Santidad

Levítico

por Gabriel Otero



Este es el tercer libro cuyo autor es Moisés. La razón por la cual sabemos que es Moisés, es porque Jesús en el evangelio de Lucas, Cap.24:44 nos dice que en la ley de Moisés está escrito de él. Por consiguiente, volvemos a repetir el método de autenticidad del autor del libro que encontramos en el Nuevo Testamento. Moisés es conocido por el Señor Jesús y conocido abiertamente, por ejemplo, por Pablo y Pedro quienes lo reconocen como el autor de la ley. Y cuando nos referimos a la ley, nos referimos enteramente a los cinco primeros libros de la Biblia. Vamos a leer una vez más el pasaje que encontramos en Lucas, Cap.24:44 donde Jesús dijo estas palabras: "Estas son las palabras que os hablé, estando aún con vosotros: que era necesario que se cumpliese todo lo que está escrito de mí en la ley de Moisés, en los profetas y en los salmos." Vemos tres etapas definidas y claramente manifestadas de las Escrituras en el Antiguo Testamento: En primer lugar, los libros que hablan de Jesús y que fueron escritos por Moisés; en este caso Levítico como uno de ellos. Luego los profetas y los salmos.



Notamos en el Cap.1:1 de Levítico, que la Escritura comienza diciendo: "Lamó Jehová a Moisés,..." Verdaderamente deberíamos añadir la letra "Y" griega antes que la palabra "llamó", puesto que en el original este libro es una continuación del libro de Exodo. El original dice: "Y llamó Jehová a Moisés". En otra palabra, en la lengua original el libro de Levítico no es un libro esencialmente separado de los cinco primeros libros de la Biblia, sino que por el contrario el libro nos habla en una manera precisa y clara de una continuación de un mensaje que Dios quiere darnos y que ha comenzado desde el principio, desde el primer libro de Moisés. Por consiguiente, lo primero que aprendemos es que el autor del libro de Levítico es el mismo que escribió el libro de Exodo y que es Moisés.



En segundo lugar, podemos decir que la palabra clave en el libro de Levítico es: Santidad. Hacemos mención de esto en forma muy particular, porque es muy importante que reconozcamos el pensamiento que se describe a través del libro. El pensamiento que nosotros vamos a notar a través de todas las páginas del libro de Levítico, desde el Cap.1 hasta el último, o sea en esos 27 capítulos, es una línea de pensamiento que se refiere a cómo un hombre pecador puede enfrentarse con un Dios santo. Así que, el título espiritual del libro de Levítico, el título que nosotros podríamos decir nos da a entender el libro es: Cómo un hombre pecador puede enfrentarse con un Dios santo". Luego en este libro encontramos una persona que tiene realmente gran importancia, y esa persona es el sumo sacerdote.



Por consiguiente, podríamos decir que descubrimos cuatro cosas respecto al libro de Levítico:

1) Su autor: Moisés

2) La palabra clave: Santidad

3) El tema principal: Cómo un hombre pecador puede enfrentarse a un Dios santo.

4) La persona clave: El sumo sacerdote



Ahora sí, vamos a mirar el libro de Levítico desde el punto de vista espiritual. Observamos a través del Antiguo Testamento la manera de tener acceso a Dios. En este libro la Escritura nos informa de tres diferentes maneras de enfrentar a Dios. Y a esas alternativas que nuestro tema nos presenta, debemos darle una respuesta bíblica y la respuesta bíblica, por supuesto, la encontramos precisamente en el libro de Levítico. En estas tres maneras de enfrentarse con Dios que Levítico nos presenta desde el punto de vista del Antiguo Testamento, nosotros vamos a obtener una lección espiritual de este libro que sea actual, que sea fresca, que sea propia del Nuevo Testamento.



Bien, iremos mencionando como a vuelo de pájaro, las maneras bíblicas que este libro nos enseña para enfrentarnos con Dios y luego vamos a referirnos inmediatamente al Nuevo Testamento, para que tomemos nota de las maneras novotestamentarias por las cuales un hombre pecador puede enfrentarse con Dios.



I.- La primer manera de tener acceso a Dios es vista a través de dos formas:

a) a través de sacrificios y ofrenda (Caps.1-6). b) a través de la mediación del sacerdote de acuerdo al Cap.8. Así que el pueblo judío conforme al libro de Levítico, pudo aprender la manera de tener acceso directamente a la presencia de Dios: A través de sacrificios y ofrendas; y a través de la mediación del sacerdote.



¿Cuál será la manera novotestamentaria de enfrentarnos o tener acceso a Dios? Bueno, en el Nuevo Testamento también hay dos maneras: a) a través del sacrificio y la ofrenda igual que en el libro de Levítico. Vamos a clarificar esta declaración bíblica. En el evangelio de Juan, Cap.1:29 leemos lo siguiente: "El siguiente día vio Juan a Jesús que venía a él, y dijo: He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo." He aquí el sacrificio y la ofrenda. Cristo Jesús es el Cordero que debe ser ofrecido por nuestros pecados. No es ya más el cordero que nos indica el libro de Levítico en los Caps.1-6, ni el orden de sacrificios que está establecido. Ya no hay que seguir ese orden propio para el sacrificio, sino que Jesús es la provisión de Dios como el Cordero absoluto con el cual nosotros podemos satisfacer nuestras necesidades por causa del pecado.



En 1a.Corintios, Cap.5:7 Pablo nos explica especialmente respecto al sacrificio. Dice así: "Limpiaos, pues, de la vieja levadura, para que seáis nueva masa, sin levadura como sois; porque nuestra pascua, que es Cristo, ya fue sacrificada por nosotros." Notamos entonces que la Escritura nos enseña que existen realmente estas dos maneras de enfrentarnos o de tener acceso a Dios. La primera de ella es a través de la ofrenda y sacrificio. Y en el Nuevo Testamento es suplida en la persona de Cristo Jesús. El es la ofrenda de acuerdo a Juan, Cap.1:29 y él es también el sacrificio de acuerdo a 1a.Corintios, Cap.5:7.



b) Ahora, dijimos que el libro de Levítico nos enseña que hay también una mediación hecha a través del sacerdote por la cual un hombre pecador puede tener acceso a Dios. De la misma manera en el Nuevo Testamento un hombre pecador puede tomar al sacerdote, Cristo Jesús, y tener acceso a Dios. Al decir esto, hemos mencionado a Cristo Jesús; quiere decir que él es el sacerdote con el cual nosotros debemos mediar para entablar una relación con Dios. Esto no es lo que enseña una religión particular, pero sí lo que enseña la Biblia en su esencia.



En el Cap.8:1 de Hebreos, leemos estas palabras: "Ahora bien, el punto principal de lo que venimos diciendo es que tenemos tal sumo sacerdote, el cual se sentó a la diestra del trono de la Majestad en los cielos." Cristo Jesús es el sumo sacerdote. En el Cap.9:11 del mismo libro de Hebreos, leemos: "Pero estando ya presente Cristo, sumo sacerdote de los bienes venideros, por el más amplio y más perfecto tabernáculo, no hecho de manos, es decir, no de esta creación,..." Este versículo nos dice que Jesús es el sumo sacerdote de los bienes venideros. Por lo tanto en el Nuevo Testamento una persona que quiere tener acceso a Dios necesita de un sacerdote; pero en lugar de ir a un sacerdote humano ordenado a través de la familia de Aarón, de acuerdo al libro de Levítico, ese sacerdote es establecido en la persona de Cristo Jesús. Esto, volvemos a repetir, no es una doctrina de cierta denominación, pero sí es la doctrina bíblica que enseñan las Escrituras. El libro de Levítico nos habla bien de cómo un hombre pecador puede acercarse a un Dios santo. Pero la Escritura en el Nuevo Testamento también nos enseña que ahora ese sacerdote no es más de la estirpe aarónica, sino que por el contrario ese sacerdote es aquel que Dios ha establecido una vez y para siempre, Cristo Jesús nuestro Señor.



II.- Pasemos a la segunda manera de vivir ahora con Dios. En este libro de Levítico encontramos tres formas de vivir con Dios:



a) Económicamente, de acuerdo al Cap.11. Las ofrendas están explicadas. Dice que debemos darle a él las primicias y ofrendas tres veces al año.



b) Socialmente, en los Caps.12-20; cómo debemos limitarnos, cómo debemos relacionarnos, a qué individuos debemos acercarnos, con quiénes debemos tener relación. Es decir, nos explica con que naciones y con que individuos el pueblo de Dios puede tener contacto y por supuesto una vida social.



c) Religiosamente; en los Caps.21-22 nos habla de la necesidad que tiene el corazón de ser puro y de tener un honesto deseo de enfrentarse con Dios.



El Nuevo Testamento nos habla de ello y nos expresa grandes condiciones. En el evangelio según San Mateo, Cap.6:24 la Escritura nos dice lo siguiente: "Ninguno puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas." Luego hablando de vivir económicamente con Dios, los Vrs.19-21 de este mismo Cap.6, nos dicen: "No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen, y donde ladrones minan y hurtan; sino haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín corrompen, y donde ladrones no minan ni hurtan. Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón." Esta manera es la manera económica de vivir con Dios, es decir, nuestros motivos de vivir deben cambiar. Debemos tener como esencia de nuestro ser, nuestra mente puesta en Dios y no en los tesoros de la tierra.



Socialmente, la palabra de Dios nos habla muy claramente en la 2a. epístola a los Corintios, Cap.6:14-18: "No os unáis en yugo desigual con los incrédulos; porque ¿qué compañerismo tiene la justicia con la injusticia? ¿Y qué comunión la luz con las tinieblas? ¿Y qué concordia Cristo con Belial? ¿O qué parte el creyente con el incrédulo? ¿Y qué acuerdo hay entre el templo de Dios y los ídolos? Porque vosotros sois el templo del Dios viviente, como Dios dijo: Habitaré y andaré entre ellos, y seré su Dios, y ellos serán mi pueblo. Por lo cual, salid de en medio de ellos, y apartaos, dice el Señor, y no toquéis lo inmundo; y yo os recibiré, y seré para vosotros por Padre, y vosotros me seréis hijos e hijas, dice el Señor Todopoderoso." Notamos entonces con gran fidelidad que Dios quiere una vida ordenada religiosamente para nosotros en lo que respecta a nuestra vida social.

Vivir con Dios en el Nuevo Testamento es vivir una vida de separación íntima y también una vida de separación en lo que corresponde a nuestras apariencias.



Religiosamente. En los Caps.21 y 22 de Levítico, encontramos la manera religiosa de adorar a Dios. Es en el Nuevo Testamento, en el evangelio según San Juan, Cap.4:24 que las Escrituras nos enseñan la manera religiosa por la cual nosotros debemos adorar a Dios. Dicen las Escrituras: "Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren." La manera novotestamentaria de adorar a Dios es igual que la manera del Antiguo Testamento. Debemos venir a Dios en un espíritu de verdad, y en un espíritu de necesidad. Debemos creer que Dios existe, que él ha provisto una salvación y una vida de santificación y de gloria para nosotros. Pero también debemos creer que seguir a Dios es una necesidad para nuestra vida espiritual. Esto, entonces, forma parte del segundo punto que queríamos considerar, o sea la manera de vivir con Dios.



Al describir el libro de Levítico nos damos cuenta que hacemos una descripción total de lo que el libro realmente enseña y por supuesto no estamos dando ningún detalle que lleve por sumo dar a entender los asuntos particulares del libro. Repetimos entonces que en el libro de Levítico, hay tres maneras de enfrentar a Dios. La primera, es la manera de tener un acceso a Dios. Hay dos formas: Por intermedio de sacrificios y ofrendas, Cristo Jesús; por intermedio de la mediación del sacerdote, Cristo Jesús. La segunda es la manera de vivir con Dios: económicamente, socialmente y religiosamente.



III.- En tercer lugar, hay una manera de adorar a Dios. Y el pueblo judío marcó esa manera de adorar a Dios a través de la pascua. Hubo tres fiestas anuales en el libro de Levítico que están bien claras y bien explícitas. La pascua es una de ellas; pentecostés es otra, y luego la de los tabernáculos (Cap.23). Pero tomemos la pascua por ejemplo. Para interpretar la pascua debemos ir al evangelio de San Mateo, Cap.26:26 27: "Y mientras comían, tomó Jesús el pan, y bendijo, y lo partió, y dio a sus discípulos, y dijo: Tomad, comed; esto es mi cuerpo. Y tomando la copa, y habiendo dado gracias, les dio, diciendo: Bebed de ella todos;..." Notamos entonces que Jesús aquí toma el momento de la pascua, el momento en el cual estaban adorando a Dios por la salvación que les había dado de la esclavitud de Egipto, y toma ese momento gráfico de la vida de Israel, y lo transforma espiritualmente al momento

gráfico en el cual nosotros como creyentes hemos adoptado a Cristo Jesús como la expansión total y la liberación total de nuestra vida. Damos gracias a Dios que esto así ocurre, damos gracias a Dios que es una verdad total y absoluta que Cristo Jesús tomó la pascua y la transformó en esa "Cena del Señor", porque él es el Cordero inmolado en la pascua. Vemos entonces que la adoración en el Nuevo Testamento se hace en la "Cena del Señor". La "Cena del Señor" es el momento solemne en el cual nosotros los hijos de Dios recordamos la muerte, la resurrección, y la futura venida de nuestro Señor Jesucristo. Nosotros en la iglesia novotestamentaria no estamos sin un símbolo como estuvieron los isralelitas, pero sí tenemos ese símbolo de la pascua cada vez que nos reunimos y celebramos la cena de nuestro Señor Jesucristo. ¡Qué hermoso! ¡Qué momento tan práctico y tan dulce en la vida del cristiano!



Por ello entonces, al concluir este análisis introductorio, podemos decir que el libro de Levítico nos presenta la verdadera historia gráfica y vívida de cómo un hombre pecador puede enfrentar a un Dios santo. Y ese hombre pecador puede enfrentar a un Dios santo a través ¿de quién?: A través de un acceso a Dios puesto por Cristo Jesús como Cordero, como sacrificio, como sacerdote. Un hombre pecador puede vivir con Dios ¿cómo?: Económicamente dando a Dios el primer lugar; socialmente, separándose del pecado; religiosamente, adorándole en espíritu y en verdad. Un hombre pecador puede adorar a Dios ¿cómo?: A través de ese momento glorioso en su vida cuando sentado en la "Cena del Señor", reside dentro de su vida la verdadera gratitud por el sacrificio de Cristo en la cruz del calvario.

De todo esto nos habla el libro de Levítico. ¡Qué hermosa verdad! ¡Qué hermoso libro en el cual encerrado en sus páginas, encontramos el evangelio siempre potente, siempre maravilloso de nuestro Señor y Salvador Jesucristo!


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