EL SANTO EVANGELIO

DE

NUESTRO SEÑOR JESU-CRISTO SEGUN

SAN LUCAS

Capítulos 1-11

(oprima aquí para capítulos 12-24)



CAPITULO 1.

1 HABIENDO muchos tentado á poner en orden la historia de las cosas que entre
nosotros han sido ciertísimas,

2 Como nos [lo] enseñaron los que desde el principio [lo] vieron por sus
ojos, y fueron ministros de la palabra;

3 Me ha parecido tambien [á mí,] despues de haber entendido todas las cosas
desde el principio con diligencia, escribírte[las] por órden, oh muy buen
Teófilo.

4 Para que conozcas la verdad de las cosas, en las cuales has sido enseñado.

5 HUBO en los dias de Heródes rey de Judéa, un sacerdote llamado Zacarías,
de la suerte de Abías; y su mujer, de las hijas de Aaron, llamada Elisabet.

6 Y eran ambos justos delante de Dios, andando sin reprension en todos los
mandamientos y estatutos del Señor.

7 Y no tenian hijo: porque Elisabet era estéril, y ambos eran avanzados en
dias.

8 Y aconteció que ejerciendo Zacarías el sacerdocio delante de Dios por el
orden de su vez,

9 Conforme á la costumbre del sacerdocio, salió en suerte á poner incienso,
entrando en el templo del Señor.

10 Y toda la multitud del pueblo estaba fuera orando á la hora del incienso.

11 Y se le apareció el ángel del Señor puesto en pié á la derecha del altar
del incienso.

12 Y se turbó Zacarías viéndole, y cayó temor sobre él.

13 Mas el ángel le dijo: Zacarías, no temas; porque tu oracion ha sido oida;
y tu mujer Elisabet te parirá un hijo, y llamarás su nombre Juan.

14 Y tendrás gozo y alegria, y muchos se gozarán de su nacimiento.

15 Porque será grande delante de Dios; y no beberá vino ni sidra; y será
lleno del Espíritu Santo aun desde el seno de su madre.

16 Y á muchos de los hijos de Israel convertirá al Señor Dios de ellos.

17 Porque él ira delante de él con el espíritu y virtud de Elías para
convertir los corazones de los padres á los hijos, y los rebeldes á la
prudencia de los justos, para aparejar al Señor un pueblo apercibido.

18 Y dijo Zacarías al ángel: ¿En qué conoceré esto? porque yo soy viejo, y
mi mujer avanzada en dias.

19 Y respondiendo el ángel, le dijo: Yo soy Gabriel, que estoy delante de
Dios; y soy enviado á hablarte, y á darte estas buenas nuevas.

20 Y hé aquí estarás mudo, y no podrás hablar, hasta el dia que esto sea
hecho; por cuanto no creiste á mis palabras, las cuales se cumplirán á su
tiempo.

21 Y el pueblo estaba esperando á Zacarías, y se maravillaban de que él se
detuviese en el templo.

22 Y saliendo, no les podia hablar; y entendieron que habia visto vision en
el templo: y él les hablaba por señas, y quedo mudo.

23 Y fué, que cumplidos los dias de su oficio, se vino á su casa.

21 Y despues de aquellos dias concibió su mujer Elisabet, y se encubrió por
cinco meses, diciendo:

25 Porque el Señor me ha hecho así en los dias en que miró para quitar mi
afrenta entre los hombres.

26 Y al sexto mes el ángel Gabriel fué enviado de Dios á [una] ciudad de
Galiléa llamada Nazaret,

27 A una vírgen desposada con un varon que se llamaba José, de la casa de
David; y el nombre de la vírgen [era] María.

28 Y entrando el ángel adonde estaba, dijo ¡Salve, muy favorecida! el Señor
[es] contigo: bendita tú entre las mujeres.

29 Mas ella cuando le vió, se turbó de sus palabras, y pensaba qué
salutacion fuese esta.

30 Entónces el ángel le dijo: María no temas, porque has hallado gracia
cerca de Dios.

31 Y hé aquí que concebirás en tu seno, y parirás un hijo, y llamarás su
nombre JESUS.

32 Este será grande y será llamado Hijo del Altísimo; y le dará el Señor
Dios el trono de David su padre.

33 Y reinará en la casa de Jacob por siempre; y de su reino no habrá fin.

34 Entónces María dijo al ángel: ¿Cómo será esto? porque no conozco varon.

35 Y respondiendo el ángel le dijo: El Espíritu Santo vendrá sobre tí, y la
virtud del Altísimo te hará sombra: por lo cual tambien lo Santo que nacerá,
será llamado Hijo de Dios.

36 Y hé aquí, Elisabet tu parienta, tambien ella ha concebido hijo en su
vejez; y este es el sexto mes á ella que es llamada la estéril:

37 Porque ninguna cosa es imposible para Dios.

38 Entónces María dijo: Hé aquí la criada del Señor; hágase á mí conforme á
tu palabra. Y el ángel partió de ella.

39 En aquellos dias levantándose María, fué á la montaña con priesa, á una
ciudad de Judá,

40 Y entró en casa de Zacarías, y saludó á Elisabet.

41 Y aconteció, que como oyó Elisabet la salutacion de María, la criatura
saltó en su vientre; y Elisabet fué llena de Espíritu Santo,

42 Y exclamó á gran voz, y dijo: Bendita tu entre las mujeres, y bendito el
fruto de tu vientre.

43 ¿Y de donde esto á mí, que la madre de mi Señor venga á mí?

44 Porque hé aquí, que como llegó la voz de tu salutacion á mis oidos, la
criatura saltó de alegria en mi vientre.

45 Y bienaventurada la que creyó porque se cumplirán las cosas que le fueron
dichas [de parte] del Señor.

46 Entónces María dijo: Engrandece mi alma al Señor;

41 Y mi espíritu se alegró en Dios mi Salvador.

48 Porque ha mirado á la bajeza de su criada: porque hé aquí, desde ahora me
dirán bienaventurada todas las generaciones.

49 Porque me ha hecho grandes cosas el Poderoso: y santo [es] su nombre.

50 Y su misericordia de generacion á generacion á los que le temen.

51 Hizo valentía con su brazo: esparció los soberbios del pensamiento de su
corazon.

52 Quitó los poderosos de los tronos, y levantó á los humildes.

53 A los hambrientos hinchió de bienes; y á los ricos envió vacíos.

54 Recibió á Israel su siervo, acordándose de la misericordia.

55 Como habló á nuestros padres, á Abraham y a su simiente para siempre.

56 Y se quedó María con ella como tres meses: despues se volvió á su casa.

57 Y á Elisabet se le cumplió el tiempo de parir, y parió un hijo.

58 Y oyeron los vecinos y los parientes que Dios habia hecho con ella grande
misericordia, y se alegraron con ella.

59 Y aconteció, que al octavo dia vinieron para circuncidar al niño, y le
llamaban del nombre de su padre, Zacarías.

60 Y respondiendo su madre, dijo: No; sino Juan será llamado.

61 Y le dijeron: ¿Por qué? nadie hay en tu parentela que se llama de este
nombre.

62 Y hablaron por señas á su padre como le queria llamar.

63 Y demandando la tablilla, escribió, diciendo: Juan es su nombre. Y todos
se maravillaron.

64 Y luego fué abierta su boca, y su lengua, y habló bendiciendo á Dios.

65 Y fué un temor sobre todos los vecinos de ellos; y en todas las montañas
de Judéa fueron divulgadas todas estas cosas.

66 Y todos los que [las] oian, [las] conservaban en su corazon, diciendo:
¿Quién será este niño? Y la mano del Señor estaba con él.

67 Y Zacarías su padre fué lleno de Espíritu Santo, y profetizó, diciendo:

68 Bendito el Señor Dios de Israel que ha visitado y hecho redencion á su
pueblo.

69 Y nos alzó un cuerno de salvacion en la casa de David su siervo,

70 Como habló por boca de sus santos profetas, que fueron desde el
principio:

71 Salvacion de nuestros enemigos, y de mano de todos los que nos
aborrecieron;

72 Para hacer misericordia con nuestros padres, y acordándose de su santo
pacto;

73 Del juramento que juró á Abraham nuestro padre, que nos habia de dar,

74 Que sin temor librados de nuestros enemigos, le serviríamos

75 En santidad y justicia delante de él, todos los dias nuestros.

76 Y tú, niño, profeta del Altísimo serás llamado: porque irás ante la faz
del Señor, para aparejar sus caminos,

77 Dando conocimiento de salud á su pueblo, para remision de sus pecados,

78 Por las entrañas de misericordia de nuestro Dios, con que nos visitó de
lo alto el Oriente,

79 Para dar luz á los que habitan en tinieblas y en sombra de muerte, para
encaminar nuestros piés por camino de paz.

80 Y el niño crecia, y se fortalecia en espíritu; y estuvo en los desiertos
hasta el dia que se mostró á Israel.



CAPITULO 2.

1 Y ACONTECIÓ en aquellos dias, que salió edicto de parte de Augusto César,
que toda la tierra fuese empadronada.

2 Este empadronamiento primero fué hecho, siendo Cirenio gobernador de la
Siria.

3 E iban todos para ser empadronados, cada uno á su ciudad.

4 Y subió José de Galiléa, de la ciudad de Nazaret, á Judéa, á la ciudad de
David, que se llama Bethlehem, por cuanto era de la casa y familia de David,

5 Para ser empadronado con María su mujer, desposada con él, la cual estaba
en cinta.

6 Y aconteció que estando ellos allí, se cumplieron los dias en que ella
habia de parir.

7 Y parió á su hijo primogénito, y le envolvió en pañales, y acostóle en un
pesebre; porque no habia lugar para ellos en el meson.

8 Y habia pastores en la misma tierra, que velaban y guardaban las vigilias
de la noche sobre su ganado.

9 Y hé aquí el ángel del Señor vino sobre ellos, y la claridad de Dios los
cerco de resplandor; y tuvieron gran temor.

10 Mas el ángel les dijo: No temais, porque hé aquí os doy nuevas de gran
gozo, que será para todo el pueblo:

11 Que os ha nacido hoy en la ciudad de David, un Salvador, que es Cristo el
Señor.

12 Y esto os [será por] señal: hallaréis al Niño envuelto en pañales, echado
en un pesebre.

13 Y repentinamente fué con el ángel una multitud de los ejércitos
celestiales, que alababan á Dios, y decian:

14 Gloria en las alturas á Dios, y en la tierra paz, buena voluntad para con
los hombres.

15 Y aconteció, que como los ángeles se fueron de ellos al cielo, los
pastores dijeron los unos á los otros: Pasemos, pues, hasta Bethlehem, y
veamos esto que ha sucedido, [y] que el Señor nos ha manifestado.

16 Y vinieron apriesa, y hallaron á María, y á José, y al Niño acostado en
el pesebre.

17 Y viéndo[le] hicieron notorio lo que les habia sido dicho del Niño.

18 Y todos los que oyeron, se maravillaron de lo que los pastores les
decian.

19 Mas María guardaba todas estas cosas confiriéndo[las] en su corazon.

20 Y se volvieron los pastores glorificando y alabando á Dios de todas las
cosas que habian oido y visto, como les habia sido dicho.

21 Y pasados los ocho dias para circuncidar al Niño, llamaron su nombre
Jesus, el cual [le] fué puesto por el ángel ántes que él fuese concebido en
el vientre.

22 Y como se cumplieron los dias de la purificacion de ella, conforme á la
ley de Moisés, le trajeron á Jerusalem para presentar[le] al Señor;

23 (Como está escrito en la ley del Señor: Todo varon que abriere la matriz,
será llamado santo al Señor:)

24 Y para dar la ofrenda, conforme á lo que está dicho en la ley del Señor,
un por de tórtolas, ó dos palominos.

25 Y hé aquí, habia un hombre en Jerusalem, llamado Simeon, y este hombre,
justo y pio, esperaba la consolacion de Israel; y el Espíritu Santo era sobre
él.

26 Y habia recibido respuesta del Espíritu Santo, que no veria la muerte
ántes que viese al Cristo del Señor.

27 Y vino por Espíritu al templo. Y cuando metieron al Niño Jesus sus padres
en el templo para hacer por él conforme á la costumbre de la ley,

28 Entónces él le tomó en sus brazos, y bendijo á Dios, y dijo:

29 Ahora despides, Señor, á tu siervo, conforme á tu palabra, en paz:

30 Porque han visto mis ojos tu Salvacion,

31 La cual has aparejado en presencia de todos los pueblos;

32 Luz para ser revelada á los Gentiles, y la gloria de tu pueblo Israel.

33 Y José y su madre estaban maravillados de las cosas que se decian de él.

34 Y los bendijo Simeon, y dijo á su madre María: Hé aquí que este es puesto
para caida y para levantamiento de muchos en Israel, y para señal á la que
será contradicho:

35 Y una espada traspasará tu alma de tí misma, para que sean manifestados
los pensamientos de muchos corazones.

36 Estaba tambien [allí] Ana, profetisa hija de Fanuel, de la tribu de Aser;
la cual habia venido en grande edad, y habia vivido con su marido siete años
desde su virginidad:

37 Y [era] viuda de hasta ochenta y cuatro años, que no se apartaba del
templo, sirviendo de noche y de dia con ayunos y oraciones.

38 Y esta sobreviniendo en la misma hora, juntamente confesaba al Señor y
hablaba de él á todos los que esperaban la redencion en Jerusalem.

39 Mas como cumplieron todas las cosas segun la ley del Señor, se volvieron
á Galiléa, á su ciudad de Nazaret.

40 Y el Niño crecia, y fortalecíase, y se henchia de sabiduría; y la gracia
de Dios era sobre él.

41 E iban sus padres todos los años á Jerusalem en la fiesta de la Pascua.

42 Y cuando fué de doce años, subieron ellos á Jerusalem conforme á la
costumbre del dia de la fiesta.

43 Y acabados los dias, volviendo ellos se quedó el Niño Jesus en Jerusalem
sin saberlo José y su madre.

44 Y pensando que estaba en la compañía, anduvieron camino de un dia, y le
buscaban entre los parientes y entre los conocidos.

45 Mas como no le hallasen, volvieron á Jerusalem buscándole.

46 Y aconteció, que tres dias despues le hallaron en el templo sentado en
medio de los doctores, oyéndoles y preguntándoles.

47 Y todos los que le oian, se pasmaban de su entendimiento y de sus
respuestas.

48 Y cuando le vieron, se maravillaron; y díjole su madre: Hijo ¿por qué nos
has hecho así? Hé aquí tu padre y yo te hemos buscado con dolor.

49 Entónces [él] les dice: ¿Que hay? ¿Por qué me buscabais? ¿No sabiais que
en los negocios de mi Padre me conviene estar?

50 Mas ellos no entendieron las palabras que les habló.

51 Y descendió con ellos, y vino á Nazaret, y estaba sujeto á ellos. Y su
madre guardaba todas estas cosas en su corazon.

52 Y Jesus crecia en sabiduría, y en edad, y en gracia para con Dios y los
hombres.



CAPITULO 3.

1 Y EN el año quince del imperio de Tiberio César, siendo gobernador de
Judéa Poncio Pilato, y Heródes tetrarca de Galiléa, y su hermano Felipe
tetrarca de Ituréa y de la provincia de Traconite, y Lisanias tetrarca de
Abilinia,

2 Siendo sumos sacerdotes Anás y Caifás, vino palabra del Señor sobre Juan,
hijo de Zacarías, en el desierto.

3 Y él vino por toda la tierra alrededor del Jordan, predicando el bautismo
de arrepentimiento para la remision de pecados;

4 Como está escrito en el libro de las palabras del profeta Isaías que dice:
Voz del que clama en el desierto: Aparejad el camino del Señor, haced
derechas sus sendas.

5 Todo valle se henchirá, y bajaráse todo monte y collado; y los [caminos]
torcidos serán enderezados, y los caminos ásperos allanados;

6 Y verá toda carne la salvacion de Dios.

7 Y decia á las gentes que salian para ser bautizados de él: Oh generacion
de víboras, ¿quién os enseñó á huir de la ira que vendrá?

8 Haced, pues, frutos dignos de arrepentimiento, y no comenceis á decir en
vosotros mismos: Tenemos á Abraham por padre: porque os digo que puede Dios,
aun de estas piedras, levantar hijos á Abraham.

9 Y ya tambien el hacha está puesta á la raiz de los árboles: todo árbol
pues que no hace buen fruto, es cortado, y echado en el fuego.

10 Y las gentes le preguntaban, diciendo: ¿Pues qué haremos?

11 Y respondiendo, les dijo: El que tiene dos túnicas, dé al que no tiene; y
el que tiene qué comer, haga lo mismo.

12 Y vinieron tambien publicanos para ser bautizados, y le dijeron:
¿Maestro, qué harémos?

13 Y él les dijo: No exijais mas de lo que os está ordenado.

14 Y le preguntaron tambien los soldados, diciendo: Y nosotros, ¿qué
harémos? Y les dice: No hagais extorsion á nadie, ni calumnieis; y contentáos
con vuestras pagas.

15 Y estando el pueblo esperando, y pensando todos de Juan en sus corazones,
si él fuese el Cristo,

16 Respondió Juan, diciendo á todos: Yo, á la verdad, os bautizo en agua;
mas viene quien es más poderoso que yo, de quien no soy digno de desatar la
corréa de sus zapatos: el os bautizará en Espíritu Santo y fuego;

17 Cuyo bieldo [está] en su mano, y limpiará su era y juntará el trigo en su
alfolí, y la paja quemará en fuego que nunca se apagará.

18 Y amonestando, otras muchas cosas tambien anunciaba al pueblo.

19 Entónces Heródes el tetrarca, siendo reprendido por él á causa de
Herodías, mujer de Felipe su hermano, y de todas las maldades que habia hecho
Heródes,

20 Añadió tambien esto sobre todo, que encerró á Juan en la cárcel:

21 Y aconteció que, como todo él pueblo se bautizaba, tambien Jesus fuese
bautizado; y orando, el cielo se abrió,

22 Y descendió el Espíritu Santo sobre él en forma corporal, como paloma, y
fué hecha una voz del cielo que decia: Tú eres mi Hijo amado, en tí me he
complacido.

23 Y el mismo Jesus comenzaba á ser como de treinta años hijo de José, como
se creia, que fué hijo de Elí,

24 Que fué de Matat, que fué de Leví, que fué de Melqui, que fué de Janne,
que fué de José,

25 Que fué de Matatías, que fué de Amós, que fué de Nahum, que fué de Eslai,
que fué de Naggai,

26 Que fué de Maat, que fué de Matatías, que fué de Semei, que fue de José,
que fué de Júdas,

27 Que fué de Joana, que fué de Resa, que fué de Zorobabel, que fué de
Salathiel, que fué de Neri,

28 Que fué de Melqui, que fué de Addi, que fué de Cosam, que fué de Elmodam,
que fué de Er,

29 Que fué de Josue, que fué de Elieser, que fué de Jorim, que fué de Matat,
que fué de Leví,

30 Que fué de Simeon, que fué de Judá, que fué de José, que fué de Jonan,
que fué de Eliaquim,

31 Que fué de Meléas, que fué de Menan, que fué de Matata, que fué de
Nathan, que fué de David,

32 Que fué de Jessé, que fab de Obed, que fué de Booz, que fué de Salmon,
que fué de Naason,

33 Que fué de Aminadab, que fué de Aram, que fué de Esrom, que fué de
Pháres, que fué de Judá,

34 Que fué de Jacob, que fué de Isaac, que fué de Abraham, que fué de Tara,
que fué de Nacor,

35 Que fué de Saruch, que fué de Ragau, que fué de Falec, que fué de Heber,
que fué de Sala,

36 Que fué de Cainan, que fué de Arfaxad, que fué de Sem, que fué de Noé,
que fué de Lamech,

37 Que fué de Matusalá, que fué de Enoc, que fué de Jared, que fué de
Malaleel, que fué de Cainan,

38 Que fué de Enós, que fué de Seth, que fué de Adam, que fué de Dios.



CAPITULO 4.

1 Y JESUS, lleno de Espíritu Santo, volvió del Jordan, y fué llevado por el
Espíritu al desierto,

2 Por cuarenta dias, y era tentado del diablo. Y no comió cosa en aquellos
dias: los cuales pasados tuvo hambre.

3 Entónces el diablo le dijo: Si eres Hijo de Dios, dí á esta piedra que se
haga pan.

4 Y Jesus respondiéndole, dijo: Escrito está: Que no con pan solo vivirá el
hombre, mas con toda palabra de Dios.

5 Y le llevó el diablo á un alto monte y le mostró en un momento de tiempo
todos los reinos de la tierra;

6 Y le dijo el diablo: A tí te daré toda esta potestad, y la gloria de
ellos: porque á mí es entregada, y á quien quiero la doy.

7 Pues si tú adorares delante de mí, serán todos tuyos.

8 Y respondiendo Jesus, le dijo: Véte de mí, Satanás, porque escrito está: A
tu Señor Dios adorarás, y á él solo servirás.

9 Y le llevó á Jerusalem, y púsole sobre las almenas del templo, y le dijo:
Si eres Hijo de Dios, échate de aquí abajo.

10 Porque escrito está; Que á sus ángeles mandará de tí, que te guarden;

11 Y en las manos te llevarán, porque no dañes tu pié en piedra.

12 Y respondiendo Jesus, le dijo: Dicho está: No tentarás al Señor tu Dios.

13 Y acabada toda tentacion, el diablo se fué de él por [algun] tiempo.

14 Y Jesus volvió en virtud del Espíritu á Galiléa, y salió la fama de él
por toda la tierra de alrededor.

15 Y él enseñaba en las sinagogas de ellos, y era glorificado de todos.

16 Y vino á Nazaret, donde habla sido criado y entró, conforme á su
costumbre, el dia del Sábado en la sinagoga, y se levantó á leer.

17 Y fuéle dado el libro del profeta Isaías; y como abrió el libro, halló el
lugar donde estaba escrito:

18 El Espíritu del Señor [es] sobre mí, por cuanto me ha ungido para dar
buenas nuevas á los pobres; me ha enviado para sanar los quebrantados de
corazon: para pregonar á los cautivos libertad, y á los ciegos vista; para
poner en libertad á los quebrantados;

19 Para predicar el año agradable del Señor.

20 Y rollando el libro, lo dió al ministro, y sentóse: y los ojos de todos
en la sinagoga estaban fijos en el.

21 Y comenzó á decirles: Hoy se ha cumplido esta escritura en vuestros
oidos.

22 Y todos le daban testimonio, y estaban maravillados de las palabras de
gracia que salian de su boca, y decian: ¿No es este el hijo de José?

23 Y les dijo: Sin duda me diréis este refrán: Médico, cúrate á tí mismo, de
tantas cosas que hemos oido haber sido hechas en Capernaum, haz tambien aquí
en tu tierra.

24 Y dijo: De cierto os digo que ningun profeta es acepto en su tierra.

25 Mas en verdad os digo, [que] muchas viudas habia en Israel en los dias de
Elías, cuando el cielo fué cerrado por tres años y seis meses, que hubo una
grande hambre en toda la tierra;

26 Pero á ninguna de ellas fué enviado Elías, sino á Sarepta de Sidon, á una
mujer viuda.

27 Y muchos leprosos habia en Israel en tiempo del profeta Eliséo; mas
ninguno de ellos fué limpio, sino Naaman el Siro.

28 Entónces todos en la sinagoga fueron llenos de ira, oyendo estas cosas;

29 Y levantándose, le echaron fuera de la ciudad, y le llevaron hasta la
cumbre del monte, sobre el cual la ciudad de ellos estaba edificada, para
despeñarle.

30 Mas él, pasando por medio de ellos, se fué.

31 Y descendió á Capernaum, ciudad de Galiléa y [allí] los enseñaba en los
Sábados.

32 Y se maravillaban de su doctrina, porque su palabra era con potestad.

33 Y estaba en la sinagoga un hombre que tenia un espíritu de un demonio
inmundo, el cual exclamó á gran voz,

34 Diciendo: Déjanos. ¿Qué tenemos contigo, Jesus Nazareno? ¿Has venido á
destruirnos? Yo te conozco quién eres, el Santo de Dios.

35 Y Jesus le increpó, diciendo: Enmudece, y sal de él. Entónces el demonio,
derribándole en medio, salió de él, y no le hizo daño alguno.

36 Y hubo espanto en todos, y hablaban unos á otros diciendo: ¿Qué palabra
es esta, que con autoridad y potencia manda á los espíritus inmundos, y
salen?

37 Y la fama de él se divulgaba de todas partes por todos los lugares de la
comarca.

38 Y levantándose Jesus de la sinagoga, entró en casa de Simon; y la suegra
de Simon estaba con una grande fiebre; y le rogaron por ella.

39 E inclinándose hacia ella, riñó á la fiebre, y la fiebre la dejó: y ella
levantándose luego, les servia.

40 Y poniéndose el sol, todos los que tenian enfermos de diversas
enfermedades, los traian á él: y él, poniendo las manos sobre cada uno de
ellos, los sanaba.

41 Y salian tambien demonios de muchos, dando voces, y diciendo: Tú eres el
Hijo de Dios: mas riñéndoles no les dejaba hablar; porque sabian que él era
el Cristo.

42 Y siendo ya de dia salió, y se fué á un lugar desierto: y las gentes le
buscaban, y vinieron hasta él; y le detenian para que no se apartase de
ellos.

43 Mas él les dijo: Que tambien á otras ciudades es necesario que anuncie el
Evangelio del reino de Dios; porque para esto soy enviado.

44 Y predicaba en las sinagogas de Galiléa.



CAPITULO 5.

1 Y ACONTECIÓ, que estando el junto al lago de Genezaret, las gentes se
agolpaban sobre él para oir la palabra de Dios.

2 Y vió dos barcos que estaban cerca de la orilla del lago: y los
pescadores, habiendo descendido de ellos, lavaban sus redes.

3 Y entrando en uno de estos barcos, el cual era de Simon, le rogó que le
desviase de tierra un poco; y sentándose, enseñaba desde el barco á las
gentes.

4 Y como cesó de hablar, dijo á Simon: Tira á alta mar, y echad vuestras
redes para pescar.

5 Y respondiendo Simon, le dijo: Maestro, habiendo trabajado toda la noche,
nada hemos tomado: mas en tu palabra echaré la red.

6 Y habiéndolo hecho, encerraron gran multitud de pescado, que su red se
rompia.

7 E hicieron señas á los compañeros que [estaban] en el otro barco, que
viniesen á ayudarles; y vinieron, y llenaron ambos barcos, de tal manera que
se anegaban.

8 Lo cual viendo Simon Pedro, se derribó de rodillas á Jesus, diciendo:
Apártate de mí, Señor, porque soy hombre pecador.

9 Porque temor le habia rodeado, y á todos los que [estaban] con él, de la
presa de los peces que habian tomado:

10 Y asimismo á Jacobo y á Juan, hijos de Zebedéo, que eran compañeros de
Simon. Y Jesus dijo á Simon: No temas; desde ahora pescarás hombres.

11 Y como llegaron á tierra los barcos, dejándolo todo, le siguieron.

12 Y aconteció que estando en una ciudad, hé aquí un hombre lleno de lepra,
el cual viendo á Jesus, postrándose sobre el rostro, le rogó diciendo: Señor,
si quisieres, puedes limpiarme.

13 Entónces extendiendo la mano le toco, diciendo: Quiero; sé limpio. Y
luego la lepra se fué de él;

14 Y él le mandó que no lo dijese á nadie. Mas ve, ([díjole]) muéstrate al
sacerdote, y ofrece por tu limpieza, como mandó Moisés, para [que sirva de]
testimonio á ellos.

15 Empero tanto más se extendia su fama: y se juntaban muchas gentes á oir y
ser sanadas de sus enfermedades.

16 Mas él se apartaba á los desiertos, y oraba.

17 Y aconteció un dia, que él estaba enseñando, y los Fariséos y doctores de
la ley estaban sentados, los cuales habian venido de todas las aldéas de
Galiléa, y de Judéa, y Jerusalem: y la virtud del Señor estaba [allí] para
sanarlos.

18 Y hé aquí unos hombres, que traian sobre un lecho un hombre, que estaba
paralítico: y buscaban [por donde] meterle, y ponerle delante de él.

19 Y no hallando por donde meterle á causa de la multitud, subieron encima
de la casa, y por el tejado le bajaron con el lecho en medio, delante de
Jesus.

20 El cual, viendo la fé de ellos, le dice: Hombre, tus pecados te son
perdonados.

21 Entónces los escribas y los Fariséos comenzaron á pensar, diciendo:
¿Quién es este que habla blasfemias? ¿Quién puede perdonar pecados, sino solo
Dios?

22 Jesus entónces, conociendo los pensamientos de ellos, respondiendo les
dijo ¿Qué pensais en vuestros corazones?

23 ¿Qué es más fácil, decir: Tus pecados te son perdonados; ó decir:
Levantate, y anda?

24 Pues para que sepais que el Hijo del hombre tiene potestad en la tierra
de perdonar pecados, (dice al paralítico): A tí digo: Levántate, toma tu
lecho, y véte á tu casa.

25 Y luego, levantándose en presencia de ellos, y tomando aquel en que
estaba echado, se fué á su casa, glorificando á Dios.

26 Y tomó espanto á todos, y glorificaban á Dios; y fueron llenos de temor,
diciendo: Que hemos visto maravillas hoy.

27 Y despues de estas cosas salió, y vió á un publicano llamado Leví,
sentado al banco de los públicos tributos, y le dijo: Sígueme.

28 Y dejadas todas cosas, levantándose, le siguió.

29 E hizo Leví gran banquete en su casa; y habia mucha compañía de
publicanos, y de otros, los cuales estaban á la mesa con ellos.

30 Y los escribas y los Fariséos murmuraban contra sus discípulos, diciendo:
¿Por que comeis y bebeis con los publicanos y pecadores?

31 Y respondiendo Jesus, les dijo: los que están sanos no necesitan médico
sino los que están enfermos.

32 No he venido á llamar justos, sino pecadores á arrepentimiento.

33 Entónces ellos le dijeron: ¿Por qué los discípulos de Juan ayunan muchas
veces, y hacen oraciones, y asimismo los de los Fariséos; y tus discípulos
comen y beben?

34 Y él les dijo: ¿Podeis hacer que los que están de bodas ayunen,
entretanto que el Esposo está con ellos?

35 Empero vendrán dias cuando el Esposo les sera quitado; entónces ayunarán
en aquellos dias.

36 Y les decia tambien una parábola: Nadie mete remiendo de paño nuevo en
vestido viejo, de otra manera el nuevo rompe, y al viejo no conviene remiendo
nuevo.

37 Y nadie echa vino nuevo en cueros viejos; de otra manera el vino nuevo
romperá los cueros, y el vino se derramará, y los cueros se perderán.

38 Mas el vino nuevo en cueros nuevos se ha de echar; y lo uno y lo otro se
conserva.

39 Y ninguno que bebiere del añejo, quiere luego el nuevo; porque dice: El
añejo es mejor.



CAPITULO 6.

1 Y ACONTECIÓ que pasando el por los sembrados en un Sábado segundo del
primero, sus discípulos arrancaban espigas, y comian, estregándo[las] con las
manos.

2 Y algunos de los Fariséos les dijeron: ¿Por qué haceis lo que no es lícito
hacer en los Sábados?

3 Y respondiendo Jesus les dijo: ¿Ni aun esto habeis leido qué hizo David
cuando tuvo hambre, él, y los que con él estaban?

4 ¿Cómo entró en la casa de Dios, y tomó los panes de la proposicion, y
comió y dió tambien á los que [estaban] con él; los cuales no era lícito
comer, sino á solos los sacerdotes?

5 Y les decia: El Hijo del hombre es Señor aun del Sábado.

6 Y aconteció tambien en otro Sábado, que él entró en la sinagoga y
enseñaba; y estaba allí un hombre que tenia la mano derecha seca.

7 Y le acechaban los escribas y los Fariséos, si sanaria en Sábado, por
hallar de qué le acusasen.

8 Mas él sabia los pensamientos de ellos; y dijo al hombre que tenia la mano
seca: Levántate, y ponte en medio. Y él, levantándose, se puso en pié.

9 Entónces Jesus les dice: Os preguntaré [una cosa:] ¿Es lícito en Sábados
hacer bien, ó hacer mal? ¿salvar la vida, ó quitarla?

10 Y mirándolos á todos alrededor, dice al hombre: Extiende tu mano; y él lo
hizo así, y su mano fué restaurada.

11 Y ellos se llenaron de rabia, y hablaban los unos á los otros qué harian
á Jesus.

12 Y aconteció en aquellos dias, que fué al monte á orar, y pasó la noche
orando á Dios.

13 Y como fué de dia, llamo á sus discípulos, y escogió doce de ellos, los
cuales tambien llamó apóstoles:

14 A Simon, al cual tambien llamó Pedro, y á Andrés su hermano; Jacobo y
Juan, Felipe y Bartolomé,

15 Mateo y Tomás, y Jacobo [hijo] de Alféo, y Simon el que se llama Celador;

16 Júdas hermano de Jacobo, y Júdas Iscariote, que tambien fué el traidor.

17 Y descendió con ellos, y se paró en un lugar llano, y la compañía de sus
discípulos, y una grande multitud de pueblo de toda Judéa y de Jerusalem, y
de la costa de Tiro y de Sidon, que habian venido á oirle, y para ser sanados
de sus enfermedades;

18 Y [otros] que habian sido atormentados de espíritus inmundos: y estaban
curados.

19 Y toda la gente procuraba tocarle; porque salia de él virtud, y sanaba á
todos.

20 Y alzando él los ojos á sus discípulos, decia: Bienaventurados [vosotros]
los pobres, porque vuestro es el reino de Dios.

21 Bienaventurados los que ahora teneis hambre; porque seréis saciados.
Bienaventurados los que ahora llorais; porque reiréis.

22 Bienaventurados seréis cuando los hombres os aborrecieren, y cuando os
apartaren de sí, y os denostaren, y desecharen vuestro nombre como malo por
el Hijo del hombre.

23 Gozáos en aquel dia, y alegráos; porque hé aquí vuestro galardon [es]
grande en los cielos: porque así hacian sus padres á los profetas.

24 Mas ¡ay de vosotros, ricos! porque teneis vuestro consuelo.

25 ¡Ay de vosotros, los que estais hartos! porque tendréis hambre. ¡Ay de
vosotros, los que ahora reís! porque lamentaréis y lloraréis.

26 ¡Ay de vosotros, cuando todos los hombres dijeren bien de vosotros!
porque así hacian sus padres á los falsos profetas.

27 Mas á vosotros los que oís, digo: Amad á vuestros enemigos; haced bien á
los que os aborrecen.

28 Bendecid á los que os maldicen, y orad por los que os calumnian.

29 Y al que te hiriere en la mejilla, dále tambien la otra: y al que te
quitare la capa, ni aun el sayo le defiendas.

30 Y á cualquiera que te pidiere, dá: y al que tomare lo que [es] tuyo, no
vuelvas á pedir.

31 Y como quereis que os hagan los hombres, así hacedles tambien vosotros.

32 Porque si amais á los que os aman; ¿qué gracias tendréis? porque tambien
los pecadores aman á los que los aman.

33 Y si hiciereis bien á los que os hacen bien, ¿que gracias tendréis?
porque tambien los pecadores hacen lo mismo.

31 Y si prestareis á aquellos de quienes esperais recibir, ¿qué gracias
tendreis? porque tambien los pecadores prestan á los pecadores, para recibir
otro tanto.

35 Amad pues á vuestros enemigos; y haced bien, y prestad no esperando de
ello nada: y será vuestro galardon grande, y seréis hijos del Altísimo:
porque él es benigno [aun] para con los ingratos y malos.

36 Sed pues misericordiosos, como tambien vuestro Padre es misericordioso.

37 No juzgueis, y no sereis juzgados: no condeneis, y no seréis condenados:
perdonad, y seréis perdonados.

38 Dad, y se os dará; medida buena, apretada, remecida, y rebosando, darán
en vuestro seno: porque con la misma medida que midiereis, os será vuelto á
medir.

39 Y les decia una parábola: ¿Puede el ciego guiar al ciego? ¿no caerán
ambos en el hoyo?

40 El discípulo no es sobre su maestro; mas cualquiera que fuere como el
maestro, será perfecto.

41 ¿Por qué miras la paja que [está] en el ojo de tu hermano, y la viga que
[está] en tu propio ojo no consideras?

42 ¿O cómo puedes decir á tu hermano: Hermano, deja, echaré fuera la paja
que [está] en tu ojo, no mirando tú la viga que [está] en tu ojo? Hipócrita,
echa primero fuera de tu ojo la viga, y entónces verás bien para sacar la
paja que [está] en el ojo de tu hermano.

43 Porque no es buen árbol el que da malos frutos; ni árbol malo el que da
buen fruto.

44 Porque cada árbol por su fruto es conocido: que no cogen higos de las
espinas, ni vendimian uvas de las zarzas.

46 El buen hombre del buen tesoro de su corazon saca bien: y el mal hombre
del mal tesoro de su corazon saca mal; porque de la abundancia del corazon
habla su boca.

46 ¿Por qué me llamais, Señor, Señor, y no haceis lo que digo?

47 Todo aquel que viene á mí, y oye mis palabras, y las hace, [yo] os
enseñaré á quien es semejante:

48 Semejante es al hombre que edifica una casa, el cual cavó y ahondó, y
puso el fundamento sobre la peña: y cuando vino una avenida, el rio dió con
ímpetu en aquella casa, mas no la pudo menear; porque estaba fundada sobre la
peña.

49 Mas el que oyó y no hizo, semejante es al hombre que edificó su casa
sobre tierra, sin fundamento; en la cual el rio dió con ímpetu, y luego cayó:
y fué grande la ruina de aquella casa.



CAPITULO 7.

1 Y COMO acabó todas sus palabras oyéndole el pueblo, entró en Capernaum.

2 Y el siervo de un centurion, al cual tenia él en estima, estaba enfermo y
á punto de morir

3 Y como oyó [hablar] de Jesus, envió á él los ancianos de los Judíos,
rogándole que viniese, y librase á su siervo.

4 Y viniendo ellos á Jesus, rogáronle con diligencia, diciéndole: Porque es
digno de concederle esto;

5 Que ama nuestra nacion, y él nos edificó una sinagoga.

6 Y Jesus fué con ellos; mas como ya no estuviesen lejos de su casa envió el
centurion amigos á él diciéndole: Señor, no te incomodes, que no soy digno
que entres debajo de mi tejado:

7 Por lo cual ni aun me tuve por digno de venir á tí; mas dí la palabra, y
mi criado será sano.

8 Porque tambien yo soy hombre puesto en potestad, que tengo debajo de mí
soldados; y digo á este: Ve; y va: y al otro: Ven; y viene: y á mi siervo:
Haz esto; y [lo] hace.

9 Lo cual oyendo Jesus, se maravilló de él; y vuelto, dijo á las gentes que
le seguian: Os digo [que] ni aun en Israel he hallado tanta fé.

10 Y vueltos á casa los que habian sido enviados, hallaron sano al siervo
que habia estado enfermo.

11 Y aconteció despues, que [él] iba á la ciudad que se llama Nain, é iban
con él muchos de sus discípulos, y gran compañía.

12 Y como llegó cerca de la puerta de la ciudad, hé aquí que sacaban fuera á
un difunto, unigénito á su madre, la cual tambien era viuda: y habia con ella
grande compañía de la ciudad.

13 Y como el Señor la vió, compadecióse de ella, y le dice: No llores.

14 Y acercándose, tocó el féretro; y los que [le] llevaban, pararon. Y dice:
Mancebo, á tí digo, levántate.

15 Entónces se incorporó él que habia muerto, y comenzó á hablar; y diólo á
su madre.

16 Y todos tuvieron miedo, y glorificaban á Dios, diciendo: Que un gran
profeta se ha levantado entre nosotros, y que Dios ha visitado á su pueblo.

17 Y salió esta fama de él por toda Judéa, y por toda la tierra de
alrededor.

18 Y sus discípulos dieron á Juan las nuevas de todas estas cosas: y llama
Juan á dos de sus discípulos.

19 Y envió á Jesus, diciendo: ¿Eres tú aquel que habia de venir, ó
esperarémos á otro?

20 Y como los hombres vinieron á él, dijeron: Juan el Bautista nos ha
enviado á tí, diciendo: ¿Eres tú aquel que habia de venir, ó esperarémos á
otro,

21 Y en la misma hora sanó á muchos de enfermedades, y plagas, y de
espíritus malos; y á muchos ciegos dió la vista.

22 Y respondiendo Jesus les dijo: Id, dad las nuevas á Juan de lo que habeis
visto y oido: Que los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos son
limpiados, los sordos oyen, los muertos resucitan, á los pobres es anunciado
el Evangelio.

23 Y bienaventurado es él que no fuere escandalizado en mí.

24 Y como se fueron los mensajeros de Juan, comenzó á hablar de Juan á las
gentes: ¿Que salisteis á ver al desierto? ¿Una caña que es agitada del
viento?

25 Mas ¿qué salisteis á ver? ¿Un hombre cubierto de vestidos delicados? Hé
aquí que los que están en vestido precioso, y viven en delicias, en los
palacios de los reyes están.

26 Mas ¿qué salisteis á ver? ¿Un profeta? Tambien os digo, y aun más que
profeta.

27 Este es de quien está escrito: Hé aquí envio mi mensajero delante de tu
faz, el cual aparejará tu camino delante de tí.

28 Porque os digo que entre los nacidos de mujeres, no hay mayor profeta que
Juan el Bautista: mas el más pequeño en el reino de los cielos es mayor que
él.

29 Y todo el pueblo oyéndole, y los publicanos, justificaron á Dios
bautizándose con el bautismo de Juan.

30 Mas los Fariséos, y los sabios de la ley, desecharon el consejo de Dios
contra sí mismos, no siendo bautizados de él.

31 Y dice el Señor: ¿A quién pues compararé los hombres de esta generacion,
y á qué son semejantes?

32 Semejantes son á los muchachos sentados en la plaza, y que dan voces los
unos á los otros, y dicen: Os tañimos con flautas, y no bailásteis; os
endechamos, y no llorásteis.

33 Porque vino Juan el Bautista, que ni comia pan, ni bebia vino; y decís:
Demonio tiene.

34 Vino el Hijo del hombre, que come y bebe; y decís: Hé aquí un hombre
comilon, y bebedor de vino, amigo de publicanos y de pecadores.

35 Mas la sabiduría es justificada de todos sus hijos.

36 Y le rogó uno de los Fariséos, que comiese con él. Y entrando en casa del
Fariséo, sentóse á la mesa.

37 Y hé aquí una mujer que habia sido pecadora en la ciudad, como entendió
que estaba á la mesa en casa de aquel Fariséo, trajo un [vaso de] alabastro
de ungüento;

38 Y estando detrás á sus piés, comenzó llorando á regar con lágrimas sus
piés, y los limpiaba con los cabellos de su cabeza: y besaba sus piés, y
[los] ungia con el ungüento.

39 Y como vió [esto] el Fariséo que le habia convidado, habló entre sí,
diciendo: Este, si fuera profeta, conoceria quién y cuál es la mujer que le
toca, que es pecadora.

40 Entónces respondiendo Jesus, le dijo: Simon, una cosa tengo que decirte.
Y él dice: Dí, Maestro.

41 Un acreedor tenia dos deudores: el uno le debia quinientos denarios, y el
otro cincuenta.

42 Y no teniendo ellos de qué pagar, perdonó [la deuda] á ambos. Dí, pues
¿cuál de estos le amará más?

43 Y respondiendo Simon, dijo: Pienso que aquel al cual perdonó más. Y él le
dijo: Rectamente has juzgado.

44 Y vuelto á la mujer, dijo á Simon: ¿Ves esta mujer? Entré en tu casa, no
diste agua para mis piés; mas esta ha regado mis piés con lágrimas, y los ha
limpiado con los cabellos.

45 No me diste beso; mas esta, desde que entré, no ha cesado de besar mis
piés.

46 No ungiste mi cabeza con óleo; mas esta ha ungido con ungüento mis piés.

47 Por lo cual te digo [que] sus muchos pecados son perdonados, porque amó
mucho: mas al que se perdona poco, poco ama.

48 Y á ella dijo: los pecados te son perdonados.

49 Y los que estaban juntamente sentados á la mesa, comenzaron a decir entre
si: ¿Quién es este que tambien perdona pecados?

50 Y dijo á la mujer: Tu fé te ha salvado: vé en paz.



CAPITULO 8.

1 Y ACONTECIÓ despues, que él caminaba por todas las ciudades y  aldéas
predicando, y anunciando el Evangelio del reino de Dios: y los doce con él,

2 Y algunas mujeres que habian sido curadas [por él] de malos espíritus, y
de enfermedades; María, que se llamaba Magdalena, de la cual habian salido
siete demonios,

3 Y Juana, mujer de Chuza, procurador de Heródes, y Susana, y otras muchas
que le servian de sus haciendas.

4 Y como se juntó una grande compañía, y los que estaban en cada ciudad
vinieron á él, dijo por una parábola:

5 Uno que sembraba, salió á sembrar su simiente; y sembrando, una [parte]
cayó junto al camino, y fué hollada; y las aves del cielo la comieron.

6 Y otra [parte] cayó sobre la piedra; y nacida, se secó, porque no tenia
humedad.

7 Y otra [parte] cayó entre las espinas; y naciendo las espinas juntamente,
la ahogaron.

8 Y otra [parte] cayó en buena tierra, y cuando fué nacida, llevó fruto á
ciento por uno. Diciendo estas cosas clamaba: El que tiene oidos para oir,
oiga.

9 Y sus discípulos le preguntaron diciendo, qué era esta parábola.

10 Y él dijo: A vosotros es dado conocer los misterios del reino de Dios:
mas á los otros por parábolas, para que viendo no vean, y oyendo no
entiendan.

11 Es pues esta la parábola: La simiente es la palabra de Dios.

12 Y los de junto al camino, estos son los que oyen, y luego viene el
diablo, y quita la palabra de su corazon, porque no crean y se salven.

13 Y los de sobre la piedra, [son] los que habiendo oido, reciben la palabra
con gozo, mas estos no tienen raices: que á tiempo crecen, y en el tiempo de
la tentacion se apartan,

14 Y la que cayó entre las espinas, estos son los que oyeron; mas yéndose,
son ahogados [luego] de los cuidados, y de las riquezas, y de los pasatiempos
de la vida, y no llevan fruto.

15 Mas la que en buena tierra, estos son los que con corazon bueno y recto
retienen la palabra oida, y llevan fruto en paciencia.

16 Ninguno que enciende la antorcha la cubre con [alguna] vasija, ó la pone
debajo de la cama; mas la pone en un candelero, para que los que entran, vean
la luz.

17 Porque no hay cosa oculta, que no haya de ser manifestada; ni cosa
escondida que no haya de ser entendida, y de venir á luz.

18 Mirad pues como oís; porque á cualquiera que tuviere, le será dado; y á
cualquiera que no tuviere, aun lo que parece tener le será quitado.

19 Y vinieron á él su madre y hermanos; y no podian llegar á él por causa de
la multitud.

20 Y le fué dado aviso, diciendo: Tu madre, y tus hermanos están fuera que
quieren verte.

21 El entónces respondiendo les dijo: mi madre y mis hermanos son los que
oyen la palabra de Dios y la ejecutan.

22 Y aconteció un dia, [que] él entro en un barco con sus discípulos, y les
dijo: Pasemos á la otra parte del lago. Y partieron.

23 Pero mientras ellos navegaban, él se durmió. Y sobrevino una tempestad de
viento en el lago; y henchian [de agua,] y peligraban.

24 Y llegándose á él le despertaron, diciendo: Maestro, Maestro, que
perecemos. Y despertado él, increpó al viento y á la tempestad del agua; y
cesaron y fué hecha bonanza.

25 Y les dijo: ¿Qué es de vuestra fé? Y atemorizados se maravillaban
diciendo los unos á los otros: ¿Quién es este que aun á los vientos y al agua
manda, y le obedecen?

26 Y navegaron á la tierra de los Gadarenos, que está delante de Galiléa.

27 Y saliendo él á tierra, le vino al encuentro de la ciudad un hombre que
tenia demonios [ya] de mucho tiempo y no vestia vestido, ni estaba en casa,
sino por los sepulcros.

28 El cual como vió á Jesus, exclamó y se postró delante de él, y dijo á
gran voz: ¿Qué tengo yo contigo, Jesus, Hijo del Dios Altísimo? Ruégote que
no me atormentes.

29 (Porque mandaba al espíritu inmundo que saliese del hombre: porque [ya]
de mucho tiempo le arrebataba; y le guardaban preso con cadenas y grillos,
mas rompiendo las prisiones, era agitado del demonio por los desiertos.)

30 Y le preguntó Jesus diciendo: ¿Qué nombre tienes? Y él dijo: Legion.
Porque muchos demonios habian entrado en él.

31 Y le rogaban que no les mandase ir al abismo.

32 Y habia allí un hato de muchos puercos que pacian en el monte: y le
rogaron que los dejase entrar en ellos; y los dejó.

33 Y salidos los demonios del hombre, entraron en los puercos; y el hato de
ellos se arrojó de un despeñadero en el lago, y ahogóse.

34 Y los pastores, como vieron lo que habia acontecido, huyeron; y yendo,
dieron aviso en la ciudad y por las heredades.

35 Y salieron á ver lo que habia acontecido, y vinieron á Jesus: y hallaron
sentado al hombre, de quien habian salido los demonios, vestido, y en su
juicio, á los piés de Jesus: y tuvieron miedo.

36 Y les contaron los que [lo] habian visto como habia sido salvado aquel
endemoniado.

37 Entónces toda la multitud de la tierra de los Gadarenos alrededor le
rogaron que se fuese de ellos; porque tenian gran temor. Y él subiendo en el
barco, volvióse.

38 Y aquel hombre, de quien habian salido los demonios, le rogó para estar
con él; mas Jesus le despidió, diciendo:

39 Vuélvete á tu casa, y cuenta cuán grandes cosas ha hecho Dios contigo. Y
él se fué, publicando por toda la ciudad cuan grandes cosas habia Jesus hecho
con él.

40 Y aconteció que volviendo Jesus recibióle la gente; porque todos le
esperaban.

41 Y hé aquí un varon llamado Jairo, y que era príncipe de la sinagoga,
vino, y cayendo á los piés de Jesus, le rogaba que entrase en su casa:

42 Porque tenia una hija única, como de doce años, y ella se estaba
muriendo. Y yendo, le apretaba la compañía.

43 Y una mujer que tenia flujo de sangre hacia ya doce años, la cual habia
gastado en médicos toda su hacienda, y por ninguno habia podido ser curada,

44 Llegándose por las espaldas, tocó el borde de su vestido: y luego se
estancó el flujo de su sangre.

45 Entónces Jesus dijo: ¿Quien [es] él que me ha tocado? Y negando todos,
dijo Pedro, y los que estaban con él: Maestro, la compañía te aprieta y
oprime, y dices: ¿Quién [es] él que me ha tocado?

46 Y Jesus dijo: Me ha tocado alguien; porque yo he conocido que ha salido
virtud de mí.

47 Entónces, como la mujer vió que no se habia ocultado, vino temblando y
postrándose delante de él, declaróle delante de todo el pueblo la causa por
qué le habia tocado, y como luego habia sido sana.

48 Y él le dijo: Hija, tu fe te ha salvado: vé en paz.

49 Estando aun él hablando, vino uno del príncipe de la sinagoga á decirle:
Tu hija es muerta; no des trabajo al Maestro.

50 Y oyéndo[lo] Jesus, le respondió: No temas: cree solamente, y será salva.

51 Y entrado en casa, no dejo entrar á nadie [consigo,] sino á Pedro y á
Jacobo, y á Juan, y al padre y á la madre de la moza.

52 Y lloraban todos, y la plañian. Y él^ dijo: No lloreis; no es muerta,
sino que duerme.

53 Y hacian burla de él, sabiendo que estaba muerta.

54 Mas él, tomándola de la mano, clamó, diciendo: Muchacha, levántate.

55 Entónces su espíritu volvió, y se levantó luego: y él mandó que le diesen
de comer.

56 Y sus padres estaban atónitos; á los cuales él mando, que á nadie dijesen
lo que habia sido hecho.



CAPITULO 9.

1 Y JUNTANDO sus doce discípulos les dió virtud y potestad sobre todos los
demonios, y que sanasen enfermedades

2 Y los envió á que predicasen el reino de Dios, y que sanasen á los
enfermos.

3 Y les dice: No tomeis nada para el camino, ni báculos, ni alforja, ni pan,
ni dinero; ni tengais dos vestidos cada uno.

4 Y en cualquiera casa que entrareis quedad allí y de allí salid.

5 Y todos los que no os recibieren, saliéndoos de aquella ciudad, aun el
polvo sacudid de vuestros piés en testimonio contra ellos.

6 Y saliendo [ellos,] rodeaban por todas las aldéas, anunciando el
Evangelio, y sanando por todas partes.

7 Y oyó Heródes el tetrarca todas las cosas que hacia; y estaba en duda,
porque decian algunos: Juan ha resucitado de los muertos,

8 Y otros: Elías ha aparecido: y otros: Algun profeta de los antiguos ha
resucitado.

9 Y dijo Heródes: A Juan yo [le] degollé: ¿quién pues será este, de quien yo
oigo tales cosas? Y procuraba verle.

10 Y vueltos los apóstoles, le contaron todas las cosas que habian hecho. Y
tomándolos, se retiró aparte á un lugar desierto de la ciudad que se llama
Bethsaida.

11 Y como [lo] entendieron las gentes, le siguieron: y el las recibió, y les
hablaba del reino de Dios, y sanaba á los que tenian necesidad de cura.

12 Y el dia habia comenzado á declinar; y llegándose los doce, le dijeron:
Despide las gentes, para que yendo á las aldéas y heredades de alrededor,
procedan á alojarse y hallen viandas; porque aquí estamos en lugar desierto.

13 Y les dice: Dadles vosotros de comer. Y dijeron ellos: No tenemos más que
cinco panes y dos pescados; si no vamos nosotros á comprar viandas para toda
esta compañía.

14 Y eran como cinco mil hombres. Entónces dijo á sus discípulos: Hacedlos
sentar en ranchos de cincuenta en cincuenta.

15 Y así lo hicieron, haciéndolos sentar á todos.

16 Y tomando los cinco panes y los dos pescados, mirando al cielo los
bendijo; y partió y dió á sus discípulos para que pusiesen delante de las
gentes.

17 Y comieron todos, y se hartaron; y alzaron lo que les sobró, doce cestos
de pedazos.

18 Y aconteció, que estando él solo orando, estaban con él los discípulos: y
les preguntó diciendo: ¿Quién dicen las gentes que soy?

19 Y ellos respondieron, y dijeron: Juan el Bautista; y otros, Elías; y
otros, que algun profeta de los antiguos ha resucitado.

20 Y les dijo: ¿Y vosotros, quién decís que soy? Entónces respondiendo Simon
Pedro, dijo: El Cristo de Dios.

21 Mas él conminándoles, mandó que á nadie dijesen esto,

22 Diciendo: Es necesario que el Hijo del hombre padezca muchas cosas, y sea
desechado de los ancianos, y de los príncipes de los sacerdotes, y de los
escribas, y que sea muerto, y resucite al tercer dia.

23 Y decia á todos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese á sí
mismo, y tome su cruz cada dia, y sígame.

24 Porque cualquiera que quisiere salvar su vida, la perderá; y cualquiera
que perdiere su vida por causa de mí, este la salvará.

25 Porque ¿qué aprovecha al hombre si granjeare todo el mundo, y se pierda
él á sí mismo, ó corra peligro de sí?

26 Porque el que se avergonzare de mí y de mis palabras, de este tal el Hijo
del hombre se avergonzará, cuando viniere en su gloria, y del Padre, y de los
santos ángeles.

27 Y os digo en verdad, que hay algunos de los que están aquí, que no
gustarán la muerte, hasta que vean el reino de Dios.

28 Y aconteció como ocho dias despues de estas palabras, que tomó á Pedro, y
á Juan, y á Jacobo, y subió al monte á orar.

29 Y entretanto que oraba, la apariencia de su rostro se hizo otra, y su
vestido blanco y resplandeciente.

30 Y hé aquí dos varones que hablaban con él, los cuales eran Moisés y
Elías,

31 Que aparecieron en majestad, y hablaban de su salida, la cual habia de
cumplir en Jerusalem.

32 Y Pedro, y los que estaban con él, estaban cargados de sueño: y como
despertaron, vieron su majestad, y á aquellos dos varones que estaban con él.

33 Y aconteció, que apartándose ellos de él, Pedro dice á Jesus: Maestro,
bien es que nos quedemos aquí: y hagamos tres pabellones; uno para tí, y uno
para Moisés, y uno para Elías: no sabiendo lo que se decia.

34 Y estando él hablando esto, vino una nube que los cubrió y tuvieron
temor, entrando ellos en la nube.

35 Y vino una voz de la nube, que decia: Este es mi Hijo amado; á él oid.

36 Y pasada aquella voz, Jesus fué hallado solo: y ellos callaron, y por
aquellos dias no dijeron nada á nadie de lo que habian visto.

37 Y aconteció al dia siguiente, que apartándose ellos del monte, gran
compañía salió al encuentro.

38 Y hé aquí que un hombre de la compañía clamó, diciendo: Maestro, ruégote
que veas á mi hijo, que es el único que tengo.

39 Y hé aquí un espíritu le toma, y de repente da voces; y le despedaza y
hace echar espuma, y apénas se aparta de él, quebrantándole.

40 Y rogué á tus discípulos que le echasen fuera, y no pudieron.

41 Y respondiendo Jesus, dice: ¡Oh generacion infiel y perversa! ¿hasta
cuándo tengo de estar con vosotros, y os sufriré? Trae tu hijo acá.

42 Y como aun se acercaba, el demonio le derribó, y despedazó: mas Jesus
increpó al espíritu inmundo, y sanó al muchacho, y se le volvió á su padre.

43 Y todos estaban atónitos de la grandeza de Dios. Y maravillándose todos
de todas las cosas que hacia, dijo á sus discípulos:

44 Poned vosotros en vuestros oidos estas palabras: porque ha de acontecer
que el Hijo del hombre será entregado en manos de hombres.

45 Mas ellos no entendian esta palabra, y les era encubierta para que no la
entendiesen: y temian preguntarle de esta palabra.

46 Entónces entraron en disputa, cuál de ellos seria el mayor.

47 Mas Jesus, viendo los pensamientos del corazon de ellos, tomó un niño, y
púsole junto á sí,

48 Y les dice: Cualquiera que recibiere este niño en mi nombre, á mí recibe;
y cualquiera que [me] recibiere á mí, recibe al que me envió; porque el que
fuere el menor entre todos vosotros, este será el grande.

49 Entónces respondiendo Juan, dijo: Maestro, hemos visto á uno que echaba
fuera demonios en tu nombre; y se lo prohibimos, porque no [te] sigue con
nosotros.

50 Jesus le dijo: No se lo prohibais, porque el que no es contra nosotros,
por nosotros es.

51 Y aconteció [que] como se cumplió el tiempo en que habia de ser recibido
arriba, el afirmó su rostro para ir á Jerusalem.

52 Y envió mensajeros delante de sí, los cuales fueron y entraron en una
ciudad de los Samaritanos, para prevenirle.

53 Mas no le recibieron, porque era su traza de ir á Jerusalem.

54 Y viendo [esto] sus discípulos Jacobo y Juan, dijeron: Señor, ¿quieres
que mandemos que descienda fuego del cielo, y los consuma, como hizo Elías?

55 Entónces volviéndose él, les reprendió diciendo: Vosotros no sabeis de
que espíritu sois;

56 Porque el Hijo del hombre no ha venido para perder las almas de los
hombres, sino para salvarlas. Y se fueron á otra aldéa.

57 Y aconteció que yendo ellos, uno le dijo en el camino: Señor, te seguiré
donde quiera que fueres.

58 Y le dijo Jesus: Las zorras tienen cuevas, y las aves de los cielos
nidos; mas el Hijo del hombre no tiene donde recline la cabeza,

59 Y dijo á otro: Sígueme. Y él dijo: Señor, déjame que primero vaya y
entierre á mi padre.

60 Y Jesus le dijo: Deja á los muertos que entierren á sus muertos; y tú vé,
y anuncia el reino de Dios.

61 Entónces tambien dijo otro: Te seguiré, Señor; mas déjame que me despida
primero de los que están en mi casa.

62 Y Jesus le dijo: Ninguno que poniendo su mano al arado mira atrás, es
apto para el reino de Dios.



CAPITULO 10.

1 Y DESPUES de estas cosas, designó el Señor aun otros setenta, los cuales
envió de dos en dos, delante de sí, á toda ciudad y lugar á donde él habia de
venir.

2 Y les decia: La mies á la verdad [es] mucha, mas los obreros pocos: por
tanto rogad al Señor de la mies que envie obreros á su mies.

3 Andad, hé aquí yo os envio como á corderos en medio de lobos.

4 No lleveis bolsa, ni alforja, ni calzado; y á nadie saludeis en el camino.

5 En cualquier casa donde entrareis primeramente decid: Paz [sea] á esta
casa.

6 Y si hubiere allí algun hijo de paz vuestra paz reposará sobre él: y si
no, se volverá á vosotros.

7 Y posad en aquella misma casa comiendo y bebiendo lo que os dieren; porque
el obrero digno es de su salario. No [os] paseis de casa en casa.

8 Y en cualquier ciudad donde entrareis? y os recibieren, comed lo que os
pusieren delante;

9 Y sanad los enfermos que en ella hubiere; y decidles: Se ha llegado á
vosotros el reino de Dios.

10 Mas en cualquier ciudad donde entrareis, y no os recibieren, saliendo por
sus calles, decid:

11 Aun el polvo que se nos ha pegado de vuestra ciudad á nuestros piés,
sacudimos en vosotros: esto empero sabed, que el reino de los cielos se ha
llegado á vosotros.

12 Y os digo que los de Sodoma tendrán más remision aquel dia, que aquella
ciudad.

13 ¡Ay de tí, Corazin! ¡Ay de tí, Bethsaida! que si en Tiro y en Sidon
hubieran sido hechas las maravillas que se han hecho en vosotras, ya dias ha
que, sentados en cilicio y ceniza, se habrian arrepentido.

14 Por tanto Tiro y Sidon tendrán más remision que vosotras en el juicio.

15 Y tú, Capernaum, que hasta los cielos estás levantada, hasta los
infiernos serás abajada.

16 El que á vosotros oye, á mí oye; y el que á vosotros desecha, á mí
desecha; y el que á mí desecha, desecha al que me envió.

17 Y volvieron los setenta con gozo, diciendo: Señor, aun los demonios se
nos sujetan en tu nombre.

18 Y les dijo: Yo veia á Satanás, como un rayo, que caia del cielo.

19 Hé aquí os doy potestad de hollar sobre las serpientes y sobre los
escorpiones, y sobre toda fuerza del enemigo; y nada os dañará.

20 Mas no os goceis de esto, [á saber,] que los espíritus se os sujetan;
ántes gozáos de que vuestros nombres están escritos en los cielos.

21 En aquella misma hora Jesus se alegró en espíritu, y dijo: Yo te alabo,
oh Padre, Señor del cielo y de la tierra, que escondiste estas cosas á los
sabios entendidos, y las has revelado á los pequeños: así Padre, porque así
te agradó.

22 Todas las cosas me son entregadas de mi Padre: y nadie sabe quién sea el
Hijo, sino el Padre; ni quién sea el Padre, sino el Hijo, y á quien el Hijo
lo quisiere revelar.

23 Y vuelto particularmente á [sus] discípulos, dijo: Bienaventurados los
ojos que ven lo que vosotros veis;

24 Porque os digo que muchos profetas y reyes desearon ver lo que vosotros
veis, y no [lo] vieron; y oir lo que oís, y no [lo] oyeron.

25 Y hé aquí, un doctor de la ley se levantó tentándole, y diciendo:
Maestro, ¿haciendo qué cosa poseeré la vida eterna?

26 Y él le dijo: ¿Qué esta escrito en la ley? ¿Cómo lees?

27 Y él respondiendo, dijo: Amarás al Señor tu Dios de todo tu corazon, y de
toda tu alma, y de todas tus fuerzas, y de todo tu entendimiento; y á tu
projimo, como á tí mismo.

28 Y díjole. Bien has respondido: haz esto, y vivirás.

29 Mas él, queriéndose justificar á sí mismo, dijo á Jesus: ¿Y quién es mi
prójimo?

30 Y respondiendo Jesus, dijo: Un hombre descendia de Jerusalem á Jericó, y
cayó en [manos de] ladrones, los cuales le despojaron, é hiriéndole, se
fueron dejándole medio muerto.

31 Y aconteció, que descendió un sacerdote por el mismo camino; y viéndole
se pasó de un lado.

32 Y asimismo un Levita llegando cerca de aquel lugar, y viéndole, se pasó
de un lado.

33 Mas un Samaritano que transitaba, viniendo cerca de él, y viéndole, fué
movido á misericordia;

34 Y llegándose, vendó sus heridas echándo[le] aceite y vino: y poniéndole
sobre su cabalgadura, llevólo al meson, y cuidó de él.

35 Y otro dia al partir, sacó dos denarios, y diólos al huésped, y le dijo:
Cuídamele; y todo lo que demás gastares, yo cuando vuelva te [lo] pagaré.

36 ¿Quién, pues, de estos tres te parece que fué el prójimo de aquel que
cayó en [manos de] los ladrones?

37 Y él dijo: El que usó con él de misericordia. Entónces Jesus le dijo: Vé
y haz tú lo mismo.

38 Y aconteció, que yendo, entró él en una aldéa; y una mujer, llamada
Marta, le recibió en su casa:

39 Y esta tenia una hermana, que se llamaba María, la cual sentándose á los
piés del Señor, oia su palabra.

40 Empero Marta se distraia en muchos servicios; y sobreviniendo, dice:
Señor, ¿no tienes cuidado que mi hermana me deja servir sola? Díle, pues, que
me ayude.

41 Pero respondiendo Jesus, le dijo: Marta, Marta, cuidadosa estás, y con
las muchas cosas estás turbada:

42 Empero una cosa es necesaria; y María escogió la buena parte, la cual no
le será quitada.



CAPITULO 11.

1 Y ACONTECIÓ que estando él orando en un lugar, como acabó, uno de sus
discípulos le dijo: Señor, enséñanos á orar, como tambien Juan enseñó á sus
discípulos.

2 Y les dijo: Cuando orareis, decid: Padre nuestro que estás en los cielos,
sea tu nombre santificado. Venga tu reino. Sea hecha tu voluntad, como en el
cielo, así tambien en la tierra.

3 El pan nuestro de cada dia, dános[le] hoy.

4 Y perdónanos nuestros pecados, porque tambien nosotros perdonamos á todos
los que nos deben. Y no nos metas en tentacion, mas líbranos del malo.

5 Díjoles tambien: ¿Quien de vosotros tendrá un amigo, é irá á él á media
noche, y le dirá: Amigo, préstame tres panes:

6 Porque un amigo mio ha venido á mí de camino, y no tengo qué ponerle
delante?

7 Y [si] él de dentro respondiendo, dijere: No me seas molesto; la puerta
está ya cerrada, y mis niños están conmigo en cama; no puedo levantarme, y
darte:

8 Os digo, que aunque no se levante á darle por ser su amigo, cierto por su
importunidad se levantará, y le dará todo lo que habrá menester.

9 Y yo os digo: Pedid, y se os dará: buscad, y hallaréis; tocad, y os será
abierto.

10 Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca halla; y al que toca,
se abre.

11 ¿Y cuál padre de vosotros, si su hijo le pidiere pan, le dará una piedra?
ó, si pescado, ¿en lugar de pescado le dará una serpiente?

12 O, si [le] pidiere un huevo, ¿le dará un escorpion?

13 Pues si vosotros, siendo malos, sabeis dar buenas dádivas á vuestros
hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo á los que
lo pidieren de él?

14 Y estaba él lanzando un demonio el cual era mudo: y aconteció que salido
fuera el demonio, el mudo habló, y las gentes se maravillaron.

15 Y algunos de ellos decian: En Beelzebul, príncipe de los demonios, echa
fuera los demonios.

16 Y otros, tentando, pedian de el señal del cielo.

17 Mas él, conociendo los pensamientos de ellos, les dijo: Todo reino
dividido contra sí mismo es asolado, y una casa [dividida] contra sí misma,
cae.

18 Y si tambien Satanás está dividido contra sí mismo, ¿cómo estará en pié
su reino? porque decís, que en Beelzebul echo yo fuera los demonios.

19 Pues si yo echo fuera los demonios en Beelzebul, ¿vuestros hijos en quién
los echan fuera? por tanto ellos serán vuestros jueces.

20 Mas si en el dedo de Dios echo fuera los demonios, cierto el reino de
Dios ha llegado á vosotros.

21 Cuando el fuerte armada guarda su atrio, en paz está lo que posee.

22 Mas si sobreviniendo [otro] más fuerte que él, le venciere, le toma todas
sus armas en que confiaba, y reparte sus despojos.

23 El que no es conmigo, contra mí es, y el que conmigo no recoge,
desparrama.

24 Cuando el espíritu inmundo saliere del hombre, anda por lugares secos
buscando reposo; y no hallándo[le,] dice: Me volveré á mi casa, de donde
salí.

25 Y viniendo la halla barrida y adornada.

26 Entónces va, y toma otros siete espíritus peores que el; Y entrados,
habitan allí; y lo postrero del tal hombre es peor que lo primero.

27 Y aconteció que diciendo estas cosas, una mujer de la compañía levantando
la voz, le dijo: Bienaventurado el vientre que te trajo, y los pechos, que
mamaste.

28 Y él dijo: Antes bienaventurados los que oyen la palabra de Dios y la
guardan.

29 Y juntándose las gentes á él, comenzó á decir: Esta generacion mala es:
señal busca, mas señal no le será dada, sino la señal de Jonás.

30 Porque como Jonás fué señal á los Ninivitas, así tambien será el Hijo del
hombre á esta generacion.

31 La reina del Austro se levantará en juicio con los hombres de esta
generacion, y los condenará; porque vino de los fines de la tierra á oir la
sabiduría de Salomon; y hé aquí más que Salomon en este lugar.

32 los hombres de Nínive se levantarán en juicio con esta generacion, y la
condenarán: porque á la predicacion de Jonás se arrepintieron; y hé aquí más
que Jonás en este lugar.

33 Nadie pone en oculto la antorcha encendida, ni debajo del almud; sino en
el candelero, para que los que entran, vean la luz.

34 La antorcha del cuerpo es el ojo: pues si tu ojo fuere simple, tambien
todo tu cuerpo será resplandeciente: mas si fuere malo, tambien tu cuerpo
será tenebroso.

35 Mira pues, si la lumbre que en tí hay, es tinieblas.

36 Así que [siendo] todo tu cuerpo resplandeciente, no teniendo alguna parte
de tiniebla, será todo luminoso, como cuando una antorcha de resplandor te
alumbra.

37 Y luego que hubo hablado, rogóle un Fariséo que comiese con él: y entrado
Jesus, se sentó á la mesa.

38 Y el Fariséo como [le] vió, maravillóse de que no se lavó ántes de comer.

39 Y el Señor le dijo: Ahora vosotros los Fariséos lo de fuera del vaso y
del plato 1impiais; mas lo interior de vosotros está lleno de rapiña y de
maldad.

40 Necios, ¿él que hizo lo de fuera, no hizo tambien lo de dentro?

41 Empero de lo que os resta dad limosna; y hé aquí, todo os será limpio.

42 Mas ¡ay de vosotros, Fariséos! que diezmais la menta, y la ruda, y toda
hortaliza: mas el juicio y la caridad de Dios pasais de largo. Pues estas
cosas era necesario hacer, y no dejar las otras.

43 ¡Ay de vosotros Fariséos! que amais las primeras sillas en las sinagogas,
y las salutaciones en las plazas.

44 ¡Ay de vosotros! que sois como sepulcros que no se ven, y los hombres que
andan encima no [lo] saben.

45 Y respondiendo uno de los doctores de la ley, le dice: Maestro, cuando
dices esto, tambien nos afrentas á nosotros.

46 Y el dijo: ¡Ay de vosotros tambien, doctores de la ley! que cargais los
hombres con cargas que no pueden llevar; mas vosotros ni aun con un dedo
tocais las cargas.

47 ¡Ay de vosotros! que edificais los sepulcros de los profetas, y los
mataron vuestros padres.

48 De cierto dais testimonio que consentís en los hechos de vuestros padres:
porque á la verdad ellos los mataron, mas vosotros edificais sus sepulcros.

49 Por tanto la sabiduría de Dios tambien dijo: Enviaré á ellos profetas, y
apóstoles, y de ellos [á unos] matarán, y [á otros] perseguirán;

50 Para que de esta generacion sea demandada la sangre de todos los
profetas, que ha sido derramada desde la fundacion del mundo;

51 Desde la sangre de Abel, hasta la sangre de Zacarías, que murió entre el
altar y el templo: así os digo, será demandada de esta generacion.

52 ¡Ay de vosotros, doctores de la ley! que habeis quitado la llave de la
ciencia: vosotros mismos no entrasteis, y á los que entraban impedisteis.

53 Y diciéndoles estas cosas, los escribas y los Fariséos comenzaron á
apretar[lo] en gran manera, y á provocarle á que hablase de muchas cosas;

54 Asechándole, y procurando cazar algo de su boca para acusarle.


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