Principios Básicos de la Fe

I Juan

por Gabriel Otero

Pasamos ahora a las epístolas del apóstol Juan. Esta es la primera de tres que escribió, aparte del evangelio que en su oportunidad hemos estudiado.



En esta carta apostólica de Juan, notamos que la misma nos habla de principios básicos de la fe. Estos principios están desarrollados sobre un solo tema: La comunión. Por eso también el estudio de esta primera carta podría llamarse "la familia en comunión", pero hemos preferido llamarlo: "Principios básicos de la fe". Hay tres principios que el apóstol nos hace saber y que nosotros vamos a estudiar. El primero, Dios es luz; el segundo, Dios es amor; y el tercero, Dios es vida.



Bien, vamos a desarrollar estas tres características de la idea principal que hemos propuesto, "Principios básicos de la fe", que son fundamentales para conocer el significado de esta carta y que han de refrescar nuestra memoria cada vez que la leamos.



Comencemos con el primero: Dios es luz. Este se encuentra en los Caps.1 y 2. vamos a leer el Cap.1:5 donde la Escritura nos dice específicamente que Dios es luz: "Este es el mensaje que hemos oído de él, y os anunciamos: Dios es luz, y no hay ningunas tinieblas en él." Ahora bien, en todo el capítulo 1 y 2, Juan nos explica cuál debe ser nuestra conducta en relación a esa declaración que él nos da a conocer de que Dios es luz. Tenemos aquí un principio básico de la fe: "Dios es luz, y no hay tinieblas en él". Pero no solamente la palabra de Dios nos da a conocer lo que es Dios, sino que también nos da a conocer las implicaciones que deben ser nuestras con motivo de saber lo que es Dios.



Muy bien, pero alguien podrá decirme, "bueno, pastor, ahora que conozco que Dios es luz, ¿qué tengo yo que hacer?" Bien, aquí la Escritura nos enseña en forma simple a lo menos dos o tres cosas que sería bueno que aprendiéramos con respecto a este primer punto que estamos interesados en conocer. Dios es luz y por supuesto ¿cómo vamos a relacionarnos a esa luz? En primer lugar, el Cap.2:1 nos dice que como Dios es luz no podemos ocultar nuestros pecados delante de él: "Hijitos míos, estas cosas os oscribo para que no pequéis; y si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo." En otra palabra, la Biblia nos dice que como Dios es luz no podemos ocultarnos de él y consecuentemente no podemos ocultar nuestros pecados. Como hijos de Dios entonces, debemos buscar a Dios a través de la abogacía que Cristo nos ofrece, es decir, Cristo ofrece hablar por nosotros. La palabra abogado es la palabra original paracleto que significa alguien que habla de parte nuestra. Es como un abogado lo hace en la corte federal. De tal manera entonces podríamos decir que como Dios es luz, no podemos ocultar nuestros pecados, sino que por el contrario debemos confesarlos a Dios. En segundo lugar, en los Vrs.12 al 17, Juan nos dice que como Dios es luz, debemos tener un tipo especial de relación con el mundo. Dicen así: "Os escribo a vosotros, hijitos, porque vuestros pecados os han sido perdonados por su nombre. Os escribo a vosotros, padres, porque conocéis al que es desde el principio. Os escribo a vosotros, jóvenes, porque habéis vencido al maligno. Os escribo a vosotros, hijitos, porque habéis conocido al Padre. Os escribo a vosotros, padres, porque habéis conocido al que es desde el principio. Os escribo a vosotros, jóvenes, porque sois fuertes, y la palabra de Dios permanece en vosotros, y habéis vencido al maligno." Y fijémonos en el Vr.15, el cual nos da la relación que debemos tener para con el mundo: "No améis el mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él." En otra palabra, Dios nos da luz y como él nos da luz, nos indica que en relación a este principio básico de la fe, de que él es luz y que nos muestra todo, no debemos amar al mundo. ¿Por qué? Porque dice así el Vr.16: "Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo." Dios nos da luz para que podamos entender, comprender y asimilar de una manera muy particular lo que debemos hacer en este mundo. Dios dice que no debemos amar lo que hay en el mundo ni las posesiones que podamos obtener en este mundo. Si amamos más nuestra casa, nuestra familia, nuestro automóvil, nuestra profesión; si amamos más todas esas cosas que a Dios mismo, estamos en desobediencia con Dios, y Dios no nos da luz al respecto. El dice que si amamos lo que nuestros ojos ven; si dejamos que nuestros ojos nos atraigan, como Dios le dijo a Eva que ella se dejó atraer por su propia vista porque vio que el fruto que Satanás le ofrecía era hermoso para comer, los ojos nos engañan. Y si vamos a escoger en este mundo por la belleza exterior, no nos equivoquemos, no es de Dios. Alguien que elige a su esposo o a su esposa por la belleza exterior, no es de Dios. Alguien que guía su vida por el éxito que obtiene en este mundo eso es vanagloria, y tales cosas no son de Dios. Y en tercer lugar, debemos hablar la verdad. Dicen los Vrs.22-25: "Quién es el mentiroso, sino el que niega que Jesús es el Cristo? Este es anticristo, el que niega al Padre y al Hijo. Todo aquel que niega al Hijo, tampoco tiene al Padre. El que confiesa al Hijo, tiene también al Padre. Lo que habéis oído desde el principio, pernanezca en vosotros. Si lo que habéis oído desde el principio permanece en vosotros, también vosotros permaneceréis en el Hijo y en el Padre. Y esta es la promesa que él nos hizo, la vida eterna." Por lo tanto notamos que hay tres puntos de importancia en esta primera doctrina básica de la fe. Cuando conocemos que Dios es luz, conocemos también que somos pecadores pero que tenemos un remedio para nuestro pecado, podemos pedir perdón a Dios. Cuando conocemos que Dios es luz, conocemos también que hay deseos dentro de nuestro cuerpo que están batallando con nosotros, pero también conocemos que podemos abolir esos deseos, que podemos sobrepasarlos; ¿cómo? no amándolos, ya sean los deseos del mundo, de la carne, o de la vanagloria. Y en tercer lugar, en relación a la verdad. Hay individuos que enseñan toda clase de doctrina especialmente en estos tiempos; individuos que vienen con nuevas doctrinas; que dicen que Jesucristo fue un gran maestro, un gran profeta, pero que no reconocen en él al gran Salvador, y consecuentemente niegan que él es el Hijo de Dios. Esos individuos son el anticristo, dice Juan. Todo esto lo sabemos porque Dios es luz. El coloca su luz de tal manera que enfocada dentro de la perspectiva bíblica podemos entender los detalles más importantes para nuestra vida. Debemos aferrarnos a la única verdad que las Escrituras nos exponen.

El segundo principio básico de la fe cristiana es Dis es amor. En el Cap.4:8, dice así: "El que no ama, no ha conocido a Dios; porque Dios es amor." Encontramos entonces que ese amor de Dios nos motiva de una manera diferente en el mundo. Por ejemplo, en el Cap.3:1-3, encontramos que ese amor de Dios nos hace mirar por la familia de Dios. Dice: "Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios; por esto el mundo no nos conoce, porque no le conoció a él. Amados, ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal como él es. Y todo aquel que tiene esta esperanza en él, se purifica a sí mismo, así como él es puro." Notamos entonces a través de esta Escritura de que como Dios es amor, hay una esperanza, la esperanza de llegar a la perfección. También encontramos en los Vrs.4-12, que como Dios es amor, la actitud cristiana cambia. Dicen los Vrs.4-8: "Todo aquel que comete pecado, infringe también la ley; pues el pecado es infracción de la ley. Y sabéis que él apareció para quitar nuestros pecados, y no hay pecado en él. Todo aquel que permanece en él, no peca; todo aquel que peca, no le ha visto, ni le ha conocido. Hijitos, nadie os engañe; el que hace justicia es justo, como él es justo. El que practica el pecado es del diablo; porque el diablo peca desde el principio. Para esto apareció el Hijo de Dios, para deshacer las obras del diablo." Fijémonos la claridad de la exposición del Vr.9: "Todo aquel que es nacido de Dios, no practica el pecado, porque la simiente de Dios permanece en él; y no puede pecar, porque es nacido de Dios." La frase "no practica el pecado" debería traducirse "no puede continuar en el pecado". Vrs.10-11: "En esto se manifiestan los hijos de Dios, y los hijos del diablo: todo aquel que no hace justicia, y que no ama a su hermano, no es de Dios. Porque este es el mensaje que habéis oído desde el principio: Que nos amemos unos a otros." El verdadero hecho de que Dios es amor, nos da un mandamiento que nos amemos los unos a los otros. El verdadero hecho de que Dios es la fuente de amor y de que esa fuente de amor fue puesta en nuestro corazón por el Espíritu Santo en el momento de la salvación, nos habilita a amar a nuestros hermanos. Quizás muchos dirán "pero usted no sabe cómo es fulano o mengano; usted sabe qué carácter tiene tal o cual persona". Sabemos que podemos caer en ese tipo de criterio, pero debemos reconocer y aceptar de que si Dios es amor, él nos manda con toda autoridad a que nos amemos los unos a los otros.



Resumiendo los dos principios básicos de la fe cristiana que hemos estudiado, digamos que Dios es luz, pero también aprendemos que Dios es amor. En otra palabra, la verdadera esencia de que él es luz nos ayuda a entender nuestra relación en muchas maneras; nuestra relación con el pecado, nuestra relación con el mundo, nuestra relación con la verdad. La esencia de que Dios es amor, nos ayuda a entender que debemos buscar a la familia de Dios, que debemos amar a la familia de Dios. Es decir, nuestra comunión no está basada con amigos del mundo, sino que nuestra comunión está centrada con aquellos que son la familia de Dios.

Vamos a mirar ahora el tercero de los principios básicos de la doctrina cristiana y es que Dios es vida. Dice el Cap.5:13: "Estas cosas os he escrito a vosotros que creéis en el nombre del Hijo de Dios, para que sepáis que tenéis vida eterna, y para que creáis en el nombre del Hijo de Dios." Este versículo dice que debemos conocer que tenemos vida. Y los Vrs.14-15 nos clarifican específicamente esto: "Y esta es la confianza que tenemos en él, que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye. Y si sabemos que él nos oye en cualquiera cosa que pidamos, sabemos que tenemos las peticiones que le hayamos hecho." Por lo tanto podemos decir que el Vr.11 entra ahora perfectamente en el cuadro del cristiano y su esperanza. Dice:"Y este es el testimonio; -no está diciendo esta es una suposición, o esta es una doctrina teórica. Juan dice este es el testmonio, este es un hecho- que Dios nos ha dado vida eterna; y esta vida está en su Hijo." Notamos que la prueba de la vida eterna, la prueba de que Dios es vida, es que él tiene vida eterna y que su Hijo nos ha dado vida eterna. Por lo tanto esta es la verdadera causa de la comunión cristiana, la vida que Dios nos ha dado. Como hijos de Dios meditemos acerca de esto: Dios es luz y consecuentemente podemos ver las cosas de una manera diferente. Luego vimos que Dios es amor. No sólo podemos ver las cosas de una manera diferente, sino que podemos relacionarnos de una manera diferente. Y Dios es vida. No sólo podemos ver las circunstancias de una manera diferente, no sólo podemos relacionarnos de una manera diferente, sino que podemos ahora esperar algo diferente.



Y lo que nosotros creemos no es una doctrina temporaria, lo que nosotros creemos no es una doctrina que nos ha de satisfacer mientras estamos aquí en este mundo, por supuesto que no. Lo que nosotros creemos es una doctrina permanente, fija, una doctrina que tiene una esperanza no basada en las cosas temporales de este mundo, sino que esa esperanza está basada en la vida eterna porque Dios es eterno. ¿Cómo podemos estar seguros nosotros de esa vida eterna? ¿Cómo podríamos nosotros aferrarnos a esa esperanza de que Dios es vida? El Vr.12 dice: "El que tiene al Hijo, tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida." Si creemos que Jesucristo es nuestro Salvador personal, que su muerte, su resurrección es el pago justo que Dios ha aceptado, y que nuestros pecados está perdonados en base a la obra de Cristo, entonces como dicen las Escrituras en la epístola a los Romanos Cap.10:9: "...que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levanto de los muertos, serás salvo." Entonces esa vida eterna, esa vida de Dios, está puesta en nosotros.



Evidentemente este espacio ha sido demasiado breve para hablar de tantas verdades respecto a los principios básicos de la fe cristiana tan hermosos por cierto. Pero sintetizando diremos: Dios es luz y ahora podemos ver el mundo de una manera diferente. Dios es amor, y ahora podemos relacionarnos con el mundo de una manera diferente. Y Dios es vida, y ahora podemos tener una esperanza que es por supuesto muy diferente a la que teníamos antes.



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