EL SANTO EVANGELIO

DE

NUESTRO SEÑOR JESU-CRISTO

SEGUN

SAN MATEO

Capítulos 16-28
(oprima aquí para capítulos 1-15)


CAPITULO 16.

1 Y LLEGÁNDOSE los Fariséos y los Saducéos, para tentar[le,] le pedian que
les mostrase señal del cielo.

2 Mas él respondiendo, les dijo: Cuando es la tarde del dia, decís: Sereno;
porque el cielo tiene arreboles:

3 Y á la mañana: Hoy tempestad; porque tiene arreboles el cielo triste.
Hipócritas, que sabeis hacer diferencia en la faz del cielo; ¿y en las
señales de los tiempos no podeis?

4 La generacion mala y adulterina demanda señal, mas señal no le será dada
sino la señal de Jonás profeta. Y dejándolos, se fué.

5 Y viniendo sus discípulos de la otra parte [del lago,] se habian olvidado
de tomar pan.

6 Y Jesus les dijo: Mirad, y guardáos de la levadura de los Fariséos, y de
los Saducéos.

7 Y ellos pensaban dentro de sí, diciendo: [Esto dice] porque no tomamos
pan.

8 Y entendiéndo[lo] Jesus, les dijo: ¿Por qué pensais dentro de vosotros,
[hombres] de poca fe, que no tomasteis pan?

9 ¿No entendeis aun, ni os acordais de los cinco panes [entre] cinco mil
[hombres,] y cuántos cestos alzásteis?

10 ¿Ni de los siete panes [entre] cuatro mil, y cuántas espuertas tomásteis?

11 ¿Cómo [es que] no entendeis que no por el pan os dije, que os guardaseis
de la levadura de los Fariséos y de los Saducéos?

12 Entónces entendieron que no les habia dicho que se guardasen de la
levadura de pan, sino de la doctrina de los Fariséos y de los Saducéos.

13 Y viniendo Jesus á las partes de Cesaréa de Filipo, preguntó á sus
discípulos, diciendo: ¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del hombre?

14 Y ellos dijeron: Unos, Juan el Bautista; y otros, Elías; y otros,
Jeremías, ó alguno de los profetas.

15 El les dice: Y vosotros, ¿quién decís que soy?

16 Y respondiendo Simon Pedro, dijo: Tu eres el Cristo, el Hijo del Dios
viviente.

17 Entónces respondiendo Jesus, le dijo: Bienaventurado eres, Simon, hijo de
Jonás: porque no te [lo] reveló carne ni sangre; mas mi Padre que [está] en
los cielos.

18 Mas yo tambien te digo, que tú eres Pedro; y sobre esta piedra edificaré
mi iglesia; y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella.

19 Y á tí daré las llaves del reino de los cielos: y todo lo que ligares en
la tierra, será ligado en los cielos: y todo lo que desatares en la tierra,
será desatado en los cielos.

20 Entónces mandó á sus discípulos que á nadie dijesen que él era Jesus el
Cristo.

21 Desde aquel tiempo comenzó Jesus á declarar á sus discípulos, que le
convenia ir á Jerusalem, y padecer mucho de los ancianos, y de los príncipes
de los sacerdotes, y de los escribas, y ser muerto, y resucitar al tercero
dia.

22 Y Pedro, tomándole aparte, comenzó á reprenderle, diciendo: Señor, ten
compasion de tí: en ninguna manera esto te acontezca.

23 Entónces él volviéndose, dijo á Pedro: Quítate de delante de mí, Satanás;
me eres escándalo; porque no entiendes lo que [es] de Dios, sino lo que [es]
de los hombres.

24 Entónces Jesus dijo á sus discípulos: Si alguno quiere venir en pos de
mí, niéguese á sí mismo, y tome su cruz, y sígame.

25 Porque cualquiera que quisiere salvar su vida, la perderá; y cualquiera
que perdiere su vida por causa de mí, la hallará.

26 Porque ¿de qué aprovecha al hombre, si granjeare todo el mundo, y
perdiere su alma? O, ¿qué recompensa dará el hombre por su alma?

27 Porque el Hijo del hombre vendrá en la gloria de su Padre con sus
ángeles, y entónces pagará á cada uno conforme á sus obras.

28 De cierto os digo, [que] hay algunos de los que están aquí, que no
gustarán la muerte, hasta que hayan visto el Hijo del hombre viniendo en su
reino.



CAPITULO 17.

1 DESPUES de seis dias Jesus toma á Pedro, y á Jacobo, y á Juan su hermano,
y los lleva aparte á un monte alto.

2 Y se transfiguró delante de ellos: y resplandeció su rostro como el sol, y
sus vestidos fueron blancos como la luz.

3 Y hé aquí les aparecieron Moisés y Elías, hablando con él.

4 Y respondiendo Pedro, dijo á Jesus: Señor, bien es que nos quedemos aquí:
si quieres, hagamos aquí tres pabellones; para tí uno, y para Moisés otro, y
otro para Elías.

5 Y estando aun él hablando, hé aquí una nube de luz [que] los cubrió: y hé
aquí una voz de la nube, que dijo: Este es mi Hijo amado, en el cual tomo
contentamiento; á el oid.

6 Y oyendo [esto] los discípulos, cayeron sobre sus rostros, y temieron en
gran manera.

7 Entónces, Jesus llegando, les tocó, y dijo: Levantáos, y no temais.

8 Y alzando ellos sus ojos, á nadie vieron, sino á solo Jesus.

9 Y como descendieron del monte, les mandó Jesus, diciendo: No digais á
nadie la vision, hasta que el Hijo del hombre resucite de los muertos.

10 Entónces sus discípulos le preguntaron, diciendo: ¿Por qué dicen pues los
escribas, que es menester que Elías venga primero?

11 Y respondiendo Jesus, les dijo: A la verdad, Elías vendrá primero; y
restituirá todas las cosas.

12 Mas os digo, que ya vino Elías, y no le conocieron; ántes hicieron en él
todo lo que quisieron: así tambien el Hijo del hombre padecerá de ellos.

13 Los discípulos entónces entendieron, que les habló de Juan Bautista.

14 Y como ellos llegaron al gentío vino á él un hombre hincándosele de
rodillas;

15 Y diciendo: Señor, ten misericordia de mi hijo; que es lunático, y padece
malamente: porque muchas veces cae en el fuego, y muchas en el agua.

16 Y le he presentado á tus discípulos, y no le han podido sanar.

17 Y respondiendo Jesus, dijo: ¡Oh generacion infiel y torcida! ¿hasta
cuando tengo de estar con vosotros? ¿hasta cuándo os tengo de sufrir?
traedmele acá.

18 Y Jesus le reprendió, y salió el demonio de él, y el mozo fué sano desde
aquella hora.

19 Entónces llegándose los discípulos á Jesus aparte, dijeron: ¿Por qué
nosotros no le pudimos echar fuera?

20 Y Jesus les dijo: Por vuestra incredulidad: porque de cierto os digo, que
si tuviereis fé, como un grano de mostaza, diréis á este monte: Pásate de
aquí allá: y se pasará; y nada os será imposible.

21 Mas este linaje [de demonios] no sale sino por oracion y ayuno.

22 Y estando ellos en Galiléa, Jesus les dijo: El Hijo del hombre será
entregado en manos de hombres:

23 Y le matarán, mas al tercer dia resucitará. Y ellos se entristecieron en
gran manera.

24 Y como llegaron á Capernaum, vinieron á Pedro los que cobraban las dos
dracmas, y dijeron: ¿Vuestro Maestro no paga las dos dracmas?

25 El dice: Sí. Y entrado él en casa Jesus le habló ántes, diciendo: ¿Qué te
parece, Simon? Los reyes de la tierra ¿de quién cobran los tributos, ó el
censo? ¿de sus hijos, ó de los extraños?

26 Pedro le dice: De los extraños. Jesus le dijo: Luego los hijos son
francos.

27 Mas porque no los escandalicemos vé á la mar, y echa el anzuelo, y el
primer pez que viniere, tómalo, y abierta su boca hallarás un estatero:
tómalo, y dáselo por mí, y por tí.



CAPITULO 18.

1 EN aquel tiempo se llegaron los discípulos á Jesus, diciendo: ¿Quién es el
mayor en el reino de los cielos?

2 Y llamando Jesus un niño, le puso en medio de ellos,

3 Y dijo: De cierto os digo, que si no os volviereis, y fuereis como niños,
no entraréis en el reino de los cielos.

4 Así que cualquiera que se humillare como este niño, este es el mayor en el
reino de los cielos.

5 Y cualquiera que recibiere á un tal niño en mi nombre, á mí recibe.

6 Y cualquiera que escandalizare á alguno de estos pequeños, que creen en
mí, mejor le fuera que se le colgase al cuello una piedra de molino de asno y
que se le anegase en el profundo de la mar.

7 ¡Ay del mundo por los escándalos! porque necesario es que vengan
escándalos mas ¡ay de aquel hombre, por el cual viene el escándalo!

8 Por tanto, si tu mano ó tu pié te fuere ocasion de caer, córtalos y
écha[los] de tí: mejor te es entrar cojo ó manco en la vida, que teniendo dos
manos ó dos piés ser echado en el fuego eterno.

9 Y si tu ojo te fuere ocasion de caer, sácalo y écha[lo] de tí: mejor te es
entrar con un solo ojo en la vida, que teniendo dos ojos ser echado en el
infierno del fuego.

10 Mirad no tengais en poco á alguno de estos pequeños: porque os digo, que
sus ángeles en los cielos ven siempre la faz de mi Padre, que está en los
cielos.

11 Porque el Hijo del hombre ha venido para salvar lo que se habia perdido.

12 ¿Qué os parece? Si tuviese algun hombre cien ovejas, y se descarriase una
de ellas, ¿no iria por los montes, dejadas las noventa y nueve, á buscar la
que se hubiera descarriado?

13 Y si aconteciese hallarla, de cierto os digo, que más se goza de aquella,
que de las noventa y nueve que no se descarriaron.

14 Así no es la voluntad de vuestro Padre, que [está] en los cielos, que se
pierda uno de estos pequeños.

15 Por tanto si tu hermano pecare contra tí, ve, y redargúyele entre tí y él
solo: si te oyere, has ganado á tu hermano.

16 Mas si no [te] oyere, toma aun contigo uno ó dos para que en boca de dos
ó de tres testigos consta toda palabra.

17 Y si no oyere á ellos, dí[lo] á la iglesia: y si no oyere á la iglesia,
ténle por un étnico, y un publicano.

18 De cierto os digo [que] todo lo que ligareis en la tierra, será ligado en
el cielo: y todo lo^ que desatareis en la tierra, sera desatado en el cielo.

19 Otra vez os digo, que si dos de vosotros se convinieren en la tierra, de
toda cosa que pidieren, les será hecho por mi Padre, que [está] en los
cielos.

20 Porque donde están dos ó tres congregados en mi nombre, allí estoy en
medio de ellos.

21 Entónces Pedro, llegándose á él, dijo: Señor, ¿cuántas veces perdonaré á
mi hermano que pecare contra mí? ¿hasta siete?

22 Jesus le dice: No te digo hasta siete, mas aun hasta setenta veces siete.

23 Por lo cual el reino de los cielos es semejante á un hombre rey, que
quiso hacer cuentas con sus siervos.

24 Y comenzando á hacer cuentas, le fué presentado uno que le debia diez mil
talentos.

25 Mas á este no pudiendo pagar, mandó su señor venderle, y á su mujer é
hijos, con todo lo que tenia, y que se [le] pagase.

26 Entónces aquel siervo postrado, le adoraba, diciendo: Señor, ten
paciencia conmigo, y yo te lo pagaré todo.

27 El señor, movido á misericordia de aquel siervo, le soltó, y le perdonó
la deuda.

28 Y saliendo aquel siervo, halló uno de sus consiervos, que le debia cien
denarios; y trabando de él, le ahogaba, diciendo: Págame lo que debes.

29 Entónces su consiervo, postrándose á sus piés, le rogaba, diciendo: Ten
paciencia conmigo, y yo te lo pagaré todo.

30 Mas él no quiso; sino fué, y le echó en la cárcel hasta que pagase la
deuda.

31 Y viendo sus consiervos lo que pasaba, se entristecieron mucho; y
viniendo declararon á su señor todo lo que habia pasado.

32 Entónces llamándole su señor, le dice: Siervo malvado, toda aquella deuda
te perdoné, porque me rogaste.

33 ¿No te convenia tambien á tí tener misericordia de tu consiervo, como
tambien yo tuve misericordia de tí?

34 Entónces su señor enojado le entregó á los verdugos, hasta que pagase
todo lo que le debia.

35 Así tambien hará con vosotros mi Padre celestial, si no perdonareis de
vuestros corazones cada uno á su hermano sus ofensas.



CAPITULO 19.

1 Y ACONTECIÓ que acabando Jesus estas palabras, se pasó de Galiléa, y vino
á los términos de Judéa, pasado el Jordan.

2 Y le siguieron muchas gentes, y los sanó allí.

3 Entónces se llegaron á él los Fariséos, tentándole, y diciéndole: ¿Es
lícito al hombre repudiar á su mujer por cualquiera causa?

4 Y él respondiendo, les dijo: ¿No habeis leido que el que [los] hizo al
principio, macho y hembra los hizo,

5 Y dijo: Por tanto el hombre dejará padre y madre, y se unirá á su mujer, y
serán dos en una carne?

6 Así que no son ya mas dos sino una carne: por tanto lo que Dios juntó, no
[lo] aparte el hombre.

7 Dícenle: ¿Por qué pues Moisés mando dar carta de divorcio, y repudiarla,

8 Díceles: Por la dureza de vuestro corazon Moisés os permitió repudiar á
vuestras mujeres; mas al principio no fué así.

9 Y yo os digo, que cualquiera que repudiare á su mujer, si no fuere por
causa de fornicacion, y se casare con otra, adultera: y el que se casare con
la repudiada, adultera.

10 Dícenle sus discípulos: Si así es la condicion del hombre con [su] mujer,
no conviene casarse.

11 Entónces él les dijo: No todos reciben esta palabra, sino [aquellos] á
quienes es dado.

12 Porque hay eunucos, que nacieron así del vientre de su madre; y hay
eunucos, que son hechos eunucos por los hombres; y hay eunucos, que se
hicieron á sí mismos eunucos por causa del reino de los cielos: el que pueda
ser capaz de eso, séalo.

13 Entónces le fueron presentados unos niños, para que pusiese las manos
sobre ellos, y orase: y los discípulos les riñeron.

14 Y Jesus dijo: Dejad á los niños, y no les impidais de venir á mí: porque
de los tales es el reino de los cielos.

15 Y habiendo puesto sobre ellos las manos, se partió de allí.

16 Y hé aquí uno llegándose le dijo: Maestro bueno, ¿que bien haré, para
tener la vida eterna?

17 Y él le dijo: ¿Por qué me llamas bueno? Ninguno [es] bueno sino uno, [es
á saber,] Dios: y si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos.

18 Dícele: ¿Cuáles? Y Jesus dijo: No matarás: No adulterarás: No hurtarás:
No dirás falso testimonio:

19 Honra á tu padre y á [tu] madre: y, Amarás á tu projimo como á tí mismo.

20 Dícele el mancebo: Todo esto guardé desde mi juventud: ¿qué más me falta?

21 Dícele Jesus: Si quieres ser perfecto, anda, vende lo que tienes, y
dá[lo] á los pobres; y tendrás tesoro en el cielo; y ven, sígueme.

22 Y oyendo el mancebo esta palabra, se fué triste; porque tenia muchas
posesiones.

23 Entónces Jesus dijo á sus discípulos: De cierto os digo, que un rico
difícilmente entrará en el reino de los cielos.

24 Mas os digo, que más liviano trabajo es pasar un camello por el ojo de
una aguja, que entrar un rico en el reino de Dios.

25 Mas sus discípulos, oyendo [estas cosas,] se espantaron en gran manera,
diciendo: ¿Quién pues podrá ser salvo?

26 Y mirándo[los] Jesus, les dijo: Para con los hombres imposible es esto;
mas para con Dios, todo es posible.

27 Entónces respondiendo Pedro, le dijo: Hé aquí, nosotros hemos dejado
todo, y te hemos seguido: ¿qué pues tendrémos?

28 Y Jesus les dijo: De cierto os digo, que vosotros que me habeis seguido,
en la regeneracion, cuando se sentará el Hijo del hombre en el trono de su
gloria, vosotros tambien os sentaréis sobre doce tronos, para juzgar á las
doce tribus de Israel.

29 Y cualquiera que dejare casas, ó hermanos, ó hermanas, ó padre, ó madre,
ó mujer, ó hijos, ó tierras, por mi nombre, recibirá cien veces tanto, y
heredará la vida eterna.

30 Mas muchos primeros serán postreros; y postreros, primeros.



CAPITULO 20.

1 PORQUE el reino de los cielos es semejante á un hombre, padre de familia,
que salió por la mañana á ajustar obreros para su viña.

2 Y habiéndose concertado con los obreros en un denario al dia, los envió á
su viña.

3 Y saliendo cerca de la hora de las tres, vió otros que estaban en la plaza
ociosos;

4 Y les dijo: Id tambien vosotros á mi viña, y os daré lo que fuere justo. Y
ellos fueron.

5 Salió otra vez cerca de las horas sexta y nona, é hizo lo mismo.

6 Y saliendo cerca de la hora undécima, halló otros que estaban ociosos y
díceles: ¿Por qué estais aquí todo el dia ociosos?

7 Dícenle: Porque nadie nos ha ajustado. Díceles: Id tambien vosotros á la
viña, y recibiréis lo que fuere justo.

8 Y cuando fué la tarde del dia, el señor de la viña dijo á su mayordomo:
Llama los obreros, y págales el jornal, comenzando desde los postreros hasta
los primeros.

9 Y viniendo los que [habian ido] cerca de la hora undécima, recibieron cada
uno un denario.

10 Y viniendo tambien los primeros, pensaron que habian de recibir más; pero
tambien ellos recibieron cada uno un denario.

11 Y tomándo[lo], murmuraban contra el padre de la familia,

12 Diciendo: Estos postreros solo han trabajado una hora, y los has hecho
iguales á nosotros, que hemos llevado la carga y el calor del dia.

13 Y él respondiendo dijo á uno de ellos: Amigo, no te hago agravio: ¿no te
concertaste conmigo por un denario?

14 Toma lo que es tuyo, y véte: mas quiero dar á este postrero como á tí.

15 ¿No me es lícito á mí hacer lo que quiero con lo mio? ó ¿es malo tu ojo,
porque yo soy bueno?

16 Así los primeros serán postreros, y los postreros primeros: porque muchos
son llamados, mas pocos escogidos.

17 Y subiendo Jesus á Jerusalem, tornó sus doce discípulos aparte en el
camino, y les dijo:

18 Hé aquí subimos á Jerusalem, y el Hijo del hombre será entregado á los
príncipes de los sacerdotes, y á los escribas, y le condenarán á muerte;

19 Y le entregarán á los Gentiles, para que [le] escarnezcan, y azoten, y
crucifiquen: mas al tercero dia resucitará.

20 Entónces se llegó á él la madre de los hijos de Zebedéo, con sus hijos,
adorándo[le], y pidiéndole algo.

21 Y él le dijo: ¿Qué quieres? Ella le dijo: Dí que se sienten estos dos
hijos mios, el uno á tu mano derecha, y el otro á tu izquierda, en tu reino.

22 Entónces Jesus respondiendo, dijo: No sabeis lo que pedís: ¿podeis beber
el vaso que yo he de beber; y ser bautizados del mismo bautismo de que yo soy
bautizado? Ellos le dicen: Podemos.

23 Y él les dice: A la verdad mi vaso bebereis; y del bautismo de que yo soy
bautizado, seréis bautizados, mas el sentaros á mi mano derecha, y á mi
izquierda, no es mio dar[lo,] sino á aquellos para quienes está aparejado de
mi Padre.

24 Y como los diez oyeron [esto,] se enojaron de los dos hermanos.

25 Entónces Jesus llamándolos, dijo: Sabeis que los príncipes de los
Gentiles se enseñorean sobre ellos, y los que son grandes ejercen sobre ellos
potestad.

26 Mas entre vosotros no será así: sino el que quisiere entre vosotros
hacerse grande, será vuestro servidor;

27 Y el que quisiere entre vosotros ser el primero, será vuestro siervo:

28 Como el Hijo del hombre no vino para ser servido, sino para servir, y
para dar su vida en rescate por muchos.

29 Entónces saliendo ellos de Jericó, le seguia gran compañía.

30 Y hé aquí dos ciegos sentados junto al camino, como oyeron que Jesus
pasaba, clamaron diciendo: Señor, Hijo de David, ten misericordia de
nosotros.

31 Y la gente les reñia, para que callasen; mas ellos clamaban mas,
diciendo: Señor, Hijo de David, ten misericordia de nosotros.

32 Y parándose Jesus, los llama, y dijo: ¿Qué quereis que haga por vosotros?

33 Ellos le dicen: Señor, que sean abiertos nuestros ojos.

34 Entónces Jesus, teniendo misericordia [de ellos,] les tocó los ojos, y
luego sus ojos recibieron la vista: y le siguieron.



CAPITULO 21.

1 Y COMO se acercaron á Jerusalem, y vinieron á Bethfage, al monte de las
Olivas, entónces Jesus envió dos discípulos,

2 Diciéndoles: Id á la aldéa que está delante de vosotros, y luego hallaréis
una asna atada, y un pollino con ella; desatad[la,] y traédme[los.]

3 Y si alguno os dijere algo, decid: El Señor los ha menester. Y luego los
dejará.

4 Y todo esto fué hecho, para que se cumpliese lo que fué dicho por el
profeta, que dijo:

5 Decid á la hija de Sion: Hé aquí tu Rey viene á tí manso, y sentado sobre
una asna, y [sobre] un pollino hijo de animal de yugo.

6 Y los discípulos fueron, é hicieron como Jesus les mando.

7 Y trajeron la asna, y el pollino, y pusieron sobre ellos sus mantos; y se
sentó sobre ellos.

8 Y la compañía, [que era] muy numerosa, tendia sus mantos en el camino; y
otros cortaban ramos de los árboles, y los tendian por el camino.

9 Y las gentes que iban delante, y las que iban detrás, aclamaban diciendo:
Hosanna al Hijo de David; bendito el que viene en el nombre del Señor:
Hosanna en las alturas.

10 Y entrando él en Jerusalem, toda la ciudad se alborotó, diciendo: ¿Quién
es este?

11 Y las gentes decian: Este es Jesus el profeta, de Nazaret de Galiléa.

12 Y entró Jesus en el templo de Dios, echó fuera todos los que vendian y
compraban en el templo, y trastornó las mesas de los cambiadores, y las
sillas de los que vendian palomas;

13 Y les dice: Escrito esta: Mi casa, casa de oracion será llamada; mas
vosotros cueva de ladrones la habeis hecho.

14 Entónces vinieron á él ciegos y cojos en el templo, y los sanó.

15 Mas los príncipes de los sacerdotes y los escribas, viendo las maravillas
que hacia, y los muchachos aclamando en el templo, y diciendo: ¡Hosanna al
Hijo de David! se indignaron,

16 Y le dijeron: ¿Oyes lo que estos dicen? Y Jesus les dice: Sí ¿nunca
leisteis: De la boca de los niños, y de los que maman perfeccionaste la
alabanza?

17 Y dejándolos, se salió fuera de la ciudad á Bethania; y posó allí.

18 Y por la mañana volviendo á la ciudad, tuvo hambre.

19 Y viendo una higuera cerca del camino, vino á ella, y no halló nada en
ella, sino hojas solamente; y le dijo: Nunca más para siempre nazca de tí
fruto. Y luego se seco la higuera.

20 Y viendo [esto] los discípulos, maravillados decian: ¡Cómo se secó luego
la higuera!

21 Y respondiendo Jesus, les dijo: De cierto os digo, que si tuviereis fé, y
no dudareis, no solo haréis esto de la higuera, mas si á este monte dijereis:
Quítate, y échate en la mar; será hecho.

22 Y todo lo que pidiereis en oracion, creyendo, [lo] recibiréis.

23 Y como vino al templo, llegaron á él, cuando estaba enseñando, los
príncipes de los sacerdotes, y los ancianos del pueblo, diciendo: ¿Con qué
autoridad haces esto? y ¿quién te dió esta autoridad?

24 Y respondiendo Jesus, les dijo: Yo tambien os preguntaré una palabra, la
cual si me dijereis, tambien yo os diré con qué autoridad hago esto.

25 El bautismo de Juan ¿de dónde era? ¿del cielo, ó de los hombres? Ellos
entónces pensaron entre sí, diciendo: Si dijéremos: Del cielo; nos dirá: ¿Por
qué pues no le creísteis?

26 Y si dijéremos: De los hombres; tememos al pueblo; porque todos tienen á
Juan por profeta.

27 Y respondiendo á Jesus dijeron: No sabemos. Y él tambien les dijo: Ni yo
os digo con que autoridad hago esto.

28 Mas ¿qué os parece? Un hombre tenia dos hijos, y llegando al primero, le
dijo: Hijo, ve hoy á trabajar en mi viña.

29 Y respondiendo él, dijo: No quiero, Mas despues arrepentido, fué.

30 Y llegando al otro, [le] dijo de la misma manera: y respondiendo él,
dijo: Yo señor, [voy.] Y no fué.

31 ¿Cuál de los dos hizo la voluntad del padre? Dicen ellos: El primero.
Díceles Jesus: De cierto os digo, que los publicanos y las rameras os van
delante al reino de Dios;

32 Porque vino á vosotros Juan en camino de justicia, y no le creisteis; y
los publicanos y las rameras le creyeron: y vosotros viendo [esto,] no os
arrepentísteis despues para creerle.

33 Oid otra parábola: Fué un hombre, padre de familia, el cual plantó una
viña, y la cercó de vallado, y cavó en ella un lagar; y edificó una torre, y
la dió á renta á labradores, y se partió léjos.

34 Y cuando se acercó el tiempo de los frutos, envió sus siervos á los
labradores, para que recibiesen sus frutos.

35 Mas los labradores, tomando los siervos, al uno hirieron, y al otro
mataron, y al otro apedrearon.

36 Envió de nuevo otros siervos, mas que los primeros, é hicieron con ellos
de la misma manera.

37 Y á la postre les envió su hijo, diciendo: Tendrán respeto á mi hijo.

38 Mas los labradores, viendo al hijo dijeron entre sí: Este es el heredero,
venid, matémosle, y tomemos su heredad.

39 Y tomado, le echaron fuera de la viña, y le mataron.

40 Pues cuando viniere el señor de la viña, ¿qué hará á aquellos labradores?

41 Dícenle: A los malos destruirá miserablemente, y su viña dará á renta á
otros labradores, que le paguen el fruto á sus tiempos.

42 Díceles Jesus: ¿Nunca leisteis en las escrituras: La piedra que
desecharon los que edificaban, esta fué hecha por cabeza de esquina: por el
Señor es hecho esto, y es cosa maravillosa en nuestros ojos?

43 Por tanto os digo, que el reino de Dios será quitado de vosotros, y será
dado á gente que haga los frutos de él.

41 Y el que cayere sobre esta piedra, será quebrantado; y sobre quien ella
cayere, le desmenuzará.

45 Y oyendo los príncipes de los sacerdotes y los Fariséos sus parábolas,
entendieron que hablaba de ellos.

46 Y buscando como echarle mano, temieron al pueblo; porque le tenian por
profeta.



CAPITULO 22.

1 Y RESPONDIENDO Jesus, les volvió á hablar en parábolas, diciendo:

2 El reino de los cielos es semejante á un hombre rey, que hizo bodas á su
hijo:

3 Y envió sus siervos para que llamasen los llamados á las bodas; mas no
quisieron venir.

4 Volvió á enviar otros siervos, diciendo: Decid á los llamados: Hé aquí, mi
comida he aparejado; mis toros, y animales engordados [son] muertos, y todo
[está] prevenido: venid á las bodas.

5 Mas ellos no se cuidaron, y se fueron; uno á su labranza, y otro á sus
negocios;

6 Y otros, tomando sus siervos, [los] afrentaron, y [los] mataron.

7 Y el rey, oyendo [esto,] se enojó; y enviando sus ejércitos, destruyó á
aquellos homicidas, y puso fuego á su ciudad.

8 Entónces dice á sus siervos: las bodas á la verdad están aparejadas; mas
los que eran llamados no eran dignos.

9 Id pues á las salidas de los caminos, y llamad á las bodas á cuantos
hallareis.

10 Y saliendo los siervos por los caminos, juntaron á todos los que
hallaron, juntamente malos y buenos; y las bodas fueron llenas de convidados.

11 Y entró el rey para ver los convidados, y vió allí un hombre no vestido
de boda.

12 Y le dijo: Amigo, ¿cómo entraste acá no teniendo vestido de boda? Mas él
cerró la boca.

13 Entónces el rey dijo á los que servian: Atado de piés y de manos tomadle
y echadle en las tinieblas de afuera; ahí será el lloro, y el crujir de
dientes.

14 Porque muchos son llamados, y pocos escogidos.

15 Entónces idos los Fariséos, consultaron como le tomarian en [alguna]
palabra.

16 Y envian á él los discípulos de ellos con los Herodianos, diciendo:
Maestro, sabemos que eres amador de verdad, y [que] enseñas con verdad el
camino de Dios, y [que] no te curas de nadie, por que no tienes acepcion de
persona de hombres.

17 Dínos pues, ¿qué te parece? ¿es lícito dar tributo á César, ó no?

18 Mas Jesus, entendida la malicia de ellos, [les] dice: ¿Por qué me
tentais, hipócritas?

19 Mostradme la moneda del tributo. Y ellos le presentaron un denario.

20 Entónces les dice: ¿Cuya [es] esta figura, y lo que está encima escrito?

21 Dícenle: De César. Y díceles: Pagad, pues, á César lo [que es] de César,
y á Dios lo [que es] de Dios.

22 Y oyendo [esto] se maravillaron, y dejándole se fueron.

23 Aquel dia llegaron á él los Saducéos, que dicen no haber resurreccion, y
le preguntaron,

24 Diciendo: Maestro, Moisés dijo: Si alguno muriere sin hijos, su hermano
se casará con su mujer, y despertará simiente á su hermano.

25 Fueron pues entre nosotros siete hermanos: y el primero tomó mujer, y
murió; y no teniendo generacion, dejó su mujer á su hermano.

26 De la misma manera tambien el segundo, y el tercero, hasta los siete.

27 Y despues de todos murió tambien la mujer.

28 En la resurreccion, pues, ¿de cuál de los siete sera ella mujer? porque
todos la tuvieron.

29 Entónces, respondiendo Jesus, les dijo: Errais, ignorando las escrituras,
y la potencia de Dios.

30 Porque en la resurreccion, ni los hombres tomarán mujeres, ni las mujeres
maridos; mas son como los ángeles de Dios en el cielo.

31 Y de la resurreccion de los muertos, ¿no habeis leido lo que os es dicho
por Dios, que dice:

32 Yo soy el Dios de Abraham, y el Dios de Isaac, y el Dios de Jacob? Dios
no es Dios de muertos, sino de vivos.

33 Y oyendo [esto] las gentes, estaban atónitas de su doctrina.

34 Entónces los Fariséos, oyendo que habia cerrado la boca á los Saducéos,
se juntaron á una;

35 Y preguntó uno de ellos, intérprete de la ley, tentándole, y diciendo:

36 Maestro, ¿cuál [es] el mandamiento grande en la ley?

37 Y Jesus le dijo: Amarás al Señor tu Dios de todo tu corazon, y de toda tu
alma, y de toda tu mente.

38 Este es el primero y el grande mandamiento.

39 Y el segundo [es] semejante á este: Amarás á tu prójimo como á tí mismo.

40 De estos dos mandamientos depende toda la ley, y los profetas.

41 Y estando juntos los Fariséos, Jesus les preguntó,

42 Diciendo: ¿Qué os parece del Cristo? ¿de quién es Hijo? Dícenle: De
David.

43 El les dice: ¿Pues cómo David en Espíritu le llama Señor, diciendo:

44 Dijo el Señor á mi Señor: Siéntate á mi diestra, entretanto que pongo tus
enemigos por estrado de tus piés?

45 Pues si David le llama Señor, ¿cómo es su Hijo?

46 Y nadie le podia responder palabra; ni osó alguno desde aquel dia
preguntarle más.



CAPITULO 23.

1 ENTÓNCES habló Jesus á las gentes, y á sus discípulos,

2 Diciendo: Sobre la cátedra de Moisés se sentaron los escribas y los
Fariséos;

3 Así que todo lo que os dijeren que guardais, guardad[lo] y haced[lo;] mas
no hagais conforme á sus obras: porque dicen y no hacen.

4 Porque atan cargas pesadas, y difíciles de llevar, y [las] ponen sobre los
hombros de los hombres; mas ni aun con su dedo las quieren mover.

5 Antes todas sus obras hacen para ser mirados de los hombres: porque
ensanchan sus filacterias, y extienden los flecos de sus mantos;

6 Y aman los primeros asientos en las cenas, y las primeras sillas en las
sinagogas;

7 Y las salutaciones en las plazas, y ser llamados de los hombres: Rabí,
Rabí.

8 Mas vosotros, no querais ser llamados Rabí; porque uno es vuestro Maestro,
el Cristo, y todos vosotros sois hermanos.

9 Y vuestro padre no llameis [á nadie] en la tierra; porque uno es vuestro
Padre, el cual [está] en los cielos.

10 Ni seais llamados maestros: porque uno es vuestro Maestro, el Cristo.

11 El que es el mayor de vosotros, sea vuestro siervo.

12 Porque el que se ensalzare, será humillado; y el que se humillare, será
ensalzado.

13 Mas ¡ay de vosotros, escribas y Fariséos, hipócritas! porque cerrais el
reino de los cielos delante de los hombres; que ni vosotros entrais, ni á los
que están entrando dejais entrar

14 ¡Ay de vosotros, escribas y Fariséos hipócritas! porque comeis las casas
de las viudas, y por pretexto haceis larga oracion: por esto llevaréis más
grave juicio.

15 ¡Ay de vosotros, escribas y Fariséos, hipócritas! porque rodeais la mar y
la tierra por hacer un prosélito; y cuando fuere hecho, le haceis hijo del
infierno doble más que vosotros.

16 ¡Ay de vosotros, guias ciegos! que decís: Cualquiera que jurare por el
templo, es nada; mas cualquiera que jurare por el oro del templo, deudor es.

17 Insensatos, y ciegos; porque ¿cuál es mayor, el oro, ó el templo, que
santifica al oro?

18 Y: Cualquiera que jurare por el altar, es nada; mas cualquiera que jurare
por el Presente que [está] sobre él, deudor es.

19 Necios y ciegos: porque, ¿cuál es mayor, el Presente, ó el altar, que
santifica al Presente?

20 Pues el que jurare por el altar, jura por él, y por todo lo que [está]
sobre él.

21 Y el que jurare por el templo, jura por él, y por Aquel que habita en él.

22 Y el que jurare por el cielo, jura por el trono de Dios, y por Aquel que
está sentado sobre él.

23 ¡Ay de vosotros, escribas y Fariséos, hipócritas! porque diezmais la
menta, y el eneldo, y el comino, y dejásteis lo que es lo más grave de la
ley, [es á saber,] el juicio, y la misericordia, y la fé: esto era menester
hacer, y no dejar lo otro.

24 Guias ciegos, que colais el mosquito, mas tragais el camello.

25 ¡Ay de vosotros, escribas y Fariséos, hipócritas! porque limpiais lo [que
está] de fuera del vaso, y del plato; mas de dentro están llenos de robo y de
injusticia.

26 Fariséo ciego, limpia primero lo [que está] dentro del vaso y del plato,
para que tambien lo [que está] fuera se haga limpio.

27 ¡Ay de vosotros, escribas y Fariséos, hipócritas! porque sois semejantes
á sepulcros blanqueados; que de fuera, á la verdad, se muestran hermosos, mas
de dentro están llenos de huesos de muertos, y de toda suciedad.

28 Así tambien vosotros, de fuera, á la verdad, os mostrais justos á los
hombres, mas de dentro, llenos estais de hipocresía é iniquidad.

29 ¡Ay de vosotros, escribas y Fariséos, hipócritas! porque edificais los
sepulcros de los profetas, y adornais los monumentos de los justos;

30 Y decís: Si fuéramos en los dias de nuestros padres, no hubiéramos sido
sus compañeros en la sangre de los profetas:

31 Así que testimonio dais á vosotros mismos, que sois hijos de aquellos que
mataron á los profetas.

32 Vosotros tambien henchid la medida de vuestros padres.

33 Serpientes, generacion de víboras ¿cómo evitaréis el juicio del infierno?

34 Por tanto hé aquí, yo envio á vosotros profetas, y sabios, y escribas; y
de ellos [á unos] mataréis y crucificaréis, y [á otros] de ellos azotaréis en
vuestras sinagogas, y perseguiréis de ciudad en ciudad:

35 Para que venga sobre vosotros toda la sangre justa que se ha derramado
sobre la tierra, desde la sangre de Abel el justo, hasta la sangre de
Zacarías, hijo de Barachías, al cual matásteis entre el templo y el altar.

36 De cierto os digo, que todo esto vendrá sobre esta generacion.

37 Jerusalem, Jerusalem, que matas á los profetas, y apedreas á los que son
enviados á tí; ¡cuántas veces quise juntar tus hijos, como la gallina junta
sus pollos debajo de las alas, y no quisisteis.

38 Hé aquí vuestra casa os es dejada desierta.

39 Porque os digo, que desde ahora no me veréis, hasta que digais: Bendito
el que viene en el nombre del Señor.



CAPITULO 24.

1 Y SALIDO Jesus, íbase del templo: y se llegaron sus discípulos, para
mostrarle los edificios del templo.

2 Y respondiendo él, les dijo: ¿Veis todo esto, de cierto os digo, que no
será dejada aquí piedra sobre piedra, que no sea destruida.

3 Y sentándose él en el monte de las Olivas, se llegaron á él [sus]
discípulos aparte, diciendo: Dínos, cuándo serán estas cosas, y qué señal
[habrá] de tu venida, y del fin del mundo?

4 Y respondiendo Jesus, les dijo: Mirad que nadie os engañe.

5 Porque vendrán muchos en mi nombre, diciendo: Yo soy el Cristo y á muchos
engañaran.

6 Y oiréis guerras, y rumores de guerras: mirad [que] no os turbeis; porque
es menester que todo [esto] acontezca; mas aun no es el fin.

7 Porque se levantará nacion contra nacion, y reino contra reino: y habrá
pestilencias, y hambres, y terremotos por los lugares.

8 Y todas estas cosas, principio de dolores.

9 Entónces os entregarán para ser afligidos, y os matarán: y seréis
aborrecidos de todas las gentes por causa de mi nombre.

10 Y muchos entónces serán escandalizados; y se entregarán unos á otros, y
unos á otros se aborrecerán.

11 Y muchos falsos profetas se levantarán, y engañarán á muchos.

12 Y por haberse multiplicado la maldad, la caridad de muchos se resfriará.

13 Mas el que perseverare hasta el fin, este será salvo.

14 Y será predicado este Evangelio del reino en todo el mundo, por
testimonio á todos los Gentiles; y entónces vendrá el fin.

15 Por tanto cuando viereis la abominacion del asolamiento, que fué dicha
por Daniel profeta, que estará en el lugar santo, (el que lee, entienda.)

16 Entónces los que [están] en Judéa, huyan á los montes;

17 Y el que sobre el terrado, no descienda á tomar algo de su casa;

18 Y el que en el campo, no vuelva atrás á tomar sus vestidos.

19 Mas ¡ay de las preñadas, y de las que crian en aquellos dias!

20 Orad pues que vuestra huida no sea en invierno, ni en Sábado.

21 Porque habrá entónces grande afliccion, cual no fué desde el principio
del mundo hasta ahora, ni será.

22 Y si aquellos dias no fuesen acortados, ninguna carne seria salva: mas
por causa de los escogidos, aquellos dias serán acortados.

23 Entónces si alguno os dijere: Hé aquí [está] el Cristo, ó allí; no
creais.

24 Porque se levantaran falsos Cristos, y falsos profetas, y darán señales
grandes y prodigios; de tal manera que engañarán, si [es] posible, aun á los
escogidos.

25 Hé aquí os [lo] he dicho ántes.

26 Así que si os dijeren: Hé aquí en el desierto está; no salgais: Hé aquí
en las cámaras; no creais.

27 Porque como el relámpago que sale del Oriente, y se muestra hasta el
Occidente, así será tambien la venida del Hijo del hombre.

28 Porque donde quiera que estuviere el cuerpo muerto, allí se juntarán las
águilas.

29 Y luego despues de la afliccion de aquellos dias, el sol se oscurecerá, y
la luna no dará su lumbre, y las estrellas caerán del cielo, y las virtudes
de los cielos serán conmovidas.

30 Y entónces se mostrará la señal del Hijo del hombre en el cielo; y
entónces lamentarán todas las tribus de la tierra, y verán al Hijo del hombre
que vendrá sobre las nubes del cielo, con grande poder y gloria.

31 Y enviará sus ángeles con gran voz de trompeta, y juntarán sus escogidos
de los cuatro vientos, de un cabo del cielo hasta el otro.

32 De la higuera aprended la parábola: Cuando ya su rama se enternece, y las
hojas brotan, sabeis que el verano [está] cerca.

33 Así tambien vosotros, cuando viereis todas estas cosas, sabed que está
cercano, á las puertas.

34 De cierto os digo, [que] no pasará esta generacion, que todas estas cosas
no acontezcan.

35 El cielo y la tierra pasarán, mas mis palabras no pasarán.

36 Empero del dia y hora nadie sabe, ni aun los ángeles de los cielos, sino
mi Padre solo.

37 Mas como los dias de Noé, así será la venida del Hijo del hombre.

38 Porque como en los dias ántes del diluvio estaban comiendo y bebiendo,
casándose y dando en casamiento, hasta el dia que Noé entro en el arca,

39 Y no conocieron hasta que vino el diluvio, y llevó á todos, así será
tambien la venida del Hijo del hombre.

40 Entónces estarán dos en el campo; el uno será tomado, y el otro será
dejado:

41 Dos mujeres moliendo á un molinillo; la una será tomada, y la otra será
dejada.

42 Velad pues; porque no sabeis á que hora ha de venir vuestro Señor.

43 Esto empero sabed que si el padre de la familia supiese á cual vela el
ladron habia de venir, velaria, y no dejaria minar su casa.

44 Por tanto tambien vosotros estad apercibidos; porque el Hijo del hombre
ha de venir á la hora que no pensais.

45 ¿Quién pues es el siervo fiel y prudente, al cual puso su Señor sobre su
familia, para que les dé alimento á tiempo?

46 Bienaventurado aquel siervo, al cual, cuando su Señor viniere, le hallare
haciendo así.

47 De cierto os digo, que sobre todos sus bienes le pondrá.

48 Y si aquel siervo malo dijere en su corazon: Mi Señor se tarda en venir;

49 Y comenzare á herir [sus] consiervos, y aun á comer y á beber con los
borrachos;

50 Vendrá el Señor de aquel siervo, en el dia que no espera, y á la hora que
no sabe,

51 Y le cortará por medio, y pondrá su parte con los hipócritas: allí será
el lloro, y el crujir de dientes.



CAPITULO 25.

1 ENTÓNCES el reino de los cielos sera semejante á diez vírgenes, que
tomando sus lámparas, salieron á recibir al esposo.

2 Y las cinco de ellas eran prudentes y las cinco fátuas.

3 Las que [eran] fátuas, tomando sus lámparas, no tomaron consigo aceite:

4 Mas las prudentes tomaron aceite en sus vasos, [juntamente] con sus
lámparas.

5 Y tardándose el esposo, cabecearon todas, y se durmieron.

6 Y á la media noche fué oido un clamor: Hé aquí, el esposo viene, salid á
recibirle.

7 Entónces todas aquellas vírgenes se levantaron, y aderezaron sus lámparas.

8 Y las fátuas dijeron á las prudentes: Dadnos de vuestro aceite; porque
nuestras lámparas se apagan.

9 Mas las prudentes respondieron, diciendo: Porque no nos falte á nosotras y
á vosotras, id ántes á los que venden, y comprad para vosotras.

10 Y mientras^ que ellas iban á comprar, vino el esposo; y las que estaban
apercibidas, entraron con él á las bodas, y se cerró la puerta.

11 Y despues vinieron tambien las otras vírgenes, diciendo: Señor, Señor,
ábrenos.

12 Mas respondiendo él, dijo: De cierto os digo, [que] no os conozco.

13 Velad pues, porque no sabeis el dia ni la hora, en que el Hijo del hombre
ha de venir.

14 Porque el reino de los cielos [es] como un hombre que partiéndose léjos
llamó á sus siervos, y les entregó sus bienes.

15 Y á este dió cinco talentos, y al otro dos, y al otro uno; á cada uno
conforme á su facultad, y luego se partió lejos.

16 Y el que habia recibido cinco talentos se fué, y granjeo con ellos, é
hizo otros cinco talentos.

17 Asimismo el que [habia recibido] dos ganó tambien él otros dos.

18 Mas el que habia recibido uno, fué, y cavó en la tierra, y escondió el
dinero de su señor.

19 Y despues de mucho tiempo vino el señor de aquellos siervos, é hizo
cuentas con ellos.

20 Y llegando el que habla recibido cinco talentos, trajo otros cinco
talentos, diciendo: Señor, cinco talentos me entregaste; hé aquí otros cinco
talentos he ganado sobre ellos.

21 Y su señor le dijo: Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel,
sobre mucho te pondré: entra en el gozo de tu señor.

22 Y llegando tambien el que habia recibido dos talentos, dijo: Señor, dos
talentos me entregaste; hé aquí otros dos talentos he ganado sobre ellos.

23 Su señor le dijo: Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel,
sobre mucho te pondré: entra en el gozo de tu señor.

24 Y llegando tambien el que habia recibido un talento, dijo: Señor, yo te
conocia que eres hombre duro, que siegas donde no sembraste, y recoges donde
no esparciste:

25 Y tuve miedo, y fuí, y escondí tu talento en la tierra: hé aquí tienes lo
que [es] tuyo.

26 Y respondiendo su señor, le dijo: Malo y negligente siervo, sabias que
siego donde no sembré, y [que] recojo donde no esparcí:

27 Por tanto te convenia dar mi dinero á los banqueros; y viniendo yo,
hubiera recibido lo que [es] mio con usura.

28 Quitadle pues el talento, y dad[lo] al que tiene diez talentos.

29 Porque á cualquiera que tuviere, le será dado, y tendrá más: y al que no
tuviere, aun lo que tiene le será quitado.

30 Y al siervo inútil echadle en las tinieblas de afuera: allí será el
lloro, y el crujir de dientes.

31 Y cuando el Hijo del hombre venga en su gloria, y todos los santos
ángeles con él, entónces se sentará sobre el trono de su gloria.

32 Y serán reunidas delante de él todas las gentes: y los apartará los unos
de los otros, como aparta el pastor las ovejas de los cabritos:

33 Y pondrá las ovejas á su derecha, y los cabritos á la izquierda.

34 Entónces el Rey dirá á los que [estarán] á su derecha: Venid, benditos de
mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundacion del
mundo.

35 Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de
beber; fuí huésped, y me recogisteis;

36 Desnudo, y me cubristeis; enfermo y me visitasteis: estuve en la cárcel,
y vinisteis á mí.

37 Entónces los justos le responderán diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos
hambriento, y [te] sustentamos? ¿ó sediento, y [te] dimos de beber?

38 ¿Y cuándo te vimos huésped, y [te] recogimos? ¿ó desnudo, y [te]
cubrimos?

39 ¿O cuándo te vimos enfermo, ó en la cárcel, y vinimos á tí?

40 Y respondiendo el Rey, les dirá: De cierto os digo, [que] en cuanto [lo]
hicisteis á uno de estos mis hermanos pequeñitos, á mí [lo] hicisteis.

41 Entónces dirá tambien á los que [estarán] á la izquierda: Apartáos de mí
malditos, al fuego eterno preparado para el diablo, y para sus ángeles.

42 Porque tuve hambre, y no me disteis de comer; tuve sed, y no me disteis
de beber;

43 Fuí huésped, y no me recogisteis; desnudo, y no me cubrísteis; enfermo, y
en la cárcel, y no me visitásteis.

44 Entónces ellos tambien le responderán, diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos
hambriento, ó sediento, ó huésped, ó desnudo, ó enfermo, ó en la cárcel, y no
te servimos?

45 Entónces les responderá, diciendo: De cierto os digo, [que] en cuanto no
[lo] hicisteis á uno de estos pequeñitos, ni á mí [lo] hicisteis.

46 E irán estos al tormento eterno; y los justos á la vida eterna.



CAPITULO 26.

1 Y ACONTECIÓ que como hubo acabado Jesus todas estas palabras, dijo á sus
discípulos:

2 Sabeis que dentro de dos dias se hace la Pascua, y el Hijo del hombre es
entregado para ser crucificado.

3 Entónces los príncipes de los sacerdotes, y los escribas, y los ancianos
del pueblo se juntaron al patio del pontífice, el cual se llamaba Caifás.

4 Y tuvieron consejo para prender por engaño á Jesus, y matar[le.]

5 Y decian: No en el dia de la fiesta, porque no se haga alboroto en el
pueblo.

6 Y estando Jesus en Bethania, en casa de Simon el leproso,

7 Vino á él una mujer, teniendo un vaso de alabastro de ungüento de gran
precio, y lo derramó sobre la cabeza de él estando sentado á la mesa:

8 Lo cual viendo sus discípulos, se enojaron, diciendo: ¿Por que se pierde
esto?

9 Porque esto se podia vender por gran precio, y darse á los pobres.

10 Y entendiéndo[lo] Jesus, les dijo: ¿Por qué dais pena á esta mujer, pues
ha hecho conmigo buena obra.

11 Porque siempre tendréis pobres con vosotros; mas á mí no siempre me
tendréis.

12 Porque echando este ungüento sobre mi cuerpo, para sepultarme [lo] ha
hecho.

13 De cierto os digo, [que] donde quiera que este Evangelio fuere predicado
en todo el mundo, tambien será dicho para memoria de ella lo que esta ha
hecho.

14 Entónces uno de los doce, que se llamaba Judas Iscariote, fué á los
príncipes de los sacerdotes,

15 Y les dijo: ¿Que me quereis dar, y yo os le entregaré? Y ellos le
señalaron treinta [piezas] de plata.

16 Y desde entónces buscaba oportunidad para entregarle.

17 Y el primer dia [de la fiesta] de los [panes] sin levadura, vinieron los
discípulos á Jesus, diciéndole: ¿Dónde quieres que aderecemos para tí para
comer la Pascua?

18 Y el dijo: Id á la ciudad á cierto hombre, y decidle: El Maestro dice: Mi
tiempo esta cerca; en tu casa haré la Pascua con mis discípulos.

19 Y los discípulos hicieron como Jesus les mandó, y aderezaron la Pascua.

20 Y como fué la tarde del dia, se sentó á la mesa con los doce.

21 Y comiendo ellos, dijo: De cierto os digo que uno de vosotros me ha de
entregar.

22 Y entristecidos ellos en gran manera, comenzó cada uno de ellos á
decirle: ¿Soy yo, Señor?

23 Entónces el respondiendo, dijo: El que mete la mano conmigo en el plato,
ese me ha de entregar.

24 A la verdad el Hijo del hombre va como está escrito de él; mas ¡ay de
aquel hombre por quien el Hijo del hombre es entregado! bueno le fuera al tal
hombre no haber nacido.

25 Entónces respondiendo Júdas, que le entregaba, dijo: ¿Soy yo, Maestro?
Dícele: Tú [lo] has dicho.

26 Y comiendo ellos, tomó Jesus el pan, y bendijo, y [lo] partió, y dió á
sus discípulos, y dijo: Tomad, comed; esto es mi cuerpo.

27 Y tomando el vaso, y hechas gracias se les dió, diciendo: Bebed de él
todos;

28 Porque esto es mi sangre del Nuevo Pacto, la cual es derramada por muchos
para remision de los pecados.

29 Y os digo, que desde ahora no beberé más de este fruto de la vid, hasta
aquel dia, cuando lo tengo de beber nuevo con vosotros en el reino de mi
Padre.

30 Y habiendo cantado el himno, salieron al monte de las Olivas.

31 Entónces Jesus les dice: Todos vosotros seréis escandalizados en mí esta
noche; porque escrito está: Heriré al Pastor, y las ovejas de la manada serán
dispersas.

32 Mas despues que haya resucitado, iré delante de vosotros á Galiléa.

33 Y respondiendo Pedro, le dijo: Aunque todos sean escandalizados en tí, yo
nunca seré escandalizado.

34 Jesus le dice: De cierto te digo que esta noche, ántes que el gallo
cante, me negarás tres veces.

35 Dícele Pedro: Aunque me sea menester morir contigo, no te negaré. Y todos
los discípulos dijeron lo mismo.

36 Entónces llegó Jesus con ellos á la aldéa, que se llama Getsemaní, y dice
á sus discípulos: Sentáos aquí, hasta que vaya allí, y ore.

37 Y tomando á Pedro, y á los dos hijos de Zebedéo, comenzó á entristecerse,
y á angustiarse en gran manera.

38 Entónces Jesus les dice: Mi alma está muy triste hasta la muerte; quedáos
aquí, y velad conmigo.

39 Y yéndose un poco más adelante se postró sobre su rostro, orando y
diciendo: Padre mio, si es posible pase de mí este vaso; empero no como yo
quiero, sino como tú.

40 Y vino á sus discípulos y los halló durmiendo; y dijo á Pedro: ¿Así, no
habeis podido velar conmigo una hora?

41 Velad, y orad, para que no entreis en tentacion: el espíritu á la verdad
[está] presto, mas la carne enferma.

42 Otra vez fué, segunda vez, y oró diciendo: Padre mio, si no puede este
vaso pasar de mí sin que yo lo beba, hágase tu voluntad.

43 Y vino, y los halló otra vez durmiendo: porque los ojos de ellos estaban
agravados.

44 Y dejándolos, fuese de nuevo, y oró tercera vez, diciendo las mismas
palabras.

45 Entónces vino á sus discípulos, y díceles: Dormid ya, y descansad; hé
aquí ha llegado la hora, y el Hijo del hombre es entregado en manos de
pecadores.

46 Levantáos, vamos: hé aquí ha llegado el que me ha entregado.

47 Y hablando aun él, hé aquí Júdas, uno de los doce, vino, y con él mucha
gente con espadas y con palos, de parte de los príncipes de los sacerdotes, y
de los ancianos del pueblo.

48 Y el que le entregaba les habia dado señal, diciendo: Al que yo besare,
aquel es; prendedle.

49 Y luego que llegó á Jesus, dijo: Salve, Maestro. Y le besó,

50 Y Jesus le dijo: Amigo, ¿á que vienes? Entónces llegaron, y echaron mano
á Jesus, y le prendieron.

51 Y hé aquí uno de los que [estaban] con Jesus, extendiendo la mano, sacó
su espada, é hiriendo á un siervo del pontífice, le quitó la oreja.

52 Entónces Jesus le dice: Vuelve tu espada á su lugar; porque todos los que
tomaren espada, á espada perecerán.

53 ¿Acaso piensas que no puedo ahora orar á mi Padre, y él me daria mas de
doce legiones de ángeles,

54 ¿Cómo pues se cumplirian las escrituras, [de] que así conviene que sea
hecho?

55 En aquella hora dijo Jesus á las gentes: Como á ladron habeis salido con
espadas y con palos á prenderme: cada dia me sentaba con vosotros enseñando
en el templo, y no me prendisteis.

56 Mas todo esto se hace, para que se cumplan las escrituras de los
profetas. Entónces todos los discípulos huyeron dejándole.

57 Y ellos, prendido Jesus, le llevaron á Caifás pontífice, donde los
escribas y los ancianos estaban juntos.

58 Mas Pedro le seguia de léjos hasta el patio del pontífice; y entrado
dentro, estábase sentado con los criados para ver el fin.

59 Y los príncipes de los sacerdotes, y los ancianos, y todo el consejo,
buscaban [algun] falso testimonio contra Jesus para entregarle á la muerte:

60 Y no [lo] hallaron, aunque muchos testigos falsos se llegaban: mas á la
postre vinieron dos testigos falsos,

61 Que dijeron: Este dijo: Puedo derribar el templo de Dios, y en tres dias
reedificarlo.

62 Y levantándose el pontífice, le dijo: ¿No respondes nada? ¿qué testifican
estos contra tí?

63 Mas Jesus callaba. Respondiendo el pontífice, le dijo: Te conjuro por el
Dios viviente, que nos digas si eres tú el Cristo, Hijo de Dios.

64 Jesus le dice: Tú [lo] has dicho: y aun os digo, que desde ahora habeis
de ver al Hijo del hombre sentado á la diestra de la potencia de Dios, y que
viene en las nubes del cielo.

65 Entónces el pontífice rasgó sus vestidos, diciendo: Blasfemado ha: ¿Qué
más necesidad tenemos de testigos? Hé aquí ahora habeis oido su blasfemia.

66 ¿Qué os parece? Y respondiendo ellos dijeron: Culpado es de muerte.

67 Entónces le escupieron en el rostro, y le dieron de bofetadas; y otros le
herian con mojicones,

68 Diciendo: Profetízanos tú, Cristo quién es el que te ha herido.

69 Y Pedro estaba sentado fuera en el patio: y se llegó á él una criada,
diciendo: Y tú con Jesus el Galileo estabas.

70 Mas él negó delante de todos, diciendo: No sé lo que dices.

71 Y saliendo él á la puerta le vió otra, y dijo á los que [estaban] allí:
Tambien este estaba con Jesus Nazareno.

72 Y negó otra vez con juramento: No conozco al hombre.

73 Y un poco despues llegaron los que estaban [por allí,] y dijeron á Pedro:
Verdaderamente tambien tú eres de ellos; porque aun tu habla te hace
manifiesto.

74 Entónces comenzó á hacer imprecaciones, y á jurar, [diciendo:] No conozco
al hombre. Y el gallo cantó luego.

75 Y se acordó Pedro de las palabras de Jesus, que le dijo: Antes que cante
el gallo, me negarás tres veces. Y saliéndose fuera, lloró amargamente.



CAPITULO 27.

1 Y VENIDA la mañana, entraron en consejo todos los príncipes de los
sacerdotes, y los ancianos del pueblo, contra Jesus, para entregarle á
muerte.

2 Y le llevaron atado, y le entregaron á Poncio Pilato presidente.

3 Entónces Júdas, el que le habia entregado, viendo que era condenado,
volvió arrepentido las treinta [piezas] de plata á los príncipes de los
sacerdotes, y á los ancianos,

4 Diciendo: Yo he pecado entregando la sangre inocente. Mas ellos dijeron:
¿Qué [se nos da] á nosotros? viéras[lo] tú.

5 Y arrojando [las piezas] de plata en el templo, partióse; y fué, y se
ahorcó.

6 Y los príncipes de los sacerdotes tomando [las piezas] de plata, dijeron.
No es lícito echarlas en el tesoro de los dones, porque es precio de sangre.

7 Mas habido consejo, compraron con ellas el campo del alfarero, por
sepultura para los extranjeros:

8 Por lo cual fué llamado aquel campo, Campo de sangre, hasta el dia de hoy.

9 Entónces se cumplió lo que fué dicho por el profeta Jeremías, que dijo: Y
tomaron las treinta [piezas] de plata precio del apreciado, que fué apreciado
por los hijos de Israel;

10 Y las dieron para [comprar] el campo del alfarero, como me ordenó el
Señor.

11 Y Jesus estuvo delante del presidente; y el presidente le preguntó,
diciendo: ¿Eres tú el Rey de los Judíos?  Y Jesus le dijo: Tu [lo] dices.

12 Y siendo acusado por los príncipes de los sacerdotes, y por los ancianos,
nada respondió.

13 Pilato entónces le dice: ¿No oyes cuántas cosas testifican contra tí?

14 Y no le respondió ni una palabra; de tal manera que el presidente se
maravillaba mucho.

15 Y en el dia de la fiesta acostumbraba el presidente soltar al pueblo un
preso, cual quisiesen.

16 Y tenian entónces un preso famoso, que se llamaba Barrabás.

17 Y juntos ellos, les dijo Pilato: ¿Cuál quereis que os suelte? ¿á
Barrabás, ó á Jesus, que se dice el Cristo?

18 Porque sabia que por envidia le habian entregado.

19 Y estando él sentado en el tribunal, su mujer envió á él, diciendo: No
tengas que ver con aquel justo; porque hoy he padecido muchas cosas en sueños
por causa de él.

20 Mas los príncipes de los sacerdotes, y los ancianos, persuadieron al
pueblo que pidiese á Barrabás, y á Jesus matase.

21 Y respondiendo el presidente les dijo: ¿Cuál de los dos quereis que os
suelte? Y ellos dijeron: A Barrabás.

22 Pilato les dijo: ¿Qué pues haré de Jesus que se dice el Cristo? Dícenle
todos: Sea crucificado.

23 Y el presidente [les] dijo: Pues ¿qué mal ha hecho? Mas ellos gritaban
más diciendo: Sea crucificado.

24 Y viendo Pilato que nada adelantaba, ántes se hacia más alboroto, tomando
agua se lavó las manos delante del pueblo, diciendo: Inocente soy yo de la
sangre de este justo: veréis[lo] vosotros.

25 Y respondiendo todo el pueblo, dijo: Su sangre [sea] sobre nosotros, y
sobre nuestros hijos.

26 Entónces les soltó á Barrabás: y habiendo azotado á Jesus, le entregó
para ser crucificado.

27 Entónces los soldados del presidente llevaron á Jesus al pretorio, y
juntaron á él toda la cuadrilla;

28 Y desnudándole, le echaron encima un manto de grana:

29 Y pusieron sobre su cabeza una corona tejida de espinas, y una caña en su
mano derecha; é hincando la rodilla delante de él, le burlaban, diciendo:
Salve, Rey de los Judíos.

30 Y escupiendo en él tomaron la caña, y le herian en la cabeza.

31 Y despues que le hubieron escarnecido, le desnudaron el manto, y le
vistieron de sus vestidos, y le llevaron para crucificar[le.]

32 Y saliendo hallaron á un Cirenéo, que se llamaba Simon: á este cargaron
para que llevase su cruz.

33 Y como llegaron al lugar que se llama Gólgotha, que es dicho, El lugar de
la Calavera,

34 Le dieron á beber vinagre mezclado con hiel; y gustando no quiso
beber[lo.]

35 Y despues que le hubieron crucificado, repartieron sus vestidos, echando
suertes: para que se cumpliese lo que fué dicho por el profeta: Se
repartieron mis vestidos, y sobre mi ropa echaron suertes.

36 Y sentados, le guardaban allí.

37 Y pusieron sobre su cabeza su causa escrita: ESTE ES JESUS, EL REY DE LOS
JUDÍOS.

38 Entónces crucificaron con él dos ladrones; uno á la derecha, y otro á la
izquierda.

39 Y los que pasaban, le decian injurias, meneando sus cabezas,

40 Y diciendo: Tú el que derribas el templo [de Dios,] y en tres dias [lo]
reedificas, sálvate á tí mismo: si eres Hijo de Dios, desciende de la cruz.

41 De esta manera tambien los príncipes de los sacerdotes escarneciendo, con
los escribas, y los Fariséos, y los ancianos, decian:

42 A otros salvó, á sí mismo no puede salvar: si es el Rey de Israel,
descienda ahora de la cruz, y creeremos en él.

43 Confió en Dios; líbrele ahora si le quiere: porque ha dicho: Soy Hijo de
Dios.

44 Lo mismo tambien le zaherian los ladrones que estaban crucificados con
él.

45 Y desde la hora de sexta fueron tinieblas sobre toda la tierra hasta la
hora de nona.

46 Y cerca de la hora de nona, Jesus exclamó con grande voz, diciendo: Eli,
Eli, ¿lama sabachthani? Esto es: Dios mio, Dios mio, ¿por qué me has
desamparado?

47 Y algunos de los que estaban allí, oyéndo[lo,] decian: A Elías llama
este.

48 Y luego, corriendo uno de ellos, tomo una esponja, y [la] hinchió de
vinagre, y poniéndo[la] en una caña, dábale de beber.

49 Y los otros decian: Deja, veamos si viene Elías á librarle.

50 Mas Jesus habiendo otra vez exclamado con grande voz, dió el espíritu.

51 Y hé aquí el velo del templo se rompió en dos, de alto á bajo; y la
tierra tembló, y las piedras se hendieron;

52 Y abriéronse los sepulcros: y muchos cuerpos de santos, que habian
dormido, se levantaron,

53 Y salidos de los sepulcros despues de su resurreccion, vinieron á la
santa ciudad, y aparecieron á muchos.

54 Y el centurion y los que estaban con él guardando á Jesus, visto el
terremoto, y las cosas que habian sido hechas, temieron en gran manera,
diciendo: Verdaderamente Hijo de Dios era este.

55 Y estaban allí muchas mujeres mirando de lejos, las cuales habian seguido
de Galiléa á Jesus, sirviéndole;

56 Entre las cuales estaban María Magdalena, y María la madre de Jacobo y de
José, y la madre de los hijos de Zebedéo.

57 Y como fué la tarde del dia, vino un hombre rico de Arimatéa, llamado
José, el cual tambien habia sido discípulo de Jesus.

58 Este llegó á Pilato, y pidió el cuerpo de Jesus: entónces Pilato mando
que se [le] diese el cuerpo.

59 Y tomando José el cuerpo, le envolvió en una sábana limpia,

60 Y lo puso en su sepulcro nuevo, que habia labrado en la peña: y revuelta
una grande piedra á la puerta del sepulcro, se fué.

61 Y estaban allí María Magdalena, y la otra María, sentadas delante del
sepulcro.

62 Y el siguiente dia, que es despues de la preparacion, se juntaron los
príncipes de los sacerdotes y los Fariséos á Pilato,

63 Diciendo: Señor, nos acordamos que aquel engañador dijo, viviendo aun:
Despues de tres dias resucitaré.

64 Manda, pues, que se asegure el sepulcro hasta el dia tercero; porque no
vengan sus discípulos de noche, y le hurten, y digan al pueblo: Resucitó de
los muertos. Y será el postrer error peor que el primero.

65 Y Pilato les dijo: Teneis una guardia; id, asegurad[le] como sabeis.

66 Y yendo ellos, aseguraron el sepulcro, sellando la piedra, con la
guardia.



CAPITULO 28.

1 Y LA víspera de Sábado, que amanece para el primer dia de la semana, vino
María Magdalena, y la otra María, á ver el sepulcro.

2 Y hé aquí, fué hecho un gran terremoto: porque el ángel del Señor
descendiendo del cielo y llegando, habia revuelto la piedra [del sepulcro,] y
estaba sentado sobre ella.

3 Y su aspecto era como un relámpago. y su vestido blanco como la nieve.

4 Y de miedo de él los guardas se asombraron, y fueron vueltos como muertos.

5 Y respondiendo el ángel, dijo á las mujeres: No temais vosotras; porque yo
sé que buscais á Jesus, que fué crucificado.

6 No está aquí, porque ha resucitado como dijo: venid, ved el lugar donde
fué puesto el Señor.

7 E id presto, decid á sus discípulos que ha resucitado de los muertos: y hé
aquí va delante de vosotros á Galiléa; allí le veréis; hé aquí os [lo] he
dicho.

8 Entónces ellas saliendo del sepulcro con temor y gran gozo, fueron
corriendo á dar las nuevas á sus discípulos. Y mientras iban á dar las nuevas
á sus discípulos,

9 Hé aquí Jesus les sale al encuentro diciendo: Salve. Y ellas se llegaron,
y abrazaron sus piés, y le adoraron.

10 Entónces Jesus les dice: No temais; id, dad las nuevas á mis hermanos,
para que vayan á Galiléa, y allá me verán.

11 Y yendo ellas, hé aquí unos de la guardia vinieron á la ciudad, y dieron
aviso á los príncipes de los sacerdotes de todas las cosas que habian
acontecido.

12 Y juntados con los ancianos, y habido consejo, dieron mucho dinero á los
soldados,

13 Diciendo: Decid: Sus discípulos vinieron de noche, y le hurtaron,
durmiendo nosotros.

14 Y si esto fuere oido del presidente nosotros le persuadirémos, y os
harémos seguros.

15 Y ellos, tomado el dinero, hicieron como estaban instruidos: y este dicho
fué divulgado entre los Judíos hasta el dia de hoy.

16 Mas los once discípulos se fueron á Galiléa, al monte donde Jesus les
habia ordenado.

17 Y como le vieron, le adoraron: mas algunos dudaban.

18 Y llegando Jesus, les habló diciendo: Toda potestad me es dada en el
cielo y en la tierra.

19 Por tanto id, y doctrinad á todos los Gentiles, bautizándoles en el
nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo:

20 Enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado: y hé aquí yo
estoy con vosotros todos los dias hasta el fin del mundo. Amen.

Biblioteca

La Santa Biblia
Reina-Valera de 1862
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