De la Muerte a la Vida

por Gabriel Otero

Continuando con el estudio de las cartas del apóstol San Pablo, llegamos así a la quinta carta, según el orden bíblico, la que en esta oportunidad es dirigida a la iglesia de Efeso. La autoría de la misma está expresada en el Cap.1:1, y lo hace de la siguiente manera: "Pablo, apóstol de Jesucristo por la voluntad de Dios, a los santos y fieles en Cristo Jesús que están en Efeso:..."



Esta epístola, juntamente con la dirigida a los Romanos, forman desde mi apreciación personal, la clave o el corazón de la doctrina cristiana. Yo sé que muchos escritores y doctores de la palabra prefieren la carta a los Romanos por encima de ésta a los Efesios, pero particularmente me inclino más a ella porque he encontrado en la misma pensamientos y doctrinas que me han sido de mucha ayuda en mi vida cristiana. Por eso con mucho placer y honor, vamos a volcar nuestra atención a uno de los libros del Nuevo Testamento al cual hemos llamado "El gran cañón de las Escrituras", porque forma parte del corazón de la doctrina cristiana.



¿Cuál fue el propósito que guió a Pablo a enviar esta carta a los hermanos de Efeso? Miremos en el Cap.4:11-13, donde Pablo dice que Dios dio ciertos dones a los creyentes: "Y él mismo constituyó a unos apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros, a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo, hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón pefecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo;..." Diríamos entonces que esta carta a los Efesios nos habla de una vida completa en Cristo, de una vida unida a Cristo, y unida a nuestros hermanos, lo cual da la clave de la iglesia de Cristo. Sin embargo, hemos titulado a este estudio simplemente: "De la muerte a la vida". No obstante, volvemos a repetir, nuestro concepto respecto a esta epístola a los Efesios a la cual consideramos como el gran cañón de la Escrituras, pues nos presenta las grandes verdades bíblicas que pueden ser demostradas, creídas y practicadas en una manera simple.



La carta se divide en dos partes: Los Caps.1-3, hablan de la doctrina cristiana. Los Caps.4-6, nos hablan de la práctica de la doctrina cristiana.



Consideremos al doctrina cristiana. En primer lugar, el Cap.1:4, nos habla del plan de salvación. Nos dice que ese plan de salvación estaba prescripto por Dios antes de la fundación del mundo: "...según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él,..." Luego en los Vrs.7-8, nos dice también que el plan de la salvación fue llevado a cabo a través de la obra del Hijo: "...en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados según las riquezas de su gracia, que hizo sobreabundar para con nosotros en toda sabiduría e inteligencia,..." Y en tercer lugar, en nuestra salvación tenemos la obra del Espíritu. En el Vr.13, leemos: "En él también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído en él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa,..." Notamos entonces simplemente que en esta carta a partir del Cap.1, encontramos detallado para nosotros el plan de la salvación. Primero, ese plan tuvo origen divino, Dios el Padre lo originó (Vr.4). Luego fue ejecutado por su Hijo; fuimos redimidos por el Hijo (Vr.7). Y finalmente, lo aseguró el Espíritu Santo; fuimos sellados con su presencia (Vr.13). Concluímos entonces que nuestra salvación fue concebida desde el punto de vista del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, y la obtenemos de acuerdo única y exclusivamente a la doctrina de Dios.



La carta a los Efesios entonces nos habla de dos cosas: En primer lugar, de la doctrina cristiana, y en segundo lugar, de la práctica de la doctrina cristiana. Dentro de la doctrina cristiana tenemos tres puntos o tres capítulos: En el Cap.1, tenemos la salvación. Se originó en Dios, fue consumada por el Hijo, y asegurada por el Espíritu Santo.



El Cap.2, nos va a hablar de cómo la salvación toma efecto y de la sustancia de la salvación o en qué consiste la salvación. En el Vr.1, vemos que tuvimos en ese plan de salvación una resurrección espiritual del pecado. Dice: "Y él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados,..." Este versículo nos dice que estábamos muertos, y alguien podrá decir: "¿Y qué significa esto, pastor? ¿muertos?, si podemos caminar" . La Escritura dice: "muertos en delitos y pecados"; es como estaba Adán. El estaba físicamente con vida, y aunque estaba mentalmente alerta también, sin embargo estaba espiritualmente muerto y esa es la condición en la cual nos encontrábamos antes de ser salvos. Espiritualmente muertos, no podíamos ni teníamos interés en Dios, ni teníamos álito de vida para buscar a Dios. Pablo nos dice que todos nosotros estábamos muertos en delitos y pecados. Por lo cual habla entonces de una resurrección. El desarrollo de la salvación es así: Estábamos en la muerte y pasamos a la vida. Los Vrs.2-3, nos hablan en detalle de esa muerte. Dicen: "...en los cuales anduvisteis en otro tiempo, siguiendo la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia, entre los cuales también todos nosotros vivimos en otro tiempo en los deseos de nuestra carne, haciendo la voluntad de la carne y de los pensamientos, y éramos por naturaleza hijos de ira, lo mismo que los demás." Convenimos entonces que en el desarrollo de la salvación, Dios dice que el punto de partida fue nuestra muerte espiritual. Dios avanzó de la muerte espiritual a la resurrección espiritual. En los Vrs.4-6, dice: "Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos), y juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús." Simplemente así. La primera resurrección la ha experimentado el creyente al momento que cree en Cristo Jesús. ¿Lo sabíamos? Hemos experimentado ya la primera resurrección, la resurrección espiritual. Sin esa resurrección no podríamos tener la segunda que se cumplirá en nuestro cuerpo, es decir, nuestro cuerpo ha de ser redimido. Y en esa resurrección entonces tendremos la resurrección total. Sin la primera, tampoco habrá una segunda, pues ambas son para vida eterna.

El Cap.3 nos habla del misterio con el cual Dios desarrolla esa salvación y su alcance. Fijémonos lo que dicen los Vrs.1-7 que: "...los gentiles -he aquí el misterio- son coherederos y miembros del mismo cuerpo, -no de otro cuerpo, no hay dos iglesias, hay una sola, no está el judaísmo en la iglesia, ¡un sólo cuerpo!-si es que habéis oído de la administración de la gracia de Dios que me fue dada para con vosotros; que por revelación me fue declarado el misterio, como antes lo he escrito brevemente, leyendo lo cual podéis entender cuál sea mi conocimiento en el misterio de Cristo, misterio que en otras generaciones no se dio a conocer a los hijos de los hombres, como ahora es revelado a sus santos apóstoles y profetas por el Espíritu: que los gentiles son coherederos y miembros del mismo cuerpo, y copartícipes de la promesa en Cristo Jesús por medio del evangelio, del cual yo fui hecho ministro por el don de la gracia de Dios que me ha sido dada según la operación de su poder." Notamos entonces que el alcance del evangelio es unir a los gentiles dentro del judaísmo, dentro del pueblo de Dios, no ya como judíos sino como iglesia de Dios, como creyentes. Cuando estudiamos la carta a los Gálatas, vimos que Dios llama a Abraham, "el creyente Abraham". Dios no le dice el judío Abrham, no, Dios dice el creyente Abraham. Y cuando Dios nos mira, dice el creyente Gabriel Otero, y a cualquier creyente por su nombre. Vemos entonces el poder del evangelio: su alcance no tiene límites, une tanto al judío como al que no es judío en un mismo cuerpo. ¿Y cuál es ese cuerpo?: La iglesia de Cristo, toda poderosa, la iglesia de la cual Satanás nunca podrá separar al creyente. ¡Qué magnífico! ¿No es cierto? Pablo entonces en los Vrs.14 19, ora al Señor y dice: "Por esta causa doblo mis rodillas ante el Padre de nuestro Señor Jesucristo, de quien toma nombre toda familia en los cielos y en la tierra, para que os dé, conforme a las riquezas de su gloria, el ser fortalecidos con poder en el hombre interior por su Espíritu; para que habite Cristo por la fe en vuestros corazones, a fin de que, arraigados y cimentados en amor, seáis plenamente capaces de comprender con todos los santos cuál sea la anchura, la longitud, la profundidad y la altura, y de conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento, para que seáis llenos de toda la plenitud de Dios." Pablo, judío de judíos, se goza al saber que el plan de la salvación no encierra ya a los judíos solamente, sino que también encierra al resto de los seres huanos que es el pueblo gentil. El valor de la salvación no depende de la heredad judía, no depende de nuestro nacimiento u origen, sino que depende profundamente y eternamente en la salvación que Cristo Jesús ha provisto. No importa cual sea nuestra nacionalidad o raza, pues la Escritura nos garantiza que si venimos a Dios en el nombre de Jesús y decimos la misma oración que hizo el publicano: "Señor, sé propicio a mí, pecador." (Lucas 18:13b), si hacemos esa oración Dios ha de escucharla. ¿Por qué? Porque en ese misterio de Dios al cual hace referencia Pablo, no hay más barreras entre judíos y no judíos.

Y ahora en los Caps.4-6, Pablo nos habla de la practicabilidad de la salvación. En el Cap.4:4-6, él nos habla de la unidad del creyente y dice que un creyente debe tener unidad: "...un cuerpo, y un Espíritu, como fuisteis también llamados en una misma esperanza de vuestra vocación; un Señor, una fe, un bautismo, un Dios y Padre de todos, el cual es sobre todos, y por todos, y en todos." Notamos entonces que hay una sola unidad, hay un solo propósito dentro de esa unidad. Dios dio al cuerpo de Cristo, pastores, evangelistas, y dice Pablo en el Vr.12: "...en quien tenemos seguridad y acceso con confianza por medio de la fe en él;..." Todos los dones y todas las cosas que Dios da a sus hijos tienen una sola meta: La unidad del cuerpo de Cristo. Y ahí está la practicabilidad del cristianismo; somos salvos por Dios, él nos da el desarrollo de esa salvación al darnos una nueva vida, una vida de resurrección y también nos permite dar alcance a cualquier persona a los efectos de llevarla a la unidad del cuerpo de Cristo.



En el Cap.5 encontramos instrucciones para una vida consistente como cristianos y en el Vr.1 está la clave: "Sed, pues, imitadores de Dios como hijos amados." Si el cristiano quiere llevar y vivir una vida consistente, tiene que ser imitador de Dios. ¿Por qué? Porque como dice la epístola de Santiago, en Dios "...no hay mudanza, ni sombra de variación." (Cap.1:17). Así que si imitamos a Dios que no tiene variación, nosotros no debemos tener variación en nuestra vida.



En el Cap.6, vamos a encontrar otra exhortacion, y esa exhortación se refiere a la vida hogareña, cómo llevar nuestra vida hogareña. Instrucciones para los padres, para los hijos, para la familia; cómo defenderse contra el enemigo. Notamos que estas instrucciones de la carta a los Efesios son muy profundas, pero también son muy prácticas. Pablo dice doctrinalmente que hemos pasado de la muerte a la vida, hemos pasado de una muerte espiritual a una vida espiritual, practicamente hemos pasado de un servicio muerto a un servicio vivo. ¿Nos damos cuenta? De la muerte a la vida. Doctrinalmente y practicamente. Doctrinalmente sabemos que Dios es originador de todas las cosas, ha provisto una salvación para redimirnos, para resucitarnos y para llevarnos a una vida eterna que comienza cuando hemos creído.



Practicamente a través de esta carta, Dios nos da instrucciones para vivir una vida cristiana de resurrección, no de muerte. Cuando nos quejamos, cuando nosotros no sabemos a veces cómo manejar nuestra vida y vivimos una vida de pecado desobedeciendo a Dios, estamos diciendo al mundo que no hay resurrección en nosotros. Debemos tener cuidado, debemos vivir una vida de resurrección espiritual, y para ello debemos dejar que la doctrina de Dios no sólo llene nuestro conocimiento, sino que también pase a nuestra voluntad, se digestione y se transforme en energia que se vuelque a través de la vida.



La carta a los Efesios, ¡qué hermosa! ¿verdad? El gran cañón de las Escrituras. Nos habla de la doctrina de Dios, de la practicabilidad de esa doctrina, que nos saca de la muerte y nos lleva a la vida eterna.



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