Comentario sobre la Epístola San Pablo a Tito
por Martín Lutero

Capítulo Dos

En el primer capítulo se ha establecido la antítesis entre los ministros de la Palabra píos e impíos. Este segundo capítulo se centra en los deberes de todos los estratos de la sociedad. Dice: «Conducíos de acuerdo al modelo y no prestéis atención a los cuestionamientos y mitos judíos. Permaneced en el seno de la sana doctrina e instruid en ella a los demás».

2:1 Pero tú habla lo que está de acuerdo con la sana doctrina.

La sana doctrina es pura y para la cual todas las cosas son puras. Quien la enseña ha de poseer una mente y una conciencia puras que hacen a los hombres buenos, llenos de fe y caritativos. Alerta con los ancianos así como con los demás estratos de la sociedad.

2:2Que los ancianos sean sobrios, serios, prudentes, sanos en la fe, en el amor, en la paciencia.

Sobrio significa estar alerta, ni perezoso ni dormilón. Deben ser activo y no amar el lecho. Los beodos duermen mucho, pero los sobrios se levantan prestos y alerta.
Serio quiere decir digno, honorable y muy distinto de los frívolos. Expresa tener una conducta respetable y seria, no tomarse las cosas a la ligera, a la manera de los burlones que provocan risas necias y sugieren significados licenciosos; es decir, ha de ser digno en la palabra y en la conducta. ZeiJ/vórng, dignidad. Es evidente que un anciano debe conducirse, hablar y vestir de forma seria, sin frivolidad. No debe actuar como si creyera que sigue siendo un adolescente, o bailar, o comportarse de forma inapropiada para su edad. Lo mismo se aplica a la comida. Ikocpocov: modesto, razonable, educado, ecuánime, alguien que no permite que le dominen sus propias pasiones u opiniones. Ya he citado el ejemplo de nuestro príncipe Federico que no era jactancioso ni obstinado. Estas condiciones son aplicables a la conducta externa y a todos los momentos de la vida activa. Entonces es: sano en la fe, en el amor y en la paciencia, es decir, los ecuánimes, los no falsos o perezosos en la demostración de su fe. Una buena pieza de oro es una moneda honesta; lo mismo ocurre con un vino honesto o con cualquier cosa que no ha sido adulterada. Es decir, deben poseer una fe pura y auténtica dado que tienen la obligación de enseñar moralidad.
En amor, esto es, deben mostrar amor sin afectación, ser sinceros, honestos y auténticos, de manera que amen a amigos y enemigos por igual. Un amor que discrimina a las personas es un amor inactivo, no activo, un amor falso, no un amor auténtico. En Romanos 12:9 se dice: «El amor sea sin fingimiento». Y sin embargo, no hay nada en el mundo en que se finja más que en el amor que no debería engañar a nadie y más cuando la afectación lo delata. Con paciencia. Una vida cristiana consta de tres partes. La primera es ser moderado y serio, que, sin embargo, sigue siendo una cualidad pagana porque pertenece a lo externo de la persona y depende de la conducta de uno mismo sin implicar al corazón. El creyente, por el contrario, posee rectitud. Una persona justa ama a su prójimo y practica el amor. A ello le sigue la cruz, la cárcel y la animosidad de los otros. De ahí que podáis distinguir a los auténticos cristianos: son los que creen de veras y aman pacientemente. La gente dice: «¡Si Judas me hiciera algún daño lo soportaría sin problemas, pero en este caso se trata de alguien querido a quien hice tantos favores!» Este no es un amor veraz y válido. El amor ha de ser auténtico.

2:3Las ancianas asimismo sean reverentes en su porte; no calumniadoras, no esclavas del vino, maestras del bien;

Alerta con las ancianas. Instruye a los hombres para que vivan adecuadamente y con la palabra «sano» indica que los desea alejados de las cosas profanas. Desea que sus esposas, las ancianas sean reverentes en su porte, es decir con el comportamiento adecuado para aquello que es sagrado. La seriedad masculina debe ir aparejada con la seriedad femenina.
Reverentes en su porte dice en oposición a las que se adornan como si fueran muchachas de quince años y que dan muestras de frivolidad y lujuria. Los adornos, no desvergonzados ni profanos, deben dejarse para el joven o la muchacha. En suma, ambos deben ser serios y su adorno debe ser la dignidad de su comportamiento. Significa, por tanto, que no deben hablar con frivolidad, un vicio especialmente femenino. Por naturaleza, la mujer es proclive a la charla calumniadora, en especial las viejas que se dedican a enjuiciar a las demás mujeres hasta el punto que, según ellas, ninguna es casta ni hermosa. Se considera a una mujer anciana cuando ha pasado de los cuarenta1. Además, su manera de hablar debe ser un ejemplo de comportamiento y sensatez. Esto se aplica en especial a las que son criticonas, calumniadoras y difamadoras, vicios todos estos de los que las mujeres son especialmente culpables. Una matrona libre de ellos, merece los mejores elogios. Hay que predicar que se abstengan de estos vicios.
No esclavas del vino. En aquel país existía la costumbre de beber mucho vino. Era un vicio muy común entre la gente de edad avanzada, en especial entre las viejas. Hay que luchar contra este vicio.
Maestras del bien. «Maestras» son las instruidas, aptas y diestras en la manera de enseñar, imbuidas de doctrina y principios sanos, recomienda, ya que encarga a las ancianas que oficien de maestras de las mujeres jóvenes. ¿Para qué?

2:4 que enseñen a las mujeres jóvenes a amar a sus maridos y a sus hijos,

Para que enseñen a las mujeres jóvenes. Deben hacerlo con el ejemplo y la palabra para hacerlas seres modestos, es decir, prácticas en el ejercicio de la modestia de la sensatez, no vocingleras ni chillonas, sino silenciosas y amables. La que peque de inmodestia debe ser instruida por una anciana para que se concentre en amar a su esposo y cuidar a los hijos. Deben asegurarse de que lo cumplirán (hemos consultado los Decretales y hemos encontrado más cosas)2. Así deberán comportarse. Es su deber. La mujer fue creada para el hombre y para parir hijos. Este texto ataca a todos los monjes y monjas. No amará caprichosamente porque Satán siempre vigila, la carne se cansa en menos de un año y viene la tentación de mirar a otro hombre. Por ello, disfruta del don más grande de Dios cuando se complace en su esposo y no en otro y cuando no centra su atención en nadie más que en su propio marido.
Amar a sus maridos y a sus hijos. ¿No es esta recomendación superflua cuando son las jóvenes las que aman más? En realidad, va dirigida contra los que afirman que el amor físico es pagano. Quienes lo dicen son gente negativa, no enseñan nada. El sentido de las palabras citadas es que ellas deben obtener placer de los cuerpos de sus maridos y cuidar de ellos1.
Por tanto, instruye a las matronas a enseñar debidamente a las jóvenes a amar a sus maridos y a sus hijos. Ya he mencionado lo que significa amar al propio esposo, es decir, no limitarse sólo a cohabitar con él, sino a considerarlo como a su señor en todas las cosas sin pretensión alguna de dominio. Esta es una cualidad muy rara en la mujer ya que, por naturaleza, el sexo femenino se inclina hacia todo aquello que está prohibido y ambiciona dominar, gobernar y dictar. Todo ello desemboca en la discordia marital, las peleas, los gritos y las palizas. Amar a los hijos significa no sólo educarlos para el mundo, sino procurar el mantenimiento de sus cuerpos y de su alma. Dicha tarea precisa de la vara y de la disciplina tal como se dice en Proverbios 3:11 y23:13yen Eclesiástico 30:1: «Él lo azotará con frecuencia» a causa de su estupidez. También este es un amor poco frecuente. En general, la gente ama a sus hijos por vanidad, por las pompas mundanas, y no enriquecen sus almas con el estudio de las artes, la buena literatura o el estudio en general. Es deber de los buenos padres instruir a sus hijos desde la infancia en el temor de Dios con la ayuda de una sana literatura de mujeres cristianas. Un cerdo atraerá a otro cerdo, pero hay padres humanos que pueden ser peores. No son ni siquiera paganos, son bestias. Pablo quiere decir que las matronas no deben dedicarse a tareas egoístas y necias. Tienen suficiente trabajo en casa como para mantenerlas ocupadas, pero algunas prefieren salir a la calle y cosas parecidas. Se ha dicho en verdad que un padre hallará la vida eterna en su progenie. Es decir, un padre tiene oportunidades de sobra de practicar la piedad en su casa y sólo si sobra algo, puede distribuirlo entre el prójimo. Es necesario no ser negligente en el propio hogar.

2:5 a ser prudentes, castas, cuidadosas de su casa, buenas, sujetas a sus maridos, para que la palabra de Dios no sea blasfemada.

Prudentes, es decir, modestas. En casa deben conducirse de forma sensata, no necia ni vanidosamente. Han de dirigirlo todo con discreción, tanto en lo que se refiere a los amigos, como a los enemigos, sus maridos o sus hijos.
Castas. En el quinto capítulo de Timoteo (1 Ti. 5:2) se menciona: «A las ancianas... a las jovencitas... con toda pureza». Guardar la castidad marital, sin palabras, gestos o actos lascivos dirigidos a otros hombres en presencia de la gente y en especial, de la propia familia. Las Escrituras hablan con grandes alabanzas de la castidad marital como por ejemplo en Hebreos 13:4. El matrimonio es también de gran valor en lo que se refiere a la castidad porque su premio es la ausencia de la loca lascivia. Los devotos a sus propias esposas, no miran lascivamente a ninguna otra. No hay lascivia entre los merecedores de las bendiciones que Dios otorga al matrimonio. Esto es, están satisfechos con su matrimonio y sus dones, de manera que jamás se cansan de sus esposas ni desaparece su deseo por ellas. He visto a muchos disgustados con sus relaciones maritales. Para resistir a Satán, las relaciones íntimas deben estar presididas por la moderación.
Cuidadoras de su casa. Según Erasmo, los antiguos representaban a Venus sentada sobre una tortuga4. Con esto los paganos indicaban que el mayor elogio de una mujer era estar dedicada a su hogar porque la tortuga simbolizaba la casa, por ello Venus aparece sentada encima de una de ellas. El apóstol también recoge dicha alabanza a la mujer. Hay algunas que «andan de casa en casa» como lo dice el quinto capítulo de Timoteo (1 Ti. 5:13). Y asi que el marido trae a casa un denario ella se lo gasta, le impide el crecimiento de la hacienda familiar. Un hombre así tiene en su casa un portero que huye por la puerta trasera. Quienquiera que tenga una mujer tan frívola, que no se interese por la economía familiar, caerá en una situación desesperada. Por otra parte, peligran la decencia y la disciplina del hogar dado que los hijos, al aprender con el ejemplo, también quedarán arruinados como seres humanos. Estas tres condiciones, por tanto, conducen al mismo punto: su dicha es estar en casa, ser previsora5, le alegra dedicarse a la cocina y no anda saliendo, ni le gusta perder su tiempo charlando con los demás. Una mujer así ayudará a su esposo a mantener la disciplina, a aumentar la hacienda familiar y a conservar las buenas costumbres. Aunque estas son ocupaciones de la vida diaria, hay que hacerlas resaltar en contraste con la vida que llevan las monjas. Las Sagradas Escrituras ensalzan estas condiciones y por ello, han de ser cantadas en la iglesia. Cuando una mujer se ocupa en la cocina o cuida un fresal, lleva a cabo una tarea diaria. No molesta al Espíritu Santo. Estas mujeres son diez veces mejores que si hubieran vivido en un convento en que a fuer de estar ociosas, su mente está llena de pensamientos lascivos y diabólicos. Una esposa se dedica a tareas al parecer muy corrientes a la vista de la gente, pero sin embargo son extremadamente preciosas a la vista de Dios. Por ello, al ser testimonio del Espíritu Santo, son preferibles a todas las que se realizan en el interior de un convento.
Buenas. Deberíamos decir «gütig», es decir siempre dispuestas a ayudar a otro, a trabajar, a perdonar. Esta palabra indica e incluye todas las virtudes con las que debería brillar ante el prójimo, aparte de las anteriormente mencionadas que pertenecen al ámbito familiar. Todas se refieren al hogar, pero si algo queda, ha de ser la amabilidad y la generosidad hacia los demás.
Sujetas a sus maridos. Con esta ley concluye. Las mujeres son del sexo débil y sujetas a la autoridad, de otro modo podrían sufrir terriblemente. Así deben vivir. La regla es perfecta pero la vida no lo es y por ello se producen descuidos y transgresiones6. Existe la otra regla acerca del «navío débil» (1 P. 3:7): por débil que sea físicamente, aún lo es más emocionalmente. Las mujeres varoniles son escasas. Suelen ser débiles, miedosas, susceptibles, irritables y desconfiadas. Por tanto, un hombre ha de tener paciencia; es fácil hallar más bondad que maldad en ellas. Todos desearíamos que todo en la mujer fuera perfecto. ¿Por qué se incluyen estas recomendaciones aquí?
Que la palabra de Dios no sea blasfemada. Las enseñanzas deben impartirse en voz alta para que el Señor sea glorificado. Como dice Mateo 5:16: «que vean». Este pasaje refleja la causa final de todas las buenas obras. Nos justificamos a través de la fe y glorificamos a Dios a través de las buenas obras. Dejad que resplandezca entre vosotros porque os halláis en medio de los malvados (Fil. 2:15). Dios desea utilizar vuestra vida para convertir a las demás naciones, para ampliar el reino de Cristo. Para que no se deshonre la Palabra de Dios. Se precisa una vida de bondad para eliminar las ofensas y edificar a los demás, «así alumbre vuestra luz» (Mt. 5:16). Dios lo da todo sin pedir nada, sólo demanda no ofender a los que han de ser convertidos y no separarlos de nuestra doctrina. Si nuestra vida es malvada, alejamos a muchos ya que a los paganos les es imposible advertir en nosotros fe alguna. Para poder convertirse, precisan ver nuestras obras y oír nuestra doctrina. Por esto habla por doquier de «adornar la doctrina para que los enemigos no tengan motivo de queja». Es decir: «Vivid vidas virtuosas para que los hombres no se alejen de vuestra doctrina». Debemos ser un buen ejemplo para los demás «para que nuestro ministerio no sea desacreditado» tal como se dice en 2 Corintios 6:3. De ahí que ofende a los demás que un cristiano sea avaricioso, lascivo o usurero. «¿Así son los cristianos? ¿Qué hay de bueno en su doctrina?» La ofensa que provoca la derogación de la Misa es totalmente farisaica, debería buscarse en lugar de evitarse. Cristo dijo (Mt. 9:13): «Misericordia quiero y no sacrificio». Condenó la virtud centrada en el lavado de manos, la caridad y el ayuno. Dijo (Mt. 15:13): «Toda planta que no ha plantado mi Padre celestial, será desarraigada». Son ofensas que han de pasarse por alto. «Son ciegos guías de ciegos» dice (Mt. 15:14). Las ofensas que hay que tener en cuenta son las que nacen de las acusaciones de nuestra propia conciencia, Calatas 5:19. La alabanza a Dios nace de nuestras vidas rectas y hermosas. Yo veo que entre los cristianos se castiga el adulterio y que las mujeres obran de forma reservada. Cuando se acusó a los cristianos ante Trajano, Plinio declaró no hallar culpa alguna entre ellos; se reunían antes del amanecer y se oponían al adulterio y a la violencia7. Tan impresionado quedó el pagano de la vida casta y sobria de los cristianos que aconsejó a Trajano que no los castigara. Luciano, por su parte, afirma que los cristianos son buenos, que confían en los demás, que son tranquilos y que reconocen sus propios errores; por tanto, quienquiera ser rico, que se dirija a los cristianos8. Esta es la mala conciencia que impele a los malvados a opinar sobre los cristianos. ¿Qué acusación podrían tener contra nosotros? De este modo, Münzer y nuestros fanáticos justificarían su separación en nombre de Dios diciendo: «Porque no dará por inocente Jehová a quien toma su nombre en vano» (Ex. 20:7).

2:6 Exhorta asimismo a los jóvenes a que sean prudentes;

Exhorta asimismo a los jóvenes a que sean prudentes, jóvenes o adolescentes. Hace una disntinción entre ancianos y jóvenes. Recomienda la misma virtud a jóvenes y hombres maduros. Zcócpocov: sed comprensivos con los que se hallan en la edad ardiente. Dice lo mismo acerca de las ancianas y de las jóvenes. No hay época vital para la que no deba mostrarse compasión. Si son compasivos son virtuosos.

2:7 presentándote tú en todo como ejemplo de buenas obras; en la enseñanza mostrando integridad, seriedad,

Presentándote tú en todo como ejemplo de buenas obras, un modelo, un ejemplo. Tito debería ser un rújtog9. Vosotros que os halláis colocados en medio de la escena, debéis ser un ejemplo puro. Un obispo está expuesto a las miradas del público. Cualquier aspecto deseable en los demás, debe darse en él. ¿En qué aspecto?
En la enseñanza. Aquí, el texto es confuso. Ni los griegos ni los latinos se ponen de acuerdo en la distinción que hay que hacer10. La cualidad principal de un obispo es la de preparar correctamente la Palabra porque su tarea primordial es la enseñanza y por encima de todo ha de estar dedicado a la conservación de la doctrina.
Mostrando, esto es, en vuestra doctrina mostraréis integridad, seriedad, palabra clara y seréis irreprochables. Así es como yo los distingo. El texto griego lo hace del siguiente modo: Al enseñar conservaréis y demostraréis integridad e incorruptibilidad a fin de no adulterar la Palabra con lo que la doctrina resultaría confusa o diluida. Y no sólo ha de ser así con la Palabra, sino con vosotros mismos, de manera que podáis ser un buen maestro, un hombre intachable, que no vicia la doctrina con sus propias opiniones, sino que presenta la Palabra en toda su integridad, tal como le ha sido confiada.
Seriedad. Sed corteses y honrados. No impartáis enseñanza con frivolidad como hacen aquellos que, echando mano de su elocuencia y retórica, sólo buscan provocar la hilaridad y confundir los oídos (2 Ti. 4:3) como en Pascua". Hay que enseñar la Palabra seriamente como recomienda en Romanos 16:18 y sólo cosas serias. Quien predica a Cristo con un corazón veraz posee una Palabra salvadora, agradable al Espíritu, aunque no lo sea a la carne y no basada en ningún mito. Del mismo modo que hay que preservar la doctrina en toda su integridad sin mezcla espúrea alguna, también hay que hacerlo con seriedad, es decir recta y honradamente para impedir el surgimiento de cuestiones que sólo sirven para provocar disensiones y peleas. Así ocurre ahora. Mientras se centra la atención en dichas cuestiones, se pierde la Buena Nueva.

2:8 palabra sana e irreprochable, de modo que el adversario se avergüence, y no tenga nada malo que decir de vosotros.

Palabra sana e irreprochable, de modo que el adversario se avergüence, y no tenga nada malo que decir de vosotros. A pesar de todo y a causa de la verdad, aún sigue siendo necesario defenderse. Yo no he dicho nada ni enseñado nada, el Espíritu Santo es quien lo ha hecho. Nuestro objetivo es que vuestra palabra resulte irreprochable. ¿Por qué? ¿Podremos justificarnos por ello? No, a condición de que los paganos sean personas íntegras. Así, cuando prediquéis de la forma en que os he instruido, vuestra doctrina los conmoverá y se convertirán. Si, por otra parte, vuestra doctrina no es sana y ellos la incorporan, tendréis ante vosotros numerosos oponentes-paganos armados con su filosofía particular, judíos con su circuncisión y su Ley y sabihondos que os crearán conflictos. Por tanto, dado que estáis «en medio de una generación tortuosa y perversa» (Fil. 2:15) que no sólo se ofenden, sino que buscan cualquier oportunidad para ofenderse, debéis conduciros de modo que les sea imposible hallar ocasiones para ello. Ocurre que cuando asisten a la publicación de nuestros libros, desearían que nuestra doctrina pereciera. Por ello debemos cuidar de que nuestra doctrina sea irreprochable y adaptar nuestra vida a los cuatro requisitos12.

2:9 Exhorta a los siervos a que se sujeten a sus amos, que agraden en todo, que no sean respondones;

Exhorta a los siervos a que se sujeten a sus amos, que agraden en todo. Estos esclavos merecen su aprobación. Confirma que vive bien, independientemente de lo censurable que pueda parecer a los ojos de sabios y consagrados. Los clérigos los desprecian pero a los ojos de Dios son sumamente aceptables. Cuando impartíamos nuestra enseñanza de acuerdo con los dictados del Papa, omitíamos lo pío y saludable ya que no existía nada más piadoso en la vida que ser un monje, a pesar de las diversas exhortaciones de las Escrituras que recomiendan el mayor aprecio a los ancianos, las matronas, esposas e incluso esclavos. Habla de los esclavos de la antigüedad, propiedad de sus amos como lo son rebaños en la actualidad, capturados en una guerra o comprados en el mercado. Sin embargo, califica de buena la vida de estos y lo conveniente de vivirla en buena conciencia. ¡Cuan mejor no es la vida de un hombre que sirve a otro prometiéndole fidelidad y cumplimiento de los deberes de un criado! En este caso, la fidelidad por la que estos sirvientes prometen cumplir con su servicio es voluntaria. Como dice a los corintios (1 Co. 7:21) «no te dé cuidado». Constituye un gran consuelo ser consciente de vivir una vida agradable a Dios. Ningún clérigo puede atreverse a decir algo parecido. «Que se sometan a sus amos en todo, que les complazcan sin contradecir.» Dice lo mismo a los efesios (Ef. 6:5-8 y Col. 3:22-24). Deben obedecer debidamente, centrarse en lo que es bueno y soportar su servidumbre con paciencia, y considerar que se trata de la voluntad de Dios, y que su esclavitud place a su Divina Majestad. Del mismo modo, ha de complacernos a nosotros los últimos entre los últimos; es decir, hemos de aceptarlo con buena voluntad. En segundo lugar, han de llevar a cabo sus deberes de manera de no ofender a sus amos, y hacer todo cuanto pueda complacer a éstos. Este anhelo de complacer debe ser perfecto, es decir no han de dedicarse sólo a aquellas tareas que prefieran o que consideren mejores. Esta clase de virtud es escasa, en especial entre aquellos cuya servidumbre abarca la propia vida. La carne se indigna cuando está cautiva. Si leéis las comedias13 podréis comprobar lo que opinan los poetas de los esclavos: inútiles y negligentes en lo que se refiere a sus deberes para con sus amos. Para aquellos que sirven voluntariamente, como nuestros criados, la situación dista mucho de ser peor. Disfrutan de la libertad de marcharse si no les gusta el lugar donde están. Los únicos cautivos auténticos son los encarcelados o los ingresados en campos de trabajo forzado. El nuestro no es un servicio como éste, es gratuito. Sin embargo, suelen haber bastantes quejas porque no hay predicaciones acerca del servicio. En la actualidad nunca he oído decir que el servicio de casa deba servir a sus amos y que se trate de lo mejor que pueden hacer. Si los criados supieran que cuando prestan atención a todo lo que atañe a su servicio, Dios los mira con complacencia, actuarían de forma distinta. Pero no lo hacen porque ignoran que se hallan en un estadio de vida beneficioso para ellos. Dice a los colosenses (Col. 3:23): «Como para el Señor y no para los hombres» ya que es Él quien ha determinado su actual nivel de vida. Si un criado efectúa con satisfacción sus variados deberes y cumple con exactitud los deseos de su amo, se salva. No es necesario ir a Jerusalén. No has de pensar: «Soy un pobre criado. ¿Cómo puedo aspirar a hacer las buenas obras que hace un monje?» Dejemos que otro funde iglesias. Quédate como criado y procura hacer todo aquello que satisfaga a tu amo. Vivirás seguro y esperarás la revelación de Cristo, como dice más abajo (v. 13). ¿Por qué has de perder el tiempo mirando lo que hacen los demás cuando tus propias obras te hacen extremadamente rico? Quédate en casa y mantente bajo las órdenes de tu amo. Hay quien desprecia las sencillas y comunes tareas de cada día y quien dice: «No quiero seguir siendo un criado. Seré un monje». Con ello despreciamos la piedad que se halla por doquier. La virtud más suprema es aquella que procura la satisfacción del amo de cada uno. Esto es lo que compete a los cristianos.
Que agraden en todo, que no sean respondones. Para ellos resulta fácil gruñir. Es el vicio de los que sirven. Preguntad a los campesinos por los problemas que tienen con los braceros que alquilan para cuidar de los campos o del ganado. Hoy día, los criados viven como si ellos fueran los amos. Sus obras se rigen por la fuerza y la violencia. Los criados son tiranos. El Señor no puede tolerarlo y por ello, les envía la peste. Se niegan a ser instruidos y si lo son, no escuchan. Si el siervo es un cristiano, es un miembro noble del reino de Cristo. «Si tienes un buen siervo, trátale como a tu propia alma», Eclesiástico 33:31. Sara era santa y Agar era santa, pero ésta, que no era más que una criada, quiso ser como su dueña.

2:10 no defraudando, sino mostrándose fieles en todo, para que en todo adornen la doctrina de Dios nuestro Salvador.

No defraudando. No malversar. Esta especie de latrocinio puede adoptar distintas caras, desde el descuido de las posibles pérdidas de los bienes domésticos hasta un pecado que puede ser evitado. Se callan pero roban. Su deber es cuidar de la propiedad de su dueño. Si no lo hacen por negligencia o por descuido, son culpables. Si hurtan no son más que rateros y ladrones. En la actualidad suele oírse: «Los criados no son leales. Roban. Y cuando perjudican lo que pertenece a sus dueños, no se preocupan porque no se trata de nada suyo». Por eso no se bendice a ninguno de ellos. Veréis muy pocos campesinos que prosperen porque han merecido el modo como les tratan. Pero Dios los recompensa y obtienen el premio que merecen. En todas partes continúan habiendo mendigos, estafadores y chapuceros. Nadie les ha dicho que la fe, es decir la fidelidad, la lealtad, o la buena fe está clasificada en los Calatas 5:23 como los frutos del Espíritu. Como dice más adelante: «No les hace ningún efecto».
Fieles en este caso no significa confianza en Cristo, sino fidelidad, que sean fieles y demuestren buena fe en todo; que cuiden fielmente de la hacienda de sus dueños aunque se dediquen a asuntos corrientes como cuidar la vaca o lavar los platos. Los clérigos, en cambio, están imbuidos por el orgullo de sus obras. Pero el Espíritu Santo replica: «Eres un sacerdote sagrado pero ante mí tus obras no tienen importancia. Sin embargo, una sirvienta que lava la vajilla me sirve a mí, independientemente de los sucia que te parezca su tarea. Y los mismos ángeles la contemplan y se regocijan».
En todo se refiere nuevamente a todas las formas particulares de servicio. A algunos les gusta cuidar del jardín y de las plantas. Si se lo toleran, perfecto. Él no dice «haced esto o lo otro», sino «actúa fielmente en todo». No hace falta leer a Santo Tomás para comprender estas sencillas palabras. Aunque tuviéramos diez manos, continuaríamos teniendo trabajo para ocuparlas. Sin embargo, nos la pasamos prestando atención a otras cosas. Tenemos el mandamiento de amar a nuestros semejantes y sin embargo corremos a Santiago14. ¿Por qué? No os concedo ningún mérito por esto, sólo os recomiendo ser buenos y fieles y dedicaros a las buenas obras porque ya sois justos. Conducíos a la mayor gloria de Dios. Poseéis vuestra salvación y vuestro alimento. Actuad de modo que Dios pueda ser glorificado a través vuestro. Esto es lo que nos dice Pablo. Es un orador que expresa el mismo pensamiento de varias maneras. Antes denomina la Palabra de Dios «nuestro ministerio», ahora dice que deben adornar la doctrina. El significado es el mismo porque si soy como él recomienda, yo adorno la Palabra. Un pagano no podrá protestar si su sirviente cristiano se esfuerza en darle satisfacción en todos los aspectos, y no tendrá más remedio que confesar: «tengo un sirviente perfecto». Pero si el criado es infiel, el dueño dice: «Prefiero a cualquier criado antes que a un cristiano». Así queda mancillada la doctrina de la salvación. Esto es lo que Pablo intenta comunicar cuando dice (v. 5) «Cuida que la Palabra no resulte desacreditada», y hace una distinción entre la Palabra y nuestra vida. «La Palabra te ha glorificado a ti y a nosotros. Así nuestra vida es sana y la Palabra será glorificada.» Debemos gratitud a la Palabra oída y glorificada a los ojos de los hombres, de Dios y de los ángeles. Es glorificada a los ojos de los hombres no sólo a través de las buenas obras, y no sólo por el beneficio de la Palabra, sino porque favorece la conversión de los otros. Por tanto, nuestra vida debe ser buena no porque nos conquiste nuestra salvación, sino porque servirá para la conversión de otros. Los responsables del descrédito de la Palabra tendrán que rendir cuentas. Pablo lo expresa perfectamente: «que adornen», es decir que sea alegre y gozosa, no despreciable porque es la doctrina de Dios nuestro Salvador. Cuando habla de los esclavos utiliza adjetivos superlativos que no usa en otros casos, porque la vida de los esclavos no es agradable y necesita palabras de mayor aliento que otras profesiones. Es legítimo que la nobleza los avergüence de forma ocasional, pero no es conveniente que los golpeen. Por tanto, dado que hay un modo de vida malo y otro de magnífico, es necesario atraer a los paganos con términos óptimos. La clerecía despreciaba el matrimonio y lo creía indigno de su estilo de vida, por consiguiente cayeron en el lodazal. Así ocurre con los criados que no creen que su tarea agrade a Dios. En ese caso, Dios castiga su ingratitud como si fueran los amos. Sólo si ganaran cien mil «groschen»í5 se convencerían de que disfrutan de una vida agradable a Dios. Pero no lo creen porque sus obras, sus deberes y sus personas son mezquinos. Y sin embargo, Dios mismo les habla cuando dice: «A través de tu trabajo me sirves a mí». Renunciar a una esposa y servir a Dios, es servir al diablo. No es una doctrina evidente, dice, sino la que ningún hombre, salvo Dios, ha establecido. Él, nuestro Salvador, cuyas intenciones para con nosotros son la bondad misma, es quien lo ha dispuesto todo para que pudiéramos ser salvados. Si esto no os impresiona, vosotros los que coméis suficiente, dejad que os impresione Cristo cuando os considera como esclavos. «Entra en el gozo de tu Señor» (Mt. 25:21).

2:11 Porque la gracia de Dios se ha manifestado para salvación a todos los hombres,

Porque la gracia de Dios se ha manifestado. Desde el momento en que se refiere a «la doctrina de nuestro Salvador», es lógico que continúe con este discurso. Hemos oído muchas veces que la venida de Cristo al mundo se produjo por un doble motivo: primero como ejemplo y segundo como don. Tenemos la doctrina de la salvación y de la piedad que nos enseña cómo actuar. Dios mismo estableció ambas, enseñándolas y demostrándolas en la práctica. Primero cuando explica que Cristo la enseñó y la demostró con su propio don, «se dio a Sí mismo» (v. 14). Si estas llamas no os inspiran, es que sois más fríos que el hielo. Ha aparecido a través del Evangelio, esto es, se ha revelado al mundo a través del Evangelio. Para la salvación, es decir, nos salva. De todos los hombres de toda clase, ancianos, mujeres, maridos, esposas, esclavos, hombres libres. A todos ellos se recomienda que realicen buenas obras porque el Evangelio se ha revelado a todos, como se lee en el último capítulo de Marcos (Mr. 16:15). No se excusa a nadie.

2:12 enseñándonos que, renunciando a la impiedad y a los deseos mundanos, vivamos en este siglo sobrio, justa y piadosamente,

Enseñándonos. Es una doctrina promulgada por la gracia para castigarnos cuando nos apartamos de la vía recta, del mismo modo que se castiga y se disciplina a los niños. Es una doctrina excepcional.
Renunciando a la impiedad, es decir, a la falta de fe en Dios y, en segundo lugar, a los deseos mundanos. Estos son los dos componentes de la vida: la impiedad del espíritu y las pasiones mundanas de la carne. Son los frutos del árbol cuyas raíces las constituyen todos los vicios. Las pasiones conviven con la impiedad. Si eres un impío, desearás la riqueza, la popularidad y el poder. Hay que cerrar el paso a estos deseos, no sólo a sus obras. Ambos vicios, la impiedad y las pasiones no cesan de luchar contra los cristianos. Hemos de aprender a creer, porque la impiedad lucha a diario contra nosotros por lo que, a diario, también hemos de resistirnos a ella. Como se dice en Romanos 7:23 nuestros deseos no están muertos. La carne no cesa de reclamar los halagos del mundo y teme a las asperezas, a la muerte y a la cruz. Hemos de luchar contra ello con sobriedad; moderación y decencia. En primer lugar hemos de controlar modestamente nuestra propia persona; a continuación practicar el amor para con nuestro prójimo, obedecer al magistrado, pagar los tributos, es decir no estafar a nadie. Ser honrado.
Piadosamente, es decir, servir a Dios. Cuando alguien se dice: «Sirvo al gobierno no para mi propio provecho, sino para el de Dios», hace bien. Sirvo a mi hermano no para su provecho sino para el de Dios. Amo a mi esposa, a mi familia y me conduzco en la vida sólo por Dios. Este es el significado de piadoso. «Y para Él sólo», porque ser piadoso quiere decir dedicar todo nuestros servicio a Dios, porque, como dijo antes (v. 5) deben vivir justa y piadosamente.

2:13 aguardando la esperanza bienaventurada y la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo,

Aguardando la esperanza. La modestia debe regir nuestra vida en relación con nosotros mismos, con nuestro prójimo y para con Dios para que podamos esperar confiadamente presentarnos ante nuestro Señor. ¿No es éste el mejor de los consuelos? Si un esclavo cree en Cristo y obedece a su amo, puede esperar confiadamente la aparición de Cristo. Si un marido cumple con su deber y una esposa ama a su esposo y cuida de la casa, también pueden esperarlo porque saben con certeza que complacen a Dios. Así, un maestro que lleva a cabo su tarea con perfección, puede esperarlo porque está completamente seguro de que sirve a Dios y realiza lo que Éste desea aunque tenga que sufrir los ataques de Satán. A un clérigo, en cambio, le es imposible sentir de este modo. Podemos esperar a la aparición de Cristo con confianza porque creemos en Cristo y adornamos su doctrina a despecho de cualquier monje o sacerdote. Éstos pueden decir «he rezado siete horas», pero no pueden añadir «espero una esperanza bendecida», porque no pueden afirmar «estoy seguro que mis obras complacen a Dios». Una criada puede decir «he fregado los potes de cocina, he encendido el horno y he tendido las camas» y confiadamente espera la aparición de Cristo porque ha llevado a cabo estas tareas en Cristo y sabe que le complacen. Así ocurre con un hijo que obedece a su padre. Si le ordenan que vaya a estudiar sus lecciones, piensa: «es una orden de mi padre y place a Dios». Es inevitable que Satán, como enemigo vuestro que es, os ataque cuando obedecéis a vuestro padre o amáis a vuestro hermano o a vuestro cónyuge. Así la doctrina de Dios se adorna con vuestra vida pero no en el sentido de justificarnos. Es magnífico que nos garantice la vida eterna por cumplir con nuestra obligación, pero sólo lo consigue aquel que ha vivido conforme a sus mandatos. «No temáis, manada pequeña» (Le. 12:32). Hay que magnificar la pasión y muerte de Cristo, son infinitos porque creemos en su sangre. Creer y vivir de acuerdo con ello es un ejemplo para los demás; esperamos confiadamente en Cristo. Así espera un cristiano. Estas son palabras magníficas y no una mera esperanza temporal que crucifica en lugar de aportar bendiciones. Entonces Él será revelado en su gloria, grandeza y divina majestad. Cristo es Dios. Esta es la primera parte. La segunda es que Él ha concedido y administrado sus dones. Cristo fortalece la conciencia, para que no desesperemos de la vida eterna16.
Empezaremos exponiendo la aparición de Cristo de dos maneras. La primera es un ejemplo según el cual la gracia de Dios que nos trae la salvación, se ha mostrado a través del Evangelio para que pueda castigar a todos los hombres y nosotros podamos imitar su ejemplo. Cristo fue serio y lleno de buenas obras, por tanto, debemos vivir de acuerdo con ello. La segunda, presenta la aparición de Cristo como un don de Dios, por el cual los sufrimientos y las obras de Cristo no son meramente un ejemplo, sino un don que nos ha concedido. Y por ello dice:

2:14 quien se dio a sí mismo por nosotros para redimirnos de toda iniquidad y purificar para sí un pueblo propio, celoso de buenas obras.

Quien se dio a sí mismo. Éstas son palabras muy importantes. El ejemplo de Cristo no debería ser en vano porque nadie puede seguirlo a menos que nos transformemos en un nuevo hombre. A veces, un anciano se niega a cumplir con la prescripción de alguna buena ley, aunque esté más dispuesto a seguir la ley que el Evangelio, porque se cree con suficiente sabiduría para hacer su voluntad; pero cuando el Evangelio le anuncia lo contrario, cede. Sin embargo, mientras el anciano no ceda, no conseguiréis nada, no importa cuánto insistáis. Dice: no sólo nos ha precedido con su ejemplo, sino que se ha convertido en nuestro don para que su justicia sea la nuestra. ¿Para qué? Una cosa es precedernos con su ejemplo y otra muy distinta es entregársenos como un don. Nos castiga con su vida y ejemplo y nosotros debemos cumplir con nuestras obras. Pero lo que no conseguimos con nuestras obras sólo por creer en Cristo, según 1 Corintios 1:30, es nuestra justicia; el pecado y la muerte nos tiene cautivos y por tanto es inútil que la Ley nos ordene hacer buenas obras dado que quien es cautivo del pecado le es imposible hacer nada.
Y purificar para sí un pueblo de su propiedad. Así es como el apóstol traduce la palabra hebrea rrpjo, propiedad privada, lo suyo. En Éxodo (Ex. 19:5) «Vosotros seréis mi especial tesoro», nosotros decimos «lo mío» y Pedro dice (1 P. 2:9): «Pueblo adquirido para posesión de Dios». Virgilio habla de peculium17. Esto es, se trata de un pueblo propiedad de Cristo entre los cuales mora, que le es devoto, a quien cuida y que es el rebaño al cual ha dado la vida. No sólo lo ha rescatado, sino que a diario purifica cualquier vicio que haya en él. De forma parecida es celoso de buenas obras que, con celo y en competición, se apresuran a llevarlas a cabo. Él fue celoso, por tanto, hemos de comportarnos de acuerdo con ello por haber sido redimidos y purificados. Se ha de hacer una cuidadosa distinción entre ambos. Así Pedro dice (1 P. 2:24): «Quien llevó Él mismo nuestros pecados...vivamos para la justicia». Y si Cristo ha sufrido en su carne «como Él ha hecho, hemos de hacer nosotros». Así Juan dice (1 Jn. 2:9): «El que dice que está en la luz». Está hablando de la imitación de Cristo, pero, por otra parte también dice (1 Jn. 2:2): «Y no sólo por nuestros pecados, sino por los de todo el mundo». En este caso se refiere al don. Por eso debéis considerar cuidadosamente ambos aspectos. Hasta ahora hemos enseñado en las escuelas que Cristo es un ejemplo y un legislador, pero del otro aspecto, el de darse a nosotros, no se dijo nada. Y, sin embargo, es la parte más importante y el resumen de lo que debería enseñarse y conocerse de Cristo. Si no se hace así, la fe perecerá por ausencia de justicia en la enseñanza de la primera parte'8.

2:15 Esto habla, y exhorta y reprende con toda autoridad. Nadie te menosprecie.

Esto habla y exhorta. El énfasis se pone en el pronombre «esto». Se refiere a su anterior referencia a las fábulas (1:14) donde dice: «que se apartan de la verdad». Hemos de prescindir de dichas fábulas. Sólo con estos dos aspectos, el de la enseñanza de la fe y el de Cristo como un don, tenemos suficientes dificultades. Satán, en cambio, se esfuerza en persuadirles de que es fácil. Los apóstoles nunca lo consideraron una cosa fácil. Aunque todos nosotros nos reuniéramos para redactar un sermón, no lograríamos componer un texto como el de Pablo. Afirmo que la fe y el amor nunca son suficientemente enseñados. En esta empresa, Satán emplea todo su poder para envilecer la doctrina, como se dice en 1 Corintios 8:2: «Si alguno se imagina que sabe algo, etc...». Es este principio lo que hace inútiles las fábulas. Hay dos clases de doctrina. La doctrina cristiana debe enseñarse siempre porque siempre hay oyentes y niños en periodo de crecimiento que precisan de ser instruidos en aquello que ignoran. Hay que recomendar continuamente la misma cosa, repetirla, inculcarla y escucharla. Ellos la desprecian y se inclinan por doctrinas nunca oídas como por ejemplo «si el pecado original es un defecto». Hay que presentar siempre la misma doctrina y en la misma forma. Creen que el diablo está muerto e ignoran al demonio interno que sigue latente. Por tanto, la carne se hace sentir a diario. Ofrece nuevas leyes contrarias a la fe y al amor. Por ello, no hay que desmayar y enseñar y exhortar con la Palabra porque el maligno nos hiere cada día con sus dardos encendidos (Ef. 6:16). Los que no son heridos son poseídos. Por ello cada cristiano se enfrenta a diario a pruebas diversas. Su fe, su esperanza y su castidad19 son sometidas a prueba. ¿Qué hay que hacer? Enseñar, explicar, inculcar, exhortar la Palabra. Las Sagradas Escrituras poseen esta gracia, la de no enseñar en vano. Con sólo abrir el Libro con atención, uno no lo cierra sin haber obtenido el fruto y la semilla que hacen recto al hombre y le purgan de sus malos pensamientos, convirtiéndolos en buenos. Si los pensamientos malignos vuelven, abramos de nuevo el Libro. Por eso se llama a las Escrituras el libro de la paciencia (Ro. 15:4). No se apresuran a orar a nuestro Padre aun sabiendo que su Palabra nos limpia el corazón y ataca el fuego del maligno. De ahí que en todo momento nos hallemos sometidos a las pruebas del mundo y de Satán, por tanto es provechoso enseñar como él dice: «enseñando lo bueno y útil».
Reprende con toda autoridad. ¿Acaso se propone que Tito se comporte de forma dominante, contrariamente a lo que se ha dicho en el quinto capítulo de Pedro (1 P. 5:3) y en 2 Corintios 4:5? Se dice a los Corintios (2 Co. 1:24): «No es que pretendamos dominar sobre vuestra fe» y nuevamente (1 Co. 4:8): «¡Y ojalá reinaseis!» Significa que debe inculcar la doctrina con firmeza, no con una autoridad tendente al dominio personal, sino a favor de la doctrina. Es decir, debéis hablar de forma que la autoridad impregne vuestra doctrina, de un modo que, al inculcarla, provoque reverencia y prive a la contraria de todo prestigio y poder. Con autoridad, que vuestra doctrina posea fuerza y provoque reverencia.
Nadie te menosprecie, se dirige al que quiere instruir a los orgullosos y poderosos. Arriba (1:7) usó la palabra «Condúcete de forma irreprensible. Sigue las cuatro condiciones indicadas arriba.» Es evidente que los falsos profetas desprecian todo esto con absoluta arrogancia. Tienen «egoísmo»; pero nuestros maestros son justos y sabios. Él desea que su doctrina sea impartida e impresa de un modo que impida a sus adversarios menospreciarla y, en caso de hacerlo, caerán en las redes de su propio orgullo. Es decir, no permitáis que os desprecien por vuestras enseñanzas y exhortaciones, como dice Mateo 10:14. En resumen, sé convincente y diligente al impartir tus enseñanzas. El apóstol percibió con toda claridad que para preservar su palabra en la iglesia se necesitaban buenos predicadores.


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NOTAS
Capítulo 2

1.Téngase en cuenta que Lutero está escribiendo a principios del siglo XVI, cuando las duras condiciones de vida envejecían prematuramente la población.
2.Probablemente se trate de una ironía, como una pulla contra la ley canónica.
3.Este es el final del séptimo sermón del 2 de diciembre de 1527 y el comienzo del octavo del 3 de diciembre.
4.La fuente de Lutero es Erasmo quien, a su vez, bebía en Plutarco; según esto, se ha de corregir nuestra sugerencia de las Obras de Lutero, 3, p. 201, n. 30.
5.En parte Lutero parece parafrasear Pr. 31:10-31.
6.El latín es algo oscuro: Sic debet vivere, Regula est perfecta, vita non, quia iam negligens est, supergreditur.
7. Plinio, Epistolae, vol. X, ep. 96.
8.Luciano, Peregrinas, 13.
9.Es imposible traducir exactamente este juego de palabras en griego y latín.
10.En la mayoría de los manuscritos latinos se lee: «en la enseñanza, en la integridad, en la gravedad», hay quien se muestra de acuerdo con el texto griego.
11.Lutero se refiere a las homilías risus pascalis de la Baja Edad Media y la costumbre de incluir Ostermaerlin (cuentos de hadas pascuales) en el sermón de Pascua para divertir a los fieles. Cf. Maria Caterina Jacobelli, Risus Paschalis (Planeta, Barcelona 1991).
12.Final del noveno sermón del 3 de diciembre de 1527 y comienzo del noveno del 4 de diciembre.
13.La favorita de Lutero era Formio de Terencio; ver por ejemplo, las Obras de Lutero, 13, págs. 155-156.
14.Se refiere a Santiago de Compostela, en España, que Lutero suele mencionar como lugar de peregrinaje; ver por ejemplo las Obras de Lutero, 22, p. 250, n. 36.
15.Fracción del taler, moneda alemana de plata que estuvo en curso desde el siglo 15 al 19 (N. del T.).
16.Este es el final del noveno sermón del 4 de diciembre de 1527 y el principio del 9 de diciembre.118
17.Probablemente una referencia a las Églogas de Virgilio.
18.Lutero se preocupará de distinguir con claridad entre Cristo como don y Cristo como ejemplo, cuya confusión se venía arrastrando desde principios del segundo II y todavía persiste en algunos medios en nuestro siglo, que se manifiesta en la preferencia por selecciones de los Evangelios, como el llamado "sermón del monte" al resto de los escritos neotestamentarios, todos ellos testigos unánimes de Cristo. La distinción trazada por Lulero viene a significar que para hacer de Jesucristo un modelo a imitar, primero hay que conocerle como salvador. "La parle principal y la base del Evangelio es aceptar a Cristo antes de lomarlo por dechado [modelo]. Debes conocerlo como un don y obsequio que te está dado por Dios y que le pertenece. De lal manera cuando lo miras y escuchas que él hace o padece algo, no debes dudar de que él mismo, Cristo, con tal obra y padecimiento sea tuyo; que puedes confiar en esto no menos como si lú lo hubieras hecho, hasta como si lú fueras el mismo Cristo... Por lanío, ves que el Evangelio en verdad no es un libro de leyes y mandamientos que existe para que nosotros obremos, sino es un libro de promesas divinas, en el cual él nos promete, ofrece y da toda su bondad y su favor en Cristo" (Breve enseñanza sobre lo que debe buscarse en los Evangelios y lo que debe esperarse de ellos).
19.El texto dice castitas y hemos traducido su significado, pero dado el contexto, debe entenderse caritas, amor.

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