CUANDO EL HOMBRE TIENTA A DIOS

por Gerardo Martínez López


Y llamó el nombre de aquel lugar Massah y Meribah, por la rencilla de los hijos de Israel, y porque tentaron  a Jehová diciendo: ¿Está pues Jehová entre nosotros, o no? (Exodo 17.7)
Objeto: Advertir de las consecuencias de tentar a Dios
Introducción: El relato de la Escritura respecto de la conducta de Israel durante el viaje a la Tierra Prometida, está lleno de episodios tristes, los cuales al ser leídos deben motivarnos a la reflexión. El nuevo problema al que se enfrentó Moisés inmediatamente después de la falta de comida, fue la falta de agua en el desierto. Como recuerdo de aquel hecho, fue llamado aquel lugar de Horeb: Massa y Meribah ¿Por qué el hombre tienta a Dios?
I.- LO HACE POR LA DUREZA DE CORAZON (Sal. 95.8)
a) Aquel milagro realizado por Moisés en Horeb, sacando agua de  la roca fue inolvidable, y así pasó de generación a generación, pero el Espíritu Santo cita ese hecho para darnos la verdadera causa de la actitud de Israel: dureza de corazón, es la misma causa que motiva tantas quejas contra Dios en nuestros días.
b) La razón de esa dureza la hallamos en la falta de una experiencia interna, lo que la Escritura llama regeneración. “5o por obras de justicia que nosotros habíamos hecho, mas por su misericordia nos salvó, por el lavacro de la regeneración, y de la renovación del Espíritu Santo; El cual derramó en nosotros abundantemente por Jesucristo nuestro Salvador, (Ti. 3.5, 6),  “Y os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré corazón de carne. Y pondré dentro de vosotros mi espíritu, y haré que andéis en mis mandamientos, y guardéis mis derechos, y los pongáis por obra” ( Eze. 36.26, 27).
c) Esa dureza es la causa que imposibilita al hombre comprender el poder de Dios y su palabra. “Entonces él les dijo: ¡Oh insensatos, y tardos de corazón para creer todo lo que los profetas han dicho! (Luc. 24.25).
II.- BUSCA SIEMPRE UN CULPABLE DE SUS MALES 
a) El pueblo volcó su desesperación contra Moisés, y así lo testifica la Escritura: “Así que el pueblo tuvo allí sed de agua, y murmuró contra Moisés, y dijo: ¿Por qué nos hiciste subir de Egipto para matarnos de sed á nosotros, y á nuestros hijos y á nuestros ganados? (Ex. 17.3). Preferían seguir siendo esclavos pero con vida 
b) Usan como argumento la vida de sus hijos y sus ganados. ¡Pobre argumento! Sin embargo, tenemos que reconocer que la gente de nuestra iglesia hoy, recurre a los mismos argumentos contra los siervos de Dios. Son incapaces de admitir su falta de fe o inclusive su rebeldía, como la cusa de sus carencias o problemas. Un cristiano verdadero espera siempre en Dios y dice como David: “BENDECIRÉ á Jehová en todo tiempo; Su alabanza será siempre en mi boca” Sal. 34.1)
c) El propio Moisés se sintió angustiado al ver tanta rebeldía que era una manifiesta queja contra Dios. “Entonces clamó Moisés á Jehová, diciendo: ¿Qué haré con este pueblo? de aquí á un poco me apedrearán” (Ex. 17.4). El Señor no pudo ser ajeno a aquellas quejas, y no lo será en nuestros días.
III.- NO DISFRUTA DE LA BENDICION DE DIOS
a) Más tarde, hubo otro episodio similar y fue castigado por Dios. “Aun estaba la carne entre los dientes de ellos, antes que fuese mascada, cuando el furor de Jehová se encendió en el pueblo, é hirió Jehová al pueblo con una muy grande plaga. Y llamó el nombre de aquel lugar Kibroth-hattaavah, por cuanto allí sepultaron al pueblo codicioso”  (Num. 11.33, 34). Dios conoce nuestras necesidades, y le gusta que se las expresemos en oración, pero se enoja cuando lo cuestionamos.
b) Aun estaban comiendo las codornices cuando fueron heridos por el Señor, eso prueba que la forma de pedir no era la adecuada. Fue una gran pena que el pueblo recogiera montones de codornices y nos las pudiera disfrutar porque fue presa de la ira de Dios. Muchos cristianos en este tiempo son víctimas de su codicia
c) Santiago dice que cuando pedimos mal, no podemos recibir, menos disfrutar las bendiciones de Dios, quien es el dador de toda buena dádiva y de todo don perfecto. “Codiciáis, y no tenéis; matáis y ardéis de envidia, y no podéis alcanzar; combatís y guerreáis, y no tenéis lo que deseáis, porque no pedís. Pedís, y no recibís, porque pedís mal, para gastar en vuestros deleites” (Sant. 4.2,3).
Conclusión: No tentemos a Dios, por el contrario, dejemos que él manifieste sus cuidados sobre nosotros, él cuida de las aves, nosotros valemos más que muchos pajaritos.


Domingo 20 de febrero del 2005
Gerardo Martínez López
gemapbro@yahoo.com.mx

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