Victoria Sobre Nuestro Sufrimiento

I Pedro

por Gabriel Otero

Esta es la primera de dos espístolas que escribió el apóstol Pedro. El que escribió esta carta no fue aquel Simón impulsivo, lleno de debilidades a quien Cristo llamó a seguirle. El que escribió esta carta es el pescador al que Cristo llamó Pedro del cual dijo que sería como una roca. Aquel que sufrió, aquel que fracasó, aquel que el Señor Jesús levantó del fracaso y le hizo triunfar. Evidentemente esta epístola corresponde al período de sucesos de su vida, al período de madurez, al período donde Pedro encontró sin lugar a dudas la luz de las Escrituras y la luz de nuestro Señor.



Esta carta fue escrita para darnos aliento, instrucción y corrección. El tema principal de la misma es: "Victoria sobre nuestros sufrimientos". Como ya hemos dicho, ella nos da tres aspectos de la vida cristiana que debemos tener muy en cuenta.



Primer aspecto: Aliento.



El aliento proviene según el punto de vista de Pedro quien nos habla de una gloriosa salvación. Vamos a mirar esto en el Cap.1:1, donde encontramos a quienes va dirigida la carta: "Pedro, apóstol de Jesucristo, a los expatriados de la dispersión en el Ponto, Galacia, Capadocia, Asia y Bitinia,..." Y luego dice así en el Vr.3: "Bendito el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que según su grande misericordia nos hizo renacer para una esperanza viva, por la resurrección de Jesucristo de los muertos,..." Notamos que Pedro va a hablar de una gran salvación. Y ese es el aliento que él quiere impartir a los expatriados, a aquellos que estaban sufriendo en dispersión. En primer lugar, dice que hay una esperanza viva. En segundo lugar, fijémonos en el Vr.4: "...para una herencia incorruptible, incontaminada e inmarcesible, reservada en los cielos para vosotros,..." ¿Tenemos los cristianos una herencia incorruptible, una esperanza viva, es decir, la salvación de nuestra vida? Sin duda que sí. No es algo abstracto, es algo real. Tenemos aquí en esta epístola marcada para nosotros una herencia incorruptible y luego tenemos a nuestra disposición el poder divino. Este poder divino se ve a través de tres aspectos. Primero, el Vr.5 nos habla que tenemos poder a través de la fe. Dice: "...que sois guardados por el poder de Dios mediante la fe,..." Tenemos poder mediante la fe y tenemos poder mediante el gozo. Vr.6: "En el cual vosotros os alegráis, aunque ahora por un poco de tiempo, si es necesario, tengáis que ser afligidos en diversas pruebas." Tenemos gozo en las pruebas como una señal del poder divino. Y tenemos también la esperanza según leemos en el Vr.7: "...para que sometida a prueba vuestra fe, mucho más preciosa que el oro, el cual aunque perecedero se prueba con fuego, sea hallada en alabanza, gloria y honra cuando sea manifestado jesucristo,..." Notamos entonces que dentro de las características de esta gloriosa salvación, Pedro quiere comunicar aliento a la iglesia. Hay puntos específicos que debemos conocer no solamente desde el punto de vista doctrinal, sino que debemos entender desde el punto de vista sumamente práctico. Si creemos en una gloriosa salvación, debemos tener una esperanza viva. No es algo que nuestra madre nos enseñó, nuestro padre nos enseñó, o nuestra abuela nos enseñó, lo que nos sostiene con vida. Lo que nos sostiene con vida es la verdadera esperanza de que Cristo Jesús está con vida, de que Cristo Jesús vive en los cielos y que podremos alcanzarle, podremos verle, podremos tomarle, podremos compartir con él, podremos vivir con él, podremos alentarnos con él. ¡Una esperanza viva! Y dice también Pedro: una herencia incorruptible. Por más que una persona herede dinero, por más que tenga una fortuna incalculable que no se pueda contar, por más que crea que lo posee todo y que lo que tiene puede alcanzarle hasta el fin de sus días, la Escritura dice que eso de nada sirve. El aliento que el cristiano tiene es que él posee una salvación incorruptible. ¡Qué hermoso! ¡Una salvación incorruptible! También podemos observar en forma práctica y directa que no solamente el cristiano posee una salvación incorruptible, sino que posee poder divino. ¿Y cómo se traslada ese poder divino? Volvamos otra vez al Vr.5: "...que sois guardados por el poder de Dios mediante la fe,..." ¿Y cómo viene la fe? La Escritura dice en la carta del apóstol Pablo a los Romanos Cap.10:17: "Así que la fe es por el oir, y el oir, por la palabra de Dios." Somos guardados practicamente por la palabra de Dios. ¿Nos damos cuenta? Esto, la palabra de Dios, la que poseemos, la Biblia que leemos produce fe cuando creemos lo que Dios dice, cuando nos afirmamos y nos asentamos en las verdades que Dios proclama. Fe en las cosas de Dios, fe en la obra de un Dios que vale mucho más de lo que creemos y que poseemos. Vemos entonces que las palabras de aliento de Pedro a aquellos hermanos que sufrían, son teológicas y también prácticas. Están basadas en la esperanza de la vida futura, pero también arraigada en esa fe a la palabra de Dios que permanece para siempre. De igual modo, el aliento para nuestra vida no ha cambiado, es el mismo que aquí Pedro nos proclama. Es un aliento producido por la palabra de Dios, que es la que nos habla acerca del futuro, la que nos da a entender acerca del pasado y es la que nos produce fe. Cuando no leemos la palabra de Dios, cuando la dejamos a un lado, y aun cuando la leemos y hacemos oído sordo a lo que leemos, estamos debilitándonos en nuestro aliento, debilitándonos en nuestra capacidad de poder amar, de poder desarrollar nuestra vida.


Segundo aspecto: Instrucción



¿Cuál es la instrucción que esta carta tiene que decirnos? Dicen los Vrs. 22-23: "Habiendo purificado vuestras almas por la obediencia a la verdad, mediante el Espíritu, para el amor fraternal no fingido, amaos unos a otros entrañablemente, de corazón puro; siendo renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre." Aquí tenemos las palabras de instrucción. Primero, debemos purificarnos. ¿Cómo nos purificamos? Por la obediencia a la verdad. ¿Y qué es la verdad? Jesucristo en la oración al Padre, refiriéndose a los discípulos y a los que habrían de creen en él dijo: "Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad." (S.Juan 17:17) Es evidente que en esta carta del apóstol Pedro hay instrucciones de suma importancia para la vida del cristiano. Purificarse significa limpiarse, lavarse. Debemos limpiar nuestras almas, limpiar nuestra vida y la mejor manera de hacerlo es no tratando de hacer algo por nosotros mismos, sino que debemos someternos a una obediencia absoluta a lo que dice la palabra de Dios. Luego, dentro de estas instrucciones que Pedro nos da, dice que nosotros podemos ser libres a la tentación del maligno. En el Cap.2:1-3, nos enseña cómo: "Desechando, pues toda malicia, todo engaño, hipocrecía, envidias, y todas las detracciones, desead, como niños recién nacidos, la leche espiritual no adulterada, para que por ella crescáis para salvación, si es que habéis gustado la benignidad del Señor." Vemos entonces que la Escritura nos da a conocer de manera absoluta y total instrucciones para nuestra vida. Debemos limpiar nuestras almas con obediencia, y debemos desechar la maldad. Algunas personas preguntan ¿y cómo puedo yo vencer la invidia, cómo puedo yo vencer el mal, y cómo puedo vencer esto o aquello? Muy simple, desechando el mal, apartándose del mal. También piensan que se va a producir como una cosa de magia, que los va a mover del mal; de ninguna manera. Tales personas tendrán que moverse del mal apartándose por sus propios medios. Otra instrucción que Pedro nos da es que debemos ser piedras vivas. Dice en los Vrs.5-6: "...vosotros también, como piedras vivas, sed edificados como casa espiritual y sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales aceptable a Dios por medio de Jesucristo. Por lo cual también contiene la Escritura: He aquí, pongo en Sion la principal piedra del ángulo, escogida, preciosa: Y el que creyere en él, no será avergonzado." Notemos bien que la Escritura dice que seamos piedras vivas. Es hermoso ver un templo bien terminado ¿verdad? Es hermoso ver un templo limpio, con piedras bien armonizadas y colocadas de tal manera que formen realmente una trama y que en todo el muro que contiene el edificio veamos una perfección en el orden de cada piedra. La Biblia no nos está hablando aquí de un muro hecho de manos, nos está hablando de un muro espiritual. Y si queremos que ese muro espiritual, esa defensa sea realmente hecha en nuestra vida y forme parte de nuestro ser, debemos conformarnos espiritualmente a la verdad de Dios haciendo uso de estas instrucciones para nuestra vida.


Tercer aspecto: Corrección

Y finalmente esta carta nos habla de corrección. En los Vrs.9-10, leemos: "Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable; vosotros que en otro tiempo no erais pueblo, pero que ahora sois pueblo de Dios; que en otro tiempo no habíais alcanzado misericordia, pero ahora habéis alcanzado misericordia." La primera corrección es que debemos entender quienes somos. Nosotros somos linaje escogido, real sacerdicio, nación santa. Entonces no nos mezclemos con el mundo. Entendamos que podemos orar por otros, porque tenemos usn real sacerdocio; podemos tener un ministerio de oración, podemos tener un ministerio de intercesión por nuestras vidas y por la vida de otras personas. Debemos ser un pueblo que realmente constituye las verdades de Dios. Pensemos en esto en forma perfecta, en forma original, y en forma potente. Esta es una corrección completa, una corrección directa para nuestra vida. Muchas veces creemos que ser santos pareciera que no fuera algo que no nos pertenece. Santo no significa un pedazo de madera o una estampa en un papel; santos significa apartados del mal. La segunda corrección es que debemos aprender a ser peregrinos en este mundo. Vr.11: "Amados, yo os ruego como a extranjeros y peregrinos, que os abtengáis de los deseos carnales que batallan contra el alma,..." No debemos dejarnos llevar por los deseos carnales que batallan contra el alma, abstengámonos de tales cosas. Y la tercera corrección es que tenemos deberes civiles y sociales que cumplir. En el Vr.12, leemos: "...manteniendo buena vuestra manera de vivir entre los gentiles;..." En otra palabra, el testimonio de la obra de Dios cuenta, vale y pesa.



¿Hemos comprendido bien esta 1a. Carta del apóstol Pedro? Ella nos ha hablado detenidamente de tres puntos básicos para el cristiano. El aliento, la instrucción y la corrección que Dios provee. En el aliento que Dios provee, hemos visto que tenemos una esperanza viva, una herencia incorruptible y que tenemos a nuestra disposición el poder divino. La pregunta es: ¿Lo estamos usando? ¿Estamos haciendo uso de ese poder, de esa energía que proviene de Dios? Recordemos, ese energía que proviene de Dios, llega y se hace nuestra por intermedio de la fe en su palabra. Luego hemos estudiado acerca de no solamente una gloriosa salvación, sino también acerca de una gran salvación como manera de instrucción. Hemos sido instruídos de que debemos limpiar nuestras almas. ¿Cómo? Obedeciendo a Dios. Hemos sido instruídos también que debemos desechar la malicia ¿cómo? apartándonos, dejándola de lado. Y finalmente esta carta nos ha hablado de la corrección. En la corrección hemos aprendido que somos un pueblo santo, de carne y hueso; no tenemos que ser una estatua de madera, no una estampa en una hoja de papel o cartón para ser santos, sino que debemos apartarnos del mal, elegir el bien en lugar del mal, y con eso estamos apartándonos y produciendo santidad en nuestra vida. Asimismo que debemos batallar contra los deseos internos, combatirlos y ponerlos como dice el idioma original aplastados, achatados, de tal manera que nosotros caminemos por encima de ellos.



¿Nos damos cuenta el tipo de aliento, de instrucción y de corrección que la palabra de Dios nos trae? ¿Nos damos cuenta lo que Dios desea de cada uno de nosotros? Cuando hacemos tales cosas, Pedro hace un resumen de su carta en el Cap.3:15, y nos dice: "...sino santificad a Dios el Señor en vuestros corazones, y estad siempre preparados para presentar defensa con mansedumbre y reverencia ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros." Santifiquemos a Dios en nuestros corazones, y estemos firmes para dar razón de nuestra fe. Hay un deber que cumplir y una obligación que llenar. ¿Estamos dispuesto a ello? ¿Estamos firmes para poder hacer tales cosas? Permita Dios que este aliento, instrucción y corrección que proviene de su palabra, sea nuestro en forma permanente.


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