lo mismo que con su enseñanza? Claramente, la neutralidad es un mito.
(2) En la población en general, el SIDA ha sido diseminado a través de las transfusiones de sangre. Cuando los “gays” donaron su sangre, el SIDA fue pasado junto con ella. Así que tú no tienes una sociedad segura si es fundamentalmente pluralista.
(3) El antiguo orden legal está ahora desvaneciéndose, mientras un nuevo orden es más y más dominante. Esto se ve claramente en el hecho que ahora el estado sanciona el derramamiento de la sangre de niños no nacidos. El orden legal más antiguo – algo teonómico – los protegía. Ahora el emergente orden legal humanista protege a aquellos que los matan.
Por lo tanto, no estoy impresionado con el argumento del “temor.” Me refiero al temor que si el estado adoptara un orden legal bíblico habría una gran matanza. De acuerdo, habría muerte. Pero hay muerte ahora – un muchísimo de ella. El hecho de que la matanza esté oculta de la vista no significa que no haya tal cosa. Sí la hay. Así que la pregunta no es, ¿habrá muerte? Sino más bien, ¿quién será muerto? ¿Será el inocente o el culpable?
Hoy, demasiado a menudo es el inocente el que muere. Francamente, prefiero más el antiguo sistema donde era más a menudo el culpable el que moría.
Cuando crecí John Dillinger andaba vagando por allí matando personas. Me sentí mejor cuando llegó la noticia de que había sido muerto. Pensé, “bien, es muy malo que su vida haya terminado de esa manera, pero es mejor eso que tener más personas inocentes muriendo.” (En aquellos días todavía usaban la silla eléctrica. Cierto, una ejecución es una cosa terrible. Pero hay algo peor: dejar que los asesinos salgan y asesinen otra vez. ¡Esto es lo que a menudo vemos hoy!) Los lectores de esta revista estarán de acuerdo con mucho de esto. Por ejemplo, tome la homosexualidad. Todos nos oponemos a ella. Pero eso no es todo. También citamos el Antiguo Testamento para probar que estamos en lo correcto. En 1980, nosotros (el Sínodo Ecuménico Reformado) declaramos como pecado toda práctica homosexual, y citamos a Moisés para probarlo. Lo que me golpea, entonces, es esto: todos somos teonomistas cuando nos sienta bien. El asunto real, entonces, no es teonomía o no teonomía. El asunto es cuán consistentes somos al aplicar estas leyes.
¿Suena como si estoy en el vagón de los teonomistas? No lo estoy. Una cosa que me ha forzado a ser cauto es la falta de consistencia por parte de los teonomistas. Por ejemplo, tome su perspectiva del Sabbath. Si entiendo a ciertos teonomistas, dicen que no existe el mismo tipo de continuidad para esta ley como la hay para el resto. Pero otros teonomistas toman una perspectiva claramente diferente. O para dar otro ejemplo, un teonomista defiende fuertemente las escuelas Cristianas, y sin embargo ha dicho que los sindicatos son malos. No hallo estas cosas consistentes o convincentes.
Entonces, lo que necesitamos es alejarnos de la mera reacción a la palabra teonomía. En vez de eso, necesitamos abordar los puntos específicos. Si dices que eres un teonomista, muy bien, pero dime (como hizo Calvino) lo que significa esta ley casuística en particular para hoy. ¿Cuál es el principio en ella y cómo se aplica? Si no puedes hacer eso, no es ni aquí ni allá que para mí seas un teonomista.
De igual forma, si vienes a mí y dices que no eres un teonomista, yo diré, “¡Bien! Pero ahora muéstrame el principio aquí, y su aplicación.” Si lo mejor que puedes decir es “Bueno, eso es el Antiguo Testamento, y nosotros somos Cristianos del Nuevo Testamento,” entonces no seré capaz de comprar tu posición anti-teonómica. Entonces, lo que necesitamos es parar las reacciones instintivas y el poner etiquetas. En vez de eso, necesitamos comenzar a tratarnos los unos a los otros con respeto, y discutir nuestras diferencias pacientemente, cuidadosamente, y – sobre todo – calmadamente con referencia constante al texto de la Biblia.
       El Sr. Williamson es el pastor de la Antigua Iglesia Presbiteriana de Hull, Hull, Ia.
       Nuevos Horizontes, Abril 1994


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