MUJERES: CO-LABORADORAS EN EL MINISTERIO


(Un estudio bíblico teológico del papel de la mujer en el ministerio oficial del pueblo de Dios en el Antiguo Testamento y en los evangelios.)

1.0- INTRODUCCIÓN:

Los cristianos estamos unidos acerca del evangelio: las buenas nuevas de Jesús el libertador. Mas no existe semejante unidad con respecto tanto al tema general de la liberación femenina, como al tema específico del lugar de la mujer en el ministerio oficial de la iglesia.

¿Qué dice la Biblia al respecto? Realmente, los cristianos estamos muy divididos sobre cuál sea la enseñanza bíblica, e incluso para los que somos de persuasión teológica conservadora, no siempre es fácil determinar qué está enseñando la Biblia sobre el tema.

Son 3 las causas que dificultan nuestra tarea: (1) el tema es uno cargado de emoción; (2) los textos bíblicos son de interpretación disputada; y (3) aún cuando se haya podido determinar el significado original del texto, no siempre es fácil aplicarlo al contexto moderno actual.

1.1- E1 problema del prejuicio:

Aunque es bien sabido que debemos tratar de leer la Biblia con una mente totalmente abierta, no imponiendo sobre ella nuestros propios puntos de vista; sin embargo seríamos muy ingenuos si creyéramos estar libres de prejuicios sobre el tema que nos ocupa. Por una parte, nos hemos criado en familias e iglesias (o sea, dentro de una sociedad) en las que tanto el hombre como la mujer tienen papeles más o menos definidos, y estamos tan acostumbrados a los patrones tradicionales establecidos. Por ello, al estudiar los textos bíblicos, tendemos a buscar la evidencia que apoya lo que nos es conocido, lo que de antemano sentimos es lo correcto en virtud de las normas de la sociedad en que vivimos. Por lo mismo, nos sentimos amenazados cuando se nos cuestiona nuestra forma acostumbrada de hacer las cosas. Los varones tenemos poca inclinación de cambiar, pues en verdad hay que admitir que nos gusta (y ¡nos conviene!) el papel que nuestra sociedad tradicional (la iglesia) da al hombre y a la mujer. Y a muchas hermanas también les gusta, y no desean ver cambios drásticos que las afecte.

Pero por otra parte, existen presiones muy fuertes que tienden a romper los estereotipos hombre/mujer, y en las que se propone abrir cada vez más a la mujer ocupaciones y papeles tradicionalmente reservados a los hombres. La liberación femenina entusiasma a muchas mujeres (ni qué decir de la preocupación que le causa a los hombres), y las hermanas pueden sentirse profundamente frustradas y dañadas en sus intereses por los patrones tradicionales que aún quedan tanto en la sociedad en general como en la iglesia en particular.

1.2- Reconocimiento del problema.

¿Cómo, pues, puede el cristiano escapar las influencias que tanto distorsionan su objetividad? (a)- En ler lugar, debemos reflextonar sobre nuestra pecaminosidad y reconocer el egoísmo latente en nuestro corazón. Sólo así podremos enfocar este tema tan impregnado de emoción con humildad y oración. Debemos aceptar que nos equivocamos con harta frecuencia, y que siempre es una tentación leer la Biblia en la manera que más nos conviene. Por ello, debemos pedir al Señor nos corrija cuando nos equivocamos y nos ayude a moldar nuestros pensamientos a los de él, cueste lo que nos cueste. Debemos estar preparados para el cambio, porque con tanta frecuencia pretendemos investigar un tema, cuando en realidad tenemos una posición predeterminada. Nos convertimos en beligerantes, con el único resultado de que ya ni podemos "oír" lo que nuestros hermanos nos están diciendo sobre el asunto en discusión.

(b)- En 2° lugar, debemos estar conscientes de las presiones sociales que nos afectan. Pretender la imparcialidad absoluta es peligroso. A1 fin y al cabo, somos hijos de nuestros tiempos y nuestra formación ha moldeado nuestro sentido de lo correcto. Si reconocemos esta realidad, la podremos tener en cuenta al interpretar el texto bíblico, y escucharemos la voz de la Biblia con mayor sensibilidad. Dejaremos así que ella sea el árbitro sobre nuestras ideas (y no al revés, que nuestras ideas determinen el significado del texto bíblico).

Por supuesto, no siempre contradirá la Biblia nuestras tradiciones. Muchas de ellas son buenas, y provienen de Dios. Con todo, hay muchas otras que son dañinas, pues provienen de la forma de pensar del "mundo".

Por ello es preciso siempre estar vigilantes, y no alinearnos a las formas del mundo (Rom 12:2). Y todavía hay otras tradiciones de la sociedad que son más bien una mezcla de lo bueno y lo malo (por ejemplo, es sano que hayamos aprendido a respetar las creencias y la religión de los que no son creyentes; pero no es bueno que pensemos que todas las religiones pueden conducir a Dios (aun cuando muchos en nuestra sociedad así piensen). El reto que tenemos, pues, es el de dejar que la Biblia juzgue nuestras tra­diciones, sean eclesiásticas (el bautismo, los oficios ministeriales) o económicas (si somos capitalistas o socialistas), sean éticas o sociales.

(c)- En 3er lugar, no es necesariamente malo admitir que estamos confundidos, que no sabemos cuál debe ser nuestra posición respecto a algo tan importante como el papel de la mujer en la iglesia. Esto es lo que nos permite mayor humildad, una búsqueda más sincera de la dirección del Espíritu Santo, y una actitud de mayor caridad y comprensión hacia otros creyentes y sus puntos de vista. En fin, nuestro deseo debe ser el de una búsqueda sincera de la verdad de las Escrituras. Si contamos con esto, podremos escuchar con mayor precisión lo que la voz de Dios nos dice en su Santa Palabra.

1. 2- Principios hermenéuticos de valor.

  • La Biblia es absolutamente autoritativa, la regla infalible de nuestra fe y práctica.
  • El mensaje de la Biblia es eminentemente salvífico, de cómo el hombre puede ser reconciliado, liberado y renovado.
  • Aun cuando muy variada, la Biblia cuenta con unidad orgánica de propósito, y desarrolla su mensaje en forma progresiva.
  • La Biblia relata historia (es histórica).
  • Deben tomarse en cuenta los elementos literarios y teológicos de la Biblia.
  • Es necesaria la analogía de la Biblia (comparando una parte con otra), pues no existe contradicción en ella.
  • Los principios eternos deben ser distinguidos de las aplica­ciones y expresiones locales y culturales de dichos principios.

2.0- LA CREACIÓN.

2.1- Introducción:

Dios, a través de la historia, se relaciona con el hombre (entiéndase en su sentido genérico) por medio de un PACTO. La Biblia misma es el re­gistro, inspirado por Dios, de la historia de las relaciones entre Dios y el hombre, relaciones normadas siempre por el concepto del pacto. La acción de Dios (así como su revelación) gira alrededor de los grandes eventos salvíficos de la historia: la creación, la caída, la redención y la consumación.

En el tema que nos ocupa hoy, que es el papel de la mujer en el ministerio oficial de la iglesia, no podremos avanzar sin antes entender el papel de ambos, así el del varón como el de la mujer, en la creación. ¿En qué sentido es el varón la "cabeza" de la mujer? ¿Tiene primacía el varón sobre la mujer? ¿E1 papel de la mujer es, pues, un papel secunda­rio? ¿Hemos de entender que ella es de un rango inferior? ¿O son básica­mente papeles igualitarios, pero de orden diferente? ¿En qué consiste la igualdad, y en qué la diferencia? Y pensando en la iglesia, la comunidad de los redimidos por Cristo, ¿imperan los mismos principios de los papeles del varón y de la mujer en la creación, o ya operan nuevos principios basados en lo que es la naturaleza de la iglesia? O sea, ¿los papeles del varón y de la mujer en la familia deben verse reflejados en el ámbito de la iglesia como familia de Dios? ¿O ya pueden cambiar los respectivos papeles, dada la naturaleza especial y diferente de la iglesia y su misión dentro del pacto: adoración a Dios, edificación del cuerpo, y servicio al prójimo - o sea, la iglesia como comunidad adoradora, edificadora y servidora?

E1 estudio, por supuesto, puede ser largo, y hay libros enteros dedi­cados al tema. Por las limitaciones de tiempo, y el enfoque limitado de este papel, solamente esbozaré líneas de pensamiento, algunas ideas que puedan servir como base de nuestra reflexión adicional. No pretendo poder dar una definición dogmática del asunto, sino más bien quiero ofrecer un marco de referencia que nos ayude a dar sentido y orden a toda lo que es la maraña de problemas, teorías e interpretaciones sobre el papel de la mujer en la iglesia.

2.1- La tesis:

Nuestra tesis, en síntesis, es la siguiente: tanto el varón como la mujer son "co-laboradores" en el ministerio; co-servidores en la obra para la cual Dios los pone en su mundo. Para entender esta tesis, debemos recordar el plan de Dios en su desarrollo histórico:

  • Etapa 1- el orden de la creación: varón y mujer creados en un pacto juntos como compañeros perfectos en el mundo hermoso de Dios.
  • Etapa 2- los efectos de la caída: el consorcio original es roto, y las relaciones entre hombre y mujer sufren corrupción.
  • Etapa 3- la redención en Jesucristo: el compañerismo original es restaurado y renovado, en principio.
  • Etapa 4- la consumación en la segunda venida: el compañerismo (con­sorcio, sociedad) entre varón y mujer será plenamente cumplida en la renovación final del plan original de Dios para ambos.

Uno de los temas más espinosos que hay que tocar con relación a los papeles respectivos del varón y de la mujer, es el significado de la frase que el hombre es "cabeza" de la mujer. ¿Qué implica esto con relación a la autoridad, la sumisión, la obediencia, la igualdad, etc.? Es de instrucción comenzar nuestra reflexión precisamente donde inicia el relato de la revelación divina, en el libro de Génesis, libro clave que introduce un sin fin de temas que posteriormente se desarrollan en las Escrituras (o sea, en la historia de la redención).

2.2- Génesis 1:26-28.

Siendo la etapa 4 del plan de Dios una restauración de la creación a lo que había sido su intención original, se puede decir que en cierto sentido la etapa 4 está revelada en el primer capítulo de la Biblia. En este capítulo tenemos un cuadro de la etapa 1, el de una creación hermosa y perfecta. Jesucristo restaurará en su 2a venida esta misma hermosura y perfección de una manera plena, completa y eterna. Entre las etapas 1 y 4 están las 2 y 3, en las que Dios nos da la solución a nuestra situación pecaminosa. Hoy día estamos en la etapa 3. Nos queda el principio del mal, pero somos redimidos y liberados, oramos "véngase tu reino" y anhelamos nuestra restauración completa, todo por mediación de Cristo.

En Génesis 1 tenemos el primer relato de la creación, en la que la creación del hombre es el clímax, la culminación, de la obra creadora de Dios. Entendemos que es la culminación por 3 razones fundamentales: en el orden de las cosas creadas, fue el último; de todo lo creado, es el único creado a la "imagen de Dios"; y Dios le encargó el señorío sobre todo lo creado. En este relato varón y hembra fueron creados en forma simultánea, y ambos a la imagen de Dios (v 27). ¡Cuán impresionantes son las palabras de Dios en el v 26, "Hagamos al hombre a nuestra imagen"!

Esto nos enseña varias cosas: (a)- la igualdad de la mujer con el hombre en compartir la imagen de Dios. E1 v 27 es claro: "y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó".

(b)- Parte del contenido de la "imago Dei" es el aspecto comunitario, relacional. Si hay pluralidad en la unidad de Dios (Elohim), "hagamos al hombre a nuestra imagen" - argumento que para muchos es una anticipación primitiva de la revelación posterior sobre la Trinidad: tres personas en una misma esencia, un Dios - así también en la imagen humana habrá una pluralidad en unidad. Algunos piensan que la unidad es la de la familia, otros la de la raza humana. De cualquier forma, tanto varón como mujer existen - son creados - para estar en relación, para compartir una comunidad, un compañerismo, reflejando así el que caracteriza a Dios.

(c)- Para unos, el señorío es parte de la "imago Dei": "y señoree en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo animal que se arrastra sobre la tierra". Esto se dice precisamente en el contexto de "hagamos al hombre a nuestra imagen”. Para otros, el señorío es consecuencia o resultado de la "imago Dei". De cual­quier forma, es claro que tanto la mujer como el varón participan en esta "misión cultural" del dominio (bajo el señorío absoluto de Dios) sobre todo el mundo creado. Ambos son algo así como virreyes, bajo el reinado absoluto de Dios. La mujer, pues, comparte con el hombre las responsabi­lidades del pacto de obras: co-labora, co-ministra, co-participa, co­señorea. No es posición de inferioridad, sino de igualdad con el hombre en este respecto.

(d) E1 otro aspecto de la "imago Dei" es el sentido ontológico, o sea, la naturaleza del hombre como ser humano - aquello que lo hace hombre a diferencia de los animales - es su capacidad de raciocinio, auto­conciencia y emoción (así Calvino y la tradición reformada en general). Lutero decía que consistía sólo de la justicia original, la que luego el hombre perdió en la caída. Los atributos incomunicables de Dios (su eternidad, infinidad e inmutabilidad, precisamente por ser exclusividad de Dios, no son parte de la "imago Dei", pero sí los atributos comunicables tales como la santidad, la justicia, la verdad, la bondad, el poder, la sabiduría, etc. (ver Catecismo Menor, preg. # 3, ¿Qué es Dios?) En todo esto, la mujer participa igual como el hombre: ambos son creados juntos a la imagen de Dios.

(e) La igualdad entre ambos se ve también en Gén 5:1-2. E1 nombre "Adán" de hecho es un nombre colectivo, que puede referirse tanto al varón como a la mujer". "Este es el libro de las generaciones de Adán. E1 día en que creó Dios al hombre, a semejanza de Dios lo hizo - (singular porque "Adán" es genérico", pero incluye a la mujer) - varón y hembra los creó; y los bendijo, y llamó el nombre de ellos Adán, el día en que fueron creados".

2.3- Genesis 2:18-25.

En el capítulo anterior se presenta la creación del hombre como un acto único, simultáneo. Aquí Moisés da un segundo relato de la creación del varón y la mujer, que consta de dos etapas distintas. Habrá que entender el propósito que tuvo Moisés (y Dios) en poner dos relatos paralelos, que en algunos aspectos importantes aparentemente se contradi­cen, pero todo esto es parte del propósito general del libro de Génesis. Por ahora, basta decir que algunos (los pro-igualdad de la mujer) se apoyan en Gén 1, y pasan por alto las implicaciones de Gén 2, mientras que otros (los pro-sujeción de la mujer) utilizan Gén 2 y olvidan a la vez la enseñanza de Gén 1.

Aquí vemos varios datos adicionales: por ej, (a) dijo Dios, "no es bueno que el hombre esté solo"; (b) la mujer fue creada después del varón; (c) fue tomada de una de sus costillas; (d) ella es designada "ayuda idónea"; y (e) él le dio el nombre "Varona" (el dar nombre a algo implica superioridad, autoridad, potestad). Todo esto, por supuesto, sirve como base del argumento que el hombre es la "cabeza" de la mujer, en el sentido de que existe un orden jerárquico desde la creación que debe regir la relación varón-mujer. Algunos añaden a estas ideas otras que implican para la mujer cierta inferioridad, estatus secundario y un lugar limitado (papel materno y hogareño) dentro del trabajo en la creación. Arqumentan, por ej, que según este pasaje, cuando Dios hizo el pacto de obras (vv 15­17), la mujer no había sido creada aún, por lo que ese pacto fue consti­tuido sólo con Adán; por ende, el papel del varón es el del mandato cultural de labrar y cuidar la tierra. De modo que al crear Dios a la mujer, fue solamente para serle una "ayuda" al hombre, todo lo cual implica que la responsabilidad no es la misma, ya que la del varón es mayor que la de la mujer.

Como la Palabra de Dios no se contradice, pues tiene a Dios mismo por autor, ¿cómo hemos de reconciliar estas ideas aparentemente contradicto­rias? Conviene, pues, hacer las siguientes oLservaciones:

(1)- El término "ayuda" en sí, NO implica inferioridad alguna. Es un término de función, mas no de jerarquía o de categoría. Ciertamente se puede usar la voz en su sentido de asistente subordinado. Pero recordemos también que se usa la misma voz en referencia a Dios, por ej, en el Salmo 46:1, donde dice que Dios es "nuestro pronto auxilio (la misma palabra hebrea de 'ayuda') en las tribulaciones". Imposible pensar que Dios es el inferior, y que ayuda al hombre, su superior! Más bien, se trata de una asistencia que bien puede darse de un superior a su inferior, como también entre iguales. San Agustín hizo una observación muy apropiada, de que si Dios hubiera querido que la mujer fuera superior al varón, la hubiera creado de su cabeza; o si hubiera querido que fuera inferior, la hubiera tomado de sus pies; mas el hecho de que fe creada de su costilla indica que ella ha de ser del mismo valor que él, debiendo permanecer a su lado por todo y en todo.

(2)- Por otra parte, los que aducen la condición inferior de la mujer, o por lo menos su papel secundario ante el del varón, deben fundamentar mejor su posición, especialmente respecto a las diferentes esferas de la actividad humana. Hay muchos oficios y ocupaciones que la sociedad humana ha creado que se verán afectados por nuestra doctrina. Por ejemplo, ¿podría una mujer ser directora de una escuela secular en cuya facultad hay también hombres? ¿Podría ser una mujer presidente del consejo administrativo de una empresa, o gerente general, habiendo hombres ocupando cargos inferiores en la empresa? ¿Podría una mujer ser miembro de la Suprema Corte de la nación, y así afectar la vida de miles de hombres? Podría una mujer ser presidente municipal, gobernadora de un estado, inclusive presidente de la república? Por otra parte, también habría que explicarse la situación de las viudas y de las solteras. ¿A quién deberían ellas "ayudar"? ¿de quién serían la "ayuda idónea"? si no tienen maridos?

(3)- En Gén 2:23 Adán comenta, "Esto es ahora hueso de mis huesos y carne de mi carne", indicando con ello que la mujer participa tanto como él de su existencia, su vida, su quehacer humano. Así como ella es creada para él y está incompleta sin él, él también está incompleto sin ella, lo que a la vez implica que él también es creado para ella. Ambos son partes complementarias de una sola entidad: el matrimonio que forman. La unicidad se encuentra, pues, en la entidad relacional (matrimonio, familia), no en la soledad varonil o femenil. En una frase, son dos mitades de una misma naranja.

(4)- Gén 2:24 enseña, "dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne". Esto sugiere que el enfoque de todo este pasaje realmente es sobre la relación matrimonial, y no tanto sobre las demás relaciones que son parte de la vida en sociedad.

(5)- Volviendo a tomar la idea de la "imago Dei", especialmente en su sentido relacional más que ontológico, Carlos Barth arqumenta que la "imago Dei" consiste precisamente en la relación varón/mujer. Argumenta él en base al paralelismo en Gén 1:27 "Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó", y nota que la frase "varón y hembra" de la línea 3 es paralela a la idea "a su imagen" de las líneas 1 y 2. Es una analogía de que así como Dios existe como "Yo y Tú", el hombre existe como varón y hembra. Philip E. Hughes corrige la idea de Barth de que la "imago Dei" consiste en la distinción entre géneros, y hace 5 observaciones: (a) También los animales fueron creados macho y hembra, mas no implica ello que tienen la "imago Dei". (b) Esto podría implicar sexualidad en la divinidad, cosa que la Biblia en ningún lugar enseña. (c) Jesús fue verdadero hombre, sin embargo nunca se casó. (d) El matrimonio queda abolido en el estado eterno, según Mat 22:30. (e) Los cristianos son conformados, según Rom 8:29 y 2a Cor 3:18, a la imagen de Cristo, y no a la de la Trinidad.

(6)- La "imago Dei", en lo que representa pluralidad en unidad, co­laboración mutua, co-participación en una misma tarea, refleja la natura­leza de la divinidad como Dios trino y uno. En la naturaleza de Dios existe un cierto orden, una "economía de funciones". La revelación poste­terior nos muestra que Dios existe en tres personas: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Las tres son todas de la misma esencia, y cada una es igualmente y plenamente Dios. No hay jerarquía, subordinación, superiori­dad o inferioridad. Sin embargo, el Padre no es el Hijo ni el Hijo es el Espíritu Santo. Es el Padre quien envía al Hijo (Jn 20:21), y el Hijo no vino para hacer su voluntad, sino la del Padre (Jn 5:30). El Espíritu quien procede del Padre es enviado por el Hijo para dar testimonio acerca del Hijo (Jn 15:26). Existe una igualdad entre las personas de la divinidad, sin que esto niegue una ordenación de funciones. Y así como hay una economía armoniosa de funciones en la divinidad, así también la hubo entre varón y mujer en la creación. Es en este sentido de orden que debemos pensar del hombre como "cabeza" de la mujer, sin que ello implique disminución de valor o de jerarquía en la mujer. (Más sobre esto en la siguiente ponencia, que trata de la enseñanza paulina.)

3.0 LA CAÍDA (Gén 3).

Una vez entrado el pecado al mundo, afectó por igual a todos, hombres y mujeres, con su corrupción perniciosa y fatal. Con relación a la caída, hago las observaciones siguientes:

(1)- Ambos participaron, ambos tuvieron culpa. Dios habló a ambos, y ambos contestaron con sendas excusas. Tan unidos estaban que aún en el momento de su caída en el mal demostraron su "paridad". Las consecuencias de la caída vinieron sobre ambos, aunque también con ciertas diferencias. Ambos fueron expulsados del Edén, ambos murieron, ambos descubrieron su desnudez. Pero al hombre se le castigó con trabajo arduo, sudor y espinos. El trabajo se convirtió para él en fatiga y pena. Y a la mujer se le castigó además con dolores de parto.

(2)- Como parte de estas consecuencias de la caída, la relación íntima y armoniosa entre varón y mujer suirió un cambio radical. En 3:16 dice, "...y tu deseo será para tu marido, y él se enseñoreará de ti". Ya no son iguales las relaciones; ya todo ha cambiado. Cada uno descubre las faltas, las deficiencias, los pecados de su compañero(a). Lo que queda de la armonía original es simplemente una pobre caricatura de la relación santa y equitativa primitiva. El varón y la mujer luchan por superar sus diferencias y por aliviar, o por lo menos minimizar, los dolores de parto, mas el sufrimiento continúa, nunca puede ser eliminado completamente. La corrupción de esta relación básica del ser humano es total: notemos cuánto divorcio hay, cuánta infidelidad, cuántas familias encabezadas por sólo una persona (mayormente la madre), cuántos medios hermanos y hermanas, cuánto egoísmo, cuánta falta de amor sincero.

(3)- Satanás fue muy astuto: atacó a la raza humana en su mismísima raíz - la relación varón/mujer. Su estrategia fue - y sigue siendo ­"divide y conquista". La paridad original de la mujer con el hombre se vio afectada. El que el hombre fuera "cabeza" se convirtió en dominio, en señorío. La sujeción de la mujer se convirtió en rendición (o entrega), ya sea limitada o total. La historia del hombre demuestra las consecuen­cias de dicha corrupción de la autoridad original del varón en abuso, manipulación, discriminación y hasta violación y opresión.

(4)- Muchos culpan a la mujer de la caída. Inclusive padres de la iglesia como Tertuliano y Crisóstomo pensaron mal de la mujer, viéndola como inferior al varón ("la mujer es la puerta de Satanás", dijo Tertulia­no, dando a entender que por ser ella más débil, cayó e involucró al varón). Pero si la mujer fue por naturaleza más débil, ¿qué implica eso con referencia a la creación de Dios? Más bien, Dios los culpa por igual y los castiga por igual. Si acaso, fue Adán el que pecó "con los ojos abiertos". Si hubiese sido más "fuerte" que Eva, no le habría hecho caso. De hecho, Dios no asigna a Eva la culpa del pecado de toda la raza humana, pues en 1a Cor 15:22 dice "...así como en Adán todos mueren, también en Cristo todos serán vivificados".

(5)- Un incidente curioso en esta triste historia es que, pese a la culpa asignada a Adán por el pecado que ha pasado a la raza humana, Dios dirige la palabra a Eva cuando anuncia la forma en la que vendría la salvación para el hombre. Además, es de la "simiente" de la mujer que habría de venir el Redentor que aplastará la cabeza de la serpiente (Gén 3:15). Esto representa para la mujer un papel de importancia especial. Fue esta promesa que Dios dio a Eva la que inspiraría en ella consuelo y gozo, aún en el dolor del parto. Las mujeres judías soñaban en poder ser la madre del Mesías prometido. Tardaría muchos siglos hasta la venida de Cristo, pero durante ese largo tiempo, en el Antiguo Testamento aparecen puntos de luz, que hacen vislumbrar la futura renovación, cuales estrellas matinales anunciando el albor de un nuevo día.

4.0- LA REDENCIÓN EN JESUCRISTO.

Cristo es el Sol de justicia que alumbra al mundo entero. Los que son de Cristo son "hijos de luz", y Él es la "Luz del mundo". Cristo es el centro de la acción salvífica de Dios y el objeto de todas las profecías del Antiguo Testamento. La promesa, característica del Antiguo Testamento, se cumple en Jesucristo. Como parte de esta promesa, hay en el Antiguo Testamento muchos puntos de luz sobre lo que sería en el futuro el nuevo papel de la mujer en el plan de redención, aunque algunos los calificarían más como excepciones a la regla que anticipación de lo venidero.

4.1- La suerte de la mujer en el Antiguo Testamento:

Las consecuencias de la caída y sus efectos en las relaciones humanas siguen siendo muy en evidencia. El pecado realmente ha afectado gravemente las instituciones sociales del pueblo de Dios. Ciertamente, la vida del hombre es precaria y difícil, pero la de la mujer lo es aún más. Por ej, (a)- a las muchachas se les declaraba listas para el matrimonio tan pronto llegaban a la edad de tener hijos. (b)- Pertenecían legalmente al padre, luego al esposo; no tenían personalidad jurídica. (c)- La ley judaica las consideraba irresponsables y débiles; tenían que usar el velo al salir de la casa. (d)- Llamaban "Señor" y "Dueño" a sus maridos; cualquier deseo de él tenía para ella carácter de ley; la mujer se quedaba en pie mientras comían los hombres. (e) En la estimación de los votos en Lev 27, el valor de la mujer era la mitad del valor asignado al hombre. (f) El hombre podría pedir el divorcio, pero ella no. (g) La mujer no podía aspirar a ser educada, aun mucho después que se habían establecido escuelas para los varones. (h) Los niños judíos aprendían a orar así: "Señor, te doy gracias que no me hiciste gentil, o esclavo, o mujer".

Ciertamente la mujer en el Antiguo Testamento no recibía trato igua­litario. Con todo, la mujer hebrea gozaba de una posición mejor que en las culturas y pueblos vecinos. Precisamente porque la ley consideraba a la mujer como más débil, la protegía. Era el deber de los niños honrar a sus madres. El hombre tenía el deber de alabar y proteger a su mujer, y en efecto muchos la ponían en un pedestal, especialmente por su papel de madre.

4.2- La mujer en la vida religlosa del pueblo de Dios.

Tanto la mujer como los niños eran considerados parte del pueblo de Dios. Debían escuchar la ley de Dios y recibían castigo si la desobedecían (Deut 17:2-7; 31:12; Neh 8:2). Pero la circuncisión, señal de pertenecer al pacto, era por la misma naturaleza del rito exclusividad del varón. Tenía la mujer participación en el culto público, aunque no es muy claro hasta qué punto lo era. María tocó el pandero y dirigió a las mujeres en el canto a Jehová (Éx 15:20ss). Esdras menciona a 200 cantores entre varones y mujeres (Esd 2:65, cf. Neh 7:67). Probablemente formaban una especie de coro para el templo, aunque algunos creen que más bien cantaban en ocasiones de banquetes oficiales. Las mujeres no podían entrar al templo, sólo podían llegar a la puerta a donde dejaban las ofrendas. Elí estaba sentado en la puerta cuando observó la oración de Ana (1° Sam 1:9,12).

4.3- La mujer como líder en el pueblo de Dios.

El sacerdocio, por orden de Dios, era exclusividad del varón (eran los únicos que tenían la señal del pacto). La mayoría de los profetas fueron varones, pero hubo cuatro excepciones: (a)- Miriam (Éx 15:20), "Y María la profetisa, hermana de Aarón, tomo el pandero..."; (b)- Débora (Jue 4:4), "Gobernaba en aquel tiempo a Israel una mujer, Débora, profetisa, mujer de Lapidot"; (c)- Hulda (2° Rey 22:14ss), "Entonces fueron el sacerdote Hilcías, y Ahicam, Acbor, Safán y Asaía, a la profetisa Hulda...y hablaron con ella. Y ella les dijo: Así ha dicho Jehová el Dios de Israel..."; (d) la esposa de Isaías (Is 8:3), "Y me llegué a la profetisa, la cual concibió, y dio a luz un hijo..." (Maher­salal-hasbaz). Es de notarse que Miriam fue una gran líder del pueblo; que Débora ocupó tanto el oficio de profeta como el de rey (juzgó al pueblo); y que Hulda habló con la autoridad divina a oficiales varones. Otras mujeres importantes en la historia del pueblo de Dios son: Ester, quien usó su influencia para salvar a su pueblo e instituir reformas, y a quien se le recuerda hasta hoy en la fiesta de los Purim; y Judit, en la época intertestamentaria, hasta el día de hoy celebrada como ejemplo de piedad, devoción, oración, confianza y valor por haber asesinado a un tal Holoferno (Judit 8-16). Prov 31 es toda una oda en alabanza de la mujer, no tan sólo por sus cualidades maternas, sino por sus altos dones de administración de su hacienda.

4.4- La mujer como símbolo teológico de Dios.

El Antiguo Testamento con frecuencia representa al pueblo de Dios como una mujer; los sufrimientos de Israel son comparados a los dolores de parto (Is 26:17ss; 66:7; Jer 4:31; Miq 4:9ss). Jehová es el fiel esposo del pueblo, y la falta de fidelidad del pueblo al pacto es comparado al adulterio o a la prostitución (Jer 3:1-3). Ver también pasajes hermosos como Is 54:5-8; Ez 16:59-63; cap. 23; y también el libro de Cantares.

En algunos pasajes se compara a Dios directamente con el papel de la mujer. En Is 49:15, el amor de Dios es mayor que el de una mujer para con su hijo (ver también Is 42:14 y Núm 11:12). Pasajes como Sal 22:9; 71:6 e Is 46:3 hablan del cuidado de Dios de su hijo Israel desde su nacimiento (cuidado cual el de una madre o de una nodriza). Oseas 11:3 muestra a Dios enseñando a caminar a Efraín. La literatura sapiencial con frecuencia personifica a la sabiduría (tipo de Cristo, según 1a Cor 11, como una mujer (Prov 1:20-33 y 8:1-9:6). Pasajes como éstos, y especialmente se considera que provienen de una cultura decididamente patriarcal, son clara prueba de que Dios no es exclusivamente masculino.

5 0- LA REDENCION EN JESUCRISTO

En el plan de Dios para su pueblo, el Antiguo Testamento era de orden preparativo, anticipando la venida de su Hijo al mundo. En él (Jesús) se cumplirían las promesas, desde la de Gén 3:15 hasta la de Malaquías. Jesús sería quien vendría para quitar la culpa del pecado de Adán y para restaurar todas las relaciones rotas por el pecado.

5.1- La actitud de Jesús para con la ley de Moisés.

Jesús fue judío. En muchas cosas no se le podía distinguir de otros judíos. Habló el arameo mezclado con algunas frase griegas; conocía su Biblia; se identificó completamente con su pueblo. Pero Jesús fue un radical, porque su actitud para con la mujer fue todo lo opuesto a las costumbres y las normas de su época. Jesús fue todo un judío, y eso es lo que hace tan significativa la elevada estima que le dio a la mujer. Jesús fue un radical, pero no un revolucionario social. E1 no presentó nuevas ideas tanto como enseñó las implicaciones verdaderas y profundas de la misma ley y de la tradición rabínica. Jesús no tanto invalidó la ley, sino que la cumplió y la profundizó (ver Mat 5:17-19a). Enseñó el verdadero significado de la ley: primero, mostrando su rica variedad; segundo, satisfaciendo las exigencias divinas de una obediencia perfecta; y tercero, mostrando que el amor y el servicio son la esencia misma de la ley. Así trató Jesús a las tradiciones rabínicas. Estas tradiciones para él sí eran importantes, pero solamente como guías o como líneas directrices. É1 escandalizó a sus contemporáneos porque aceptó a todos los que vinieron a él en fe, tanto al pagano incircunciso, como al judío pecador. Particularmente fue su actitud para con la mujer lo que causó mayor revuelo. Jesús constantemente rebasó las normas farisaicas en esta área, buscando restaurar y renovar los papeles originales de la colabora­ción de la mujer con el hombre en los asuntos de Su Reino.

5.2- Jesús y la mujer.

Mujeres jugaron un papel muy importante en la vida de Jesús. Todos conocemos de su madre María, y de Elizabet. Dios quiso honrar a Ana, la viuda de 84 años de edad que servía al Señor en el templo noche y día, y le permitió ver la redención del pueblo de Dios en la persona del niño Jesús. Jesús sorprendió a muchas mujeres, tanto por la forma en que las trató, como en las enseñanzas que les dio. Consideremos los casos de las siguientes:

(a) Luc 10:38-42, el incidente de la cena en la casa de María y de Marta, ésta criticando a su hermana, no sólo por no haberla ayudado en los preparativos, sino también por haber traspasado los límites de la modestia femenil al sentarse a los pies de Jesús, escuchándole e intercambiando ideas con él en presencia de los varones. "Marta, Marta, afanada y turbada estás con muchas cosas. Pero sólo una cosa es necesaria, y María ha escogido la buena parte, la cual no le será quitada" (vv 41,42). Fue un tremendo paso para cualquier mujer judía. En otras palabras, Jesús estaba diciendo que para ser discípulo suyo, podía ser cualquiera, varón o mujer.

(b) La mujer encorvada de Luc 13:10-17. Dieciocho años tenía de no poder enderezarse, y Jesús le dijo "Mujer, eres libre". El líder de la sinagoga no podía criticar mucho el acto de haberla sanado, pero sí se quejó de que haya sucedido en el día sábado. Mas Jesús le contestó que cualquier hombre le daría agua de beber a su buey o a su asno; "y a esta hija de Abraham, que Satanás había atado dieciocho años, ¿no se le debía desatar de esta ligadura en el día de reposo?" Música a los oídos de esta mujer: "hija de Abraham", o sea, ¡hija del pacto!

(c) La mujer con un flujo de sangre, Mat 9:20-22. Fue para ella algo riesgoso acercarse para tocar la túnica de Jesús, no sólo porque era mujer, sino por lo embarazoso y delicado de su problema, pues según Lev 15:19-30 le hacía persona contaminada. "¿Quién me tocó?" preguntó Jesús, indicando que también él habría quedado contaminado. Temblando se acercó ella y se arrodilló a sus pies. "Ten ánimo, hija; tu fe te ha salvado". ¡La fe de ella, no la de su marido!

(d) Como un último ejemplo, el relato de la mujer samaritana (Jn 4: 1-42). Si la posición de la mujer era de por sí baja en Israel, la de una samaritana lo era todavía más. Si no se podía imaginar a un hombre judío dirigiendo la palabra a un samaritano, ¡menos lo haría a una mujer samaritana! Sin embargo Jesús conversó largo y tendido con ella, para mostrarle su necesidad, así como el camino de la salvación y de libertad. Llegando los discípulos, estaban estupefactos; pero Jesús les contestó, "Vengan, es ya la hora de la siega. Otros han preparado el campo, a ustedes les toca cosechar”.

De modo que la mujer formaba parte esencial de la misión de Jesús. Él vino para libertarlas de las cadenas del pecado y de sus consecuencias, sanar las relaciones entre el varón y la mujer, y ofrecerles oportunidades insospechadas de servicio. Jesús trató con dignidad a la mujer, siendo ellas personas de tanto valor como los hombres. Y ellas correspondieron a esta atención. María de Betania ungió sus pies con perfume. La mujer en la casa del fariseo hizo algo similar. Mujeres siguieron a Jesús hasta la cruz (mientras que los discípulos varones huyeron). Le dieron toda clase de asistencia y ayuda, según sus posibilidades.

5.3- Enseñanzas de Jesús para la mujer.

La Biblia nos muestra que Jesús incluyó entre sus enseñanzas muchos conceptos que podían llamar la atención a la mujer. Por ejemplo, sus parábolas tenían las metáforas siguientes, tomadas de la vida diaria de la mujer:

(a) las 10 vírgenes, Mt 25:1-13;
(b) la parábola del candil, Mc 4:21-23;
(c) la parábola de la levadura, Lc 13:20-21;
(d) la moneda perdida, Lc 15:8-10; y
(e) la viuda y el juez, Lc 18:1-8.

Helmut Flender, en su comentario a Lucas, observa que hay un énfasis especial en este evangelio de mostrar cómo Jesús escoge por partes iguales a varones y a mujeres para ilustrar sus enseñanzas. Veamos:

(a) los anuncios angelicales a Zacarías (el que no creyó) y a María;
(b) Simeón y Ana, Lc 2:25-38;
(c) la sanación de un endemoniado y otra de la suegra de Pedro, Lc 4;
(d) la fe del centurión y la de la viuda de Naín, Lc 7;1-17;
(e) Simón el fariseo y la mujer pecadora, Lc 7:36-50;
(f) el buen samaritano, y María y Marta, Lc 10:29-42;
(g) las parábolas del hombre con una semilla de mostaza y de la mujer con levadura, Lc 13:18-21;
(h) el hombre que perdió una oveja y la mujer que perdió una moneda y
(i) las mujeres ante el sepulcro y los discípulos en el camino a Emaús, Lc 23:44-24:35.

El genio liberador y renovador de la enseñanza de Jesús tiene su ejemplo clásico en el relato de la mujer sorprendida en adulterio, Jn 8:1­-11. Obviamente no estaba sola, y según la ley de Lev 20:10, lo correcto era proceder a la muerte de ambos. Pero los líderes de los judíos sola­mente trajeron ante Jesús a la mujer. Ante la pregunta de qué era lo correcto hacer, Jesús contestó, "El que de vosotros esté sin pecado sea el primero en arrojar la piedra contra ella". Uno por uno se fueron yendo, y entonces Jesús habló a la mujer, "Ni yo te condeno; vete y no peques más". De esta forma, y de manera por demás efectiva, Jesús destruyó el criterio moral que permite más libertad al hombre que a la mujer, y eliminó cual­quier diferencia que pudiera existir, haciéndolos iguales en su vista.

5.4- Conclusión.

Jesús, pues, vino a salvar tanto a la mujer como al hombre. Ambos lo necesitaban por igual, y él no hizo diferenciación alguna. Con todo, nos preguntamos, ¿por qué Jesús no escogió alguna mujer para estar entre los 12 apóstoles? Para algunos, esto es evidencia de que, aún cuando Jesús vino a restaurar la libertad e igualdad a la mujer, en ningún lado vemos que les dio lugar en el ministerio oficial. Y aunque nunca hubo una apóstol mujer, no quiere decir que para Jesús la mujer no gozaba de paridad con el hombre. Siempre demostró Jesús el valor y la estima en que tenía a la mujer. Sería como si le preguntáramos a un padre de familia, ¿a cuál de sus hijos podría entregar? O, tomando otro ejemplo, preguntar al cuerpo, ¿a cuál de tus miembros podrías entregar primero: el ojo, la lengua, el brazo? ¿No son todos de igual valor? La vida de Jesús fue el punto de cambio más grande de la historia para la mujer. A partir de él, la mujer es tomada en cuenta y de nuevo participa al lado del hombre en la obra de Dios sobre la tierra.
Amén.