EL SANTO EVANGELIO

DE

NUESTRO SEÑOR JESU-CRISTO

SEGUN

SAN MATEO

Capítulos 1-15
(oprime aquí para capítulos 16-28)

The Project Gutenberg EBook of Reina Valera New Testament of the Bible 1862
(#3 in our series of Spanish Bibles)

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Title: Reina Valera New Testament of the Bible 1862

Author:  Anon.

Release Date: June, 2004  [EBook #5879]
[Yes, we are more than one year ahead of schedule]
[This file was first posted on September 15, 2002]

Edition: 10

Language: Spanish

Character set encoding: Latin1

*** START OF THE PROJECT GUTENBERG EBOOK, REINA VALERA NEW TESTAMENT OF THE BIBLE 1862 ***




[Empieza Aviso e Introducción]

La Valera 1862 de la SPCC.


Aviso:

Este texto del Nuevo Testamento (Valera 1862) fue bajado de la pagina de web:
Antigua Versión Valera 1909 – La palabra de Dios en español.
(www.valera1909.com)  Este texto no tiene derechos reservados, puedes
distribuirlo como quieres.  Solamente pedimos que por respeto del trabajo que
invertimos en dándote este texto (Encontrando, escaneando, y corrigiendo.),
que dejes este aviso y la siguiente introducción (Todo entre [Empieza…] y
[Termina…]) en cualquier copia que publicas sobre el Internet.  Si tienes
cualquier pregunta o comentario por favor escribe a: info@valera1909.com.

Introducción a la Valera 1862 de la SPCC.



El siguiente texto fue escaneado de una Biblia en Español que obtuve de una
colección privada en León, Guanajuato, México en 1986.  Esta copia, impresa
en Madrid, España en 1884 para la Sociedad Bíblica Británica y Extranjera
(SBBE), representa la edición SBBE de la revisión de Valera hecha para la
Sociedad para la Propagación de Conocimiento Cristiano (SPCC) en 1862.  Esta
revisión fue hecha por Lorenzo Lucena Pedrosa M.A., profesor de Lengua y
Literatura Española en Queens College de Liverpool, y luego en Oxford.

       Esta edición de la SPCC 1862 fue publicada por la SBBE en 1884.  Siendo
que no tenemos ninguna otra edición de la 1862, no podemos asegurar que este
texto es precisamente idéntico a la original SPCC 1862.  Algunas diferencias
nos hacen sospechar que la SBBE revisó ligeramente la SPCC 1862 en esta
impresión de 1884.  Sin embargo, reproducimos esta edición de SBBE para
demostrar que la Revisión de Valera de 1862 era esencialmente idéntica a la
Valera 1909 de hoy.  Esto confirma que la Valera 1909 en realidad fue una
revisión hecha en 1862, antes de la publicación de Vaticanus o Sinaíticus, y
décadas antes de la apostasía Inglesa de Westcott y Hort.

       Una diferencia que sí verás en esta impresión de la 1862, hecha por
SBBE en 1884, es que introduce muchas palabras itálicas que no se encuentran
ni en la original 1602, ni tampoco en su descendiente, la 1909.  O estas
itálicas fueron añadidas por la SBBE en su revisión ligera de la revisión de
1862 de SPCC, o la revisión de 1909 quitó del texto la mayoría de las
itálicas añadidas innecesariamente.  Aparte de esto, muy pocos cambios se
evidencian en la revisión de 1909 de este texto.

       En todos nuestros textos, letra itálica se reproduce entre corchetes
[...], para que se convierte fácilmente el Nuevo Testamento a muchos
diferentes formatos.  Algunas ediciones impresas tenían tanto letra itálica y
palabras entre corchetes.  En estos casos, para mantener la integridad de la
reproducción, aún corcheteamos palabras inicialmente itálicas, pero para
indicar la diferencia encerramos entre símbolos relativos <...> las palabras
originalmente entre corchetes.

       Todas las copias impresas que hemos escaneado y duplicado contienen
errores de impresión y puntuación.  Algunos son obvios, pero de vez en cuando
había varias posibilidades en la corrección.  En tales casos determinamos la
corrección según la original 1602, o la norma actual, la 1909.  En todos los
casos que hicimos correcciones señalamos la palabra alterada con el
circunflejo (^).  Además señalamos con la misma marca aquellos lugares donde
parecía haber error, pero por no estar seguros, no cambiamos nada.

       Todos los asteriscos (*) en el texto son reproducciones de la
impresión original.  Significan alguna referencia en la margen, la cual
reproducimos en abrazaderas {*...} al final del versículo.
     
Guillermo Kincaid

[End Notice and Introduction]

El NUEVO TESTAMENTO

DE
NUESTRO SEÑOR JESU-CRISTO

QUE CONTIENE

LOS ESCRITOS EVANGÉLICOS Y APOSTÓLICOS

ANTIGUA VERSION DE CIPRIANO DE VALERA

REVISADA

Con arreglo al original griego.

MADRID

SE HALLA EN EL DEPÓSITO CENTRAL DE LA SOCIEDAD BÍBLICA B. Y E.

Calle de Preciados, número 46.

1884


EL SANTO EVANGELIO

DE

NUESTRO SEÑOR JESU-CRISTO

SEGUN

SAN MATEO.



CAPITULO 1.

1 LIBRO de la generacion de Jesu-Cristo, hijo de David, hijo de Abraham.

2 Abraham engendró á Isaac: é Isaac engendró á Jacob: y Jacob engendró á
Júdas y á sus hermanos:

3 Y Júdas engendró de Thamar á Pháres y á Zara: y Pháres engendró á Esrom: y
Esrom engendró á Aram:

4 Y Aram engendró á Aminadab: y Aminadab engendró á Naason: y Naason
engendró á Salmon:

5 Y Salmon engendró de Rahab á Bóoz: y Bóoz engendró de Ruth á Obed: y Obed
engendró á Jessé:

6 Y Jessé engendró al rey David: y el rey David engendró á Salomon de la
[que fué mujer] de Urías:

7 Y Salomon engendró á Roboam: y Roboam engendró á Abia: y Abia engendró á
Asá:

8 Y Asá engendró á Josaphat: y Josaphat engendró á Joram: y Joram engendró á
Ozías:

9 Y Ozías engendró á Joatam: y Joatam engendró á Achaz: y Achaz engendró á
Ezechias:

10 Y Ezechias engendró á Manasés: y Manasés engendró á Amon: y Amon engendró
á Josías:

11 Y Josías engendró á Jeconías y á sus hermanos, en la trasmigracion de
Babilonia:

12 Y despues de la trasmigracion de Babilonia, Jeconías engendró á Salatiel:
y Salatiel engendró á Zorobabel:

13 Y Zorobabel engendró á Abiud: y Abiud engendró á Eliaquim: y Eliaquim
engendró á Azor:

14 Y Azor engendró á Sadoc: y Sadoc engendró á Aquim: y Aquim engendró á
Eliud:

15 Y Eliud engendró á Eleázar: y Eleázar engendró á Matan: y Matan engendró
á Jacob:

16 Y Jacob engendró á José, marido de María, de la cual nació Jesus, el cual
es llamado el Cristo.

17 De manera que todas las generaciones desde Abraham hasta David, [son]
catorce generaciones: y desde David hasta la trasmigracion de Babilonia,
catorce generaciones: y desde la trasmigracion de Babilonia hasta Cristo,
catorce generaciones.

18 Y el nacimiento de Jesu-Cristo fué así: que siendo María su madre
desposada con José, ántes que se juntasen, se halló haber concebido del
Espíritu Santo.

19 Y José su marido, como era justo y no quisiese infamarla, quiso dejarla
secretamente.

20 Y pensando él en esto, hé aquí el ángel del Señor le aparece en sueños,
diciendo: José, hijo de David, no temas de recibir á María tu mujer: porque
lo que en ella es engendrado, del Espíritu Santo es.

21 Y parirá Hijo, y llamarás su nombre JESUS, porque él salvará su pueblo de
sus pecados.

22 Todo esto aconteció para que se cumpliese lo que fué dicho por el Señor
por el profeta, que dijo:

23 Hé aquí la vírgen concebirá, y parirá hijo, y llamarás su nombre
Emmanuel, que declarado es: Con nosotros Dios.

21 Y despertando José del sueño, hizo como el ángel del Señor le habia
mandado, y recibió á su mujer.

25 Y no la conoció hasta que parió á su Hijo primogénito: y llamó su nombre
JESUS.



CAPITULO 2.

1 Y COMO fué nacido Jesus en Bethlehem de Judéa en dias del rey Heródes, hé
aquí unos magos vinieron del Oriente á Jerusalem,

2 Diciendo: ¿Dónde está el Rey de los Judíos, que ha nacido? porque su
estrella hemos visto en el Oriente, y venimos á adorarle.

3 Y oyendo [esto] el rey Heródes, se turbó, y toda Jerusalem con él.

4 Y convocados todos los príncipes de los sacerdotes, y los escribas del
pueblo, les preguntó donde habia de nacer el Cristo.

5 Y ellos le dijeron: En Bethlehem de Judéa; porque así está escrito por el
profeta:

6 Y tu Bethlehem, [de] tierra de Judá, no eres muy pequeña entre los
príncipes de Judá; porque de tí saldrá un Guiador, que apacentará á mi pueblo
Israel.

7 Entónces Heródes, llamando en secreto á los magos, entendió de ellos
diligentemente el tiempo del aparecimiento de la estrella;

8 Y enviándoles á Bethlehem, dijo: Andad allá, y preguntad con diligencia
por el Niño; y despues que lo hallareis, hacédmelo saber, para que yo tambien
vaya y le adore.

9 Y ellos, habiendo oido al rey, se fueron: y hé aquí la estrella que habian
visto en el Oriente, iba delante de ellos, hasta que llegando, se puso sobre
donde estaba el Niño.

10 Y vista la estrella, se regocijaron con muy grande gozo.

11 Y entrando en la casa, vieron el Niño con su madre María, y postrándose
lo adoraron: y abriendo sus tesoros, le ofrecieron dones, oro, é incienso, y
mirra.

12 Y siendo avisados por revelacion en sueños, que no volviesen á Heródes,
se volvieron á su tierra por otro camino.

13 Y partidos ellos, hé aquí el ángel del Señor aparece en sueños á José
diciendo: Levántate, y toma al Niño y á su madre, y huye á Egipto, y estate
allá hasta que yo te [lo] diga: porque ha de acontecer, que Heródes buscara
al Niño para matarlo.

14 Y él despertando, tomó al Niño y á su madre de noche, y se fué á Egipto:

15 Y estuvo allá hasta la muerte de Heródes; para que se cumpliese lo que
fué dicho por el Señor por el profeta, que dijo: De Egipto llamé á mi Hijo.

16 Heródes entónces, como se vió burlado de los magos, se enojó mucho: y
envió, y mató todos los niños que habia en Bethlehem, y en todos sus
términos, de edad de dos años abajo, conforme al tiempo que habla entendido
de los magos.

17 Entónces fué cumplido lo que se habia dicho por el profeta Jeremías, que
dijo:

18 Voz fué oida en Ramá, grande lamentacion, lloro, y gemido; Rachel que
llora sus hijos; y no quiso ser consolada, porque perecieron.

19 Mas muerto Heródes, hé aquí el ángel del Señor aparece en sueños á José
en Egipto,

20 Diciendo: Levántate, y toma al Niño, y á su madre, y vete á tierra de
Israel; que muertos son los que procuraban la muerte del Niño.

21 Entónces él se levantó y tomó al Niño, y á su madre, y se vino á tierra
de Israel.

22 Y oyendo que Arqueláo reinaba en Judéa en lugar de Heródes su padre,
temió ir allá; mas amonestado por revelacion en sueños, se fué á las partes
de Galiléa.

23 Y vino, y habitó en la ciudad que se llama Nazaret: para que se cumpliese
lo que fué dicho por los profetas, que habia de ser llamado Nazareno.



CAPITULO 3.

1 EN aquellos dias vino Juan el Bautista predicando en el desierto de Judéa,

2 Y diciendo: Arrepentíos, que el reino de los cielos se ha acercado.

3 Porque este es aquel del cual fué dicho por el profeta Isaías, que dijo:
Voz de uno que clama en el desierto: Aparejad el camino del Señor, enderezad
sus veredas.

4 Y tenia Juan su vestido de pelos de camellos, y una cinta de cuero
alrededor de sus lomos, y su comida era langostas, y miel silvestre.

5 Entónces salia á el Jerusalem y toda Judéa, y toda la provincia de
alrededor del Jordan;

6 Y eran bautizados de él en el Jordan, confesando sus pecados.

7 Y viendo él muchos de los Fariséos y de los Saducéos, que venian á su
bautismo, decíales: Generacion de víboras, ¿quién os ha enseñado á huir de la
ira que vendrá?

8 Haced pues frutos dignos de arrepentimiento;

9 Y no penseis decir dentro de vosotros: A Abraham tenemos por padre: porque
yo os digo, que puede Dios despertar hijos á Abraham aun de estas piedras.

10 Ahora, ya tambien la segur está puesta á la raiz de los árboles; y todo
árbol que no hace buen fruto, es cortado y echado en el fuego.

11 Yo á la verdad os bautizo en agua para arrepentimiento: mas el que viene
tras mí, mas poderoso es que yo; los zapatos del cual yo no soy digno de
llevar: él os bautizará en Espíritu Santo, y [en] fuego.

12 Su aventador en su mano [está,] y aventará su era; y allegará su trigo en
el alfolí, y quemará la paja en fuego que nunca se apagará.

13 Entónces Jesus vino de Galiléa á Juan al Jordan, para ser bautizado de
él.

14 Mas Juan lo resistia mucho, diciendo: Yo he menester ser bautizado de tí,
¿y tu vienes á mí?

15 Empero respondiendo Jesus le dijo: Deja ahora: porque así nos conviene
cumplir toda justicia. Entónces le dejó.

16 Y Jesus despues que fué bautizado, subió luego del agua: y hé aquí los
cielos le fueron abiertos, y vió al Espíritu de Dios que descendia, como
paloma, y venia sobre el,

17 Y hé aquí una voz de los cielos que decia: Este es mi Hijo amado, en el
cual tengo contentamiento.



CAPITULO 4.

1 Entónces Jesus fué llevado del Espíritu al desierto, para ser tentado del
diablo.

2 Y habiendo ayunado cuarenta dias y cuarenta noches, despues tuvo hambre.

3 Y llegándose á él el tentador, dijo: Si eres Hijo de Dios, dí que estas
piedras se hagan pan.

4 Mas él respondiendo, dijo: Escrito está: No con solo el pan vivirá el
hombre; mas con toda palabra que sale de la boca de Dios.

5 Entónces el diablo le pasa á la santa ciudad, y le pone sobre las almenas
del templo;

6 Y le dice: Si eres Hijo de Dios échate abajo; que escrito está: A sus
ángeles mandará por tí, y te alzarán en las manos, para que nunca tropieces
con tu pié en piedra.

7 Jesus le dijo: Escrito está además: No tentarás al Señor tu Dios.

8 Otra vez le pasa el diablo á un monte muy alto, y le muestra todos los
reinos del mundo, y su gloria,

9 Y dícele: Todo esto te daré, si postrado me adorares.

10 Entónces Jesus le dice: Vete, Satanás; que escrito esta: Al Señor tu Dios
adorarás, y á él solo servirás.

11 El diablo entónces le dejó: y hé aquí los ángeles llegaron, y le servian.

12 Mas oyendo Jesus que Juan era preso, se volvió á Galiléa;

13 Y dejando á Nazaret, vino, y habitó en Capernaum, [ciudad] marítima, en
los confines de Zabulon y de Nephtalim:

14 Para que se cumpliese lo que fué dicho por el profeta Isaías, que dijo:

15 La tierra de Zabulon, y la tierra de Nephtalim, camino de la mar, de la
otra parte del Jordan, Galiléa de los Gentiles;

16 El pueblo asentado en tinieblas, vió gran luz: y á los sentados en region
y sombra de muerte, luz les esclareció.

17 Desde entónces comenzó Jesus á predicar, y á decir: Arrepentíos, que el
reino de los cielos se ha acercado.

18 Y andando Jesus junto á la mar de Galiléa, vió á dos hermanos, Simon, que
es llamado Pedro, y Andrés su hermano, que echaban la red en la mar; porque
eran pescadores:

19 Y díceles: Venid en pos de mí, y os haré pescadores de hombres.

20 Ellos entónces, dejando luego las redes, le siguieron.

21 Y pasando de allí, vió otros dos hermanos, Jacobo, hijo de Zebedéo, y
Juan su hermano, en el barco con Zebedéo, su padre, que remendaban sus redes,
y los llama.

22 Y ellos dejando luego el barco, y á su padre, le siguieron.

23 Y rodeó Jesus á toda Galiléa enseñando en las sinagogas de ellos, y
predicando el Evangelio del reino, y sanando toda enfermedad y toda dolencia
en el pueblo.

24 Y corria su fama por toda la Siria: y le trajeron todos los que tenian
mal, los tomados de diversas enfermedades y tormentos, y los endemoniados, y
lunáticos, y paralíticos; y los sanó.

25 Y le siguieron muchas gentes de Galiléa, y de Decápolis, y de Jerusalem,
y de Judéa, y de la otra parte del Jordan.



CAPITULO 5.

1 Y VIENDO las gentes, subió al monte; y sentándose, se llegaron á él sus
discípulos.

2 Y abriendo su boca, les enseñaba, diciendo:

3 Bienaventurados los pobres en espíritu: porque de ellos es el reino de los
cielos.

4 Bienaventurados los que lloran: porque ellos recibirán consolacion.

5 Bienaventurados los mansos: porque ellos recibirán la tierra por heredad.

6 Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia: porque ellos
serán hartos.

7 Bienaventurados los misericordiosos: porque ellos alcanzarán misericordia.

8 Bienaventurados los de limpio corazon: porque ellos verán á Dios.

9 Bienaventurados los pacificadores: porque ellos serán llamados hijos de
Dios,

10 Bienaventurados los que padecen persecucion por causa de la justicia:
porque de ellos es el reino de los cielos.

11 Bienaventurados sois, cuando os vituperaren, y [os] persiguieren, y
dijeren de vosotros todo mal por mi causa, mintiendo.

12 Gozáos y alegráos; porque vuestra merced [es] grande en los cielos: que
así persiguieron á los profetas que [fueron] ántes de vosotros.

13 Vosotros sois la sal de la tierra: y si la sal se desvaneciere, ¿con qué
será salada? no vale mas para nada, sino que sea echada fuera y hollada de
los hombres.

14 Vosotros sois la luz del mundo: una ciudad asentada sobre un monte no se
puede esconder.

15 Ni se enciende una lámpara, y se pone debajo de un almud, mas sobre el
candelero; y alumbra á todos los que [están] en casa.

16 Así alumbre vuestra luz delante de los hombres; para que vean vuestras
obras buenas, y glorifiquen á vuestro Padre que [está] en los cielos.

17 No penseis que he venido para abrogar la ley, ó los profetas: no he
venido para abrogar, sino á cumplir.

18 Porque de cierto os digo, [que] hasta que perezca el cielo y la tierra,
ni una jota, ni un tilde perecerá de la ley, hasta que todas las cosas sean
hechas.

19 De manera que cualquiera que infringiere uno de estos mandamientos muy
pequeños, y así enseñare á los hombres, muy pequeño será llamado en el reino
de los cielos: mas cualquiera que hiciere, y enseñare, este será llamado
grande en el reino de los cielos.

20 Porque os digo, que si vuestra justicia no fuere mayor que [la] de los
escribas y de los Fariséos, no entraréis en el reino de los cielos.

21 Oisteis que fué dicho á los antiguos: No matarás; mas cualquiera que
matare, será culpado del juicio.

22 Mas yo os digo, que cualquiera que se enojare locamente con su hermano,
sera culpado del juicio: y cualquiera que dijere á su hermano: Raca, será
culpado del concejo: y cualquiera que dijere: Fátuo, sera culpado del
infierno del fuego.

23 Por tanto, si trajeres tu Presente al altar, y allí te acordares que tu
hermano tiene algo contra tí,

24 Deja allí tu Presente delante del altar, y véte; vuelve primero en
amistad con tu hermano, y entónces vén, y ofrece tu Presente.

25 Concíliate con tu adversario presto, entretanto que estás con él en el
camino; porque no acontezca que el adversario te entregue al juez, y el juez
te entregue al alguacil, y seas echado en prision.

26 De cierto te digo, que no saldrás de allí, hasta que pagues el último
cuadrante.

27 Oísteis que fué dicho: No adulterarás:

28 Mas yo os digo, que cualquiera que mira la mujer para codiciarla, ya
adulteró con ella en su corazon.

29 Por tanto si tu ojo derecho te fuere ocasion de caer, sácalo, y échalo de
tí: que mejor te es, que se pierda uno de tus miembros, que no que todo tu
cuerpo sea echado al infierno.

30 Y si tu mano derecha te fuere ocasion de caer, córtala, y échala de tí:
que mejor te es que se pierda uno de tus miembros, que no que todo tu cuerpo
sea echado al infierno.

31 Tambien fué dicho: Cualquiera que repudiare á su mujer, dele carta de
divorcio:

32 Mas yo os digo, que el que repudiare á su mujer, fuera de causa de
fornicacion, hace que ella adultere: y él que se casare con la repudiada,
comete adulterio.

33 Además habeis oido que fué dicho á los antiguos: No te perjurarás; mas
pagarás al Señor tus juramentos:

34 Mas yo os digo: No jureis en ninguna manera; ni por el cielo, porque es
el trono de Dios:

35 Ni por la tierra, porque es el estrado de sus piés; ni por Jerusalem,
porque es la ciudad del gran Rey.

36 Ni por tu cabeza jurarás; porque no puedes hacer un cabello blanco ó
negro.

37 Mas sea vuestro hablar, Sí, sí: No, no: Porque lo [que es] mas de esto,
de mal procede.

38 Oisteis que fué dicho á los antiguos: Ojo por ojo, y diente por diente:

39 Mas yo os digo: No resistais al mal: ántes á cualquiera que te hiriere en
tu mejilla diestra, vuélvele tambien la otra.

40 Y al que quisiere ponerte á pleito, y tomarte tu ropa, déjale tambien la
capa.

41 Y á cualquiera que te cargare por una milla, ve con el dos.

42 Al que te pidiere, dále: y al que quisiere tomar de tí emprestado, no se
lo rehuses.

43 Oisteis que fué dicho: Amarás a tu prójimo, y aborrecerás á tu enemigo:

44 Mas yo os digo: Amad á vuestros enemigos, bendecid á los que os maldicen,
haced bien á los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os
persiguen;

45 Para que seais hijos de vuestro Padre que [está] en los cielos; que hace
que su sol salga sobre malos y buenos, y llueve sobre justos é injustos.

46 Porque si amareis á los que os amen, ¿qué recompensa tendréis? ¿no hacen
tambien lo mismo los publicanos?

47 Y si abrazareis á vuestros hermanos solamente, ¿qué haceis demás? ¿no
hacen tambien así los Gentiles?

48 Sed pues vosotros perfectos, como vuestro Padre que [está] en los cielos
es perfecto.



CAPITULO 6.

1 MIRAD que no hagais vuestra justicia delante de los hombres, para ser
vistos de ellos: de otra manera no tendreis merced de vuestro Padre que
[está] en los cielos.

2 Cuando pues haces limosna, no hagas tocar trompeta delante de tí, como
hacen los hipócritas en las sinagogas y en las plazas, para ser estimados de
los hombres: de cierto os digo, [que ya] tienen su recompensa.

3 Mas cuando tú haces limosna, no sepa tu izquierda lo que hace tu derecha:

4 Para que sea tu limosna en secreto y tu Padre que ve en secreto, él te
recompensará en público.

5 Y cuando oras, no seas como los hipócritas: porque ellos aman el orar en
las sinagogas, y en los cantones de las calles en pié, para que sean vistos
de los hombres: de cierto os digo, [que ya] tienen su pago.

6 Mas tú, cuando oras, éntrate en tu cámara, y cerrada tu puerta, ora á tu
Padre que [está] en secreto: y tu Padre que ve en secreto, te recompensará en
público.

7 Y orando, no seais prolijos, como los Gentiles; que piensan que por su
parlería serán oidos.

8 No os hagais pues semejantes á ellos: porque vuestro Padre sabe de que
cosas teneis necesidad, ántes que vosotros le pidais.

9 Vosotros, pues, oraréis así: Padre nuestro, que [estás] en los cielos,
santificado sea tu nombre:

10 Venga tu reino: sea hecha tu voluntad, como en el cielo, [así] tambien en
la tierra.

11 Dános hay nuestro pan cotidiano.

12 Y perdónanos nuestras deudas, como tambien nosotros perdonamos á nuestros
deudores.

13 Y no nos metas en tentacion, mas líbranos del mal: porque tuyo es el
reino, y la potencia, y la gloria, por todos los siglos. Amen.

14 Porque si perdonareis á los hombres sus ofensas, os perdonará tambien á
vosotros vuestro Padre celestial.

15 Mas si no perdonareis á los hombres sus ofensas, tampoco vuestro Padre os
perdonará vuestras ofensas.

16 Y cuando ayunais, no seais como los hipócritas, austeros: porque ellos
demudan sus rostros para parecer á los hombres que ayunan: de cierto os digo,
que [ya] tienen su pago.

17 Mas tú, cuando ayunas, unge tu cabeza, y lava tu rostro;

18 Para no parecer á los hombres que ayunas, sino á tu Padre que [está] en
secreto: y tu Padre, que ve en secreto, te recompensará en público.

19 No os hagais tesoros en la tierra donde la polilla y el orin corrompe, y
donde ladrones minan y hurtan.

20 Mas hacéos tesoros en el cielo, donde ni polilla ni orin corrompe, y
donde ladrones no minan ni hurtan.

21 Porque donde estuviere vuestro tesoro, allí estará vuestro corazon.

22 La lámpara del cuerpo es el ojo: así que si tu ojo fuere sincero, todo tu
cuerpo será luminoso.

23 Mas si tu ojo fuere malo, todo tu cuerpo será tenebroso: así que si la
lumbre que en tí hay son tinieblas, ¿cuántas [serán] las mismas tinieblas?

24 Ninguno puede servir á dos señores; porque ó aborrecerá al uno, y amará
al otro; ó se llegará al uno, y menospreciará al otro: no podeis servir á
Dios y á Mammon.

25 Por tanto os digo: No os congojeis por vuestra vida, qué habeis de comer,
ó qué habeis de beber; ni por vuestro cuerpo, qué habeis de vestir: ¿no es la
vida más que el alimento, y el cuerpo que el vestido?

26 Mirad las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni allegan en
alfolíes; y vuestro Padre celestial las alimenta: ¿no sois vosotros mucho
mejores que ellas?

27 ¿Mas quién de vosotros podrá congojándose añadir á su estatura un codo?

28 Y por el vestido, ¿por qué os congojais? Reparad los lirios del campo,
cómo crecen: no trabajan, ni hilan:

29 Mas os digo, que ni aun Salomon con toda su gloria fué vestido así como
uno de ellos.

30 Y si la yerba del campo que hoy es, y mañana es echada en el horno, Dios
[la] viste así, ¿no [hará] mucho más á vosotros, [hombres] de poca fé?

31 No os congojeis, pues, diciendo: ¿Qué comerémos, ó qué beberémos, ó con
qué nos cubriremos?

32 Porque los Gentiles buscan todas estas cosas: que vuestro Padre celestial
sabe que de todas estas cosas habeis menester.

33 Mas buscad primeramente el reino de Dios, y su justicia: y todas estas
cosas os serán añadidas.

34 Así que, no os congojeis por el dia de mañana; que el dia de mañana
traerá su fatiga: basta al dia su afan.



CAPITULO 7.

1 NO juzgueis, para que no seais juzgados.

2 Porque con el juicio con que juzgais seréis juzgados; y con la medida con
que medís, os volverán á medir.

3 Y ¿por qué miras la mota que [está] n el ojo de tu hermano, y no echas de
ver la viga que [está] en tu ojo?

4 O ¿cómo dirás á tu hermano: Espera, echaré de tu ojo la mota; y hé aquí la
viga en tu ojo?

5 ¡Hipócrita! echa primero la viga de tu ojo: y entónces mirarás en echar la
mota del ojo de tu hermano.

6 No deis lo santo á los perros; ni echeis vuestras perlas delante de los
puercos: porque no las rehuellen con sus piés, y vuelvan y os despedacen.

7 Pedid, y se os dará; buscad, y hallarás; llamad, y se os abrirá.

8 Porque cualquiera que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama
se abrirá.

9 ¿Qué hombre hay de vosotros, á quien si su hijo pidiere pan, le dará una
piedra?

10 ¿Y, si [le] pidiere un pez, le dará una serpiente?

11 Pues si vosotros, siendo malos, sabeis dar buenas dádivas á vuestros
hijos, ¿cuánto más vuestro Padre, que [está] en los cielos, dará buenas cosas
á los que le piden?

12 Así que, todas las cosas que quisierais que los hombres hiciesen con
vosotros, así tambien haced vosotros con ellos: porque esta es la ley, y los
profetas.

13 Entrad por la puerta estrecha: porque ancha [es] la puerta, y espacioso
el camino;^ que lleva á perdicion; y muchos son los que entran por ella.

14 Porque estrecha [es] la puerta, y angosto el camino, que lleva á la vida;
y pocos son los que la hallan.

15 Y guardáos de los falsos profetas que vienen á vosotros con vestidos de
ovejas, mas de dentro son lobos rapaces.

16 Por sus frutos los conocereis. ¿Cógense uvas de los espinos, ó higos de
los abrojos?

17 Así todo buen árbol lleva buenos frutos; mas el árbol maleado lleva malos
frutos.

18 No puede el buen árbol llevar malos frutos; ni el árbol maleado llevar
frutos buenos.

19 Todo árbol que no lleva buen fruto, córtase y échase en el fuego.

20 Así que por sus frutos los conocereis.

21 No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos;
mas el que hiciere la voluntad de mi Padre que [está] en los cielos.

22 Muchos me dirán en aquel dia: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu
nombre, y en tu nombre lanzamos demonios, y en tu nombre hicimos muchos
milagros?

23 Y entónces les protestaré: Nunca os conocí; apartáos de mí, obradores de
maldad.

24 Cualquiera pues que me oye estas palabras, y las hace, le compararé á un
hombre prudente, que edificó su casa sobre la peña:

25 Y descendió lluvia, y vinieron rios, y soplaron vientos, y combatieron
aquella casa: y no cayó; porque estaba fundada sobre la peña.

26 Y cualquiera que me oye estas palabras, y no las hace, le compararé á un
hombre insensato, que edificó su casa sobre la arena;

27 Y descendió lluvia, y vinieron rios, y soplaron vientos, é hicieron
ímpetu en aquella casa; y cayó, y fué grande su ruina.

28 Y fué [que] como Jesus acabó estas palabras, las gentes se admiraban de
su doctrina:

29 Porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los escribas.



CAPITULO 8.

1 Y COMO descendió del monte, le seguian muchas gentes.

2 Y hé aquí un leproso vino, y le adoraba, diciendo: Señor, si quisieres,
puedes limpiarme.

3 Y extendiendo Jesus su mano, le tocó, diciendo: Quiero; sé limpio. Y luego
su lepra fué limpiada.

4 Entónces Jesus le dijo: Mira no [lo] digas á nadie; mas vé, muéstrate al
sacerdote, y ofrece el Presente que mandó Moisés, para testimonio á ellos.

5 Y entrando Jesus en Capernaum vino á él un centurion, rogándole,

6 Y diciendo: Señor, mi mozo yace en casa paralítico, gravemente
atormentado.

7 Y Jesus le dijo: Yo iré, y le sanaré.

8 Y respondió el centurion, y dijo: Señor, no soy digno que entres debajo de
mi techado: mas solamente dí la palabra, y mi mozo sanará.

9 Porque tambien yo soy hombre bajo de potestad, y tengo bajo de mí
soldados: y digo á éste: Vé; y va; y al otro: Ven; y viene; y á mi siervo:
Haz esto; y [lo] hace.

10 Y oyendo Jesus, se maravilló, y dijo á los que [le] seguian: De cierto os
digo, que ni aun en Israel he hallado fé tanta.

11 Y os digo que vendrán muchos del Oriente, y del Occidente, y se asentarán
con Abraham, é Isaac, y Jacob, en el reino de los cielos.

12 Mas los hijos del reino serán echados á las tinieblas de afuera: allí
será el lloro y el crujir de dientes.

13 Entónces Jesus dijo al centurion: Vé, y como creiste, te sea hecho. Y su
mozo fué sano en el mismo momento.

14 Y vino Jesus á casa de Pedro, y vió á su suegra echada en cama, y con
fiebre.

15 Y tocó su mano, y la fiebre la dejó: y ella se levantó, y les servia.

16 Y como fué ya tarde, trajeron á él muchos endemoniados; y echó [de ellos]
los demonios con la palabra, y sanó todos los enfermos:

17 Para que se cumpliese lo que fué dicho por el profeta Isaías, que dijo:
El mismo tomó nuestras enfermedades, y llevó [nuestras] dolencias.

18 Y viendo Jesus muchas gentes alrededor de sí, mandó pasar á la otra parte
[del lago.]

19 Y llegándose un escriba, le dijo: Maestro, te seguiré donde quiera que
fueres.

20 Y Jesus le dijo: las zorras tienen cavernas, y las aves del cielo nidos;
mas el Hijo del hombre no tiene donde recueste [su] cabeza.

21 Y otro de sus discípulos le dijo: Señor, dáme licencia que vaya primero,
y entierre á mi padre.

22 Y Jesus le dijo: Sígueme; deja que los muertos entierren á sus muertos.

23 Y entrando él en el barco, sus discípulos le siguieron.

24 Y hé aquí fué hecho en la mar un gran movimiento, que el barco se cubria
de las ondas: mas él dormia.

25 Y llegándose sus discípulos le despertaron, diciendo: Señor, sálvanos,
[que] perecemos.

26 Y él les dice: ¿Por qué temeis, [hombres] de poca fé? Entónces,
levantándose, reprendió á los vientos y á la mar, y fué grande bonanza.

27 Y los hombres se maravillaron, diciendo: ¿Qué [hombre] es este, que aun
los vientos y la mar le obedecen?

28 Y como él hubo llegado en la otra ribera al país de los Guerguesenos, le
vinieron al encuentro dos endemoniados que salian de los sepulcros, fieros en
gran manera, que nadie podia pasar por aquel camino.

29 Y hé aquí clamaron, diciendo: ¿Qué tenemos contigo, Jesus Hijo de Dios?
¿has venido acá á molestarnos ántes de tiempo?

30 Y estaba léjos de ellos un hato de muchos puercos paciendo.

31 Y los demonios le rogaron, diciendo: Si nos echas, permítenos ir á aquel
hato de puercos.

32 Y les dijo: Id. Y ellos salieron, y se fueron á aquel hato de puercos: y
hé aquí, todo el hato de los puercos se precipitó de un despeñadero en la
mar, y murieron en las aguas.

33 Y los porqueros huyeron, y viniendo á la ciudad contaron todas las cosas,
y lo que habia pasado con los endemoniados.

34 Y hé aquí toda la ciudad salió á encontrar á Jesus: y cuando le vieron,
le rogaban que saliese de sus términos.



CAPITULO 9.

1 ENTÓNCES entrando en el barco,  pasó á la otra parte, y vino á su ciudad.

2 Y hé aquí le trajeron un paralítico echado en una cama: y viendo Jesus la
fé de ellos, dijo al paralítico: Confia hijo: tus pecados te son perdonados.

3 Y hé aquí algunos de los escribas decian dentro de sí: Este blasfema.

4 Y viendo Jesus sus pensamientos, dijo: ¿Por qué pensais mal en vuestros
corazones?

5 Porque, ¿Qué es más fácil, decir: los pecados te son perdonados: O decir:
Levántate, y anda?

6 Pues para que sepais que el Hijo del hombre tiene potestad en la tierra de
perdonar pecados, (dice entónces al paralítico): Levántate, toma tu cama, y
vete á tu casa.

7 Entónces él se levantó, y se fué á su casa.

8 Y las gentes viéndo[lo], se maravillaron, y glorificaron á Dios, que habia
dado tal potestad á los hombres.

9 Y pasando Jesus de allí, vió á un hombre, que estaba sentado al banco de
los públicos tributos el cual se llamaba Mateo; y dícele: Sígueme. Y se
levantó, y le siguió.

10 Y aconteció que estando él sentado á la mesa en casa, hé aquí que muchos
publicanos y pecadores, que habian venido, se sentaron juntamente á la mesa
con Jesus y sus discípulos.

11 Y viendo [esto] los Fariséos, dijeron á sus discípulos: ¿Por que come
vuestro Maestro con los publicanos y pecadores,

12 Y oyéndolo Jesus les dijo: los que están sanos, no tienen necesidad de
médico, sino los enfermos.

13 Andad pues, y aprended qué cosa es, Misericordia quiero, y no sacrificio:
Porque no he venido á llamar justos, sino pecadores á arrepentimiento.

14 Entónces los discípulos de Juan vienen á él, diciendo: ¿Por qué nosotros
y los Fariséos ayunamos muchas veces, y tus discípulos no ayunan?

15 Y Jesus les dijo: ¿Pueden los que son de bodas tener luto entre tanto que
el Esposo está con ellos? mas vendrán dias, cuando el Esposo será quitado de
ellos, y entónces ayunarán.

16 Y nadie echa remiendo de paño recio en vestido viejo; porque el tal
remiendo tira del vestido, y se hace peor la rotura.

17 Ni echan vino nuevo en cueros viejos: de otra manera los cueros se
rompen, y el vino se derrama, y se pierden los cueros: mas echan el vino
nuevo en cueros nuevos, y lo uno y lo otro se conserva juntamente.

18 Hablando él estas cosas á ellos, hé aquí vino un principal, y le adoraba,
diciendo: Mi hija es muerta poco há: mas ven, y pon tu mano sobre ella, y
vivirá.

19 Y se levantó Jesus, y le siguió, y sus discípulos.

20 Y hé aquí una mujer enferma de flujo de sangre doce años habia,
llegándose por detrás, tocó la franja de su vestido:

21 Porque decia entre sí: Si tocare solamente su vestido, seré salva.

22 Mas Jesus volviéndose, y mirándola, dijo: Confia, hija, tu fé te ha
salvado. Y la mujer fué salva desde aquella hora.

23 Y llegado Jesus á casa del principal, viendo los tañedores de flautas, y
la gente que hacia bullicio,

24 Díceles: Apartáos, que la muchacha no es muerta, mas duerme. Y se
burlaban de él.

25 Y como la gente fué echada fuera, entró, y tomóla de la mano, y se
levantó la muchacha.

26 Y salió esta fama por toda aquella tierra.

27 Y pasando Jesus de allí, le siguieron dos ciegos dando voces, y diciendo:
Ten misericordia de nosotros, Hijo de David.

28 Y llegado á la casa, vinieron á él los ciegos; y Jesus les dice: ¿Creeis
que puedo hacer esto? Ellos dicen: Sí, Señor.

29 Entónces tocó los ojos de ellos, diciendo: Conforme á vuestra fé os sea
hecho.

30 Y los ojos de ellos fueron abiertos. Y Jesus les encargó rigurosamente,
diciendo: Mirad [que] nadie [lo] sepa.

31 Mas ellos salidos, divulgaron su fama por toda aquella tierra.

32 Y saliendo ellos, hé aquí le trajeron un hombre mudo endemoniado.

33 Y echado fuera el demonio, el mudo hablo: y las gentes se maravillaron
diciendo: Nunca ha sido vista cosa semejante en Israel.

34 Mas los Fariséos decian: Por el príncipe de los demonios echa fuera los
demonios.

35 Y rodeaba Jesus por todas las ciudades y aldéas, enseñando en las
sinagogas de ellos, y predicando el Evangelio del reino, y sanando toda
enfermedad y todo achaque en el pueblo.

36 Y viendo las gentes, tuvo compasion de ellas; porque estaban derramadas y
esparcidas, como ovejas que no tienen pastor.

37 Entónces dice á sus discípulos: A la verdad la mies [es] mucha, mas los
obreros pocos.

38 Rogad pues al Señor de la mies, que envie obreros para su mies.



CAPITULO 10.

1 Entónces llamando sus doce discípulos, les dió potestad contra los
espíritus inmundos, para que los echasen fuera, y sanasen toda enfermedad y
toda dolencia.

2 Y los nombres de los doce apóstoles son estos: el primero, Simon, que es
dicho Pedro, y Andrés su hermano; Jacobo [hijo] de Zebedéo, y Juan su
hermano:

3 Felipe, y Bartolomé; Tomás, y Mateo el publicano: Jacobo [hijo] de Alféo,
y Lebéo, por sobrenombre Tadéo:

4 Simon el Cananita, y Júdas Iscariote, que tambien le entregó.

5 Estos doce envió Jesús, á los cuales dió mandamiento diciendo: Por el
camino de los Gentiles no ireis, y en ciudad de Samaritanos no entreis:

6 Mas id ántes á las ovejas perdidas de la casa de Israel.

7 Y yendo, predicad, diciendo: El reino de los cielos se ha acercado.

8 Sanad enfermos, limpiad leprosos, resucitad muertos, echad fuera demonios:
de gracia recibísteis, dad de gracia.

9 No apresteis oro, ni plata, ni cobre, en vuestras bolsas;

10 Ni alforja para el camino, ni dos ropas de vestir, ni zapatos, ni bordon;
porque el obrero digno es de su alimento.

11 Mas en cualquier ciudad, ó aldéa donde entrareis, investigad quién sea en
ella digno, y reposad allí hasta que salgais.

12 Y entrando en la casa, saludadla.

13 Y si la casa fuere digna, vuestra paz vendrá sobre ella: mas si no fuere
digna, vuestra paz se volverá á vosotros.

14 Y cualquiera que no os recibiere, ni oyere vuestras palabras, salid de
aquella casa, ó ciudad, y sacudid el polvo de vuestros piés.

15 De cierto os digo, [que el castigo] será mas tolerable á la tierra de los
de Sodoma, y de los de Gomorra en el dia del juicio, que á aquella ciudad.

16 Hé aquí, yo os envío como á ovejas en medio de lobos: sed pues prudentes
como serpientes, y sencillos como palomas.

17 Y guardáos de los hombres: porque os entregarán en concilios, y en sus
sinagogas os azotarán.

18 Y aun á príncipes y á reyes seréis llevados por causa de mí, por
testimonio á ellos y á los Gentiles.

19 Mas cuando os entregaren, no os apureis por como ó qué hablaréis: porque
en aquella hora os será dado qué habeis de hablar.

20 Porque no sois vosotros los que hablais, sino el Espíritu de vuestro
Padre que habla en vosotros.

21 Y el hermano entregará al hermano á la muerte, y el padre al hijo: y los
hijos se levantarán contra los padres, y los harán morir.

22 Y seréis aborrecidos de todos por mi nombre: mas el que soportare hasta
el fin, éste sera salvo.

23 Mas cuando os persiguieren en esta ciudad, huid á la otra: porque de
cierto os digo, [que] no acabaréis de andar todas las ciudades de Israel, que
no venga el Hijo del hombre.

24 El discípulo no es más que su Maestro, ni el siervo mas que su Señor.

25 Bástale al discípulo ser como su Maestro, y al siervo como su Señor: si
al [mismo] Padre de la familia llamaron Beelzebub, ¿cuánto mas á los de su
casa?^

26 Así que no los temais: porque nada hay encubierto, que no haya de ser
manifestado; ni oculto, que no haya de saberse.

27 Lo que os digo en tinieblas, decidlo en la luz: y lo que oís al oido,
predicadlo desde los terrados.

28 Y no temais á los que matan el cuerpo, mas al alma no pueden matar: temed
ántes á aquel que puede destruir el alma y el cuerpo en el infierno.

29 ¿No se venden dos pajarillos por un cuarto? Con todo ni uno de ellos cae
á tierra sin vuestro Padre.

30 Pues aun vuestros cabellos están todos contados.

31 Así que no temais: más valeis vosotros que muchos pajarillos.

32 Cualquiera pues que me confesare delante de los hombres, le confesaré yo 
tambien delante de mi Padre, que [está] en los cielos.

33 Y cualquiera que me negare delante de los hombres, le negaré yo tambien
delante de mi Padre, que [está] en los cielos.

34 No penseis que he venido para meter paz en la tierra: no he venido para
meter paz, sino espada.

35 Porque he venido para hacer disension del hombre contra su padre, y de la
hija contra su madre, y de la nuera contra su suegra.

36 Y los enemigos del hombre, los de su casa.

37 El que ama padre ó madre mas que á mí, no es digno de mí: y el que ama
hijo ó hija más que á mí, no es digno de mí.

38 Y el que no toma su cruz, y sigue en pos de mí, no es digno de mí.

39 El que hallare su vida, la perderá: y el que perdiere su vida por causa
de mí, la hallará.

40 El que os recibe á vosotros, á mí recibe; y el que á mí recibe, recibe al
que me envió.

41 El que recibe profeta en nombre de profeta, merced de profeta recibirá: y
el que recibe justo en nombre de justo, merced de justo recibirá.

42 Y cualquiera que diere á uno de estos pequeñitos un vaso de [agua] fria
solamente, en nombre de discípulo, de cierto os digo, [que] no perderá su
recompensa.



CAPITULO 11.

1 Y FUÉ, que acabando Jesus de dar  mandamientos á sus doce discípulos, se
fué de allí á enseñar y á predicar en las ciudades de ellos.

2 Y oyendo Juan en la prision los hechos de Cristo, le envió dos de sus
discípulos,

3 Diciendo: ¿Eres tú aquel que habia de venir, ó esperarémos á otro?

4 Y respondiendo Jesus, les dijo: Id, y haced saber á Juan las cosas que oís
y veis.

5 Los ciegos ven, y los cojos andan; los leprosos son limpiados, y los
sordos oyen; los muertos son resucitados, y á los pobres es anunciado el
Evangelio.

6 Y bienaventurado es el que no fuere escandalizado en mí.

7 E idos ellos, comenzó Jesus á decir de Juan á las gentes: ¿Qué salisteis á
ver al desierto? ¿una caña que es meneada del viento?

8 Mas ¿qué salísteis á ver? ¿un hombre cubierto de delicados vestido? Hé
aquí, los que traen [vestidos] delicados, en las casas de los reyes están.

9 Mas ¿qué salisteis á ver? ¿un profeta? tambien os digo, y más que profeta.

10 Porque este es de quien está escrito: Hé aquí yo envio mi mensajero
delante de tu faz, que aparejará tu camino delante de tí.

11 De cierto os digo, [que] no se levantó entre los que nacen de mujeres
otro mayor que Juan el Bautista: mas el que es muy más pequeño en el reino de
los cielos, mayor es que él.

12 Desde los dias de Juan el Bautista hasta ahora, al reino de los cielos se
hace fuerza, y los valientes le arrebatan.

13 Porque todos los profetas y la ley hasta Juan profetizaron.

14 Y si quereis recibir, él es aquel Elías que habia de venir.

15 El que tiene oidos para oir, oiga.

16 Mas ¿á quién compararé esta generacion? Es semejante á los muchachos que
se sientan en las plazas, y dan voces á sus compañeros,

17 Y dicen: Os tañimos flauta, y no bailásteis; os endechamos, y no
lamentásteis.

18 Porque vino Juan, que ni comia ni bebia, y dicen: Demonio tiene.

19 Vino el Hijo del hombre, que come y bebe; y dicen: Hé aquí un hombre
comilon, y bebedor de vino, amigo de publicanos y de pecadores. Mas la
sabiduría es justificada por sus hijos.

20 Entónces comenzó á reconvenir á las ciudades en las cuales habian sido
hechas muy muchas de sus maravillas, porque no se habian arrepentido,
[diciendo:]

21 ¡Ay de tí, Corazin! ¡Ay de tí, Bethsaida! porque si en Tiro y en Sidon
fueran hechas las maravillas que han sido hechas en vosotras, en otro tiempo
se hubieran arrepentido en saco y en ceniza.

22 Por tanto os digo, [que] á Tiro y á Sidon será más tolerable [el castigo]
en el dia del juicio, que á vosotras.

23 Y tú, Capernaum, que eres levantada hasta el cielo, hasta los infiernos
serás abajada: porque si en los de Sodoma fueran hechas las maravillas que
han sido hechas en tí, hubieran quedado hasta el dia de hoy.

24 Por tanto os digo, [que] á la tierra de los de Sodoma será más tolerable
[el castigo] en el dia del juicio, que á tí.

25 En aquel tiempo, respondiendo Jesus, dijo: Te alabo, Padre, Señor del
cielo y de la tierra, que hayas escondido estas cosas de los sabios y de los
entendidos, y las hayas revelado á los niños.

26 Así, Padre, pues que así agradó en tus ojos.

27 Todas las cosas me son entregadas de mi Padre: y nadie conoció al Hijo,
sino el Padre: ni al Padre conoció alguno, sino el Hijo, y [aquel] á quien el
Hijo [lo] quisiere revelar.

28 Venid á mí todos los que estais trabajados, y cargados, que yo os haré
descansar.

29 Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí; que soy manso y humilde
de corazon; y hallaréis descanso para vuestras almas.

30 Porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga.



CAPITULO 12.

1 EN aquel tiempo iba Jesus por los sembrados en Sábado; y sus discípulos
tenian hambre, y comenzaron á coger espigas, y á comer.

2 Y viéndo[lo] los Fariséos le dijeron: Hé aquí tus discípulos hacen lo que
no es lícito hacer en Sábado.

3 Y él les dijo: ¿No habeis leido qué hizo David, teniendo él hambre y los
que con él estaban?

4 ¿Cómo entró en la casa de Dios, y comió los panes de la proposicion, que
no le era lícito comer, ni á los que estaban con él, sino á solos los
sacerdotes?

5 O ¿no habeis leido en la ley, que los Sábados en el templo los sacerdotes
profanan el Sábado, y son sin culpa?

6 Pues os digo que [uno] mayor que el templo está aquí.

7 Mas si supieseis que es: Misericordia quiero, y no sacrificio; no
condenariais á los inocentes:

8 Porque Señor es del Sábado el Hijo del hombre.

9 Y partiéndose de allí, vino á la sinagoga de ellos.

10 Y hé aquí habia [allí] uno que tenia una mano seca: y le preguntaron,
diciendo: ¿Es lícito curar en Sábado? por acusarle.

11 Y él les dijo: ¿Qué hombre habrá de vosotros, que tenga una oveja, y si
cayere esta en una fosa en Sábado, no le eche mano, y [la] levante?

12 Pues ¿cuánto mas vale un hombre que una oveja? Así que lícito es en los
Sábados hacer bien.

13 Entonces dijo á aquel hombre: Extiende tu mano. Y él [la] extendió, y
[le] fué restituida sana como la otra.

14 Y salidos los Fariséos, consultaron contra él para destruirle.

15 Mas sabiéndo[lo] Jesus, se apartó de allí: y le siguieron muchas gentes,
y sanaba á todos.

16 Y él les encargaba eficazmente que no le descubriesen:

17 Para que se cumpliese lo que estaba dicho por el profeta Isaías, que
dijo:

18 Hé aquí mi Siervo, al cual he escogido; mi Amado, en el cual se agrada mi
alma: pondré mi Espíritu sobre él, y á los Gentiles anunciará juicio.

19 No contenderá, ni voceará: ni nadie oirá en las calles su voz.

20 La caña cascada no quebrará, y el pábilo que humea no apagará, hasta que
saque á victoria el juicio.

21 Y en su nombre esperarán los Gentiles.

22 Entónces fué traido á él un endemoniado, ciego y mudo: y le sanó, de tal
manera que el ciego y mudo hablaba y veia.

23 Y todas las gentes estaban atónitas, y decian: ¿Es este aquel Hijo de
David?

24 Mas los Fariséos, oyéndo[lo], decian: Este no echa fuera los demonios,
sino por Beelzebub, príncipe de los demonios.

25 Y Jesus, como sabia los pensamientos de ellos, les dijo: Todo reino
dividido contra sí mismo es desolado; y toda ciudad, ó casa, dividida contra
sí misma, no permanecerá.

26 Y si Satanás echa fuera á Satanás, contra sí mismo está dividido: ¿cómo,
pues, permanecerá su reino?

27 Y si yo por Beelzebub echo fuera los demonios, ¿vuestros hijos por quién
[los] echan? por tanto ellos serán vuestros jueces.

28 Y si por Espíritu de Dios yo echo fuera los demonios, ciertamente ha
llegado á vosotros el reino de Dios.

29 Porque ¿cómo puede alguno entrar en la casa del valiente, y saquear sus
alhajas, si primero no prendiere al valiente? y entónces saqueará su casa.

30 El que no es conmigo, contra mí es; y el que conmigo no recoge, derrama.

31 Por tanto os digo: Todo pecado y blasfemia será perdonado á los hombres;
mas la blasfemia contra el Espíritu no será perdonada á los hombres,

32 Y cualquiera que hablare contra el Hijo del hombre, le será perdonado;
mas cualquiera que hablare contra el Espíritu Santo, no le será perdonado, ni
en este siglo, ni en el venidero.

33 O haced el árbol bueno, y su fruto bueno; ó haced el árbol corrompido, y
su fruto dañado: porque por el fruto es conocido el árbol.

34 Generacion de víboras, ¿cómo podeis hablar bien, siendo malos? porque de
la abundancia del corazon habla la boca.

35 El hombre bueno del buen tesoro del corazon saca buenas cosas: y el
hombre malo del mal tesoro saca malas cosas.

36 Mas yo os digo, que toda palabra ociosa, que hablaren los hombres, de
ella darán cuenta en el dia del juicio.

37 Porque por tus palabras serás justificado, y por tus palabras serás
condenado.

38 Entónces respondieron algunos de los escribas y de los Fariséos,
diciendo: Maestro deseamos ver de tí señal.

39 Y él respondió, y les dijo: La generacion mala y adulterina demanda
señal; mas señal no le será dada, sino la señal de Jonás profeta.

40 Porque como estuvo Jonás en el vientre de la ballena tres dias y tres
noches, así estará el Hijo del hombre en el corazon de la tierra tres dias y
tres noches.

41 Los hombres de Nínive se levantarán en el juicio con esta generacion, y
la condenarán: porque ellos se arrepintieron á la predicacion de Jonás; y hé
aquí mas que Jonás en este lugar.

42 La reina del Austro se levantará en el juicio con esta generacion, y la
condenará: porque vino de los fines de la tierra para oir la sabiduría de
Salomon; y hé aquí más que Salomon en este lugar.

43 Cuando el espíritu inmundo ha salido del hombre, anda por lugares secos,
buscando reposo, y no [lo] halla.

44 Entónces dice: Me volveré á mi casa, de donde salí: y cuando viene, [la]
halla desocupada, barrida, y adornada.

45 Entónces va, y toma consigo otros siete espíritus peores que él, y
entrados moran allí; y son peores las cosas últimas del tal hombre que las
primeras: así tambien acontecerá á esta generacion mala.

46 Y estando él aun hablando á las gentes, hé aquí su madre y sus hermanos
estaban fuera, que le querian hablar.

47 Y le dijo uno: Hé aquí tu madre y tus hermanos están fuera, que te
quieren hablar.

48 Y respondiendo él al que le decia [esto,] dijo: ¿Quién es mi madre, y
quiénes son mis hermanos?

49 Y extendiendo su mano hácia sus discípulos, dijo: Hé aquí mi madre y mis
hermanos.

50 Porque todo aquel que hiciere la voluntad de mi Padre que [está] en los
cielos, ese es mi hermano, y hermana, y madre.



CAPITULO 13.

1 Y AQUEL dia, saliendo Jesus de casa, se sentó junto á la mar.

2 Y se allegaron á el muchas gentes; y entrándose él en el barco, se sentó,
y toda la gente estaba á la ribera.

3 Y les habló muchas cosas por parábolas, diciendo: Hé aquí el que sembraba,
salió á sembrar.

4 Y sembrando, parte [de la simiente] cayó junto al camino; y vinieron las
aves, y la comieron.

5 Y parte cayó en pedregales, donde no tenia mucha tierra; y nació luego,
porque no tenia profundidad de tierra.

6 Mas en saliendo el sol, se quemó; y secóse, porque no tenia raiz.

7 Y parte cayó en espinas; y las espinas crecieron, y la ahogaron.

8 Y parte cayo en buena tierra, y dió fruto, cual á ciento, cual á sesenta,
y cual á treinta.

9 Quien tiene oidos para oir, oiga.

10 Entónces, llegándose los discípulos, le dijeron: ¿Por que les hablas por
parábolas?

11 Y él respondiendo, les dijo: Porque á vosotros es concedido saber los
misterios del reino de los cielos, mas á ellos no es concedido.

12 Porque á cualquiera que tiene, se le dará, y tendrá mas: pero al que no
tiene, aun lo que tiene le será quitado.

13 Por eso les hablo por parábolas, porque viendo no ven, y oyendo no oyen,
ni entienden.

14 De manera que se cumple en ellos la profecía de Isaías, que dice: De oido
oiréis, y no entenderéis; y viendo veréis, y no miraréis.

15 Porque el corazon de este pueblo esta engrosado, y de los oidos oyen
pesadamente, y de sus ojos guiñan: para que no vean de los ojos, y oigan de
los oidos, y del corazon entiendan, y se conviertan, y yo los sane.

16 Mas bienaventurados vuestros ojos, porque ven; y vuestros oidos, porque
oyen.

17 Porque de cierto os digo, que muchos profetas y justos desearon ver lo
que veis, y no [lo] vieron; y oir lo que oís, y no [lo] oyeron.

18 Oid pues vosotros la parábola del que siembra.

19 Oyendo cualquiera la palabra del reino, y no entendiéndo[la,] viene el
malo, y arrebata lo que fué sembrado en su corazon: este es el que fué
sembrado junto al camino.

20 Y el que fué sembrado en pedregales, este es el que oye la palabra, y
luego la recibe con gozo;

21 Mas no tiene raiz en sí, ántes es temporal: que venida la afliccion ó la
persecucion por la palabra, luego se ofende.

22 Y el que fué sembrado en espinas este es el que oye la palabra; pero el
afan de este siglo, y el engaño de las riquezas ahogan la palabra, y hácese
infructuosa.

23 Mas el que fué sembrado en buena tierra, este es el que oye y entiende la
palabra, y el que lleva el fruto; y lleva uno á ciento, y otro á sesenta, y
otro á treinta.

24 Otra parábola les propuso, diciendo: El reino de los cielos es semejante
al hombre que siembra buena simiente en su campo.

25 Mas durmiendo los hombres, vino su enemigo, y sembró zizaña entre el
trigo, y se fué.

26 Y como la yerba salió, é hizo fruto, entónces apareció tambien la zizaña.

27 Y llegándose los siervos del padre de la familia, le dijeron: Señor, ¿no
sembraste buena simiente en tu campo? ¿de dónde pues tiene zizaña?

28 Y él les dijo: Un hombre enemigo ha hecho esto. Y los siervos le dijeron:
¿Quieres pues que vayamos y la cojamos?

29 Y él dijo: No: porque cogiendo la zizana, no arranqueis tambien con ella
el trigo.

30 Dejad crecer juntamente lo uno y lo otro hasta la siega; y al tiempo de
la siega yo diré á los segadores: Coged primero la zizaña, y atadla en
manojos para quemarla; mas recoged el trigo en mi alfolí.

31 Otra parábola les propuso, diciendo: El reino de los cielos es semejante
al grano de mostaza, que tomándolo alguno lo sembró en su campo:

32 El cual á la verdad es el más pequeño de todas las simientes; mas cuando
ha crecido, es el mayor de [todas] las hortalizas, y se hace árbol, que
vienen las aves del cielo y hacen nidos en sus ramas.

33 Otra parábola les dijo: El reino de los cielos es semejante á la levadura
que tomó una mujer, y escondió en tres medidas de harina, hasta que todo
quedó leudo.

34 Todo esto habló Jesus por parábolas á las gentes; y sin parábolas no les
hablaba:

35 Para que se cumpliese lo que fué dicho por el profeta, que dijo: Abriré
en parábolas mi boca; rebosaré cosas escondidas desde la fundacion del mundo.

36 Entónces, despedidas las gentes, Jesus se vino á casa; y llegándose á él
sus discípulos, le dijeron: Decláranos la parábola de la zizaña del campo.

37 Y respondiendo él, les dijo: El que siembra la buena simiente es el Hijo
del hombre;

38 Y el campo es el mundo; y la buena simiente son los hijos del reino, y la
zizaña son los hijos del malo:

39 Y el enemigo que la sembró, es el diablo; y la siega es el fin del mundo;
y los segadores son los ángeles.

40 De manera que como es cogida la zizaña, y quemada al fuego, así será en
el fin de este siglo.

41 Enviará el Hijo del hombre sus ángeles, y cogerán de su reino todos los
escándalos, y los que hacen iniquidad,

42 Y los echarán en el horno de fuego: allí será el lloro, y el crujir de
dientes.

43 Entónces los justos resplandecerán, como el sol, en el reino de su Padre:
el que tiene oidos para oir, oiga.

44 Ademas, el reino de los cielos es semejante al tesoro escondido en el
campo, el cual hallado, el hombre [lo] encubre, y de gozo de ello va, y vende
todo lo que tiene, y compra aquel campo.

45 Tambien el reino de los cielos es semejante al hombre tratante, que busca
buenas perlas;

46 Que hallando una preciosa perla fué, y vendió todo lo que tenia, y la
compró.

47 Asimismo el reino de los cielos es semejante á la red, que echada en la
mar, coge de todas suertes [de peces:]

48 La cual estando llena, la sacaron á la orilla; y sentados, cogieron lo
bueno en vasos, y lo malo echaron fuera.

49 Así será al fin del siglo: saldrán los ángeles, y apartarán á los malos
de entre los justos,

50 Y los echarán en el horno del fuego: allí será el lloro, y el crujir de
dientes.

51 Y Jesus les dice: ¿Habeis entendido todas estas cosas? Ellos le
responden: Sí, Señor.

52 Y él les dijo: Por eso todo escriba docto en el reino de los cielos, es
semejante á un padre de familia, que saca de su tesoro cosas nuevas y cosas
viejas.

53 Y aconteció [que] acabando Jesus estas parábolas, pasó de allí.

54 Y venido á su tierra, les enseñaba en la sinagoga de ellos, de tal manera
que ellos estaban atónitos, y decian: ¿De dónde tiene este esta sabiduría, y
[estas] maravillas?

55 ¿No es este el hijo del carpintero? ¿no se llama su madre María; y sus
hermanos, Jacobo, y José, y Simon, y Judas?

56 ¿Y no están todas sus hermanas con nosotros? ¿De dónde pues tiene este
todas estas cosas?

57 Y se escandalizaban en él. Mas Jesus les dijo: No hay profeta sin honra,
sino en su tierra, y en su casa.

58 Y no hizo allí muchas maravillas, á causa de la incredulidad de ellos.



CAPITULO 14.

1 EN aquel tiempo Heródes el tetrarca oyó la fama de Jesus,

2 Y dijo á sus criados: Este es Juan el Bautista: él ha resucitado de los
muertos, y por eso virtudes obran en él.

3 Porque Heródes habia prendido á Juan, y le habia aprisionado, y puesto en
la cárcel, por causa de Herodías, mujer de Felipe su hermano.

4 porque Juan le decia: No te es lícito tenerla.

5 Y queria matarle, mas temia al pueblo; porque le tenian como á profeta.

6 Mas celebrándose el dia del nacimiento de Heródes, la hija de Herodías
danzó en medio y agradó á Heródes.

7 Y prometió él con juramento de darle todo lo que pidiese.

8 Y ella, instruida primero de su madre, dijo: Dáme aquí en un plato la
cabeza de Juan el Bautista.

9 Entónces el rey se entristeció: mas por el juramento, y por los que
estaban juntamente á la mesa, mandó que se [le] diese.

10 Y enviando degolló á Juan en la cárcel.

11 Y fué traida su cabeza en un plato, y dada á la muchacha; y ella [la]
presentó á su madre.

12 Entónces llegaron sus discípulos, y tomaron el cuerpo, y lo enterraron; y
fueron, y dieron las nuevas á Jesus.

13 Y oyéndo[lo] Jesus, se apartó de allí en un barco á un lugar desierto
apartado: y cuando las gentes [lo] oyeron, le siguieron á pié de las
ciudades.

14 Y saliendo Jesus, vió un gran gentío, y tuvo compasion de ellos, y sanó
los que de ellos habia enfermos.

15 Y cuando fué la tarde del dia, se llegaron á él sus discípulos, diciendo:
El lugar es desierto, y el tiempo es ya pasado: despide las gentes, para que
se vayan por las aldéas, y compren para sí de comer.

16 Y Jesus les dijo: No tienen necesidad de irse; dadles vosotros de comer.

17 Y ellos dijeron: No tenemos aquí sino cinco panes y dos peces.

18 Y el les dijo: Traédmelos acá.

19 Y mandando á las gentes recostarse sobre la yerba, y tomando los cinco
panes y los dos peces, alzando los ojos al cielo, bendijo; y partió y dió los
panes á los discípulos, y los discípulos á las gentes.

20 Y comieron todos, y se hartaron: y alzaron lo que sobró de los pedazos,
doce cestas llenas.

21 Y los que comieron fueron como cinco mil hombres, sin las mujeres y los
niños.

22 Y luego Jesus hizo á sus discípulos entrar en el barco, é ir delante de
él á la otra parte [del lago,] entre tanto que él despedia las gentes.

23 Y despedidas las gentes, subió al monte, apartado, á orar: y como fué la
tarde del dia, estaba allí solo.

24 Y ya el barco estaba en medio de la mar, atormentado de las ondas; porque
el viento era contrario.

25 Mas á la cuarta vela de la noche Jesus fué á ellos andando sobre la mar.

26 Y los discípulos, viéndole andar sobre la mar, se turbaron, diciendo:
[Alguna] fantasma es. Y dieron voces de miedo.

27 Mas luego Jesus les habló, diciendo: Confiad: yo soy; no tengais miedo.

28 Entónces le respondió Pedro, y dijo: Señor, si tu eres, manda que yo vaya
á tí sobre las aguas.

29 Y él dijo: Ven. Y descendiendo Pedro del barco, andaba sobre las aguas
para ir á Jesus.

30 Mas viendo el viento fuerte, tuvo miedo; y comenzándose á hundir, dió
voces, diciendo: Señor, sálvame.

31 Y luego Jesus extendiendo la mano, trabó de él, y le dice: Oh [hombre] de
poca fé, ¿por qué dudaste?

32 Y como ellos entraron en el barco, sosegóse el viento.

33 Entónces los que [estaban] en el barco vinieron, y le adoraron, diciendo:
Verdaderamente eres Hijo de Dios.

34 Y llegando á la otra parte, vinieron á la tierra de Genezaret.

35 Y como le conocieron los hombres de aquel lugar, enviaron por toda
aquella tierra alrededor, y trajeron á él todos los enfermos:

36 Y le rogaban que solamente tocasen el borde de su manto; y todos los que
tocaron, quedaron sanos.



CAPITULO 15.

Entónces llegaron á Jesus ciertos escribas y Fariséos de Jerusalem,
diciendo:

2 ¿Por que tus discípulos traspasan la tradicion de los ancianos? porque no
se lavan las manos cuando comen pan.

3 Y él respondiendo, les dijo: ¿Por qué tambien vosotros traspasais el
mandamiento de Dios por vuestra tradicion?

4 Porque Dios mandó, diciendo: Honra al padre y á la madre: y, El que
maldijere al padre ó á la madre, muera de muerte.

5 Mas vosotros decís: Cualquiera que dirá al padre ó á la madre: [Es ya]
ofrenda mia [á Dios] todo aquello con que pudiera valerte,

6 No deberá honrar á su padre ó á su madre [con socorro.] Así habeis
invalidado el mandamiento de Dios por vuestra tradicion.

7 Hipócritas, bien profetizó de vosotros Isaías, diciendo:

8 Este pueblo de labios me honra; mas su corazon lejos está de mí.

9 Mas en vano me honran, enseñando doctrinas [y] mandamientos de hombres.

10 Y llamando á sí las gentes, les dijo: Oid, y entended.

11 No lo que entra en la boca contamina al hombre; mas lo que sale de la
boca, esto contamina al hombre.

12 Entónces llegándose sus discípulos le dijeron: ¿Sabes que los Fariséos
oyendo esta palabra se ofendieron?

13 Mas respondiendo él, dijo: Toda planta que no plantó mi Padre celestial
será desarraigada.

14 Dejadlos: son ciegos guias de ciegos; y si el ciego guiare al ciego,
ambos caerán en el hoyo.

15 Y respondiendo Pedro, le dijo: Decláranos esta parábola.

16 Y Jesus dijo: ¿Aun tambien vosotros sois sin entendimiento?

17 ¿No entendeis aun, que todo lo que entra en la boca, va al vientre, y es
echado en la letrina?

18 Mas lo que sale de la boca del corazon sale, y esto contamina al hombre

19 Porque del corazon salen los malos pensamientos, muertes, adulterios,
fornicaciones, hurtos, falsos testimonios, blasfemias.

20 Estas cosas son las que contaminan al hombre: que comer con las manos por
lavar no contamina al hombre.

21 Y saliendo Jesus de allí, se fué á las partes de Tiro y de Sidon.

22 Y hé aquí una mujer Chananéa, que habia salido de aquellos términos,
clamaba diciéndole: Señor, Hijo de David, ten misericordia de mí; mi hija es
malamente atormentada del demonio.

23 Mas él no le respondió palabra. Entónces llegándose sus discípulos, le
rogaron, diciendo: Despáchala, pues da voces tras nosotros.

24 Y él respondiendo, dijo: No soy enviado sino á las ovejas perdidas de la
casa de Israel.

25 Entónces ella vino, y le adoró, diciendo: Señor, socórreme.

26 Y respondiendo él, dijo: No es bien tomar el pan de los hijos, y echarlo
á  los perrillos.

27 Y ella dijo: Sí, Señor: mas los perrillos comen de las migajas que caen
de la mesa de sus señores.

28 Entónces respondiendo Jesus dijo: Oh mujer, grande [es] tu fé: sea hecho
contigo como quieres. Y fué sana su hija desde aquella hora.

29 Y partido Jesus de allí, vino junto al mar de Galiléa; y subiendo al
monte, se sentó allí.

30 Y llegaron á él muchas gentes, que tenian consigo cojos, ciegos, mudos,
mancos, y otros muchos [enfermos;] y los echaron á los piés de Jesus, y los
sanó:

31 De manera que se maravillaban las gentes, viendo hablar los mudos, los
mancos sanos, andar los cojos, y ver los ciegos: y glorificaron al Dios de
Israel.

32 Y Jesus llamando á sus discípulos, dijo: Tengo lastima de la gente, que
ya [hace] tres dias [que] perseveran conmigo, y no tienen qué comer: y
enviarlos ayunos no quiero; porque no desmayen en el camino.

33 Entónces sus discípulos le dicen: ¿Dónde tenemos nosotros tantos panes en
el desierto, que hartemos tan gran compañía?

34 Y Jesus les dice: ¿Cuántos panes teneis? Y ellos dijeron: Siete, y unos
pocos pececillos.

35 Y mandó á las gentes que se recostasen sobre la tierra.

36 Y tomando los siete panes y los peces, haciendo gracias, partió, y dió á
sus discípulos, y los discípulos á la gente.

37 Y comieron todos, y se hartaron: y alzaron lo que sobró de los pedazos,
siete espuertas llenas.

38 Y eran los que habian comido cuatro mil hombres, sin las mujeres y los
niños.

39 Entónces despedidas las gentes, subió en el barco, y vino á los términos
de Magdalá.
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