El Ministerio Personal de Pablo

II Corintios

por Gabriel Otero

Como se expresara en su primera carta, el apóstol Pablo se presenta como autor de esta segunda que envía a la iglesia de Corinto y lo hace de la siguiente manera: "Pablo, apóstol de Jesucristo por la voluntad de Dios, y el hermano Timoteo, a la iglesia de Dios que está en Corinto, con todos los santos que están en toda Acaya: Gracia y paz a vosotros, de Dios nuestro Pacre y del Señor Jesucristo." Notamos que en la primera carta su acompañante en ese momento era el hermano Sóstenes. Ahora en esta segunda carta el que está a su lado es aquel díscipulo tan especial para él: Timoteo.



El tema que Pablo desarrolla en esta carta está escondido dentro de ella, pero es muy evidente que él tiene como prioridad en su mente vindicar su apostolado con la iglesia. Por eso todo su escrito en esta Segunda epístola a los Corintios se refiere practicamente a su trabajo personal y a su obra de presentar el evangelio de la redención. Las dos epístolas a la iglesia de Corinto indican entonces que había un elemento dentro de la iglesia que tendia a desacreditar el ministerio y la autoridad del apóstol Pablo. Por eso y ante esa tendencia Pablo trata de acreditar su posición de apóstol.



Vamos a leer una cadena de textos con la cual vamos a comprobar este pensamiento principal de la epístola a los Corintios y que Pablo va desarrollando a través de la misma. En el Cap.3:1, leemos los siguiente: "¿Comenzamos otra vez a recomendarnos a nosotros mismos? ¿O tenemos necesidad, como algunos, de carta de recomendación para vosotros, o de recomendación de vosotros?" En otra palabra, en este versículo insiste en su acreditación. En el Cap.5:12, dice: "No nos recomendamos, pues, otra vez a vosotros, sino os damos ocasión de gloriaros por nosotros, para que tengáis con que responder a los que se glorían en las apariencias y no en el corazón." Una vez más Pablo hace presente la necesidad de manifestar que él no necesita del nombre humano. En el Cap.7:2, leemos: "Admitidnos: a nadie hemos agraviado, a nadie hemos corrompido, a nadie hemos engañado." Y agrega en el Cap.10:2-3: "...ruego, pues, que cuando esté presente, no tenga que usar de aquella osadía con que estoy dispuesto a proceder resueltamente contra algunos que nos tienen como si anduviésemos según la carne. Pues aunque andamos en la carne, no militamos según la carne;..." Evidentemente había individuos que criticaban la vida de Pablo. En el Cap.11:5-6, continúa: "...y pienso que en nada he sido inferior a aquellos grandes apóstoles. Pues aunque sea tosco en la palabra, no lo soy en el conocimiento; en todo y por todo os lo hemos demostrado." Aquí está la validez de su capacidad. En el Cap.12:11, dice: "Me he hecho un necio al gloriarme; vosotros me obligasteis a ello, pues yo debía ser alabado por vosotros; porque en nada he sido menos que aquellos grandes apóstoles, aunque nada soy." Y con el Cap.13:3, concluímos: "...pues buscáis una prueba de que habla Cristo en mí, el cual no es débil para con vosotros, sino que poderoso en vosotros." Notamos a través de esta cadena de referencias que Pablo nos da a entender que con esta carta está presentando una defensa personal. Por eso hemos titulado este estudio: "El ministerio personal de Pablo".

Y ahora que tenemos una idea general de su escrito, vamos a tratar de hilvanar este ministerio personal de Pablo bajo tres aspectos: En primer lugar, el ministerio personal de Pablo fue un ministerio de consuelo, un ministerio que llevó aliento, un ministerio que fue como un bálsamo para aquellos que lo recibieron. En segundo lugar, el ministerio personal de Pablo incluye sufrimientos. Y en tercer lugar, fue un ministerio honesto.



Y ahora que tenemos la estructura del pensamiento que Pablo tuvo en mente al escribir esta carta, dediquémonos a tomar cada uno de estos puntos por sí mismos para poder aprender algo de ese ministerio de este gran hombre que si bien a sí mismo no se llamó un gran apóstol, nosotros bien podríamos en verdad contemplarlo como un gran apóstol.



El ministerio personal de Pablo fue de consuelo. Cap.1:4-7: "...el cual nos consuela en todas nuestras tribulaciones, para que podamos también nosotros consolar a los que están en cualquier tribulación, por medio de la consolación con que nosotros somos consolados por Dios. Porque de la manera que abundan en nosotros las aflicciones de Cristo, así abunda también por el mismo Cristo nuestra consolación. Pero si somos atrubulados, es para vuestra consolación y salvación; o si somos consolados, es para vuestra consolación y salvación, la cual se opera en el sufrir las mismas aflicciones que nosotros también padecemos. Y nuestra esperanza respecto de vosotros es firme, pues sabemos que así como sois compañeros en las aflicciones, también lo sois en la consolación." Observemos bien este ministerio de consuelo. Leamos nuevamente los Vrs.4b-5: "...por medio de la consolación con que nosotros somos consolados por Dios. Porque de la manera que abundan en nosotros las aflicciones de Cristo, así abunda también por el mismo Cristo nuestra consolación." Debemos entonces tener en cuenta que el ministerio de este apóstol no fue solamente el de sufrir en sí mismo las aflicciones que producen la tarea pastoral, sino que a través del aliento personal, a través de sus victorias personales, él trató en forma continua de alentar a aquellos que le rodeaban a aquellos que estaban quizás bajo su cuidado y porqué no también a todos aquellos que él visitaba. Este aspecto de su consolación hacia los hermanos, fue un consuelo que él recibió primero de Dios y por consiguiente él lo iba a transmitir a los demás. Esa debería ser la característica personal de cada cristiano. Recordemos que en tiempos de aflicción, en tiempos de tormento, en tiempos en que las dificultades apremian, nos debemos aferrar a las manos de un Salvador poderoso, a las manos de un Ser que todo lo cubre, que todo lo perdona, Cristo mismo. Y nosotros debemos tener ese espíritu, debemos tener la capacidad de alentar a otros.

Vayamos ahora al Cap.7:6, que dice así: "Pero Dios, que consuela a los humildes, nos consoló con la venida de Tito;..." El consuelo de Pablo fue saber que Dios consuela a los humildes. Y Tito fue el que informó a Pablo del carácter de la iglesia de Corinto en el sentido de cómo la iglesia en su mayoría apreciaba el ministerio de pablo. "...y no sólo con su venida, sino también con la consolación con que él había sido consolado en cuanto a vosotros, haciéndonos saber vuestro gran afecto, vuestro llanto, vuestra solicitud por mí, de manera que me regocijé aun más." (Vr.7). Y eso fue un verdadero consuelo para Pablo. Qué hermoso es saber que la palabra de Dios nos invita a consolarnos los unos a los otros, como Pablo lo manifiesta en este Cap.7:13: "Por esto hemos sido consolados en vuestra consolación; pero mucho más nos gozamos por el gozo de Tito, que haya sido confortado su espíritu por todos vosotros." En otra palabra, cuando Pablo se entera de la posición que tiene Tito y se entera de lo bien que Tito fue recibido dentro de la iglesia, y el progreso que esa iglesia había hecho desde la primera carta a la segunda, él se goza con ellos y eso viene a ser como un bálsamo que cura sus heridas y que le permite de esa manera enfrentar las vicisitudes de la vida, cargado de esa llama potente que es el aliento y el fervor que causa la amistad, la hermandad, el ser atendido, comprendido y amado. Y eso es lo que nosotros debemos hacer con nuestros pastores, debemos amarles, comprenderles, entenderles, perdonar sus fracasos y ayudarles a que sus triunfos sean mayores, para que la iglesia de Cristo confortada de esta manera por dentro, curada internamente, pueda entonces desplegar la bendera del evangelio para que otros se enteren de que en el evangelio encontramos la paz, la solución y el aliento para nuestra vida. El ministerio personal de Pablo fue un ministerio en el cual hubo palabras de consuelo, de aliento. Un ministerio como un bálsamo con el cual él llevó aliento y se dejó alentar. Y ese debería ser el punto principal de nuestra vida cristiana. Cada vez que termina el día deberíamos preguntarnos: ¿Hemos recibido aliento de alguien? ¿hemos compartido la gloria del evangelio que está en nosotros dando aliento a otros? Ojalá sea así, que llevemos el consuelo y la paz que solamente el evangelio de Cristo pueden dar.


En segundo lugar, esta carta nos habla que el ministerio personal de Pablo fue un ministerio de sufrimiento. En el Cap.1:6, leemos esta palabras: "Pero si somos atribulados, es para vuestra consolación y salvación;..." Y luego dice en el Vr.9: "Pero tuvimos en nosotros mismos sentencia de muerte, para que no confiásemos en nosotros mismos, sino en Dios que resucita a los muertos;..." El ministerio personal de Pablo fue un ministerio en el cual el sufrimiento estuvo presente. Aquí él menciona que estuvo sentenciado a muerte y no lo tama a mal. ¿Nos sorprende? El no hace ningún reproche como diciendo que fue un error de Dios, sino por el contrario, dice que Dios sabía lo que estaba haciendo. De esa manera aclara que no dependían ya de sí mismos, sino que dependian entera y absolutamente de Dios que es aquel que resucita a los muertos, y al tener esa sentancia y ese sufrimiento, en lugar de provocar en Pablo una situación triste, sin embargo lo toma como una admonición y un aliento de parte de Dios con lo cual él aprende una lección práctica. Recordemos lo que nos dice en el Cap.4:8-9: "...que estamos atribulados en todo, mas no angustiados; en apuros, mas no desesperados; perseguidos, mas no desamparados; derribados, pero no destruídos;..." Pablo nos alienta con su palabra y nos da victoria. Fijémonos ahora en lo que dice en los Vrs.10,11 y 12: "...llevando en el cuerpo siempre por tadas partes la muerte de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestros cuerpos. Porque nosotros que vivimos, siempre estamos entregados a muerte por causa de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestra carne mortal. De manera que la muerte actúa en nosotros, y en nosotros la vida." Notamos entonces que los sufrimientos de Pablo fueron totales, sufrimientos en los cuales tuvo que experimentar tanto físicamente como espiritualmente la oposición. Y esa oposición llegó al punto de colocarlo contra la espada y la pared. Pero no hubo un momento de depresión, no hubo un momento en el cual él careció de visión, por el contrario, "...estamos atribulados en todo,..." Vemos dificultades en todos lados dice Pablo, "...mas no angustiados;..." (marquemos en nuestras Biblias estos Vrs.8-9) Podemos ver dificultades, podemos ver los problemas y es necesario que los veamos si queremos solucionarlos, pero no nos angustiemos. Nos vemos en apuros, quizás no sabemos cómo solucionar esos problemas, mas no desesperemos, Dios tiene control de las circunstancias. Do quiera que nos encontremos, do quiera sean las dificultades que nos rodean, Dios tiene control de nuestras circunstancias. Volvamos a leer el Vr.9: "...perseguidos, mas no desamparados; derribados, pero no destruídos;..." ¿Nos damos cuenta? Derribados, pero no destruídos. Evidentemente, lo que Dios quiere mostrarnos, es que no debemos sentirnos derrotados; sufrimientos sí, derrotas no.



Y finalmente el ministerio personal de Pablo nos habla de honestidad. En el Cap.1:12, podemos leer estas palabras: "Porque nuestra gloria es esta: el testimonio de nuestra conciencia, que con sencillez y senceridad de Dios, no con sabiduría humana, sino con la gloria de Dios, nos hemos conducido en el mundo, y mucho más con vosotros." En primer lugar, Pablo le hace saber a la iglesia que su enseñanza no eran cosas que él sabía. Esa sabiduría provino de Dios. Su doctrina no era en base a una posición dogmática, no era la creación de una mente delirante que descubría algo, sino simplemente la sabiduría de Dios para interpretar Su revelación y darla a conocer. ¡Qué hermoso! ¿Verdad? Un hombre sabio, un hombre lleno de la capacidad intelectual de su época, brillante, sin embargo dándole a Dios el crédito de esa brillantez.

Leamos ahora con detenimiento en el Cap.2:17, lo que Pablo dice: "Pues no somos como muchos, que medran falsificando la palabra de Dios, sino que con sinceridad, como de parte de Dios, y delante de Dios, hablamos en Cristo." El no podía hablar, no podía expresar un discurso, no podía dar una opinión a menos que esa opinión, que ese discurso, que ese sermón, esté en Cristo. Y esto nos habla de la importancia de saber vivir en Cristo, de tener en cuenta nuestra vida en Cristo. Sepamos y aprendamos esto: Debemos vivir en Cristo. Y finalmente leamos el Cap.4:2, donde dice: "Antes bien renunciamos a lo oculto y verngozoso, no andando con astucia, ni adulterando la palabra de Dios, sino por la manifestación de la verdad recomendándonos a toda conciencia humana delante de Dios." En otra palabra, Pablo no falcificó la palabra de Dios, no la acomodó a sus pensamientos, no hizo de la palabra de Dios lo que él quiso, sino que por el contrario mostró con certeza lo que la palabra de Dios tenía que decir.



Este es en pocas palabras el ministerio personal de Pablo que él defiende ante la iglesia de Corinto. Un ministerio de consuelo, de sufrimiento y de honestidad, con el cual él podía cerrar sus ojos sabiendo que había hecho la voluntad de Dios.



Al cerrar el breve estudio de esta carta, es bueno que la recordemos para que en un momento dado cuando quizás Dios ponga un ministerio de servicio en nuestras manos, podamos leerla y aprender de Pablo un hombre que llevó paz, un hombre que sufrió internamente, pero un hombre que fue honesto con Dios, consigo mismo y con los demás, para que la luz de Cristo invadiera el corazón de aquellos con los cuales se puso en contacto. Quiera Dios darnos un ministerio así, un ministerio en el cual la fregancia y el perfume de la presencia de Cristo se hagan real en nuestra vida.


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