Creer Para Ver

por Gabriel Otero

Este es uno de los libros inagotable del Nuevo Testamento, el evangelio según San Juan. Indudablemente este evangelio fue escrito por el apóstol Juan, que era uno de los hijos de Zebedeo, integrante de los doce discípulos, es decir, uno de los seleccionados por nuestro Señor Jesús. Su hermano Jacobo (Santiago) también era parte del círculo privado de Jesús (Marcos 3:17). Juan tenía un propósito fundamental al escribir este evangelio, y ese propósito fue muy bien resumido por el autor en el Cap.1:12, donde dice: "Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios;..." Notamos entonces a través de este versículo clave, que Juan escribió este evangelio a los efectos de que nosotros conozcamos a Jesucristo el Hijo de Dios. Este discípulo especial a quien amaba Jesús, pasa a ser el apóstol, el anciano, autor de esta obra al cual hace referencia Pedro, pues en el Cap.21:20 24, leemos: "Volviéndose Pedro, vio que los seguía el discípulo a quien amaba Jesus, el mismo que en la cena se había recostado al lado de él, y le había dicho: Señor, ¿quién es el que te va a entregar? Cuando Pedro le vio, dijo a Jesús: Señor, ¿y qué de éste? Jesús le dijo: Si quiero que él quede hasta que yo venga, ¿qué a ti? Sígueme tú. Este dicho se extendió entonces entre los hermanos, que aquel discípulo no moriría. Pero Jesús no le dijo que no moriría, sino: Si quiero que él quede hasta que yo venga, ¿qué a ti? Este es el discípulo que da testimonio de estas cosas, y escribió estas cosas; y sabemos que su testimonio es verdadero." Nos damos cuenta entonces como evidencia interna que Juan es el que escribió este evangelio conforme a los versículos leídos. Fue escrito con una mente abierta para que toda la iglesia de Dios conozca este evangelio, y lo redactó desde la ciudad de Efeso, en el año 85 o quizás 95 después de Cristo.



Ahora bien, el Cap.20:30-31, encierra la clave completa del motivo por el cual Juan escribió este evangelio. Estos dos versículos son de mucha importancia para el conocimiento general y para analizar el evangelio: "Hizo además Jesús muchas otras señales en presencia de sus discípulos, las cuales no están escritas en este libro. (la palabra "señales" podría leerse "milagros") Pero éstas se han escrito para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo, tengáis vida en su nombre." Vemos entonces que este evangelio tiene un propósito exacto, preciso y verdadero; es un propósito profundo porque desea que conozcamos a Jesús. Asimismo Juan lo escribió tomando como referencia ciertos milagros de Jesús. Dice: "Hizo además Jesús muchas otras señales en presencia de sus discípulos,..." Hizo muchos otros milagros, ¿para qué?: Para que comprendamos que Jesús es el Cristo. Así que el evangelio de Juan es simplemente la explicación de siete milagros que Jesús hizo, con los cuales Juan demuestra categóricamente que Jesús es el Cristo, que Jesús es el Mesías de Israel. Así que de esta manera el judío que quiera realmente aprender acerca de la veracidad de Jesús, le convendría leer el evangelio de Juan. Hay muchas personas que dicen: "Bueno, Juan es el evangelio más fácil ¿no es cierto?" El evangelio de Juan encierra poderosamente dentro de sí mismo verdades profundas que son de carácter judío. Por ejemplo, en el Cap.1:17, Juan dice: "Pues la ley por medio de Moisés fue dada, pero la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo." Eso implica al judío una reacción y un cambio en la dispensación del perdón de Dios. El cumplimiento de la ley era a través de ofrendas físicas, de ofrendas ceremoniales; el cumplimiento de la gracia es a través de la convicción personal y del mediador Cristo Jesús. Hay cambios rotundos en el evangelio de Juan que realmente cuando conocemos la ley judía, nos ayuda a entenderlo perfectamente.

Es nuestra intención aclarar entonces este evangelio y explicar esos siete milagros en forma tal de que formen un mensaje completo acerca de la vida de nuestro Señor Jesucristo, para que lo podamos entender en forma completa. El evangelio de Juan es un mensaje acerca de Jesucristo, el Cristo. Jesús es Dios. Por eso lo hemos titulado: "Creer para ver". En primer lugar, es un mensaje de salvación. También nos da motivos importantes dentro de ese mensaje de salvación que es lo que queremos analizar en este estudio.



El primer milagro lo encontramos en el Cap.2:1-5: "Al tercer día se hicieron unas bodas en Caná de Galilea; y estaba allí la madre de Jesús. Y fueron también invitados a las bodas Jesús y sus discípulos. Y faltando el vino, la madre de Jesús le dijo: No tienen vino. Jesús le dijo: ¿Qué tienes conmigo, mujer? Aún no ha venido mi hora. Su madre dijo a los que servían: Haced todo lo que os dijere." La palabra es la importancia en este milagro. La madre de Jesús dice: "Haced todo lo que Jesús hablare". Este primer milagro nos habla de que la salvación de cada persona debe ser por intermedio de la palabra de Dios. Cuando su madre dijo: "Haced lo que Jesús os dijere", ella apuntó a Jesús a través de Su palabra. Y es a través de la palabra de Dios que llegamos a la fe, según dice Romanos Cap.10:17: "Así que la fe es por el oir, y el oir, por la palabra de Dios." La importancia de la palabra de Dios es radical como cambio de milagros necesarios para la vida del creyente.



En el Cap.4:50, tenemos el segundo milagro a considerar: "Jesús le dijo: Vé, tu hijo vive. Y el hombre creyó la palabra que Jesús le dijo, y se fue." En este versículo vemos que Jesús sana al hijo de un noble. Esta persona le rogó a Jesús por la sanidad de su hijo, y la sanidad de este joven que Jesús curó fue en base a la fe que este noble depositó. Dice el versículo leído: "Vé, tu hijo vive. Y el hombre creyó la palabra que Jesús le dijo, y se fue." Notamos entonces que en el primer milagro Juan nos presenta la palabra como la clave del método de salvación. En el segundo milagro, el énfasis es sobre la fe. Y el hombre creyó la palabra de Jesús.



El tercer milagro se encuentra en el Cap.5:5-9, y nos habla de la gracia de Dios: "Y había allí un hombre que hacía treinta y ocho años que estaba enfermo. Cuando Jesús lo vio acostado, y supo que llevaba ya mucho tiempo así, le dijo: ¿Quieres ser sano? Señor, le respondió el enfermo, no tengo quien me meta en el estanque cuando se agita el agua; y entre tanto que yo voy, otro desciende antes que yo. Jesús le dijo: Levántate, toma tu lecho, y anda. Y al instante aquel hombre fue sanado, y tomó su lecho, y anduvo. Y era día de reposo aquel día." Notamos que el milagro del paralítico de Betesda, nos da a entender la gracia de Dios. Había allí un hombre que hacía treinta y ocho años que estaba enfermo, quizás había nacido enfermo, paralitico; no había esperanza para este individuo, no había solución para su mal, estaba destinado a perecer, a pasar por este mundo sin esperanza. Pero Jesús se acerca, y cuando Jesús se acerca a la vida de una persona todo cambia, cuando Jesús se apodera de la persona en una manera simple pero persistente, cuando ésta honestamente deposita su confianza en Dios, tal persona cambia, realmente cambia. Hombres y mujeres que se pusieron en contacto con Jesús, tuvieron dentro de ese contacto personal un rayo de luz fuerte, porque ese reyo de luz es la Luz misma que iluminó su vida espiritual.



Quizás Jesús mismo nos está preguntando a través de su palabra ¿quieres ser sano? Este paralítico hacía treinta y ocho años que esta en esa condición, es decir, inhabilitado físicamente a mover sus músculos, sin esperanza. El hombre que no tiene a Cristo por más que camine, piense y tenga títulos universitarios, está así enfermo, enfermo de ansiedad espiritual, enfermo de una respuesta a las preguntas de la vida, enfermo porque sabe que un día ha de morir. Pero cuando Jesús se acerca y dice: "¿Quieres ser sano?" Jesús impone su poder ante esa ansiedad de vivir ¿verdad? ¡Qué hermoso es poder entender esta filosofía que Jesús llevó, más allá de lo que el ser humano puede comprender! "¿Quieres tú...? ¿Se imaginan a alguien enfermo de nacimiento, alguien para quien ya no había cura, alguien que dejaron a un costado porque no había esperanza, alguien ante el cual el mundo pasaba y tiraba unas monedas, porque ¿qué podríamos hacer por él, por ese pobre hombre que estaba allí tirado? Nadie podía hacer nada. Y ahora Jesús Nazareno pasa por aquel lugar, y con su mano y con su voz tierna, pero con su firmeza dice: "¿Quieres ser sano?" ¡Qué verdad maravillosa! Nos preguntamos: ¿Cuántos años hace que estamos buscando sacarnos un hábito de nuestra vida, cuántos años hace que estamos faltando, que estamos en pecado, cuántos años hace que queremos conquistar algo más en la vida y no lo podemos lograr y quizás nuestros amigos nos dicen que no hay esperanza? Pero Jesús puede pasar hoy como ayer y preguntarnos: "¿Quieres ser sano?" Cuando el paralítico dijo: "Señor, no tengo quien me meta en el estanque y se produzca ese milagro cuando el agua se agita". Jesús le dijo: "No hace falta el método humano. Levántate, toma tu lecho, y anda." (Vr.8). Igual que otrora, Jesús nos dice ahora, si hay alguna enfermedad en nuestra vida espiritual, no tenemos que ir al psicólogo para que nos cure, no. Solamente tenemos que ir a Jesús y él nos toma de la mano y nos dice: "Levántate y anda."

Vamos a ver un cuarto milagro que se encuentra en el Cap.6:5-11; la alimentación de los cinco mil: "Cuando alzó Jesús los ojos, y vio que había venido a él gran multitud, dijo a Felipe: ¿De dónde compraremos pan para que coman éstos? Pero esto decía para probarle; porque él sabía lo que habia de hacer. Felipe le respondió: Doscientos denarios de pan no bastarian para que cada uno de ellos tomase un poco. Uno de sus discipulos, Andrés, hermano de Simón Pedro, le dijo: Aquí está un muchacho, que tiene cinco panes de cebada y dos pececillos; mas ¿qué es esto para tantos? Entonces Jesús dijo: Haced recostar la gente. Y había mucha hierba en aquel lugar; y se recostaron como en número de cinco mil varones. Y tomó Jesús aquellos panes, y habiendo dado gracias, los repartió entre los discípulos, y los discípulos entre los que estaban recostados; asimismo de los peces, cuanto querian." Este milagro nos habla de que Jesús tomó lo que aquel muchacho tenia y lo transformó. Sí, nosotros somos instrumentos humanos en las manos de Jesús. Y hay muchas personas que dicen "no estoy preparado para servir al Maestro, no tengo qué hacer, no tengo educación universitaria, no sé como enseñar en la clase de la escuela bíblica". En realidad no es que no saben ensenar, no es que no saben hacer nada, lo que no saben es colocarse en las manos de Jesús como ese niño lo hizo, y decirle: "Señor, aqui está el "pan" de mi vida, aqui está mi cuerpo, aqui está mi mente, tómala, enséñame a través de tu palabra". La Biblia dice que el Espíritu Santo vino para enseñar, y es hora que el creyente no crea que tiene que tener un título de doctor para poder enseñar, sino que tiene que ir al Maestro y pedirle: "Señor, enséñame". Creer es ver. Muchas veces no somos usados por Dios porque no creemos y como no creemos, no vemos dónde Dios nos quiere usar ¿no es cierto? Este cuarto milagro nos habla de la transformación que se produce cuando el instrumento humano se deposita en las manos de Dios.



El quinto milagro lo encontramos en el Cap.6:19-21. Jesús habla con sus discípulos cuando se acerca caminando sobre las aguas. Ellos estan asustados pues creían ver algo sobrenatural, pues el mar estaba encrespado: "Cuando habían remado como veinticinco o treinta estadios, vieron a Jesús que andaba sobre el mar y se acercaba a la barca;..." Este milagro nos habla de paz. Jesus, cuando se acercó a la barca, les dijo: "Yo soy; no temáis. Ellos entonces con gusto le recibieron en la barca, la cual llegó en seguida a la tierra adonde iban." "...no temáis." dice Jesús. Cuando Jesús viene a la vida del individuo le dice: "No temas".



En el Cap.9 hay otro milagro, el sexto, el milagro del hombre ciego de nacimiento. Nos habla de la luz que llega a la vida de una persona cuando Jesús da la vista espiritual.



Y el séptimo milagro es la resurrección de Lázaro, lo cual nos habla de la vida eterna. (Cap.11:1-44).



Así que Jesús hizo muchos milagros, pero siete de ellos están aquí en este libro de Juan para hablarnos acerca de una frase muy sencilla: Creer es ver. Si no creemos, no podemos ver lo que Dios puede hacer por nosotros. A menos que creamos, nunca podremos ver la salvación de Dios. A menos que creamos, nunca podremos ver la paz, la luz y la vida que Dios produce en el ser humano. Quiera Dios bendecirnos para que a través de estos milagros que vemos en Su palabra y relatados por Juan, podamos creer y ver que Jesús es el Hijo de Dios, y que creyendo tengamos vida eterna. Sí, hay que creer para ver.


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