El Poder de la Palabra de Dios

Esdras

por Gabriel Otero

El libro de Esdras es muy importante en las Escrituras. Nos relata un período fundamental en la historia de Israel. Hemos de estudiarlo y tomar el valor espiritual que el mismo encierra para nosotros.



El autor del libro de Esdras es anónimo, aunque algunos comentaristas coiniden en que Esdras es su propio autor.



El tópico al cual se refiere este libro es muy simple; nos habla del retorno del pueblo judío desde su cautuvidad en Babilonia (Persia) a Jerusalén, a la tierra de Judá.

El tema espiritual que el libro nos rebela es el siguiente: El poder de la palabra de Dios.



Vamos entonces a hacer un análisis del mismo y a dividirlo a lo menos en tres partes y luego llegar a una conclusión, para que podamos tener una mayor comprensión, un mayor entendimiento de este libro fundamental que forma parte del canon bíblico.



El retorno del pueblo judío a Israel. Encerrado en ese retorno, en ese hecho histórico, en ese evento que la historia no puede borrar, se encuentra el tema por el cual Dios quiso que se escribiera este libro: El poder de su palabra. Vamos entonces a mirarlo con curiosidad y con nuestra mente puesta en el poder de la palabra de Dios.



En primer lugar, con respecto a la historia humana. En el Cap.1:1-4, leemos estas palabras: "En el primer año de Ciro rey de Persia, para que se cumpliese la palabra de Jehová por boca de Jeremías, despertó Jehová el espíritu de Ciro rey de Persia, el cual hizo pregonar de palabra y también por escrito por todo su reino, diciendo: Así ha dicho Ciro rey de Persia: Jehová el Dios de los cielos me ha dado todos los reinos de la tierra, y me ha mandado que le edifique casa en Jerusalén, que está en Judá. Quien haya entre vosotros de su pueblo, sea Dios con él, y suba a Jerusalén que está en Judá, y edifique la casa a Jehová Dios de Israel (él es el Dios), la cual está en Jerusalén. Y a todo el que haya quedado, en cualquier lugar donde more, ayúdenle los hombres de su lugar con plata, oro, bienes y ganados, además de ofrendas voluntarias para la casa de Dios, la cual está en Jerusalén."



En el primer versículo encontramos un cambio en la historia humana y ese cambio es producido por el poder de la palabra de Dios. Leamos nuevamente el Vr.1: "En el primer año de Ciro rey de Persia, para que se cumpliese la palabra de Jehová por boca de Jeremías, despertó Jehová el espíritu de Ciro rey de Persia,..." Vamos ahora a mirar en esa palabra de Jeremías para que nos demos cuenta que el evento histórico que sucede en este primer versículo, fue simplemente el cumplimiento de la palabra de Dios. Claro que para el mundo entero fue un evento muy raro ¿verdad? Un rey que tenía cautiva a una nación, prisionera, repentinamente suelta a esa nación, la deja volver a su territorio, e insta a ese pueblo a que él sea el que vuelva y reedifique la casa de Dios que sus antecesores destruyeron. Realmente pareciera una contradicción de la historia y de la filosofía humana. Es verdad. Pero el hecho que estamos confrontando es simplemente el poder de la palabra de Dios, en este caso con respecto a la historia humana. Veamos qué nos dice Jeremías Cap.25:11: "Toda esta tierra será puesta en ruinas y en espanto; y servirán estas naciones al rey de Babilonia setenta años." Y ahora pasemos al Cap.29:10: "Porque así ha dicho Jehová: Cuando en Babilonia se cumplan los setenta años, yo os visitaré, y despertaré sobre vosotros mi buena palabra, para haceros volver a este lugar." Volvamos a leer el Cap.1:1-2 de Esdras, y comprobaremos el cumplimiento de esta profecía. ¡Qué maravilla! ¿verdad? Setenta años previos al reinado de Ciro, aun cuando Ciro no había nacido, Dios saca a Israel de su tierra y lo lleva cautivo a Babilonia. Y es allí donde el imperio persa se agiganta y hace de este pueblo israelita que un día bajo Salomón fue la gloria de Dios, lo convierte en esclavos, pasando miserias y penurias en un país extranjero. Pero Dios cumple su palabra, y entonces en una manera misteriosa, incomprensible, en una manera en que no podemos colocar ni la lógica ni el pensamiento humano, Dios habla a un rey incrédulo y hace que este rey permita al pueblo de Dios volver con Su bendición al lugar donde a él le pertenece. Así es el poder de la palabra de Dios.



Si estamos ahora en "territorio extranjero", es decir, si estamos en pecado, o dondequiera que nos encontremos espiritualmente lejos de Dios, su palabra nos insta a pedirle perdón, y él nos perdonará. La Escritura dice que, "...las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas." (2.Cor.5:17). Y como dice Jeremías en el libro de Lamentaciones Cap.3:22-23, las misericordias de Jehová se renuevan cada día. No hay poder en nosotros para cambiar ¿verdad? No tenemos poder para volver al camino que habíamos perdido. Pero la palabra de Dios tiene poder, y es de esperar que la palabra de Dios leída con convicción, con un corazón honesto y abierto, nos haga volver a ese territorio santo en el cual Dios quiere que vivamos. Y como dice aquí el rey Ciro, Jehová le habló a su corazón para reedificar la casa de Dios en Jerusalén, que es en Judá. Esto nos lleva a las palabras del apóstol Pedro en su Primera carta, Cap.2:5 donde dice: "...vosotros también, como piedras vivas, sed edificados como casa espiritual y sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales a Dios por medio de Jesucristo." Cada uno de nosotros somos una piedra, un ladrillo vivo en la casa de Dios. Y si aun no hemos subido a "Jerusalén" a edificar, a colocar ese ladrillo en el templo, entonces somos como piedras sueltas en algún lugar de "Babilonia". Detengámonos, pensemos por un momento. Este libro de Esdras nos habla de un milagro que ocurrió por el simple cumplimiento de la palabra de Dios. Ese milagro cambió la historia humana. Y si es necesario otra vez cambiar la historia humana, Dios lo hará para que su palabra se cumpla nuevamente. Por eso es hora que volvamos al camino, a la senda, para edificar la casa del Dios vivo.



En segundo lugar, este libro de Esdras nos habla del poder de la palabra de Dios con respecto al orden humano. En el Cap.6:18, leemos estas palabras: "Y pusieron a los sacerdotes en sus turnos, y a los levitas en sus clases, para el servicio de Dios en Jerusalén, conforme a lo escrito en el libro de Moisés." Ese pueblo de Judá que estaba allí en Babilonia bajo el reinado de Ciro, en Persia, volvió a su tierra, a la tierra prometida. Volvió bajo la dirección de Esdras, y sin lugar a dudas, Esdras fue un sacerdote magnífico pues no sólo reconstruyó el templo en su exterior, en su formato, sino que también reconstruyó el templo en lo que se refiere a sus ceremonias, a sus oficiales, a su orden. Dice aquí el Cap.6:18, y lo leemos nuevamente: "Y pusieron los sacerdotes en sus turnos, y a los levitas en sus clases, para el servicio de Dios en Jerusalén,..." ¿Y cómo sabían ellos los turnos de los levitas, en sus clases, cómo sabían ellos ese servicio que debían presentar a Dios? Simplemente la Escritura nos dice que lo hicieron "...conforme a lo escrito en el libro de Moisés." Este es un punto fundamental en la palabra de Dios. Lo que encontramos aquí, es el hecho simple, básico, pero poderoso de que todo fue hecho de acuerdo a la palabra de Dios. Es decir, el orden en la casa de Dios, que es su iglesia, se debe mantener por la palabra de Dios. Sabemos que muchas iglesias y muchas sectas se basan en dogmas hechos por hombres; algunos que pretenden interpretar la Biblia y dicen que actúan de acuerdo a la palabra de Dios; creen de esta manera y de aquella otra y forman dogmas o conjunto de doctrinas básicas donde establecen normas para la fe cristiana. Pero en realidad no podemos formar dogmas, ni concretar ideas humanas a menos que estén basadas en las Escrituras. El poder de la palabra de Dios establece el orden humano, es decir, coloca todo bajo la perspectiva de Dios y entonces tiene suceso.



No hace mucho tiempo alguien llegando a nuestra iglesia me pidió si podía bautizar a su bebé. Con mucho gusto le hice entrar en mi oficina y medité unos instantes antes de responder. Entonces le pegunté a esa madre que con tanto gozo deseaba presentar a su niño delante de Dios: ¿Por qué lo quiere hacer hermana? Y me dijo: "Bueno, la iglesia de donde yo vengo (ella procedía de otro Estado) así lo hace. Esto es un dogma de nuestra iglesia, una parte de la fe cristiana." Ahora yo me pregunto: ¿Hacemos las cosas porque la iglesia a la cual pertenecemos lo autoriza, o hacemos las cosas porque la Biblia lo autoriza? En verdad son dos puntos distintos. En el uno, tenemos la serie de ordenanzas y principios que la iglesia determina o decreta. En el otro, tenemos la simple, básica, y piedra fundamental, la autoridad de la palabra de Dios. En el libro de los Hechos de los apóstoles le leí a esta hermana lo que la Escritura dice, pero antes le dije: Si Dios me autorizara a bautizar a los niños, yo sería el primero en hacerlo. Pero aquí en la palabra de Dios, en Hechos Cap.8:36-37, encontramos a dos individuos conversando acerca de lo mismo, acerca del bautismo y dice: "Y llendo por el camino, llegaron a cierta agua, y dijo el eunuco: Aquí hay agua; ¿qué impide que yo sea bautizado? Felipe dijo: Si crees de todo corazón, bien puedes. Y respondiendo dijo: Creo que Jesucristo es el Hijo de Dios." Entonces respondí a aquella hermana: La palabra de Dios me autoriza a bautizar a aquellos que creen en Cristo Jesús. ¿Su bebé puede creer en Cristo? Si así fuera, con mucho gusto lo haría. Si depositásemos nuestra fe sobre la piedra fundamental que es la palabra de Dios, que es igual a Cristo, nos evitaríamos discuciones y muchos sinsabores. El poder de la palabra de Dios con respecto a la historia humana, con respecto al orden humano. Todas las cosas que hacemos la debemos hacer en orden. Por eso el libro de Esdras nos habla de ese poder de la palabra de Dios. Cambió el rumbo de la historia humana al separar del pueblo persa al pueblo judío. ¿Quién lo hizo? ¿por qué lo hizo? Porque cumplió su palabra escrita en Jeremías Cap.25:11.



Ahora Dios avanza un poco más y al reconstruir la iglesia la coloca en orden. ¡Qué maravilla! ¿verdad? ¿Cómo la puso en ese orden? Bien nos dice allí el escritor en el Cap.6:18: "...conforme a lo escrito en el libro de Moisés." Es decir, de acuerdo a la Biblia que poseían en esos instantes. ¡Oh, si hiciéramos nuestro hogar así! Que todo el orden de nuestro hogar fuera suscripto enteramente de acuerdo a la Biblia, la relación con mi esposa y mi esposa para conmigo; mi relación para con mis hijos fuera exclusivamente sobre la base de lo que la Biblia nos dice. Entonces sí va a haber orden en nuestro hogar, va a haber orden en nuestra familia, va a haber orden en nuestra iglesia, va a haber orden en nuestra nación.



En tercer lugar, este libro nos presenta el poder de la palabra de Dios con respecto al suceso humano. En el Cap.7:9-10, leemos lo siguiente: "Porque el día primero del primer mes fue el principio de la partida de Babilonia, y al primero del mes quinto llegó a Jerusalén, estando con él la buena mano de Dios." Fijémonos ahora lo que dice el Vr.10, el cual nos da la clave del resultado del Vr.9 que hemos leído: "Porque Esdras había preparado su corazón para inquirir la ley de Jehová y para cumplirla, y para enseñar en Israel sus estatutos y decretos." La clave del suceso humano, depende del poder de la palabra de Dios. Y hay muchos cristianos que me dicen: "Pastor, ¿tiene la palabra de Dios hoy el mismo poder que tuvo en los tiempos de los profetas o en los tiempos de Jesús?" ¡Claro que la tiene! "¿Y cómo es entonces que los hijos de Dios no tenemos poder? ¿Cómo es entonces que algunos ignorando la Biblia quieren hacer cosas que no son lícitas para ellos?" Contar con la palabra de Dios, contar con la buena mano de Dios no es suficiente. Aquí en este libro se nos explica que el suceso de este escritor, de este escriba, el suceso de este sacerdote, no fue por el sólo hecho de contar con la mano de Dios, igual a la que todo cristiano cuenta, sino que en primer lugar, y fijémonos lo que nos dice el Vr.10, Esdras preparó su corazón para inquirir la ley de Jehová. En otra palabra, podríamos parafrasear a Esdras y decir que oró así: "Señor, yo te pido que me des un corazón de fe. Señor, yo te pido que me des un corazón de obediencia. Señor, te imploro que me des un espíritu alerta a tu palabra. Señor, quita de mí ese espíritu de pelear, de guerrear y rechazar las cosas que se me muestran. Señor, dame un espíritu dulce, manso, simple, lleno de fe. Esdras preparó su corazón para inquirir la ley de Jehová.



Hagámonos estas preguntas: ¿Vamos a la iglesia sin prepararnos en nuestro corazón? ¿Vamos a escuchar la palabra de Dios con un espíritu de rebeldía, murmurando contra los hermanos y cuando cruzamos el umbral del templo cambiamos nuestros rostros y sonreímos hipócritamente? Es hora que cambiemos, es hora que seamos reales con Dios.



Quiera Dios que esta lección del poder de la palabra de Dios que hemos tomado de este libro, sea de bendición para nuestra vida. Ese poder de la palabra de Dios cambia la historia humana, cambia el orden humano y brinda suceso al hombre cuando está preparado para escuchar, cumplir y enseñar.


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