EL SANTO EVANGELIO

DE

NUESTRO SEÑOR JESU-CRISTO

SEGUN

SAN JUAN

Capítulos 14-21
(oprima aquí para capítulos 1-13)

CAPITULO 14.

1 NO se turbe vuestro corazon: creeis en Dios, creed tambien en mí.

2 En la casa de mi padre muchas moradas hay; de otra manera, os [lo] hubiera
dicho: voy pues á preparar lugar para vosotros.

3 Y si me fuere, y os aparejare lugar, vendré otra vez, y os tomaré á mí
mismo; para que donde yo estoy, vosotros tambien esteis.

4 Y sabeis á donde yo voy, y sabeis el camino.

5 Dícele Tomás: Señor, no sabemos adonde vas: ¿cómo pues podemos saber el
camino?

6 Jesus le dice: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida: nadie viene al
Padre, sino por mí.

7 Si me conocieseis, tambien á mi Padre conocierais: y desde ahora le
conoceis, y le habeis visto.

8 Dícele Felipe: Señor, muéstranos al Padre, y nos basta.

9 Jesus le dice: ¿Tanto tiempo [ha que] estoy con vosotros, y no me has
conocido, Felipe? El que me ha visto, ha visto al Padre. ¿Como, pues, dices
tú: Muéstranos al Padre?

10 ¿No crees que yo soy en el Padre, y el Padre en mí? Las palabras que yo
os hablo, no [las] hablo de mí mismo: mas el Padre que está en mí, él hace
las obras.

11 Creedme que yo soy en el Padre, y el Padre en mí; de otra manera creedme
por las mismas obras.

12 De cierto, de cierto os digo [que] el que en mí cree, las obras que yo
hago tambien el [las] hará, y mayores que estas hará; porque yo voy al Padre:

13 Y todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, esto haré; para que el
Padre sea glorificado en el Hijo.

14 Si algo pidiereis en mi nombre, yo [lo] haré.

15 Si me amais, guardad mis mandamientos:

16 Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con
vosotros para siempre;

17 Al Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le
ve, ni le conoce; mas vosotros le conoceis, porque está con vosotros, y será
en vosotros.

18 No os dejaré huérfanos: vendré á vosotros.

19 Aun un poquito, y el mundo no me verá más; empero vosotros me veréis:
porque yo vivo, y vosotros tambien viviréis.

20 En aquel dia vosotros conoceréis que yo [estoy] en mi Padre, y vosotros
en mí, y yo en vosotros.

21 El que tiene mis mandamientos, y los guarda, aquel es el que me ama: y el
que me ama, será amado de mi Padre, y yo le amaré, y me manifestaré á él.

22 Dícele Júdas, no el Iscariote: Señor, ¿qué hay porque te hayas de
manifestar á nosotros, y no al mundo?

23 Respondió Jesus, y díjole: El que me ama, mi palabra guardará; y mi Padre
le amará, y vendrémos á él, y harémos con él morada.

24 El que no me ama, no guarda mis palabras: y la palabra que habeis oido no
es mia, sino del Padre que me envió.

25 Estas cosas os he hablado estando con vosotros.

26 Mas el Consolador, el Espíritu Santo, al cual el Padre enviará en mi
nombre, el os enseñará todas las cosas, y os recordará todas las cosas que os
he dicho.

27 La paz os dejo, mi paz os doy: no como el mundo [la] da, yo os [la] doy:
no se turbe vuestro corazon, ni tenga miedo.

28 Habeis oido como yo os he dicho: Voy, y vengo á vosotros. Si me amaseis,
ciertamente os gozariais porque he dicho que voy al Padre: porque el Padre
mayor es que yo.

29 Y ahora os [lo] he dicho ántes que se haga, para que cuando se hiciere,
creais.

30 Ya no hablaré mucho con vosotros: porque viene el príncipe de este mundo;
mas no tiene nada en mí.

31 Empero para que conozca el mundo que amo al Padre, y que como el Padre me
dió el mandamiento, así hago. Levantáos, vamos de aquí.



CAPITULO 15.

1 YO soy la vid verdadera, y mi Padre es el labrador.

2 Todo pámpano que en mí no lleva fruto, le quitará; y todo aquel que lleva
fruto, le limpiará, para que lleve más fruto.

3 Ya vosotros sois limpios por la palabra que os he hablado.

4 Estad en mí, y yo [estaré] en vosotros. Como el pámpano no puede llevar
fruto de sí mismo, si no estuviere en la vid, así ni vosotros, si no
estuviereis en mí.

5 Yo soy la vid, vosotros los pámpanos: el que está en mí, y yo en él, este
lleva mucho fruto: (porque sin mí nada podeis hacer.)

6 El que en mí no estuviere, será echado fuera como [mal] pámpano, y se
secará: y los cogen, y [los] echan en el fuego, y arden.

7 Si estuviereis en mí, y mis palabras estuvieren en vosotros, todo lo que
quisiereis pediréis, y os será hecho.

8 En esto es glorificado mi Padre, [en] que lleveis mucho fruto, y seais
[así] mis discípulos.

9 Como el Padre me amó, tambien yo os he amado: estad en mi amor.

10 Si guardareis mis mandamientos, estaréis en mi amor; como yo tambien he
guardado los mandamientos de mi Padre, y estoy en su amor.

11 Estas cosas os he hablado, para que mi gozo esté en vosotros, y vuestro
gozo sea cumplido.

12 Este es mi mandamiento: Que os ameis los unos á los otros, como [yo] os
he amado.

13 Nadie tiene mayor amor que este, que ponga alguno su vida por sus amigos.

14 Vosotros sois mis amigos, si hiciereis las cosas que yo os mando.

15 Ya no os diré siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor: mas
os he dicho amigos, porque todas las cosas que oí de mi Padre, os he hecho
notorias.

16 No me elegisteis vosotros [á mí,] mas yo os elegí á vosotros; y os he
puesto para que vayais y lleveis fruto, y vuestro fruto permanezca: para que
todo lo que pidiereis del Padre en mi nombre, [él] os lo dé.

17 Esto os mando: Que os ameis los unos á los otros.

18 Si el mundo os aborrece, sabed que á mí me aborreció ántes que á
vosotros.

19 Si fuerais del mundo, el mundo amaria lo suyo: mas porque no sois del
mundo, ántes yo os elegí del mundo, por eso os aborrece el mundo.

20 Acordáos de la palabra que yo os he dicho: No es el siervo mayor que su
señor. Si á mí me han perseguido, tambien á vosotros perseguirán; si han
guardado mi palabra, tambien guardarán la vuestra.

21 Mas todo esto os harán por causa de mi nombre; porque no conocen al que
me ha enviado.

22 Si no hubiera venido, ni les hubiera hablado, no tendrian pecado; mas
ahora no tienen excusa de su pecado.

23 El que me aborrece, tambien á mi Padre aborrece.

24 Si no hubiese hecho entre ellos obras cuales ningun otro ha hecho, no
tendrian pecado; mas ahora, y [las] han visto, y me aborrecen á mí, y á mi
Padre.

25 Mas para que se cumpla la palabra que está escrita en su ley: Que sin
causa me aborrecieron.

26 Empero cuando viniere el Consolador, el cual yo os enviaré del Padre, el
Espíritu de verdad, el cual procede del Padre, él dará testimonio de mí.

27 Y vosotros daréis testimonio, porque estais conmigo desde el principio.



CAPITULO 16.

1 ESTAS cosas os he hablado, para que no os escandaliceis.

2 Os echarán de las sinagogas: y aun viene la hora, cuando cualquiera que os
matare, pensará que hace servicio á Dios.

3 Y estas cosas os harán, porque no conocen al Padre ni á mí.

4 Mas os he dicho esto, para que cuando aquella hora viniere, os acordeis
que yo os lo habia dicho: esto empero no os lo dije al principio, porque yo
estaba con vosotros.

5 Mas ahora voy al que me envió, y ninguno de vosotros me pregunta: ¿Adónde
vas?

6 Antes porque os he hablado estas cosas, tristeza ha henchido vuestro
corazon.

7 Empero yo os digo la verdad: Os es necesario que yo vaya; porque si yo no
fuese, el Consolador no vendria á vosotros: mas si yo fuere os le enviaré.

8 Y cuando él viniere, redargüirá al mundo de pecado, y de justicia, y de
juicio:

9 De pecado ciertamente, por cuanto no creen en mí:

10 Y de justicia, por cuanto voy al Padre, y no me veréis más:

11 Y de juicio, por cuanto el príncipe de este mundo [ya] es juzgado.

12 Aun tengo muchas cosas que deciros, mas ahora no [las] podeis llevar,

13 Pero cuando viniere aquel Espíritu de verdad, él os guiará á toda verdad;
porque no hablará de sí mismo, sino que hablará todo lo que oyere; y os hará
saber las cosas que han de venir.

14 El me glorificará, porque tomará de lo mio, y os [lo] hará saber.

15 Todo lo que tiene el Padre, mio es: por eso dije que tomará de lo mio, y
os [lo] haré saber.

16 Un poquito, y no me veréis: y otra vez un poquito, y me veréis: porque yo
voy al Padre.

17 Entónces dijeron [algunos] de sus discípulos unos á otros: ¿Qué es esto
que nos dice: Un poquito, y no me veréis: y otra vez un poquito y me veréis;
y, porque yo voy al Padre?

18 Decian pues: ¿Qué es esto que dice: Un poquito? No entendemos lo que
habla.

19 Y conoció Jesus que le querian preguntar, y díjoles: ¿Preguntais entre
vosotros de esto que dije, Un poquito, y no me veréis; y otra vez un poquito,
y me veréis?

20 De cierto, de cierto os digo que vosotros lloraréis y lamentaréis, y el
mundo se alegrará: empero aunque vosotros estaréis tristes, vuestra tristeza
se tornará en gozo.

21 La mujer cuando pare, tiene dolor, porque es venida su hora; mas despues
que ha parido un niño, ya no se acuerda de la apretura, por el gozo de que
haya nacido un hombre en el mundo.

22 Tambien, pues, vosotros ahora á la verdad teneis tristeza: mas otra vez
os veré, y se gozará vuestro corazon, y nadie quitará de vosotros vuestro
gozo.

23 Y aquel dia no me preguntaréis nada. De cierto, de cierto os digo que
todo cuanto pidiereis al Padre en mi nombre, os [lo] dará.

24 Hasta ahora nada habeis pedido en mi nombre: pedid, y recibiréis, para
que vuestro gozo sea cumplido.

25 Estas cosas os he hablado en proverbios: mas viene la hora cuando ya no
os hablaré por proverbios, sino que claramente os anunciaré de mi Padre.

26 Aquel dia pediréis en mi nombre; y no os digo, que yo rogaré al Padre por
vosotros:

27 Porque el misino Padre os ama, por cuanto vosotros me amasteis, y habeis
creido que yo salí de Dios.

28 Salí del Padre, y he venido al mundo; otra vez dejo el mundo, y voy al
Padre.

29 Dícenle sus discípulos: Hé aquí ahora hablas claramente, y ningun
proverbio dices.

30 Ahora entendemos que sabes todas las cosas, y no necesitas que nadie te
pregunte: en esto creemos que has salido de Dios.

31 Respondióles Jesus: ¿Ahora creeis?

32 Hé aquí la hora viene, y ha venido que seréis esparcidos cada uno por su
parte, y me dejaréis solo: mas no estoy solo, porque el Padre está conmigo.

33 Estas cosas os he hablado para que en mí tengais paz: en el mundo
tendréis apretura; mas confiad, yo he vencido á mundo.



CAPITULO 17.

1 ESTAS cosas habló Jesus y levantados los ojos al cielo, dijo: Padre, la
hora es llegada; glorifica á tu Hijo; para que tambien tu Hijo te glorifique
á tí:

2 Como le has dado la potestad de toda carne, para que de vida eterna á
todos los que le diste.

3 Esta empero es la vida eterna: Que te conozcan solo Dios verdadero, y á
Jesu-Cristo, al cual has enviado.

4 Yo te he glorificado en la tierra; he acabado la obra que me diste que
hiciese.

5 Ahora pues, Padre, glorifícame tú cerca de tí mismo con aquella gloria que
tuve cerca de tí ántes que el mundo fuese.

6 He manifestado tu nombre á los hombres que del mundo me diste: tuyos eran,
y me los diste, y guardaron tu palabra.

7 Ahora han conocido que todas las cosas que me diste, son de tí.

8 Porque las palabras que me diste, les he dado; y ellos [las] recibieron, y
han conocido verdaderamente que salí de tí, y han creido que tú me enviaste.

9 Yo ruego por ellos: no ruego por el mundo, sino por los que me diste,
porque tuyos son.

10 Y todas mis cosas son tus cosas, y tus cosas son mis cosas: y he sido
glorificado en ellas.

11 Y ya no estoy en el mundo; mas estos están en el mundo, y yo á tí vengo.
Padre santo, á los que me has dado, guárdalos por tu nombre, para que sean
una cosa, como tambien nosotros.

12 Cuando estaba con ellos en el mundo, yo los guardaba en tu nombre; á los
que me diste, yo los guardé y ninguno de ellos se perdió, sino el hijo de
perdicion, para que la escritura se cumpliese.

13 Mas ahora vengo á tí; y hablo esto en el mundo, para que tengan mi gozo
cumplido en sí mismos.

14 Yo les he dado tu palabra, y el mundo los aborreció; porque no son del
mundo, como tampoco yo soy del mundo.

15 No ruego que los quites del mundo, sino que los guardes del mal.

16 No son del mundo, como tampoco yo soy del mundo.

17 Santifícalos en tu verdad: tu palabra es [la] verdad.

18 Como tú me enviaste al mundo, tambien yo los he enviado al mundo.

19 Y por ellos yo me santifico á mí mismo; para que tambien ellos sean
santificados en verdad.

20 Mas no ruego solamente por estos, sino tambien por los que han de creer
en mí por la palabra de ellos;

21 Para que todos sean una cosa: como tú, oh Padre, en mí, y yo en tí, que
tambien ellos sean en nosotros una cosa: para que el mundo crea que tú me
enviaste.

22 Y yo, la gloria que me diste, les he dado; para que sean una cosa, como
tambien nosotros somos una cosa.

23 Yo en ellos, y tú en mí, para que sean consumadamente una cosa, que el
mundo conozca que tú me enviaste, que los has amado, como tambien á mí me has
amado.

24 Padre, aquellos que me has dado, quiero que donde yo estoy, ellos estén
tambien conmigo; para que vean mi gloria que me has dado: por cuanto me has
amado desde ántes de la constitucion del mundo.

25 Padre justo, el mundo no te ha conocido: mas yo te he conocido, y estos
han conocido que tú me enviaste.

26 Y yo les he manifestado tu nombre, y manifestaré[lo aun;] para que el
amor, con que me has amado, esté en ellos, y yo en ellos.



CAPITULO 18.

1 COMO Jesus hubo dicho estas cosas, salióse con sus discípulos tras el
arroyo de Cedron, donde estaba un huerto, en el cual entró Jesus, y sus
discípulos.

2 Y tambien Júdas, el que le entregaba, sabia aquel lugar, porque muchas
veces Jesus se juntaba allí con sus discípulos.

3 Júdas, pues, tomando una compañía [de soldados,] y ministros de los
pontífices y de los Fariséos, vino allí con linternas y antorchas, y con
armas.

4 Empero Jesus, sabiendo todas las cosas que habian de venir sobre él, salió
delante, y díjoles: ¿A quién buscais?

5 Respondiéronle: A Jesus Nazareno. Díceles Jesus: Yo soy. (Y estaba tambien
con ellos Júdas el que le entregaba.)

6 Y como les dijo: Yo soy, volvieron atrás, y cayeron en tierra.

7 Volvióles, pues, á preguntar: ¿A quién buscais? Y ellos dijeron: A Jesus
Nazareno.

8 Respondió Jesus: [Ya] os he dicho que yo soy: pues si á mí buscais, dejad
ir á estos:

9 Para que se cumpliese la palabra que habia dicho: De los que me diste,
ninguno de ellos perdí.

10 Entónces Simon Pedro, que tenia espada, sacóla, é hirió al siervo del
pontífice, y le cortó la oreja derecha. Y el siervo se llamaba Malco.

11 Jesus entónces dijo á Pedro: Mete tu espada en la vaina: el vaso que el
Padre me ha dado, ¿no lo tengo de beber?

12 Entónces la compañía [de los soldados] y el tribuno, y los ministros de
los Judíos, prendieron á Jesus, y le ataron.

13 Y lleváronle primeramente á Anás, porque era suegro de Caifás, el cual
era pontífice de aquel año.

14 Y era Caifás el que habia dado el consejo á los Judíos: Que era necesario
que un hombre muriese por el pueblo.

15 Y seguia á Jesus Simon Pedro, y otro discípulo: y aquel discípulo era
conocido del pontífice, y entró con Jesus al atrio del pontífice.

16 Mas Pedro estaba fuera á la puerta: y salió aquel discípulo que era
conocido del pontífice, y habló á la portera y metió dentro á Pedro.

17 Entónces la criada portera dijo á Pedro: ¿No eres tú tambien de los
discípulos de este hombre? Dice él: No soy.

18 Y estaban en pié los siervos y los ministros que habian allegado las
ascuas, porque hacia frio, y calentábanse; y estaba tambien con ellos Pedro
en pié, calentándose.

19 Y el pontífice preguntó á Jesus [acerca] de sus discípulos, y de su
doctrina.

20 Jesus le respondió: Yo manifiestamente he hablado al mundo; yo siempre he
enseñado en la sinagoga y en el templo, donde se juntan todos los Judíos; y
nada he hablado en oculto.

21 ¿Qué me preguntas á mí? Pregunta á los que han oido, qué les haya [yo]
hablado: hé aquí, esos saben lo que yo he dicho.

22 Y como él hubo dicho esto, uno de los criados que estaba allí dió una
bofetada á Jesus, diciendo: ¿Así respondes al pontífice?

23 Respondióle Jesus: Si he hablado mal, da testimonio del mal: y si bien
¿por qué me hieres?

24 Y Anás le habia enviado atado á Caifás pontífice.

25 Estaba, pues, Pedro en pié calentándose; y dijéronle: ¿No eres tú de sus
discípulos? El negó, y dijo: No soy.

26 Uno de los siervos del pontífice, pariente de aquel á quien Pedro habia
cortado la oreja, [le] dice: ¿No te ví yo en el huerto con él?

2'7 Y negó Pedro otra vez: y luego el gallo cantó.

28 Y llevaron á Jesus de Caifás al Pretorio; y era por la mañana: y ellos no
entraron en el Pretorio por no ser contaminados, sino que comiesen la Pascua.

29 Entónces salió Pilato á ellos fuera, y dijo: ¿Qué acusacion traeis contra
este hombre?

30 Respondieron, y dijéronle: Si este no fuera malhechor, no te lo habríamos
entregado.

31 Díceles entónces Pilato: Tomadle vosotros y juzgadle segun vuestra ley. Y
los Judíos le dijeron: A nosotros no es lícito matar á nadie.

32 Para que se cumpliese el dicho de Jesus que habia dicho, dando á entender
de qué muerte habia de morir.

33 Así que Pilato volvió á entrar en el Pretorio y llama á Jesus, y díjole:
¿Eres tú el Rey de los Judíos?

34 Respondióle Jesus: ¿Dices tú esto de tí mismo, ó te lo han dicho otro de
mí?

35 Pilato respondió: ¿Soy yo Judío? Tu gente, y los pontífices, te han
entregado á mí: ¿qué has hecho?

36 Respondió Jesus: Mi reino no es de este mundo: si de este mundo fuera mi
reino, mis servidores pelearian para que [yo] no fuera entregado á los
Judíos; ahora, pues, mi reino no es de aquí.

37 Díjole entónces Pilato: ¿Luego Rey eres tú? Respondió Jesus: Tu dices que
yo soy Rey: yo para esto he nacido, y para esto he venido al mundo, para dar
testimonio á la verdad. Todo aquel que es [de la parte] de la verdad, oye mi
voz.

38 Dícele Pilato: ¿Qué cosa es verdad? Y como hubo dicho esto, salió otra
vez á los Judíos, y díceles: Yo no hallo en él algun crimen.

39 Empero vosotros teneis costumbre, que [yo] os suelte uno en la Pascua:
¿quereis, pues, que os suelte al Rey de los Judíos?

40 Entónces todos dieron voces otra vez, diciendo: No á este, sino á
Barrabas. Y Barrabas era ladron.



CAPITULO 19.

1 ASÍ que entónces tomó Pilato á Jesus, y azotó[le.]

2 Y los soldados entretejieron de espinas una corona, y pusiéron[la] sobre
su cabeza, y le vistieron de una ropa de grana,

3 Y decian: ¡Salve, Rey de los Judíos! Y dábanle de bofetadas.

4 Entónces Pilato salió otra vez fuera, y díjoles: Hé aquí os le traigo
fuera para que entendais que ningun crimen hallo en él.

5 Y salió Jesus fuera llevando la corona de espinas, y la ropa de grana. Y
díceles [Pilato:] Hé aquí el hombre.

6 Y como le vieron los príncipes de los sacerdotes, y los servidores, dieron
voces diciendo: Crucifícale, crucifícale. Díceles Pilato: Tomadle vosotros, y
crucificadle, porque yo no hallo en él crimen.

7 Respondiéronle los Judíos: Nosotros tenemos ley, y segun nuestra ley debe
morir, porque se hizo Hijo de Dios.

8 Y como Pilato oyó esta palabra, tuvo mas miedo;

9 Y entró otra vez en el Pretorio, y dijo á Jesus: ¿De dónde eres tú? Mas
Jesus no le dió respuesta.

10 Entónces dícele Pilato: ¿A mí no me hablas? ¿no sabes que tengo potestad
para crucificarte, y que tengo potestad para soltarte?

11 Respondió Jesus: Ninguna potestad tendrias contra mí, si [esto] no te
fuese dado de arriba: por tanto el que á tí me ha entregado, mayor pecado
tiene.

12 Desde entónces procuraba Pilato soltarle; mas los Judíos daban voces,
diciendo: Si á este sueltas, no eres amigo de César. Cualquiera que se hace
rey, á Cesar contradice.

13 Entónces Pilato oyendo este dicho llevó fuera á Jesus, y se sentó en el
tribunal, en el lugar que se dice Lithóstrotos, y en Hebréo, Gabbatha.

14 Y era la víspera de la Pascua, y como la hora de sexta; entónces dijo á
los Judíos: Hé aquí vuestro Rey.

15 Mas ellos dieron voces: Quita, quita, crucifícale. Díceles Pilato: ¿A
vuestro rey he de crucificar? Respondieron los pontífices: No tenemos rey
sino á César.

16 Así que entónces se lo entregó para que fuese crucificado: y tomaron á
Jesus, y le llevaron.

17 Y llevando su cruz, salió al lugar que se dice de la Calavera, y en
Hebréo, Gólgotha;

18 Donde le crucificaron, y con él otros dos, uno á cada lado, y Jesus en
medio.

19 Y escribió tambien Pilato un título, que puso encima de la cruz: y el
escrito era: JESUS NAZARENO, REY DE LOS JUDÍOS.

20 Y muchos de los Judíos leyeron este título: porque el lugar donde estaba
crucificado Jesus, era cerca de la ciudad: y estaba escrito en Hebréo, en
Griego y en Latin.

21 Y decian á Pilato los pontífices de los Judíos: No escribas, Rey de los
Judíos; sino que él dijo: Rey soy de los Judíos.

22 Respondió Pilato: Lo que he escrito, he escrito.

23 Y como los soldados hubieron crucificado á Jesus, tomaron sus vestidos, é
hicieron cuatro partes, (para cada soldado una parte), y la túnica: mas la
túnica era sin costura, toda tejida desde arriba.

24 Y dijeron entre ellos: No la partamos, sino echemos suertes sobre ella de
quien será. Para que se cumpliese la escritura que dice: Partieron para sí
mis vestidos, y sobre mi^ vestidura echaron suertes. Y los soldados hicieron
esto.

25 Y estaban junto á la cruz de Jesus su madre, y la hermana de su madre,
María [mujer] de Cleofas, y María Magdalena.

26 Y como vió Jesus á la madre, y al discípulo que él amaba, que estaba
presente, dice á su madre:

Mujer, hé ahí tu hijo.

27 Despues dice al discípulo: Hé ahí tu madre. Y desde aquella hora el
discípulo la recibió consigo.

28 Despues de esto, sabiendo Jesus que todas las cosas eran ya cumplidas,
para que la escritura se cumpliese, dijo: Sed tengo.

29 Y estaba [allí] un vaso lleno de vinagre. Entónces ellos hinchieron una
esponja de vinagre, y rodeada á un hisopo se la llegaron á la boca:

30 Y como Jesus tomó el vinagre, dijo: Consumado es. Y habiendo inclinado la
cabeza, dió el espíritu.

31 Entónces los Judíos, por cuanto era la víspera [de la Pascua,] para que
los cuerpos no quedasen en la cruz en el Sábado, pues era el gran dia del
Sábado, rogaron á Pilato que se les quebrasen las piernas, y fuesen quitados.

32 Y vinieron los soldados, y quebraron las piernas al primero, y asimismo
al otro que habia sido crucificado con él.

33 Mas cuando vinieron á Jesus, como le vieron ya muerto, no le quebraron
las piernas:

34 Empero uno de los soldados le abrió el costado con una lanza, y luego
salió sangre y agua.

35 Y el que [lo] vió, da testimonio, y su testimonio es verdadero: y él sabe
que dice verdad, para que vosotros tambien creais.

36 Porque estas cosas fueron hechas, para que se cumpliese la escritura:
Hueso no quebrantaréis de él.

37 Y tambien otra escritura dice: Mirarán [á aquel] al cual traspasaron.

38 Despues de estas cosas, José de Arimatéa, el cual era discípulo de Jesus,
mas secreto, por miedo de los Judíos, rogó á Pilato que pudiera quitar el
cuerpo de Jesus: y permitió[selo] Pilato. Entónces vino, y quitó el cuerpo de
Jesus.

39 Y vino tambien Nicodemo, el que ántes habia venido á Jesus de noche,
trayendo un compuesto de mirra y de aloes, como cien libras.

40 Tomaron pues el cuerpo de Jesus, y envolviéronle en lienzos con especias,
como es costumbre de los Judíos sepultar.

41 Y en aquel lugar, donde habia sido crucificado, habia un huerto, y en el
huerto, un sepulcro nuevo en el cual aun no habia sido puesto alguno.

42 Allí, pues, por causa de la víspera [de la Pascua] de los Judíos, porque
aquel sepulcro estaba cerca, pusieron á Jesus.



CAPITULO 20.

1 Y EL primer [dia] de la semana, María Magdalena vino de mañana, siendo aun
oscuro, al sepulcro, y vió la piedra quitada del sepulcro.

2 Entónces corrió, y vino á Simon Pedro, y al otro discípulo, al cual amaba
Jesus, y díceles: Han llevado al Señor del sepulcro, y no sabemos dónde le
han puesto.

3 Y salió Pedro, y el otro discípulo, y vinieron al sepulcro.

4 Y corrian los dos juntos, mas el otro discípulo corrió más presto que
Pedro, y llegó primero al sepulcro.

5 Y bajándose [á mirar,] vió los lienzos echados; mas no entró.

6 Llegó luego Simon Pedro siguiéndole, y entró en el sepulcro, y vió los
lienzos echados;

7 Y el sudario que habia estado sobre su cabeza, no puesto con los lienzos,
sino envuelto en un lugar aparte.

8 Y entónces entró tambien el otro discípulo, que habia venido primero al
monumento, y vió, y creyó.

9 Porque aun no sabian la escritura: Que era necesario que él resucitase de
los muertos.

10 Y volvieron los discípulos á los suyos.

11 Empero María estaba fuera llorando junto al sepulcro; y estando llorando,
bajóse [á mirar] el sepulcro.

12 Y vió dos ángeles en ropas blancas que estaban sentados, el uno á la
cabecera, y el otro á los piés, donde el cuerpo de Jesus habia sido puesto.

13 Y dijéronle: Mujer, ¿por qué lloras? Díceles: Porque se han llevado á mi
Señor, y no se donde

le han puesto.

14 Y como hubo dicho esto, volvióse atrás, y vió á Jesus que estaba [allí;]
mas no sabia que era Jesus.

15 Dícele Jesus: Mujer, ¿por qué lloras? ¿á quién buscas? Ella, pensando que
era el hortelano, díjole: Señor, si tú le has llevado, díme dónde le has
puesto, y yo lo llevaré.

16 Dícele Jesus: María. Volviéndose ella, dícele: Raboni, que quiere decir,
Maestro.

17 Dícele Jesus: No me toques, porque aun no he subido á mi Padre: mas vé á
mis hermanos, y díles: Subo á mi Padre, y á vuestro Padre, y á mi Dios, y á
vuestro Dios.

18 Fué María Magdalena dando las nuevas á los discípulos que habia visto al
Señor, y le habia dicho estas cosas.

19 Y como fué tarde aquel dia, el primero de la semana, y estando las
puertas cerradas, donde los discípulos estaban juntos, por miedo de los
Judíos, vino Jesus, y púsose en medio, y díjoles: Paz á vosotros.

20 Y como hubo dicho esto, mostróles las manos y el costado. Y los
discípulos se gozaron viendo al Señor.

21 Entónces les dijo Jesus otra vez; Paz á vosotros: como me envió el Padre,
así tambien yo os envio.

22 Y como hubo dicho esto, sopló, y díjoles: Tomad el Espíritu Santo:

23 A los que remitiereis los pecados, les son remitidos: á quienes los
retuviereis, serán retenidos.

24 Empero Tomás, uno de los doce, que se dice el Dídimo, no estaba con ellos
cuando Jesus vino.

25 Dijéronle, pues, los otros discípulos: Al Señor hemos visto. Y él les
dijo: Si no viere en sus manos la señal de los clavos, y metiere mi dedo en
el lugar de los clavos, y metiere mi mano en su costado, no creeré.

26 Y ocho dias despues estaban otra vez sus discípulos dentro, y con ellos
Tomás: vino Jesus, las puertas cerradas, y púsose en medio, y dijo: Paz á
vosotros.

27 Luego dice á Tomas: Mete tu dedo aquí, y ve mis manos; y alarga acá tu
mano y méte[la] en mi costado: y no seas incrédulo, sino fiel.

28 Entónces Tomás respondió, y dícele: Señor mio, y Dios mio.

29 Dícele Jesus: Porque me has visto, oh Tomás, creiste: bienaventurados los
que no vieron, y creyeron.

30 Y tambien hizo Jesus muchas otras señales en presencia de sus discípulos,
que no están escritas en este libro.

31 Estas empero son escritas para que creais que Jesus es el Cristo, el Hijo
de Dios; y para que creyendo, tengais vida en su nombre.



CAPITULO 21.

1 DESPUES se manifestó Jesus otra vez á sus discípulos á la mar de Tiberias;
y manifestóse de esta manera.

2 Estaban juntos Simon Pedro y Tomás, llamado el Dídimo, y Natanael, el que
[era] de Caná de Galiléa, y los [hijos] de Zebedéo, y otros dos de sus
discípulos.

3 Díceles Simon: A pescar voy. Dícenle: Vamos nosotros tambien contigo.
Fueron, y subieron en una barca; y aquella noche no cogieron nada.

4 Y venida la mañana, Jesus se puso á la ribera: mas los discípulos no
entendieron que era Jesus.

5 Y díjoles: Mozos ¿teneis algo de comer? Respondiéronle: No.

6 Y él les dice: Echad la red á la mano derecha del barco, y hallaréis.
Entónces echaron, y no la podian en ninguna manera sacar, por la multitud de
los peces.

7 Entónces aquel discípulo, al cual amaba Jesus, dijo á Pedro: El Señor es.
Y Simon Pedro, como oyó que era el Señor, ciñóse la ropa, porque estaba
desnudo, y echóse á la mar.

8 Y los otros discípulos vinieron con el barco (porque no estaban léjos de
tierra sino como doscientos codos), trayendo la red de peces.

9 Y como descendieron á tierra, vieron ascuas puestas, y un pez encima de
ellas, y pan.

10 Díceles Jesus: Traed de los peces que cogisteis ahora.

11 Subió Simon Pedro, y trajo la red á tierra, llena de grandes peces,
ciento y cincuenta y tres: y siendo tantos, la red no se rompió.

12 Díceles Jesus: Venid, comed. Y ninguno de sus discípulos osaba
preguntarle: ¿Tú, quién eres? sabiendo que era el Señor.

13 Viene pues Jesus, y toma el pan, y dáles; y asimismo del pez.

14 Esta [era] ya la tercera vez que Jesus se manifestó á sus discípulos,
habiendo resucitado de los muertos.

15 Y cuando hubieron comido, Jesus dijo á Simon Pedro: Simon, [hijo] de
Jonás, ¿me amas más que estos? Dícele: Si, Señor: tú sabes que te amo.
Dícele: Apacienta mis corderos.

16 Vuélvele á decir la segunda vez: Simon, [hijo] de Jonás, ¿me amas?
Respóndele: Sí, Señor: tú sabes que te amo. Dícele: Apacienta mis ovejas.

17 Dícele la tercera vez: Simon, [hijo] de Jonás, ¿me amas? Entristecióse
Pedro de que le dijese la tercera vez: ¿Me amas? Y dícele: Señor, tú sabes
todas las cosas; tú sabes que te amo. Dícele Jesus: Apacienta mis ovejas.

18 De cierto, de cierto te digo [que] cuando eras más mozo, te ceñías, é
ibas donde querias: mas cuando ya fueres viejo, extenderás tus manos, y te
ceñirá otro, y te llevará adonde no quieras.

19 Y esto dijo, dando á entender con que muerte habia de glorificar á Dios.
Y dicho esto, dícele: Sígueme.

20 Volviéndose Pedro, ve á aquel discípulo al cual amaba Jesus, que seguia,
el que tambien se habia recostado á su pecho en la cena, y [le] habia dicho:
Señor ¿quién es el que te ha de entregar?

21 Así que Pedro vió á este, dice á Jesus: Señor, ¿y este, qué?

22 Dícele Jesus: Si quiero que él quede hasta que [yo] venga, ¿qué [se te
da] á tí? Sígueme tú.

23 Salió entónces este dicho entre los hermanos, que aquel discípulo no
habia de morir. Mas Jesus no le dijo: No morirá; sino: Si quiero que él quede
hasta que [yo] venga, ¿qué á tí?

24 Este es aquel discípulo que da testimonio de estas cosas, y escribió
estas cosas: y sabemos que su testimonio es verdadero.

25 Y hay tambien otras muchas cosas que hizo Jesus, que si se escribiesen
cada una por sí, ni aun en el mundo pienso que cabrian los libros que se
habrian de escribir. Amen.





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La Santa Biblia
Reina-Valera de 1862
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