HISTORIA DE LOS ANABAUTISTAS
por W. R. ESTEP

PREFACIO

Desde que Gordon Ross, mi profesor de historia eclesiástica en el Colegio Berea, me introdujo hace unos veintidós años en el estudio de la historia de la Reforma, he estado interesado en los anabaptistas del siglo dieciséis. El presente libro comenzó realmente hace más de cuatro años. Interrumpido por un año de estudio en América del Sur, su finalización no la conseguí sino hasta el año pasado. Intercalado entre clases, reuniones de comisiones, cargos denominacionales y compromisos oratorios, lo que sorprende es que al fin llegara a terminarse. Todavía estaría inconcluso en la mesa de trabajo si no hubiera sido por la ayuda de muchos colegas, estudiantes y amigos que tenían interés en esta obra.

Me hallo en gran deuda con Robert A. Baker, jefe del departamento de historia de la iglesia en el Seminario Teológico Bautista del Suroeste, quien ha leído capítulo por capítulo y me ha dado numerosas sugerencias para mejorar el manuscrito. También han leído el manuscrito Franklin H. Littell, profesor de historia de la iglesia en el Seminario Teológico de Chicago, y James Leo Garrett, profesor de teología histórica en el Seminario Teológico Bautista del Sur, en Louisville, Kentucky; y a ambos agradezco las valiosas críticas. Estoy en deuda asimismo con muchos colegas de la facultad de la Escuela de Teología del Seminario Teológico Bautista del Suroeste, quienes han leído capítulos específicos y me han dado críticas beneficiosas sobre ellos. A mis estudiantes de historia de la Reforma quisiera decirles "gracias" por las muchas horas que hemos pasado juntos tratando de llegar a una mejor comprensión de los anabautistas dentro de la Reforma del continente. Dichos estudiantes me han estimulado a un más cuidadoso examen de mis materiales y a una mayor dedicación a las clases. Asimismo, reconozco que el libro no hubiera podido acabarse sin la paciencia y el trabajo de las señoritas Mary Fox e Inez Ballentine, las cuales han estado durante muchas horas tecleando para concluir el manuscrito.

Es evidente que ninguna investigación es posible sin las adecuadas facilidades bibliotecarias. He sido particularmente afortunado al tener la ayuda de Charles P. Johnson, director de bibliotecas del Seminario Teológico Bautista del Suroeste, quien ha puesto a mi disposición todo el material de la Biblioteca Fleming. Por su conducto he podido utilizar libros de la biblioteca del Colegio Goshen, en Goshen, Indiana, que de otra manera no hubiera podido conseguir. También estoy en deuda con Robert F. Beach y Leo T. Crismon, bibliotecarios respectivamente del Seminario Teológico Unión de la ciudad de Nueva York, y del Seminario Teológico Bautista del Sur, en Louisville, Kentucky, por facilitarme en el verano de 1958 los libros de sus bibliotecas.

La deuda que tengo con los numerosos eruditos de generaciones pasadas y presente, está manifestada en cada página de este libro. Estoy particularmente agradecido al creciente círculo de escritores anabautistas capaces, cuyos trabajos han aparecido en el Mennonite Quarterly durante más de un cuarto de siglo.

Dos libros aparecieron sobre la Reforma anabautista antes de que esta obra fuera publicada, los cuales no he utilizado en la presentación de] manuscrito. El primero de ellos, Even unto Death (Hasta la muerte) escrito por John Christian Wenger I-Richiíí~ñd:--johñ Knox Press, 1961), trata con brevedad y en forma popular el movimiento anabautista, y salid a la luz cuando este manuscrito se hallaba muy cerca de] final. El segundo, The Radical Reformation, escrito por George Huntstor Willíams (Filaje-lfia: Westilñster Press, 1962), trata exhaustivamente el tema, y no estuvo disponible sino hasta que mi manuscrito estaba ya en mano de los editores. Estoy seguro que mi obra hubiera ganado por puntos de vista adicionales recogidos en estos dos libros. No obstante, y puesto que mi estudio se basa sobre todo en las fuentes, dudo de que alguna de las conclusiones hubiera sido afectada.

A pesar de la ayuda abundante que he recibido, reconozco las imperfecciones de esta obra. Espero que ellas no sean tan serias COMO para distorsionar la historia que he pretendido relatar.


Prefacio a la Edición Española

La edición española de esta obra es la más completa que se haya publicado sobre este tema. Desde la terminación de mi manuscrito, he viajado extensamente por Europa, visitando los lugares donde actuaron los anabautistas. Como resultado, mi comprensión y mis conocimientos de los lugares y los eventos, así como también de los aspectos geográficos de la historia anabautista, se han ensanchado notablemente.

Durante estos años también he continuado mis estudios de los documentos anabautistas en Europa y los Estados Unidos de Norteamérica. Recientemente terminé la preparación de algunos trabajos sobre las primeras actividades anabautistas, los cuales serán publicados durante el año 1975. Algunos de los más recientes conocimientos que he adquirido, han sido incorporados a esta edición española.

Constituye un motivo de particular satisfacción el saber que esta edición será publicada al cumplirse el 450 aniversario de los comienzos de] movimiento anabautista en Zurich, Suiza. Otro motivo de satisfacción es el saber que esta obra, aparecida primeramente en inglés, luego en italiano, estará ahora disponible en español. Hay por lo menos dos razones que abonan estos sentimientos de mi parte. Primera, durante el año académico 1960-61, descubrí que mi apellido Estep era originalmente español: Estepona. Por consiguiente, tanto por mi admiración por la lengua española como por mi aprecio e ¡dentificaci6n con la gente de origen español, este evento es para mi extraordinariamente significativo.

Es mi esperanza que todos los que lean este libro lleguen a una nueva apreciación de los anabautistas, y a una más profunda consagración a nuestro Señor Jesucristo.


William Roscoe Estep



INTRODUCCION

La historia del anabaptismo pertenece a esa clase de crónicas que "ya pueden contarse". Quizás no haya habido nunca, en toda la historia cristiana, un grupo tan injustamente juzgado como los anabautistas del siglo dieciséis: ampliamente malentendidos, deliberadamente desfigurados o completamente ignorados. Se puede decir que hasta la generación presente han sido contados los historiadores competentes que han tratado en forma adecuada a los anabautistas.1

Existen varios factores que explican esta anómala situación. El primero de ellos es la polémica hostil. Algunos eruditos de generaciones precedentes se apoyaron casi por completo, a la hora de contar la historia anabautista, en los relatos arbitrarios e inciertos de los escritos de Ulrico Zwinglio, Justus Menio, Heinrich Bullinger y Christoph Fischer, para no mencionar las narraciones más benignas -pero igualmente inciertas- de Martfn Lutero y Phillip Melanchthon. Otros problemas surgieron de la falta de materiales contemporáneos, de la falta de interés de los eruditos europeos, y de la renuencia de los historiadores norteamericanos (con notables excepciones), a tratar con los materiales que había disponibles.2

En 1534 un grupo de fanáticos de Munster trató de establecer por la fuerza el reino de Dios. Antes de que se pudiera acabar con ellos cometieron muchas atrocidades en nombre de la religión. Este fiasco, la aberración más seria del anabautismo del siglo dieciséis, ha sido exagerado en demasía, más allá de toda proporción con respecto a su verdadera importancia,3 animando a los perseguidores de los anabautistas y dejando muy mal parado este nombre. Fue a partir de entonces que se igualó el término anabautista a epítetos tales como Schwarmer (fanático), bolchevique, e "hijastro de la Reforma".4

De vez en cuando se ha interpretado erróneamente la naturaleza de la reforma anabautista a causa de la confusión en el uso de los vocablos anabautistal inspiracionista, racionalista y libertino. Por esta razón, los luteranos asociaron a los inspiracionistas radicales, tales como los profetas de Zwickau y Thomas Muntzer, con los hermanos suizos. Los calvinistas les confundieron frecuentemente con los racionalistas y libertinos. Deliberadamente o no, tan descuidado tratamiento no favoreció a la causa anabautista ni estimuló a la historia a juzgarlos adecuadamente. La investigación moderna, sin embargo, se ha aproximado con más objetividad a los hechos y ha equilibrado con ello la situación.5

Historiografía Anabautista

C. A. Cornelius, erudito católico, ha sido uno de los primeros historiadores que ha tenido una nueva visión del movimiento anabautista. Cornelius fue a las fuentes reales y no a los relatos pervertidos de los escritores contrarios. La moderna historiografía anabautista puede fecharse a partir de su obra Die Geschichte des Munsterischen Aufrulirs (1855). Este esfuerzo fue el que animo a Ludwig KeIler a continuar los estudios en este campo. Ernst Troeltsch y Max Weber hicieron una contribución incalculable a la historiografla anabautista con sus trabajos religioso-s0ci0lógic0s. Ahora existen, a nuestra disposición, excelentes obras sobre este tema editadas en inglés.6

Nuevo Interés por los Anabautistas

En el avivamiento de] interés por los anabautistas existen otros factores además de los mencionados. Entre ellos está el sorprendente crecimiento del movimiento de las iglesias libres. Dicho desarrollo y la cristalización de los conceptos marxistas proporcionan nuevas provocaciones a los antiguos conceptos de iglesia y estado desde puntos de vista ideológicos ampliamente divergentes.

Desde que el comunismo ha amenazado al sistema iglesia-estado en el mundo occidental, aquellos que consideraban como sacrosanta a esta forma de institucionalismo eclesiástico se han visto obligados a volver a examinar por vez primera los méritos de la idea de la iglesia libre. Algunas denominaciones en los Estados Unidos han tenido éxito operando sin el apoyo estatal. En contraste, el sistema iglesia-estado está teniendo serios fracasos en el continente que le vio nacer. Tales hechos han conducido a muchos a comprender que un monopolio religioso, con el sostén de] estado, quizás no sea una verdadera bendición.7

La crítica que hizo Soren Kierkegaar de la iglesia oficial danesa no encendió la llama que amenazara consumir en sus días al ''sistema". Se hace notar hoy, sin embargo, su juicio, porque tal llama es ahora fuego voraz. Los teólogos de los círculos neo-ortodoxos son en gran parte responsables de esta situación en el cristianismo protestante. Karl Barth y Emil Brunner han encendido los fuegos de] análisis crítico del sistema iglesia-estado. Y lo han hecho precisamente tocando los puntos donde los anabautistas desafiaron a las instituciones católica, luterana y reformada. La obra de Barth, Die Kirchliche Lehre von der Taufe (La enseñanza de la iglesia acerca del bautismo) ha constituido un fuerte golpe a los viejos errores sobre el bautismo. Oscar Cullmann, T. F. Torrance y John Baillie han tratado de contrarrestar la influencia del libro de Barth.8 Lo cual quiere decir que continúa vigente el criticismo responsable de] bautismo infantil y de otros apéndices externos de la teología medieval. Estas discusiones han contribuido a limpiar la deshonra vertida sobre aquellos que condujeron el movimiento de la iglesia libre, es decir, los anabautistas.

Propósito de esta Obra

¿Quiénes fueron los anabautistas del siglo dieciséis? ¿Herejes, fanáticos o santos? ¿Dónde se originó el movimiento? ¿Cuál fue su relación con la Reforma? ¿Comprendía el anabautismo un tipo distinto de desarrollo reformista? ¿Cuáles fueron los motivos del movimiento? ¿Qué creían los anabautistas acerca de Dios, el hombre, la iglesia, el bautismo, la vida cristiana? ¿Qué clase de gente era? Estas y otras preguntas encuentran respuestas en las páginas siguientes, las cuales tratan de narrar la historia de los anabautistas.

El tiempo presente es momento oportuno para volver a contar la historia de este movimiento no muy conocido. A medida que se vaya desarrollando la narración, se apreciará la importancia de este nuevo estudio. Esto es cierto por la herencia histórica con la cual están en deuda muchas denominaciones modernas. Y también por los problemas que enfrenta el cristianismo evangélico en el mundo contemporáneo.

¿Tienen algo que decir los anabautistas a la generación presente? El autor de este libro está convencido de que sí, y esto es lo que le ha llevado a componer su historia para los lectores del siglo veinte.

Principia la narración con el comienzo de] movimiento anabautista en Suiza y sigue con su dispersión a través de Europa en busca de libertad. Entremezclados con esbozos biográficos de los primeros dirigentes y teólogos, la historia se traslada de Holanda a Inglaterra y de ésta a las colonias de] nuevo mundo. Se intenta examinar la relación de] anabautismo continental con los primeros bautistas ingleses y medir la influencia del anabautismo sobre los separatistas ingleses y americanos. Se espera que este tratamiento de los anabautistas de] siglo dieciséis sea una introducción satisfactoria al movimiento. Es evidente que este grupo es merecedor de un estudio serio por derecho propio, aparte del vinculo que pudiera tener con otros grupos.9


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NOTAS AL PIE.

[1] Comenzando con las obras de C. A. Cornelius y Ludwig Keller en Europa, y de John Horsch en América, se ha observado un notable progreso tanto en los materiales a disposición de los estudiantes de] movimiento anabautista de] siglo dieciséis como en el tratamiento dado por los historiadores no menonitas a la historia anabautista. Símbolo de este cambio es la publicación de la obra The Recovery of .the Anabaptist Vision, Guy F. Hershberger, ed. (Scottdale, Pa.: Herald Press, 1957), donde escriben diferentes eruditos de distintas denominaciones.

[2] Para un mayor interés en la bibliografía acerca del movimiento anabautista, ver la obra original en inglés, p. 4 n. 3. (N. del T.)

[3] Demasiado se ha dicho sobre Munster. Sin embargo, la historia de esta aberración pertenece a las márgenes de la vida anabautista y estaba completamente divorciada del corazón evangélico y bíblico del movimiento. Se debe interpretar a Munster a la luz de la totalidad de] movimiento y no al contrario.

[4] Lutero les denominó Schwarmer, que literalmente quiere decir entusiastas. Smith utiliza el terinino bolchevique en The Age of the Reformation (Nueva York: Henry Holt, 1920), p. 154. Williams señala que J. Lindeboom, Stiefkinderen van het Christendom, usa el vocablo "hijastros de la Reforma".

[5] A la luz de los materiales de que dispone, el estudiante de la Reforma no puede tener hoy excusa para confundir los diversos grupos dentro de la Reforma radical. Bainton utilizó el término "izquierda de la Reforma" para caracterizar a los inspiracionistas, anabautistas y racionalistas, pero Williams prefiere el término "Reforma radical". "Los tres grupos que componen la Reforma radical", sugiere Williams, "concuerdan en cortar de raíz, liberando a la iglesia, de lo que consideran desarrollo sofocante de la tradición eclesiástica y de las prerrogativas magisteriales. Precisamente esto es lo que les hace ser 'Reforma radical'." George Huntston Williams y Angel Mergal, eds., Spiritual and Anabaptist Writers, (Filadelfia: Westminster Press, T-95-7T-,P.-22.-William no es el primero que utiliza esta terminología, pero aquí explica porqué debe preferirse este término. A decir verdad, una distinción técnica similar ha sido hecha durante medio siglo por algunos eruditos. Ya en 1531 William Barlow, estudiante inglés de] movimiento anabautista continental, le denominaba la "tercera facción" de la Reforma. Ver Irvin B. Horst, "England", Mennonite EncVc1opaedia, II, p. 220. De aquí en adelante la Mennonite Encyc1opaedia será citada como ME.

[6] Ver Franklin Hanilin Littell, The Anabaptist View of the Church (Boston: Starr King Press, 1958)._La---Primeraedición fue publicada en 1952 como ensayo premiado de la Fundación Frank S. Brewer de la Sociedad Americana de Historia de la Iglesia. Representa un excelente tratamiento de la historiografía anabautista y de sus problemas afines, pp. 5-18. Esta sección es revisada en la segunda edición, 1958. Dos artículos, "Historiography of the Anabaptists", MQR, XXXI (abril de 1957), PP. 88-104, e "Historiography" por Harold S. Bender y Cornelius Krahn en ME, II, pp. 751-769, son de gran valor. Ver también George Huntston Williams, "Studies in the Radical Reformation (1517-1618): A Bibliographical Survey of Research Since 193T', Church History, XXVII (abril de 1958), pp. 124-160. En la introducci6n a Williams y Mergal, op. cit., Williams ofrece una espléndida panorámica bibliográfica de la Reforma radical además de innumerables sugerencias para interpretar el movimiento.

[7] Dos obras modernas del movimiento de la iglesia libre indican el incremento del interés en esta dirección: Franklin Ham1in Littell, The Free Church (Boston: Starr King Press, 1957), y Gunnar Westin, The Free Church Throuqh the Ages, trad. Virgil Olson (Nashville: Broadman Press,

[8] Para una discusión seria de la controversia actual, ver Robert G. Bratcher, "The Church of Scotland's Report on Baptism", The Review and Expositor, LIV (abril de 1957), pp. 205-222. Oscar Cullmann ha presentado hasta ahora la defensa más seria del bautismo infantil, Die Tauflelire des Neuen Testament (Zurich:Zwingli-Verlag,
1948). J.K.S. Reid ha traducido esta obra como Baptism in the New Testament (Chicago: Henry Ragnery Company, 1950). Es intención declarada de Cullman rechazar el ataque de Barth al bautismo infantil. Lo considera falaz pero significativo: "Este estudio es de hecho el más serio desafío hecho hasta ahora al bautismo infantil"
(pp. 7, 8).

[9] Desde 1963 las obras más importantes sobre los anabautistas son: Rolin Stely Amour, Anabaptist Baptism: A Representative Study. Scottdale, Pennsyl~ania: Herald Press, 1966.

Claus-Peter Clasen, Anabaptism, A Social History, 1525-1618. Ithaca and London: Cornell University Press, 1972.

Irvin Buckwalter Horst, The Radical Brethren. Nieuwkoop: B. De Graaf, 1972.

Leonard Verdiun, The Reformers and Their Stepchildren: Grand Rapids: William B. Eerdmans_Publishing Company, 1964.

Jarold Knox Zeman, The Anabaptists and the Czech Brethren in Moravia, 1526-1628. The Haque: Mouton & Co. N.V., Publishers, 1969.


***


I

EL NACIMIENTO DEL ANABAUTISMO

Una noche de octubre de 1517, el 31 para ser exactos, un monje agustino caminaba encubiertamente hacia el templo del castillo. El lugar era un insignificante pueblo alemán llamado Wittenberg. Con determinación y ligereza clavó uno de los más inflamables documentos de la época en la puerta del templo, la cual servía como tablón de anuncios para la villa. En el plazo de una quincena, toda Europa se hizo eco del sonido de los martillazos. Un mes más tarde los apenas audibles golpes se convertían en porrazos de mandarria acometiendo a la misma ciudadela de la iglesia católica romana.[1] El fraile agustino de aquella noche de octubre era Martín Lutero. Y el manuscrito latino, aparentemente inocente, no era otro que las llamadas Noventa y Cinco Tesis. Era su primera descarga cerrada contra Roma.

El Siglo Dieciséis: Su Religión y Otros Aspectos

Ya sea que Lutero se diera cuenta de ello o no, la Reforma hab5a comenzado. Pronto se encontró el Papa León X con que la iglesia se despedazaba bajo su pie pontifical y que el tejado cala sobre su enjoyada tiara. Era una época de grandes sucesos, uno de los cuales fue la publicación de las Noventa y Cinco Tesis.

Menos de cien años antes habla terminado el cisma papal. La memoria del cómico espectáculo de dos y hasta tres papas a la vez, anatematizándose el uno al otro, todavía obsesionaba al papado. Motiv6 el escepticismo popular que se burlaba de las demandas papales de infalibilidad. La vindicativa ejecución de Juan Huss y la insensata quema póstuma de Juan Wycliffe bajo las órdenes del Concilio de Constanza sirvieron de torvos recordadores del diabólico poder de una iglesia secularizada. La purga de sangre de Torquemada proporcionó un nuevo modelo para los procedimientos inquisitoriales, un funesto presagio en verdad para el resto de Europa.[2] El Renacimiento, con su peculiar mezcla de atributos paganos y religiosos, condujo a las escandalosas revelaciones de las medievales falsificaciones eclesiásticas, tales como las decretales pseudo﷓isidorianas y la llamada Donación de Constantino. El Renacimiento se hizo más pagano en su manifestaci6n italiana y más religioso en su desarrollo alemán. Esto fue algo del escenario contra el cual tuvieron que desplegarse las fuerzas de la Reforma.

Una vez principiada, la Reforma se extendió con rapidez. Libros y Biblias, tratados y folletos salían de estrambóticas prensas, cubriendo toda Europa en creciente raudal. Habría sido muy difícil para la Reforma, si no imposible, el haber cristalizado en un alto movimiento articulado como lo fue, sin el concurso de la imprenta.[3] Antes de Lutero, habían salido de la prensa cerca de veinte ediciones de la Biblia en alemán. Apenas se habla secado la tinta de la primera edición del Nuevo Testamento de Erasmo, cuando Lutero se encontró a la cabeza de la progresiva controversia como campeón de la verdad de la Reforma.[4]
El Reformador de Zurich

En ese pletórico año de 1517 otro sacerdote de habla alemana luchaba con el fascinante texto griego nuevo. Nacido en el valle de Toggenburg de los Alpes suizos siete semanas después del nacimiento de Martín Lutero, Ulrico Zwinglio se había convertido ya en completo humanista y en gran admirador de Erasmo. En Einsiedeln, donde servía como sacerdote, Zwinglio empezó a aplicarse seriamente al estudio del Nuevo Testamento. El joven sacerdote encontraba extremadamente dificultoso resistirse a la verdad. Cuando Zwinglio aceptó la llamada de Zurich como sacerdote de la gran catedral, se hallaba resuelto a no predicar otra cosa excepto la verdad del evangelio. Para 1522 la Reforma en Zurich había apresurado la marcha. Zwinglio controlaba indisputablemente la situación. Eso, a pesar de su admitida inmoralidad antes de ir a Zurich y de la abierta oposición de algunos zuriqueses a llamarle. Durante el breve lapso de tres años superó la oposición y se granjeó a las gentes para sí y para su causa.

Zwinglio el Dirigente

El progreso de la Reforma en Zurich no fue algo casual. Por el contrario, bajo la batuta de Zwinglio siguió unas líneas definidas. Conocía bien el reformador suizo que la sola elocuencia del púlpito no podría cumplir la tarea reformadora. Por eso añadió a la predicación la enseñanza y el debate público. Finalmente, buscó el apoyo legal de las autoridades de Zurich, es decir, del concilio de la ciudad.[5]

En Zwinglio se fundían el erudito, el humanista y el reformador evangélico, produciéndose una atractiva y poderosa personalidad. Por consiguiente, cautivó a muchos jóvenes humanistas dotados, primariamente interesados en el estudio de los clásicos griegos. En noviembre de 1521, se incorporó a este grupo un joven erudito trotamundos llamado Conrad Grebel, cuyo padre era miembro del gran concilio de la ciudad de Zurich. Esta nueva asociación proporcionó a Grebel la oportunidad de continuar sus estudios de la lengua y la literatura griega que habla iniciado pocos años antes en París.[6]

Caracterizaba a los jóvenes humanistas el deseo de aprender y la admiración hacia Erasmo. Conociendo ésto, pronto les introdujo Zwinglio al Nuevo Testamento griego. En 1522 también ellos se habían convertido ya en celosos reformadores, particularmente Grebel. Pero menos de tres años después sus convicciones les habían conducido más allá de Zwinglio. El público rompimiento entre Zwinglio y sus antiguos discípulos se dio finalmente en el funesto debate de enero de 1525. El concilio proclamó vencedor a Zwinglio y denunció a los radicales. Las alternativas eran completamente claras. El pequeño grupo tendría que, o bien someterse, o abandonar Zurich, o hacer frente a la prisión. Escogió lo último.[7]

El Nacimiento del Anabautismo

Unos cuantos días más tarde, el 21 de enero de 1525, cerca de una docena de hombres caminaba trabajosamente por la nieve. Callada,pero resueltamente, solos o por parejas, llegaron de noche a la casa de Felix Manz, cerca de Grossmunster, la gran catedral.[8] Lo desapacible del viento invernal que soplaba desde el lago no se igualaba a lo desapacible del desengaño que sobrecogía al pequeño grupo esa noche funesta.

Los dramáticos sucesos de la inolvidable reunión se han preservado en The Larqe Chronicle of the Hutterian Brethren (La gran crónica de Los Hermanos Hutterianas). El relato lleva la marca de un testigo que probablemente no era otro que George Blaurock.

Y sucedió que estaban juntos hasta sentir ansiedad, sí, de tal manera tenían oprimidos los corazones. Comenzaron a doblar sus rodillas ante el Dios Altísimo de los cielos denominándole el Conocedor de los Corazones y oraban pidiendo que les mostrase su divina voluntad y les diera de su misericordia. La carne y la sangre no les guia, puesto que bien sabían ellos que tendrían que sufrir las consecuencias.
Después de la oración se levantó George de la "casa de Jacob” y pidió a Conrad Grebel que, por amor a Dios, le bautizase con el verdadero bautismo cristiano, sobre la base de su fe y de su conocimiento. Y arrodillándose con tal solicitud y deseo, le bautizó Conrad, puesto que en aquel entonces no habla ministro ordenado todavía para realizar tal menester.[9]

Después del bautismo de manos de Grebel, Blaurock procedió a bautizar a todos los presentes. Entonces, los recién bautizados se comprometieron a ser verdaderos discípulos de Cristo para vivir vidas separadas del mundo, enseñar el evangelio y conservar la fe.

Habla nacido el anabautismo. Con este primer bautismo se constituyó la primera iglesia de los hermanos suizos. Está claro que fue ésta la acción más revolucionaria de la Reforma. Ningún otro suceso simbolizó tan completamente el rompimiento con Roma. Aquí, y por primera vez durante la Reforma, un grupo de cristianos se atrevió a formar una iglesia según se pensaba que era el modelo del Nuevo Testamento. Los hermanos acentuaban la absoluta necesidad de una entrega personal a Cristo como algo esencial para la salvación y prerequisito del bautismo.[10]

La iniciación de la práctica del bautismo de creyentes no era algo impremeditado. A pesar del carácter revolucionario que podría haber amedrentado los corazones de los congregados en aquella noche de enero, no era una decisión momentánea. Por el contrario, era la culminación de una ardiente búsqueda en las Escrituras y una correspondiente insatisfacción con Zwinglio y con su programa de reforma sostenido por el estado.

El Debate de Octubre

Ya en diciembre de 1523 existe evidencia de que la insatisfacción había progresado entre algunos de los más cercanos seguidores de Zwinglio. No hay posibilidad de error en el tono de la carta que escribió Conrad Grebel el 18 de diciembre. Iba dirigida a su cuñado Vadian, también su primer maestro, y a la sazón pastor de la iglesia reformada de St. Gall. Entre otras cosas, afirmaba que había perdido la confianza en Zwinglio y que auguraba un futuro "sombrío" para la Reforma en Zurich. En un debate celebrado en octubre se había opuesto a la apelación hecha por Zwinglio al concilio para convenir cuestiones concernientes a la misa y a las imágenes. Evidentemente, esto le habla colocado en mala posición en los ojos de Zwinglio. Escribía a Vadian si podía creer en una persona que estaba bajo sospecha como él (si tamen suspecto magis quam mendaci creda).[11] Cinco días después de la carta de Grebel, el 23 de diciembre, Simon Stumpf fue desterrado de Zurich. Junto con Grebel, había tenido parte activa en la discusión de octubre y había continuado la agitación contra la misa.

En dos meses las relaciones entre Zwinglio y Grebel se habían deteriorado rápidamente. Sin embargo, no es difícil descubrir la causa. Parece ser que Grebel y Stumpf mantuvieron una postura más avanzada que Zwinglio en el debate de octubre. Según lo registrado, Zwinglio estaba de acuerdo en que era la palabra de Dios y no el concilio de Zurich la que debía determinar la índole de la misa y el uso de las imágenes.[12] Pero después de la discusión parece ser que Zwinglio se habla sometido a la decisión del concilio. No estaba dispuesto a alterar la observación de la Cena del Señor ajustándola a las Escrituras y a sus primeras promesas. Este fue el punto de fricción entre él y Grebel.

El primer día del debate, el 26 de octubre, se discutió y denunci6 claramente por todos los participantes el uso de las imágenes. En el segundo día se describió repetidamente a la misa como abominación ante Dios. En esta coyuntura de la controversia Grebel, Stumpf y posiblemente otros, hablan esperado de Zwinglio algunas instrucciones explícitas al concilio para la abolición de la misa. Previo al debate, Zwinglio y sus jóvenes discípulos hablan llegado en apariencia a un acuerdo para seguir exclusivamente a la Biblia en u programa de reforma. A lo largo del debate de octubre, el común clamor de los predicadores había sido la palabra de Dios.[13] Indudablemente, Zwinglio y sus seguidores hablan osado esperar que la controversia prepararía el camino para transformar la misa en una observación de la Cena del Señor. Pero al cerrarse el debate sobre la misa no se hablan seguido ninguna de las instrucciones pedidas para abolirla.

Ya habla anunciado el burgomaestre que la discusión del próximo día, programada para considerar más extensamente la misa, versaría sobre el purgatorio. Entonces se levantó Grebel para pedir que no se debatiera este asunto hasta que no se hubieran discutido otros abusos de la misa y se dieran instrucciones tendientes a su abolici6n. A esta sugerencia replicó Zwinglio: "Mis señores decidirán cualquier regulación que tenga que ser adoptada en el futuro concerniente a la misa." Esta inesperada y brusca declaración de Zwinglio provocó la siguiente exclamación de Simon Stumpf: "Maestro UIrico, no tienes derecho a dejar la decisión de esta materia en manos de mis señores, porque la decisión ya ha sido tomada, es el Espíritu de Dios quien decide."

Inmediatamente Zwinglio habló de la diferencia entre la verdad determinada por el estudio de las Escrituras y la fijada por el concilio. Stumpf se levantó para indicar que no era prerrogativa del concilio prescribir lo que estaba tan claramente enunciado en el Nuevo Testamento. Exclamó: "Si mis señores adoptan y deciden cosa contraria a la decisión de Dios, demandaré al Espíritu de Cristo y predicaré y actuaré contra ello."[14]

En seguida respondió Zwinglio a la declaración de Stumpf con una retumbante afirmación. "Das ist recht," dijo. "También yo predicaré y actuaré contra aquello si deciden de otra manera. No estoy poniendo la resolución en sus manos. Ellos no están por encima de la palabra de Dios, y no digo esto solamente para ellos sino para todo el mundo."[15] Luego, Zwinglio diferenció una vez más las diversas funciones del debate y la instrumentación de sus juicios por el concilio.

Aparentemente, las manifestadas intenciones de Zwinglio satisficieron a Grebel aunque es obvio que no a Stumpf. Al menos Grebel nada dijo en contra en aquella ocasión. Nada escribió revelando el creciente distanciamiento entre él y Zwinglio hasta la carta que envió a su cuñado Vadian en diciembre, dos meses más tarde. Según Grebel, Zwinglio había abandonado su confesada postura de no comprometerse con nadie allí donde hablara la palabra de Dios. Pero ahora se habla doblegado abiertamente a la voluntad del concilio y dejado sus planes de abolir la misa, que había anunciado previamente, en la Navidad de 1523. Volviendo a la controversia de octubre, Grebel señaló a esta ocasión como la histórica división entre él y Zwinglio. Los sucesos del debate fueron revividos con la publicación de los detalles alrededor del 8 de diciembre. Dos días más tarde, nuevas erupciones contra la misa y las imágenes afirmaron el popular descontento con la lentitud de la reforma zwingliana.

Pero estas demostraciones no tuvieron los efectos deseados. El 19 de diciembre Zwinglio había capitulado completamente a las opiniones y a la autoridad del concilio. Para Grebel, Zwinglio sostenía una postura imposible. A los ojos de los hermanos, Zwinglio había comprometido la verdad revelada por deferencia a la constituida autoridad política. Había sido sacrificada la autoridad de la palabra de Dios sobre el altar de la conveniencia humana.[16] Los hermanos se sentían traicionados.

Harold Bender detecta en el rompimiento entre Zwinglio y sus jóvenes críticos el comienzo del movimiento de la iglesia libre. "La decisión de Conrad Grebel de no aceptar la jurisdicción del concilio de Zurich sobre la iglesia de Zurich es uno de los grandes momentos de la historia, porque a pesar de su opacidad, señalaba el principio del moderno movimiento de la "iglesia libre".[17]

Convicción en Proceso de Solidificación

El año siguiente fue de gran importancia para el incipiente movimiento anabautista. Grebel se constituyó dirigente e interlocutor del grupo de jóvenes radicales que incluía a Simon Stumpf y Felix Manz. Al finalizar el año el número ascendía a siete personas.[18] Stumpf, Manz y Grebel intentaron muchas veces presentar a Zwinglio y a Leo Jud un programa de reforma más bíblico, pero no tuvieron éxito. Habiendo fracasado en su última tentativa de ganar a los reformadores zuriqueses a su causa, los radicales comenzaron a reunirse calladamente en las casas de los amigos simpatizantes. Uno de los sitios favoritos de reunión era la casa de Felix Manz, enclavada en una calle llamada Neustadt. Los estudios bíblicos incluían exposiciones que se encargaban de dar Manz y Hottinger. La correspondencia con Lutero, Muntzer, Carlstadt y otros, así como la distribución de los folletos de Carlstadt, consumieron tiempo y energía de los últimos meses de 1524.[19]

Dentro del movimiento pronto progresó la seria cuestión de la validez del bautismo infantil. Parece ser que el primero de los hermanos suizos que predic6 en contra del bautismo infantil fue Wilhelm Reublin, pastor de Wytikon, pueblecito vecino a Zurich. Dentro de aquel mismo año, tres padres de Zollikon, con la aprobación de un anciano sacerdote, Johannes Brotli, rehusaron bautizar a sus hijos. La represalia no se hizo esperar. Reublin fue hecho prisionero en agosto y no mucho después se vio forzado a abandonar Zurich. Sin duda fue la insistencia de Reublin, Brotli, Grebel y otros, sobre el bautismo de creyentes, lo que precipitó la crisis que condujo a la controversia de enero de 1525.[20]

A pesar de que en Zurich no se inició el bautismo de creyentes solo hasta enero de 1525, como año y medio antes ya habla oído algo Grebel acerca de las exigencias de algunos de no bautizar a los niños.[21] Mas no se excitó hasta que Reublin y otros se sublevaron. Pero una vez sublevado se entregó completamente a la causa. Su postura primitiva le habla llevado inevitablemente a este sendero. Además, sabía muy bien que Zwinglio había predicado en ocasiones contra el bautismo infantil, como asimismo lo atestiguaban algunos de sus contemporáneos.

Además de Zwinglio, Eocolampadius, Jud, Grossman y otros habían expresado sus dudas acerca de la validez del bautismo infantil. Y desde luego estaba fuera de duda que los profetas de Zwickau habían debatido ya, en 1521, lo bíblico de la práctica.[22] La diferencia en estas tempranas dudas y protestas contra el bautismo infantil radica en que sólo los hermanos suizos fueron más allá, yendo de la oposición contra el bautismo de los niños a la práctica del bautismo de creyentes. Este hecho les sitúa por tanto aparte de los grupos contemporáneos que se confunden frecuentemente con los anabautistas.[23] Con el nacimiento del anabautismo pues, un nuevo y dinámico movimiento encontró expresión en Europa.

Anabautistas, Inspiracionistas y Racionalistas

El descuido al distinguir entre anabautistas, inspiracionistas y racionalistas ha conducido a una grave falta de comprensión de la entera Reforma Radical.[24] El anabautismo tenía mucho en común con los otros dos grupos, pero eso no quiere decir que no hubieran profundas e irreconciliables diferencias. Los tres grupos componían lo que se llamaba "Reforma Radical". Los tres eran antipaidobautistas. Pero a partir de aquí cesa toda similitud.

Una de las mayores líneas de demarcación que diferencia al uno de los otros grupos de los radicales es la actitud respecto a la autoridad para la vida del cristiano. Para los anabautistas, la autoridad era el Nuevo Testamento. Como ha demostrado Bender, eran biblicistas.[25] Cada confesión de fe anabautista, desde Hubmaier hasta Ries, abunda en referencias bíblicas. La base de la autoridad es la misma que para Lutero, Zwinglio y Calvino, es decir, la Biblia.

Para los inspiracionistas en cambio, el Espirifu tiene preferencia sobre la Biblia. De esta forma, la inmediata iluminación por el Espíritu se transformó en la norma del programa reformador de los inspiracionistas. Los profetas de Zwickau, Nicolaus Storch y Thomas Muntzer pretendieron poseer revelación especial, al igual que más tarde hicieron los inspiracionistas.[26] En principio, los inspiracionistas no estaban interesados en la iglesia visible. Como a los anabautistas, también a ellos les resultaba antipática la reforma realizada mediante la autoridad civil o por el papa. Sin embargo, no participaban del punto de vista anabautista en el hincapié sobre la restauración del bautismo de creyentes practicado por la iglesia del Nuevo Testamento.[27]

Como indica el término, los racionalistas por su parte pusieron el acento sobre la interpretación de las Escrituras a través de la razón. La mayor parte de los racionalistas eran antitrinitarios. Pero eran antitrinitarios porque eran racionalistas y no al contrario. Por eso la razón y no la escritura o la revelación especial fue para ellos la fuente de la autoridad última.[28] Dirigentes tan dispares como Miguel Servet, Juan de Valdés, Sebastian Castellio, George Biandrata y Faustus Socinus, tienen que ser incluidos en esta categoría.[29] Algunos permanecieron dentro de la iglesia católica y otros intentaron una restauración de lo que ellos consideraban que era el cristianismo del Nuevo Testamento en iglesias separadas.[30] Todos ellos eran mucho más evangélicos de como se les ha presentado.[31]

Que se bosquejan las grandes diferencias que existían entre los anabautistas, los inspiracionistas y los racionalistas no quiere decir que no hubiera una integración de los diversos tipos de radicales, ni tampoco que algunas personas no gravitaran incluso de uno a otro grupo. Ambos fenómenos eran ciertos. En Polonia existía una estrecha y mutua relación efectiva de los socinianos y anabautistas.[32] En Munster no se distinguía el inspiracionismo puro, a pesar de que predominaba este elemento, ni tampoco era reconocible el anabautismo. Ambos estaban presentes. El valor de las mencionadas diferencias radica en la ayuda que proporcionan al estudiante para entender las distintas hebras de la Reforma Radical , y particularmente de lo que se designa en este trabajo con el nombre de "Reforma Anabautista".

El Anabautismo y los Evangélicos Medievales
Si el origen de los inspiracionistas hay que buscarlo en el misticismo medieval y el de los racionalistas en el humanismo renacentista, ¿qué podemos decir de las raíces del anabautismo? Casi todo lo que tiene que contarse se ha dicho ya por eruditos muy competentes.

Albrecht Ritschl considera al anabautismo como una continuación del movimiento franciscano medieval denominado "terciarios", el cual, según Ritsclil, se manifestó en el siglo dieciséis en forma de anabautismo y en el diecisiete en forma de pietismo. Ludwig Keller ha desarrollado la teoría de que los anabautistas eran una mezcla nacida de los valdenses, hermanos bohemios y otros grupos a los que denominaban con el nombre de "las hermandades de los evangélicos viejos".[33] En resumen, esta es la postura de Thomas M. Lindsay: "El núcleo de todo el movimiento anabautista fue medieval; y, al igual que la mayoría de los despertares religiosos medievales, produjo una infinita variedad de opiniones y de prácticas."[34] Smithson, Whitley y Vedder, historiadores bautistas de otra generación, han estado de acuerdo con este punto de vista, con algunas reservas.[35]

Siempre ha sido una tentación difícil de resistir el idear antecedentes valdenses para los anabautistas. Van Braght, del famoso Martyr's Mirror (El espejo del mártir), sostuvo tenazmente este criterio, como también John T. Christian y algunos otros historiadores bautistas y menonitas. Ya en 1921 Henry Elias Dosker rechazó la teoría del origen valdense de los anabautistas holandeses como completamente insostenible según los datos conocidos.[36] Expertos tales como Harold Bender, Robert Friedmann y Fritz Blanke siguen una postura similar respecto al origen de los anabautistas en general. La única excepción es el erudito menonita Delbert L. Gratz quien, cautamente, expresa la teoría de un doble origen para el movimiento de los anabautistas berneses.[37]

Otros eruditos contemporáneos afirman que el anabautismo del siglo dieciséis tenía raíces medievales.[38] Rufus Jones clasifica a los anabautistas junto a los místicos y les sitúa directamente en línea con el misticismo medieval. Walther Koffier y Paul Peachey ven conexiones directas con los humanistas evangélicos.[39]

Es indudable que los anabautistas tenían mucho en común con los hermanos bohemios, los valdenses, los místicos medievales y otros grupos evangélicos, antipapales, de origen medieval. Históricamente, sin embargo, la conexión es vaga. Lo que si es mucho más evidente es la influencia de las Escrituras sobre aquellos que fueron llamados anabautistas. Parece ser que las Escrituras fueron más importantes para señalar el origen de los anabautistas que los valdenses, los humanistas evangélicos o los franciscanos espirituales, todos juntos o por separado. El testimonio que éstos dejaron, al menos, constituye un capitulo indeleble en el comentario de la historia sobre las Escrituras.

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NOTAS AL PIE

[1] Roland H. Bainton, Here I Stand (Nueva York: AbingoJon Press, 1950), p. 79 ss.

[2] Thomas M. lindsay, A History of the Reformation (Edinburgh: T. y T. Clark, 1907), 11, pp. 599~600. Dice Lindsay: "LIorente ha calculado que durante los dieciocho años del gobierno de Torquemada fueron acusadas de herejía 114.000 personas, de las cuales 10.220 fueron quemadas vivas y 97.000 condenadas a prisión perpetua o a penitencia pública."

[3] Ibid., I, p. 45.

[4] Ibid., 1, P. 149.

[5] Samuel Macauley Jackson, HuIdreich Zwingli (Nueva York: G. P. Putnam's Sons, 1900), pp﷓ 200﷓205.

[6] Harold Bender, Conrad Grebel (Goshen, Ind.: The Mennonite Historical Society, 19507, P. 56﷓57. Desde aquí en adelante citado como Grebel.

[7] Ibid., pp. 81, 82.

[8] Ibid., p. 137﷓ Fritz Blanke, de la Universidad de Zurich, mantiene que fue el 30 de enero y no el 25 la fecha de esta reunión. Para ello se basa en el manuscrito M. 636. 1, titulado Bekenntnis der Taufer que se encuentra actualmente en los archivos de la ciudad Zurich y que fue reproducido por Leonhard von Muralt y Walter Schmid en Quellen zur Geschiclite der Taufer in der Schweiz (Zurich:
S . Hirzel Verlag, 1952) I, no. 30, pp.39,40; de aquí en adelante citado como Quellen. A pesar de las dos fechas sugeridas aquí, el 30 de enero o el 7 de febrero, Bender parece estar más cerca de la verdad cuando sugiere que el primer bautismo no pudo haber tenido lugar más tarde del 23 de enero y que casi con certeza tuvo que ocurrir en la noche del 21 de enero de 1525. Ver Grebel, p. 264, n. 3, para el punto de vista de Bender.

[9] A. J. F. Zieglschmid, Die alteste Chronik der Hutterischen Bruder (Nueva York: Carl Schurz memorial Foundation, 1943) p.47. También se halla el relato completo en Das Klein﷓Geschichtsbuch der Hutterischen Bruder, editado por Ziegleschmidt. Joseph Beck, en su edición de Die Geshte﷓Bucher der Wiedertaufer in Oesterreich﷓Ungarn (Wein: Carl Gerald´s Sohn, 1883), pp 24-25, Grebel, p.137, y Williams, op.cit., pp.41-46. Die alteste Chronik sera designada desde ahora en inglés como The Large Chronicle, aunque todavía no ha sido traducido a este idioma.

[10] Sin duda que Fritz Blanke se halla en lo correcto cuando escribe: "Se está seguro ya de que Conrad Grebel Y Su círculo, es decir, los oponentes zuriqueses al bautismo infantil habían llegado ya en 1524 a la convicción basada en el Nuevo Testamento de que el bautismo debía ir precedido del arrepentimiento; las personas impenitentes no debían ser bautizadas. Era condición necesaria que la persona que se bautizase debía tener una edad en la que fuera capaz de sentir arrepentimiento. De este modo, pues, sólo podían bautizarse las personas responsables." Ver Fritz Blank, "The First Anabaptist Congregation: Zollikon, 1525", MQR, XXVII (enero de 1953), p. 28.

[11] Quellen, I, n2 8, p. 8.

[12] Ver John Howard Yoder, "The Turning Point in the Zwinglian Reformation", MQR XXXII (abril de 1958), pp. 128﷓140 para una mayorformación acerca del desacuerdo entre Grebel y Zwinglio sobre el debate de Octubre.

[13] Ver el relato del segundo debate de Zurich en HuIdreich Zwinqli's Werke, ed. Melchior Schuler y Joh. Schulthess (Zurich: Friedrich Schulthess, 1828), 1, pp. 459﷓540. Desde ahora lo citaremos como Zwingli.

[14] Grebel, p. 98.

[15] Zwingli, I, p. 529 y Yoder, pp. cit., p, 128.

[16] Grebel, pp. 106,107. Un extracto de la carta de Grebel a Vadian del 19 de diciembre indica cuán agudamente sentía él esta hendidura con su anterior compatriota. Ver Quellen, 1, n2 8, p. 8.

[17] Grebel, pp. 99,100.

[18] Quellen, p. 21. ﷓'Konrad Grebel und Genossen an Thomas Muntzer", no. 14, pp. 13﷓21. L o s nombres adheridos a las cartas de Muntzer son Conrad Grebel, Andress Castelberg, Felix Manz, Heinrich Aberli, Joannes Panicellus, Hanss Oggenfuss y Hanss Huiuf.

[19] Grebel, pp. 103, 107, 109﷓124.

[20] Ibid, pp. 124, 132, 133.

[21] Ibid, p. 125. Bender cita en este punto a una carta enviada por BenedT_ctBurgauer a Grebel fechada el 21 de julio de 1523, parte de la cual se cita en el apartado %otas" de la p. 260.

[22] Albert Henry Newman, A History Of Anti﷓Pedobaptism (Filadelfia: American Baptist Publicatión Society, 1896), p. 70.

[23] Hasta que se instituyó el bautismo de creyentes y los hermanos formaron una iglesia, su movimiento difiere en pocas cosas esenciales del de los radicales, siendo su acento sobre las Escrituras el que marca el mayor grado de diferencia. Creo que Bender sólo es parcialmente correcto cuando considera que el origen del movimiento de la iglesia libre hay que buscarlo en el desacuerdo de Grebel con Zwinglio sobre la cuestión de las relaciones entre la iglesia y el estado (Grebel, pp. 99, 100.) Es indudable que el movimiento de la iglesia libre no nació de los hermanos suizos, pero tampoco surgió hasta que dichos hermanos no hubieron inaugurado el bautismo de creyentes y se formó una iglesia según el patrón del Nuevo Testamento.

[24] Alfred Hegler (1863﷓1902), mediante la investigación original, fue el primero en principiar a usar distinciones y términos que son seguidos hoy generalmente en cualquier tratamiento serio de los anabautistas. Troeltsch, Payne, Bainton, Littell, y más recientemente George Huntston Williams hacen esencialmente las mismas distinciones.

[25] Grebel, p. 100. Ver también Hershberger, op. cit., p. 58.

[26] Newman, op. cit., pp. 67 ss. Ver también el capítulo VII "Thomas Muntzer and the Peasant´s War", pp. 77﷓87.

[27] Williams y Mergal, op. cit., p. 21.

[28] Earl Morse Wilbur, A History of Unitarianism: Socinianism and its Antecedents. (Cambridgé,  Mass.: Harvard University Press, 1945), p. 5.

[29] Ver Bainton, The Travail of Religious Liberty (Nueva York: Harper & Brothers, 1958T﷓﷓﷓para más información bibliografica sobre Servet y Castellio. Para un mayor tratamiento detallado de Servet y del socinianismo, ver Wilbur, op. cit., pp. 49﷓185.

[30] The Racovian Catechism publicado en 1605 es particularmente iluminador en este punto. Citado por Newman, op. cit., pp. 337﷓339.

[31] Newman, op. cit., p. 338. En el siguiente extracto Newman bosqueja algunos de los rasgos sobresalientes de la teología racionalista. "Se dice del Señor Jesús que fue concebido por el Espíritu Santo y que nació de una virgen, sin la intervención de ningún ser humano. Se dice de él que fue desde su mismo origen el único Hijo de Dios. Se dice de él que 'había sido enviado por el Padre, con autoridad suprema, con una embajada para la humanidad'. 'Dios le levantó de entre los muertos y de este modo fue engendrado por segunda vez ... Por este acontecimiento se hizo como Dios inmortal'. Se reconoce que posee 'dominio y autoridad suprema sobre todas las cosas'. Se dice que no fue 'meramente el único Hijo de Dios, sobre la base del poder y la autoridad divinos que ejercitó incluso cuando era mortal; mucho más tiene que dominar ahora, cuando ha recibido todo el poder en los cielos y en la tierra, y que todas las cosas, con la sola excepción de Dios, han sido puestas bajo sus pies'."

[32] De Newman es también la siguiente cita concerniente al bautismo entre los hermanos polacos. "En 1574 fue publicado un catecismo en el cual se restringía el bautismo a los adultos y se le definía como 'la inmersión en agua y la emersión de una persona que cree en el evangelio y se arrepiente... haciendo pública confesión de que por la gracia de Dios el Padre, en la sangre de Cristo, a través de la actuación del Espíritu Santo, es lavado de todos sus pecados, para que con el fin de ingresar en el cuerpo de Cristo pueda mortificar al viejo Adán ... con la seguridad de que después de la resurrección tendrá vida eterna'." Ibid., pp. 336, 337.

[33] Hershberger, op. cit., p.36.  Ver Robert Friedmann, “Conception of the Anabaptist”, Church History, IX (Octubre de 1940), pp.351,352.

[34] op. Cit., II, p. 441.

[35] R. J. Smithson, The Anabaptists (Londres: James Clarke & Co., Limited, 1935), pp. 29ss.; W.T. Whitley, A History of BritishBaptists (Londres: Charles Griffin and Company, Limited1923), p. 2;
Henry C. Vedder, A Short History of the Baptists (Filadelfia: The American Baptist Publication Society, 1907), p. 130.Vedder establece su postura con estas palabras:”Lo máximo que puede decirse en el estado presente de la investigación histórica, es que existe cierta mente una conexión moral entre los anabautistas suizos y sus predecesores valdenses y petrobrusianos, sustentada esta conexión por muchos hechos significativos, pero no completamente probados por la evidencia histórica."

[36] The Dutch Anabaptists (Filadelfia: Judson Press, 1921), P. 20. “No existe la más minima evidencia que pueda probar la teoría valdense”. De este modo replica Dosker a la pretensión del origen se para los anabautistas holandeses. Lo que dice de los anabautistas holandeses puede decirse también de los hermanos suizos. A pesar de que esto se escribió hace casi 40 años y se ha descubierto mucho material nuevo desde entonces, todavía se mantiene la misma tesis.

[37] Bernese Anabaptists (Scottdale, Pa.: Herald Press, 1953), P. 7. Gratz mantiene quelos anabautistas de Suiza tienen dos orígenes diferentes: los primeros que proceden de la influencia valdense y los postreros que proceden de los hermanos suizos de Zurich.

[38] Aunque hay mucho que decir en favor de este punto de vista, ninguno de los dirigentes anabautistas suizos viene de la cultura valdense. Por el contrario, alguno de los identificados equivocadamente como valdense era en realidad católico romano. Ver Williams y Mergal, p. 141. De hecho, todos los primeros dirigentes anabautistas procedían originalmente de la iglesia católica y fueron al anabautismo por la influencia de la Reforma suiza o directamente del catolicismo a la vida anabautista. Asimismo, como ha señalado Friedmann, las diferencias entre los valdenses y los anabautistas son más grandes que sus similitudes: "Es un hecho que hay eslabones inmediatos entre los valdenses y los hermanos bohemios; pero no debe confundirse el movimiento bohemio con el de los anabautistas. Los bohemios tenían sacramentos, jerarquías, confesiones y cuaresma, al
igual que l,﷓)s valdenses o los donatistas, mientras que los anabautislas vivían de acuerdo con un patrón más protestante. Por lo mismo nunca hubo ningún acercamiento serio o discusión importante entre estos grupos. Ninguno se inmiscuía en la vida del otro, y es erróneo hablar tan generalmente de las 'hermandades evangélicas sin mayor distinción'." ("Conception of the Anabaptists", p. 353.)

Los mismos valdenses eran diferentes entre ellos si se consideran en diversas épocas y en distintos lugares, como ha indicado A. H. Newman: 'Tos primeros valdenses, como hemos visto, tuvieron muy poco en común con los anabautistas. Algunos de los valdenses postreros, probablemente pocos, llegaron a rechazar el bautismo infantil (op. cit., p. 61).
A pesar de que existen semejanzas entre algunas ideas valdenses y algunos asertos de fe anabautista, y de que coincide la localización general geográfica de las fuertes comunidades valdenses con las primeras agitaciones anabautistas, debe llevarse mucho cuidado para no levantar ningún árbol genealógico sin el tronco que conecte. Casi lo mismo podría decirse de los hermanos bohemios o de los franciscanos espirituales en relación con los anabautistas.

[39] Friedmann, “Conception of the Anabaptists", p. 354.

***


II

METEOROS EN LA NOCHE

No siempre la cosecha que recogían los anabautistas era proporcional a la semilla sembrada. Al igual que en la iglesia primitiva, la persecución acompañaba hasta la muerte al testigo anabautista. La lobreguez de la época puede ser una de las explicaciones del por qué del tratamiento que recibieron los anabautistas de los católicos, luteranos y reformados. El siglo dieciséis fue lóbrego a causa de los siglos anteriores. La civilización se había olvidado cada vez más del sufrimiento humano y del valor del individuo. La piedad se evaluaba de acuerdo con la suma de los actos externos. La señal de la época era la hipocresía. En la oscuridad, los anabautistas brillaban como muchos meteoros en la noche.

En las áreas católicas y protestante se consideraban como indivisibles a la iglesia y al estado. Cualquier variación de las iglesias establecidas era visto como crimen de traición. Se trataban como penas de traición, sin discriminar entre ellos, al rebautismo, la sedición, la anarquía, la blasfemia, el sacrilegio y la hipocresía. Con frecuencia no había el más leve signo de justicia en el tratamiento del acusado. Y la acusación de anabautismo equivalía a la condena. La muerte seguía normalmente a la prisión y a la tortura. Para exterminar al odiado movimiento se usaba generalmente el ahogo por agua, la espada y la estaca.

Según la información que tenemos, el primer anabautista que murió a causa de su fe fue el predicador Eberli Bolt, el cual fue quemado por las autoridades católicas de Schyz, Suiza, el 29 de mayo de 1525.[1] Con la muerte de Bolt principió un período de martirio para los anabautistas que continu6, con más o menos intensidad, durante tres siglos o más. Nunca se sabrá totalmente el número de los ejecutados. En algunos países no se conservaron los registros y en otros son incompletos. Sin embargo, existe abundante material procedente de los diversos juicios, de los relatos de los testigos y de los mismos anabautistas.[2]

Conrad Grebel

Poco más de un año después de haber instituido el bautismo de creyentes entre los hermanos suizos, murió Conrad Grebel. En realidad, su ministerio como predicador anabautista no sobrepasó el año y ocho meses.[3] A pesar de los largos períodos de prisión y de su pobre salud, hay que considerar el breve ministerio de Grebel como poco menos que formidable. El erudito humanista trotamundos se había transformado en un llameante evangelista, y se hallaba poseído de un celo que no conoció el descanso hasta su muerte. Nunca había estado Grebel tan inquieto.

Conrad era uno de los dos hijos varones de los seis que les nacieron a Jacob y Dorothea Fries Grebel. Los Grebel constituían una prominente y saludable familia suiza. Junker Jacob Grebel era magistrado de Gruningen, al este de Zurich, durante la infancia de Conrad. Más tarde fue miembro del concilio de Zurich. A esta circunstancia debió Conrad su aventajada educación.

Después de asistir durante seis años a la escuela latina de Zurich, Conrad fue uno de los ochenta y un estudiantes de la Universi ﷓dad de Basilea durante el invierno de 1514. En Basilea vivía en la bursa 4 bajo la dirección de un avanzado erudito humanista de aquella laciudad, Heinrich Loriti, más conocido con el nombre de Glarean. Fue aquí que el apetito intelectual de Grebel fue estimulado por su primer contacto con el pensamiento humanista. El humanismo de Basilea no era la pagana licencia italiana con su exagerado culto de la forma en la literatura y en el arte. ira más bien un tipo de humanismo erasmiano. El humanismo evangélico de Erasmo encontró en Glarean a un campeón. A pesar de ser en ocasiones rudo y vanidoso, Glarean infundía a sus estudiantes mediante la erudición que poseía altas metas morales y el discipulado de Cristo en vez del de Catullus o Porphyry.

Se desconoce la razón por la que Conrad acompañó al año siguiente a la Universidad de Viena a tres jóvenes zuriqueses. En Viena ya era muy conocido el humanista suizo Joachim von Watt (Vadian) de St. Gall. Quizás fuera por eso por lo que Grebel y los otros se dirigieron a Viena. En la Universidad de la capital austriaca Grebel abandonó la influencia de Glarean, debido más que nada al aprecio personal que sentía por Vadian. Se nota ésto en una carta a Zwinglio escrita el 8 de septiembre de 1517: ''Supongo que querrás saber cómo me va. Vadian, a quien tengo como maestro, es un hombre merecedor de todos los honores; me quiere como a un hermano y yo le quiero también, le aprecio y le respeto como al más consagrado padre.''[5]

Este fue el comienzo de una larga amistad cuya evidencia se preserva en cincuenta y siete extensas cartas de Grebel a Vadian. Durante tres años Grebel estuvo asociado a Vadian en Viena. Hablaba de otros maestros con mucho cariño; pero Vadian excedía a todos los demás. Vadian se casó con una hermana de Grebel en 1519.

El curriculum base en todas las universidades medievales consistía en el Trivium y en el Quadrivium para alcanzar el grado de bachiller. Sin embargo, el interés de Grebel no coincidía con dicho curriculum. Le gustaban los clásicos latinos y le intrigaba en particular la nueva geografía.[6] El humanismo de moda en Viena pertenecía a la variedad italiana con escaso acento en el renacimiento del cristianismo y nada en absoluto en cuanto a moral. Grebel estudió tres años en la Universidad de Viena pero no recibió título alguno. Sin embargo, durante ese tiempo se embebió en el humanismo de la Italia renacentista.

La misma Viena era una ciudad hermosa, pero inmoral. La presencia de los cinco mil estudiantes de la Universidad no contribuyó a mejorar la situación moral. Eran escandalosas las borracheras de los estudiantes, frecuentes las camorras, y común la promiscuidad sexual. Precisamente dos de las actividades extras de Grebel, aparte de los estudios, eran las peleas y las mujeres. De una disputa habla salido dolorosamente herido en una mano. A sus relaciones inmorales con mujeres atribuía después una enfermedad que tuvo que sufrir el resto de sus días. ''Merecido lo tengo'', escribía, ''por haber estado tantas veces con mujeres.''[7] Intelectualmente, pues, Viena constituyó una experiencia estimulante para Grebel, pero espiritual y moralmente fue empobrecedora. No es sorprendente entonces que saliera de Viena sin haber conseguido ningún título.

El 30 de septiembre de 1518 encontramos a Grebel camino de París en compañía de otros dos estudiantes. El chasco que se había llevado al no permitírsele volver a Viena fue en parte mitigado por la reanudación de los estudios con Glarean, su amigo y maestro en los días de Basilea. Con este propósito le había preparado su padre una pensión pecuniaria más que suficiente, con el fin de financiar sus estudios en París. Grebel, por tanto, se dirigía a París para intentar por última vez un formal estudio universitario.

Cualquier ilusión, de las muchas que se hizo Grebel al pensar en estudiar de nuevo con su antiguo maestro, duró poco tiempo. Glarean no había cambiado, pero sí Grebel. Sus escapadas fueron tan frecuentes que en menos de tres meses se vio despedido de la bursa. Las camorras internacionales eran la más popular diversión en la que intervenían los estudiantes de la universidad. Las cosas, pues, iban de mal en peor. Grebel se vio envuelto en una pelea que causó la muerte de dos franceses. Como consecuencia, tuvo que sufrir las severas reprimendas y censuras de su padre, así como de sus amigos Vadian y Myconius.

Grebel tenía también otros problemas, uno de ellos era su salud. A veces se encontraba tan enfermo a causa de su ''antiguo problema'' que se desesperaba. Al estado de la enfermedad había que añadir el de la ansiedad. Asimismo, la Sorbona era cualquier cosa menos una comunidad de eruditos. Valentín Tschudi, en una carta a Zwinglio, calificaba a los profesores de ''bárbaros'', ''bestias salvajes vacías de naturaleza humana" y " os más estúpidos de todos los hombres”[8].

Los veinte meses que estuvo Grebel en París fueron vanos. Su padre le había acortado la pensión dejándosela en dos tercios. Debido a esto y a sus deseos indisciplinados, pronto se encontró sin un franco. Los pretextos que esgrimía para pedir dinero no recibían más que censura. Finalmente, llegó un enviado con un ultimátum de su padre conminándole a volver a casa. Un día de julio de 1520 volvía por fin el pródigo a la casa del padre.

Después de un año y ocho meses que parecían haber aumentado únicamente la frustración y el desespero de Grebel, sólo había perfeccionado el dominio de las lenguas. En París había principiado a estudiar el griego y probablemente el hebreo. Hay evidencias de que asistió a las clases de los más destacados profesores de la universidad. Sin embargo, no se sabe por qué nunca se matriculó. Quizás es que no lo intentó jamás. Pero en realidad fue un joven humanista sobresaliente que no habla empezado a saber todavía de Cristo y que regresó a la patria en un caluroso día de julio de 1520.

Los dos años siguientes fueron los más significativos de la vida de Grebel. Durante meses, sin embargo, no hizo nada. Mientras decidía si iba a Pisa debido a la insistencia de un legado papal o volver a Basilea con la intención de estudiar más, pasó horas angustiosas. Volvió a Basilea, pero no por mucho tiempo. A las diez semanas estaba otra vez en su casa, habiendo encontrado en la erudición de Zwinglio y otros de la misma mentalidad, tales como Simon Stumpf y George Binder, aquello que había esperado hallar en Viena, Paris o Basilea.

Bajo la dirección de Zwinglio, Grebel y otros empezaron a estudiar a los Clásicos griegos. En noviembre de 1521 ya lefan a Platón Por esa fecha dos.antiguos amigos de Grebel, Valentin Tschudi y J. J. Animann, se incorporaron al grupo. Al principio su interés no era primariamente religioso sino cultural. No obstante, estudiaban juntos los lenguajes bíblicos, 0 sea, el griego y el hebreo. Este era el sistema que utilizaba Zwinglio para atraerse a jóvenes capaces para formar la base de su programa de reforma.

Estas reuniones se convirtieron en ''reuniones de profecía", en las cuales uno de los componentes del grupo traía un sermón expositivo y un pasaje seleccionado de las Escrituras. Estas fueron estudiadas primeramente en la Vulgata, luego en un lenguaje bíblico apropiado. Después de traducir el pasaje en Schrifet deutsch (clásico alemán), uno de los discípulos de Zwinglio Predicaba entonces sobre el texto en suizoalemán.

El año 1522 fue un año de crisis para Grebel. En febrero del año anterior todavía era un joven frustrado en todos los sentidos. Temporalmente al menos, fue un hombre feliz con el amor de una joven a la que él llamaba su Holokosme (todo el mundo). Escribiendo desde Basilea a su cuñado Vadian decía: ''al fin ha sido capturado el corazón de vuestro pobre Grebel, por eso si me amáis alegráos conmigo".[9] Había ido a Basilea buscando trabajo de impresor y ésta fue una más de la larga serie de decepcionantes experiencias.Las finanzas que él había esperado conseguir para fundar un hogar resultaban insuficientes para sus planes y su escasa salud. Después de dos meses ya estaba de vuelta en Zurich, decidido a no salir nunca más de allí. A pesar de las menguadas finanzas y de la desaprobación de sus padres, el matrimonio no podía esperar. Así aprovechando la ausencia de su padre, Conrad se unid en matrimonio con su Holokosme el 6 de febrero de 1522, oficiando la ceremonia Heinriéh Enart, sacerdote de la parroquia de Fraumunster.

El matrimonio tuvo sus problemas. La novia procedía de una clase social más baja que la de Grebel. Y por esta Y otras razones los padres de él rechazaron la reconciliación con este nuevo estado de cosas. La madre de Conrad lloraba incesantemente. La tensión crecía. ''Contra mí ella es impía y contra mi mujer se enfurece'', confesaba a Vadian en una carta meses más tarde.[10] la situación se hizo aún más explosiva al incrementarse las deudas. Parecía que el matrimonio, en lugar de resolver sus problemas, había añadido muchos más.

Lo que no había logrado el matrimonio, lo consiguió la conversión. No se conocen los detalles de esta experiencia de Grebel, pero no existen dudas de lo que sucedió. La vida posterior de Grebel señala con irresistible certeza a una transformación interior, En sus cartas no se aludía ya a los griegos paganos ni a los dioses romanos. En su lugar abundaban las referencias a Cristo, a la palabra de Dios y a las admoniciones bíblicas. La florida eloquentia del humanista fue sustituida por un estilo cuyas características eran simplicidad, propósito e integridad. No le desaparecieron los problemas, pero ahora estaba por encima de ellos. A sus hijos les puso nombres bíblicos. En julio de 1522 defendió públicamente el evangelio e incluso llegó a manifestar el deseo de llegar a ser un ministro de él; eso quiere decir que se había convertido antes de esa fecha. El débil y vacilante joven humanista se había transformado en un discípulo de la cruz. La palabra de Dios fue desde entonces su hoja de ruta.

La predicación y la enseñanza de Zwinglio eran efectivas. Pronto se clasificaron como reformadores los nombres de Heinrich Engelhart, Simon Stumpf y Felix Manz, así como Grebel. Pero su lealtad a la palabra de Dios tuvo preferencia sobre su lealtad a Ulrico Zwinglio. A éste le debían mucho, pero más a la Biblia. No hubo fricción entre estas dos lealtades hasta el final del año 1523.

No fue Grebel el primero en romper con Zwinglio, como tampoco lo fue en poner en duda el bautismo infantil en el área de Zollikon Zurich. Pero en 1524 se vio claramente que Zwinglio y él seguían caminos divergentes. Fue Grebel el primero que inició el bautismo de creyentes en aquella histórica noche de enero de 1525. Así, junto con Blaurock y Manz, Conrad Grebel se transformo en uno de los campeones de la Reforma anabautista.[11]

Sólo un año y ocho meses le fueron concedidos a Grebel como predicador anabautista. A pesar de sus numerosos encarcelamientos y su creciente mala salud, los resultados de esos últimos veinte meses fueron poco menos que fenomenales.

En febrero de aquel 1525 encontramos a Grebel y Manz yendo de casa en casa testificando, bautizando y dando la Cena del Señor de acuerdo con el nuevo orden de los Hermanos Suizos. En ese mismo mes Grebel bautizó a Gabriel Giger, de St. Gall, en la casa de Felix Manz. Probablemente, también bautizó a Anna Manz. Uno de los días de ese mes de febrero bautizó por inmersión en el río Rin a Wolfgang Ulimann, un ex﷓fraile, cerca de Scheuffhausen, Suiza. Antes de bautizarse, Ulimann había asimilado las convicciones anabautistas que le condujeron a solicitar el bautismo de manos de Grebel, aunque no un bautismo de pila. Kessler relata el suceso diciendo que bajaron resueltamente al río Rin donde Grebel “sumergió a Ulimann bajo las aguas del río cubriéndole éstas totalmente.''[12]

Dos meses permanecieron en Schauffhausen intentando hacer progresar la causa de los hermanos entre los predicadores dirigentes de la ciudad. Wilhelm Reublin, Johannes Brotli y Grebel tuvieron aquí reuniones con bastante éxito. Grebel siguió trabajando en esta ciudad hasta que volvió a Zurich antes del 21 de marzo.

Entretanto, dos de los convertidos por Grebel, Ulimann y Giger incorporaron a su causa a Lorenz Hochrutiner, quien había sido expulsado de Zurich en 1523. Comenzaron a testificar en la ciudad y por los alrededores de St. Gall con marcado éxito. Los fructíferos trabajos de Giger y en especial de Ulimann condujeron a Grebel a incorporárseles. Confiaba en ganar para su causa a su cuñado y amigo querido, Vadian. En St. Gall predicó a una congregación responsable que estaba preparada por los celosos esfuerzos de Ulimann para recibir el mensaje anabautista. Día grande He el 9 de abril de 1525, cuando Grebel bautizó a una abigarrada multitud en el río Sitter. Se ha dicho que los Hermanos bautizaron en St. Gall durante los inicios del movimiento como a unas quinientas personas. De vuelta a Zurich, Grebel preparó con el favor de los Hermanos una campaña por medio de escritos. Primero escribió al concilio de la ciudad y luego a los hermanos y a Vadian, pero sus intentos resultaron vanos. Y St. Gall, siguiendo el ejemplo de Zurich, tomó medidas para reprimir al incipiente movimiento.

Grebel tuvo que esconderse desde los últimos días de abril hasta junio. Temiendo que Zwinglio le encarcelara, extremó las precauciones en sus movimientos. Se mantenía en contacto con los Hermanos a través de la correspondencia, osando reunirse con ellos sólo muy ocasionalmente. Durante su ocultamiento le asediaron sus dos antiguos enemigos, la pobreza y la enfermedad. Su pobreza llegó a tal extremo que tuvo que pensar incluso en vender su biblioteca. Después, y de forma completamente inesperada, volvió a encabezar el movimiento encontrancó imposible el estar inactivo por más tiempo.

Gruninger, el pueblo de la niñez de Grebel, se hallaba al este de Zurich. Allí habla estado su padre ocupando el puesto de magistrado durante doce años. Y en ese pueblo fue donde Grebel alcanzó su más victorio y el juicio más riguroso. Trabajó allí con extraordinario éxito desde el final de junio hasta su arresto el 8 de octubre de 1525. Durante la mayor parte de los cuatro meses, Grebel visitó casa por casa, testificando a individuos o predicando a pequeños grupos. Sus mensajes acentuaban la necesidad del arrepentimiento y de la fe basados en la autoridad de las Escrituras. El punto de partida del orden establecido parecía ser siempre cumplir la ordenanza del bautismo. Los hermanos de Zollikon, Chur y Waldshut trabajaban juntos con.frecuencia en un intenso esfuerzo de extender el anabautismo. El día 8 de octubre sucedió algo especial. Mientras que Grebel, Blaurock y Manz se preparaban para un culto en un lugar cercano, los dos primeros fueron arrestados por el magistrado Berger vi encarcelados en 5 castillo de Gruningen. ﷓les semanas más tarde Manz, quien habla escapado de las garras de dicho magistrado el día 8, fue encarcelado en la misma prisión.

Después de estar confinados más de un mes, Grebel y Blaurock fueron conducidos finalmente a juicio y se les sentenció, junto con Manz, el 18 de noviembre de 1525 a prisión indefinida. Se les condenó ''a causa de su anabautismo y de su indecorosa conducta, a estar en la torre a pan y agua; no se le permitía a nadie visitarles, con la excepción de sus guardianes."[13]

Los cargos contra los anabautistas eran extremadamente débiles. Sobre una evidencia más bien incierta, Zwinglio acusó a los Hermanos de sedición. En realidad las acusaciones se basaban en denuncias que hacían aparecer pervertida la enseñanza de los Hermanos. Por ejemplo, un tal doctor Hofmeister habla acusado a Felix Manz de negar la magistratura, cuando lo que había dicho el dirigente anabautista era esto: niingún cristiano podía ser magistrado, ni tampoco usar la espada para castigar o para matar a otro, porque no existe base bíblica para tales cosas.''[14]

Los Hermanos rechazaban que ellos enseñasen a la comunidad de bienes como sistema de vida cristiana, pero insistían en que un cristiano tenía que ayudar a los necesitados. Manz y Grebel aseguraban que era un error bautizar a los niños, al mismo tiempo que afirmaban la convicción de que el bautismo de creyentes era el signo de membresía de la verdadera iglesia.

Muchos otros anabautistas fueron encarcelados. Durante el largo invierno, la torre de Zurich vibró con los cánticos y las oraciones de los indomables prisioneros. Grebel aprovechó el tiempo preparando un manuscrito sobre el bautismo de acuerdo con la promesa que hizo a sus seguidores de Gruningen. Uno de los testigos confirmó la declaración de Grebel antes de su encarcelamiento diciendo que ''si le permitían imprimir su escrito, entonces estarla preparado para la controversia con su maestro Zwinglio; y que si ganaba Zwinglio, Conrad estaría dispuesto a ir a la hoguera, mientras que si era al revés y triunfaba Conrad, éste no exigirla que Zwinglio fuera a la hoquera."[15]

Después de cinco meses de cárcel, el intrépido Grebel pidió permiso para imprimir el manuscrito que escribió en la prisión. Esta exasperante audacia provocó una airada repulsa. La denegación a la solicitud de Grebel se produjo en un segundo juicio celebrado los días 5 y 6 de marzo de 1526. El día siguiente, y contra todos los esfuerzos de los defensores, se le sentenció a prisión perpetua. El mismo día se declaró el acto del bautismo como crimen merecedor de la pena de muerte. Pero la cadena perpetua duró poco. Catorce días después unos benefactores cuya identidad desconocemos ayudaron a escapar a los prisioneros.

Poco se sabe de las actividades de Grebel durante los meses que siguieron a su huída. No obstante, conocemos con certeza que al fin consiguió imprimir el manuscrito sobre el bautismo. Se fecha en 1527 la primera vez que vio Zwinglio una copia de este manuscrito. Fue una de las últimas obras de Grebel.

Poco después de esto se desvanece para nosotros la figura de Grebel, resurgiendo a ráfagas en Appenzell y Graubunden junto con Felix Manz. Le vemos después solo yendo hacia Maienfíeld, en la Oberland, donde murió a consecuencia de la peste. Grebel, nunca físicamente fuerte, fue una víctima más de la peste, muriendo en el verano de 1526, probablemente en agosto.16 Un año y ocho meses, o menos, comprenden todo el ministerio de Conrad Grebel como predicador anabautista.

Unos pocos sermones, numerosas cartas, un panfleto, unos cuantos bautismos, mucha cárcel, mucha pobreza, incomprensión en su casa y deshonra en el cantón nativo, jalonan la trágicamente breve trayectoria del gran reformador. Pero su vida continúa todavía influyendo en el movimiento del cual fue él parte fundamental.

Felix Manz

Si Grebel era el "corifeo de los anabautistas" según sostenía Zwinglio, Manz era el "Apolo'' y Blaurock el "Hércules''. Siguiendo a Grebel en importancia en el reciente movimiento anabautista, Manz le sobrepasó sin embargo en elocuencia y popularidad. Manz fue el primer mártir anabautista que murió a manos de los protestantes y el primero en morir en Zurich.

Felix Manz nació en Zurich, probablemente en 1498.[17] Como Erasmo, Leo Jud y Heinrich Bullinger, también Manz era hijo ¡legítimo de un sacerdote católico. Es evidente que Manz disfrutó de la aventajada educación de las clases privilegiadas, siendo experto en latín, griego y hebreo. Pronto fue reconocido como una autoridad en el hebreo.[18] En 1522 se incorporó al grupo de los jóvenes eruditos griegos que estudiaban entusiastamente el Nuevo Testamento con Zwinglio. Más tarde lo mismo que a Grebel, se le contó entre los convertidos de Zwinglio.

No obstante, posiblemente en el verano de 1523 y con toda seguridad después del debate de octubre de ese mismo año, Manz se sentía insatisfecho con el programa reformador de Zwinglio. Su descontento aumentó más el año siguiente. Zwinglio refería dos años después, que Manz, Grebel y Stumpf le habían presentado por separado un variado programa de reforma.[19] Está claro que a Manz se le contó entre los dirigentes del partido de la oposición desde el primer momento. Su nombre figura junto al de Castelberger en la carta de Grebel a Thomas Muntzer el día 5 de septiembre de 1524.[20] Algún tiempo antes la pequeña partida de esforzados cristianos se habla empezado a reunir regularmente en la casa de Felix Manz, en la calle de Neustadt, cerca de la Grossmunster. Manz tenía una participación importante en estas asambleas, enseñando las Escrituras del mismo hebreo. Aquí fue donde, en 1525, se administró el primer bautismo de creyentes entre los Hermanos.

Inmediatamente después de formarse la primera iglesia anabautista, los Hermanos comenzaron en Zurich y Zollikon a visitar casa por casa. Eran frecuentes los bautismos y se observaba asiduamente la Cena del Señor en su forma más simple. Manz y Blaurock encabezaban el esfuerzo evangelístico en el área de Zurich. En los primeros días del movimiento Grebel intentó llevar el mensaje anabautista a los dirigentes de la Reforma en Schaffhausen. Mientras tanto Manz y Blaurock continuaron sus esfuerzos entre los campesinos y artesanos. Esto no quiere decir que hubiese una rigidez extremada en la división del trabajo. Por ejemplo, sabemos que Manz trató de ganar en una ocasión al doctor Hofteister, según éste mismo testificó en el juicio de 1526.[21] Mientras Grebel dirigía la atención hacia Gruningen, Manz y Blaurock estaban trabajando en Chur y Appenzell.

No obstante, Manz y Blaurock estaban con Grebel el 8 de octubre de 1525 en Hinwill, en el área de Gruningen, cuando Blaurock y Grebel fueron arrestados y encarcelados. Fue precisamente cuando Manz consiguió escapar, aunque fue apresado unos días más tarde, el 31. Fue encarcelado con Grebel y Blaurock en el castillo de Gruningen, más tarde trasladados los tres a la Torre de la Bruja en Zurich.

Se nos dice que catorce días después de su huída de la Torre de la Bruja, Manz bautizó a una mujer en Embrach. Dos meses más tarde Manz y Blaurock, esta vez sin Grebel, volvían a Gruningen. Casi en el mismo aniversario de su arresto en Gruningen el año anterior, Manz fue arrestado en St. Gall el 12 de octubre, pero se le puso en libertad en seguida. Sin embargo, dos meses más tarde fue apresado en un bosque de Gruningen junto con Blaurock. Este iba a ser su último encarcelamiento.22 Difícilmente habría una prisión en la cercanía de las actividades de Manz que escapara de ser honrada por su presencia.

El 5 de enero de 1527 fue sentenciado a muerte "porque contrariamente al orden y la costumbre cristianos se había envuelto en el anabautismo ... porque confesó haber dicho que deseaba juntar a todos aquellos que querían aceptar y seguir a Cristo, y unirse a ellos por el bautismo ... separándose así él y sus seguidores de la iglesia cristiana, levantando y preparando una secta según lo que ellos creen ... porque había condenado la pena capital ... puesto que tal doctrina es dañina a la unificada costumbre de toda la cristiandad y conduce a la ofensa, la insurrección y la sedición contra el gobierno ... Manz será entregado al verdugo, el cual le atará las manos, le pondrá en una barca, la trasladará a una de las cabañas más bajas del río y allí le tirará de las manos atadas hasta más abajo de las rodillas ... colocará un palo entre las rodillas y los brazos y lo arrojará así al agua, dejándole allí perecer; de esta manera satisfará la ley y la justicia ... Mis señores confiscarán también sus propiedades.''[23]

Una vez muerto Grebel, Manz era el dirigente más importante de los hermanos suizos. Su noble vida, elocuencia, educación y entusiasmo le hicieron extremadamente popular entre las masas. Para Zwinglio fue tan peligroso como Grebel. Una de sus premisas definitivas fue que si la Reforma suiza seguía dentro del contexto de una iglesia del estado él, Manz, la abandonarla. La orden pidiendo la muerte de los re﷓bautizadores había sido emitida en marzo, pero todavía no había sido cumplida. Había llegado el día de la prueba crucial y la primera víctima era Felix Manz.

De acuerdo con la sentencia, Manz fue conducido atado desde la prisión de Wellenberg hasta la barca, pasando el mercado de pescado. Durante todo el camino testificó a las personas que iban en la lúgubre procesión y a los de las orillas del río Limmat. La voz de su madre se alzaba sobre el murmullo de las aguas, instándole a permanecer fiel a Cristo en la hora de la prueba. Cuando le ataban juntos los brazos y las rodillas, cantó con fuerte voz: 1n manus tuas, Domine, commendo spiritum meum" (En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu). Unos minutos después las frías aguas del río se cerraban sobre la cabeza de Felix Manz.

A pesar de que Manz escribió poco, dejó impreso un testimonio de su fe y un cántico de 18 estrofas. En estos trabajos vibra todavía su mensaje.

Solamente a través de Cristo aprovechará y subsistirá el amor a Dios; pero fracasará la jactancia, la difamación y la amenaza. Dios se complace solamente en la caridad; aquel que no es capaz de amar no tiene parte con Dios. El amor puro de Cristo hace huir al enemigo. Conviene saber que para ser heredero de Cristo hay que ser misericordioso, como el Padre en los cielos es misericordioso ... Cristo no aborreció al hombre; de la misma manera sus discípulos deben evitar el odio, siguiendo así a Cristo en el verdadero camino, camino que él anduvo antes ... Resuelvo por esto que permaneceré fiel a Cristo y que pondré en él mi confianza, el cual conoce mis miserias y es poderoso para librarme de ellas. Amén.[24]

De su himnario del siglo dieciséis menonitas y huteritas cantan todavía; en él está incluido un cántico que escribió Felix Manz y cuya primera estrofa reza:

Cantaré ahora con alegría;
Mi corazón se deleita en Dios,
Quien me mostró tal paciencia,
Que de la muerte fui salvado
Que nunca tiene fin.
Te alabo Cristo, en los cielos
Quien cambiaste toda mi aflicción.[25]


George Blaurock

George Blaurock, el Hércules de los anabautistas, superó a Grebel y Manz en la extensión y efectividad de su ministerio. Gravemente apaleado con vara el mismo día que murió Felix Manz, extendió la fe anabautista durante los dos años y medio que le quedaron de vida. Fue quemado en la estaca en el Tirol.

Nacido en 1491 en Bonaduz, pueblo de los Grisones de Suiza, fue educado en la Universidad de Leipzig.26 Fue vicario de Trins, en la diócesis de Chur, desde 1516 a 1518. En el segundo debate anabautista Zwinglio se refirió a él como monje. Pero no existe base para creer que hubiera tomado los votos monásticos. Antes de su conversión a la fe evangélica era sacerdote de la iglesia católica.[27]

Blaurock ya estaba casado cuando llegó a Zurich. Se le describe como una "alta y poderosa figura de ojos fieros, pelo negro con una pequeña calvicie". Su agresividad le granjeó el sobrenombre de ''el duro George''. Zwinglio le denominó como ''un estúpido que por su pedantería no consideraba hijo de Dios a nadi e a menos que fuera un 'loco' como él''.[28] No obstante, el apodo que prevaleció fue el de .”Chaqueta azul" (Blaurock). La gran crónica huterita recoge el incidente que motivó dicho mote.

Estando en esto, vino a ellos una persona de Chur, o mejor, un sacerdote llamado George, "de la casa de Jacob'', comúnmente designado como "chaqueta azul” (eso es lo que significa el nombre de Blaurock) a causa de que en una ocasión, cuando discutían en una asamblea materias de fe, este George expresó también su opinión; alguien entonces preguntó quién había sido el último en hablar, respondiendo otro que lo había hecho ''el de la chaqueta azul''. De este modo recibió Blaurock su nombre, por vestir una chaqueta azul.[29]

Blaurock no impresionaba a nadie con su sabiduría, pero sí a todos con su celo. Con su ardor característico se unió a una peregrinación a Zurich, el centro de la Reforma Suiza. Dicha peregrinación solicitaba una entrevista con los más celosos dirigentes de la Reforma. Al saber Zwinglio que había gente mas entusiasta que él, les recibió inmediatamente. Una vez satisfecho su deseo, Blaurock se unió al manojo de los jóvenes radicales suizos, excediéndoles a todos en entusiasmo. Fue él quien pidió y recibió el bautismo de manos de Grebel y quien luego bautizó a los demás en aquella noche de enero de 1525.

De la misma manera que les pasó a los primeros cuáqueros ingleses, el celo de Blaurock excedió en ocasiones a su juicio. Interrumpía incluso los cultos de las iglesias reformadas. Algo aconteció el primer domingo de febrero en una iglesia de Zollikon que tipifica los métodos de Blaurock. Cuando el ministro se dirigía al púlpito, George le preguntó qué iba a hacer. ''Predicar la palabra de Dios", respondió el ministro. "No eres tú, sino yo, el enviado a predicar" declaró Blaurock. Se subió enseguida al púlpito y predicó.[30]

El 7 de febrero de 1525 Manz, Blaurock y todos aquellos que habían sido bautizados, un total de veinticuatro personas, fueron apresadas. El monasterio agustino de Zurich se convirtió en la prisión. Después de libertado y guiado por un sentimiento de urgencia, aceleró sus actividades. Ruedi Thomann, en cuya casa se celebró una reunión anabautista, nos da un reflejo de lo que era Blaurock en acción.
Después de mucha conversación y lectura, se levantó Hans Bruggbach llorando y clamando que era un gran pecador y pidiendo que oraran a Dios por él. Blaurock le preguntó si deseaba la gracia de Dios. Dijo que sí. Entonces se levantó Manz y dijo ''¿Quién impedirá que le bautice?” A lo que contestó Blaurock: "Nadie." En seguida le sumergió Manz en el agua y le bautizó en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.[31]

Blaurock estuvo toda la noche en casa de su huesped Ruedi Thomann, al cual ganó para la causa con todos los demás miembros de la familia.

Manz y Blaurock trabajaron juntos, estrechamente, hasta que el primero fue ahogado el día 5 de enero de 1527. El mismo día Manock fue severamente azotado y apaleado. Expulsado de la ciudad el indo mable profeta anabautista abandonó Zurich para no volver nunca más. Sacudió el polvo de sus ropas y zapatos sobre la ciudad, en una despedida de apostólico desdén.

Blaurock se dirigió de Zurich a Berna. Se sostenía entonces en esta ciudad un debate. Zwinglio se tuvo que enfrentar también al desterrado Blaurock y a los anabautistas berneses en un intento de convencerles de su error. Los sabios doctores de la iglesia reformada fracasaron en su misión en Berna, como igualmente le había sucedido a Zwinglio en Zurich. Como consecuencia, Blaurock y todos los demás, con la excepción de uno que se retractó de sus creencias, fueron expulsados. De Berna marcharon a Biel, donde una gran comunidad de anabautistas que debían su origen al trabajo de Blaurock, mantuvieron servicios de culto durante algún tiempo; arrojado por las autoridades de Biel, Blaurock trabajó por algún tiempo en los Grisones y en Appenzell. Fue arrestado y posteriormente desterrado el 21 de abril. Después de cuatro destierros en otros tantos meses, Blaurock abandonó Suiza para siempre.

Volvió al Tirol donde el esforzado discípulo anabautista principió lo que iba a ser su último y más fructífero ministerio. Una iglesia anabautista en el valle Adige había perdido en la pira a su pastor el 2 de junio de 1529, un tal Michael Kurscher. En respuesta a la solicitud de ayuda de la huérfana congregación, Blaurock aceptó el pastorado, En el ínterin, desde Mausen a Neumarkt, grandes multitudes asistían a sus predicaciones. Se bautizaba a los creyentes y se formaban nuevas congregaciones. La comunidad se incrementaba constantemente. Cada día era más difícil mantener el secreto.

El 14 de agosto de 1529 Blaurock y Hans Langegger fueron arrestados por las autoridades de Innsbruck. Queriendo informarse del número de anabautistas de aquella área y de la importancia de sus cautivos, las autoridades les torturaron cruelmente. Tres semanas más tarde, el 6 de septiembre de 1529, Blaurock y Langegger fueron quemados en la estaca cerca de Klausen. La sentencia de muerte de Blaurock se basó en los siguientes cargos que recoge el Martyr´s Mirror.

Porque había abandonado el oficio de sacerdote papista; porque no habla mantenido el bautismo de los niños y porque había predicado un nuevo bautismo a la gente; porque habla rechazado la misa y la confesión como instituidas por los sacerdotes; porque no permitía que se invocara o se adorara a la madre de Cristo. Fue ejecutado por estas razones, y él les entregó la vida como un soldado y un héroe de la fe. Camino del lugar de la ejecución, se dirigía encarecidamente a la gente y les remitía a las Escrituras.[32]

La última voluntad y testamento de Blaurock quedaron reflejados en forma de epístola escrita desde la prisión, un breve sermón y dos cánticos. La epístola y su admonición final llegaron desde la celda de Guffidaun. Estos documentos ofrecen al estudiante contemporáneo una ligera visión del acento devocional del esforzado martir y un ejemplo de su predicación. En tonos salmódicos, Blaurock y sus compañeros de prisión exclaman:

Por tanto, cantaré en mi corazón alabanzas a tu santo nombre, y siempre proclamaré la gracia que he experimentado. ¡Te imploro, oh Dios, el cuidado de todos mis hijos, presérvalos siempre de todos los enemigos del alma! No edificaré sobre la carne porque eso pasa y no dura, sino que pondré mi confianza en tu palabra... Nuestro fin está cerca. ¡Bendito Señor, capacítanos para llevar la cruz hasta el lugar previsto; e inclina a nosotros tu misericordia, para que podamos abandonar nuestros espíritus en tus manos![33]

Blaurock no se contentó con legar únicamente una epístola devociónl para la edificación de los hermanos. Dejó también una breve admonición, escrita en forma de sermón, en la que domina el elemento escatológico. A pesar de su mucho sufrimiento y de su muerte inminente, su fe permanecía inamovible en el juicio final de Dios. Blaurock advierte al impío, a la luz de este juicio inevitable, que se vuelva a Dios en arrepentimiento y fe mientras todavía hay tiempo.

Pero cuando venga el Señor en la gloria del juicio, entonces se querrá arrepentir el pecador; será demasiado tarde para alcanzar el perdón; él anuncia ahora la palabra divina y enseña a los hombres que tienen que dejar su vida de pecado, creer en Cristo, ser bautizados por fe y obedientes al evangelio. Por eso, "hijos de los hombres'', suplica, ''abandonad vuestros pecados y no continuéis siendo duros de corazón, enfermos, ciegos, e impíos, cuando tenéis un médico que puede curar todas vuestras miserias y que os ofrece gratuitamente su ayuda (Mateo 9: 12)."[34]

Dos cánticos se han preservado de Blaurock. El primero, Gott Fuerht ein recht Gericht, tiene treinta y tres estrofas; y el segundo, Gott, dich will ich loben, trece. El primer cántico manifiesta las condiciones de la salvación, acentuando lo inevitable del juicio y la senda de la esperanza. El segundo es un hermoso canto que revela, en términos personales, la fe en Dios que posee el autor. La primera y la sexta estrofa respiran el espíritu de una fe insuperable.

Señor Dios, cómo te alabo
Desde ahora y para siempre,
Dame la verdadera fe
Para poderte conocer.

No me olvides, oh Padre,
Está siempre a mí cercano;
Tu espíritu me guarde y enseñe,
Y que en las grandes aflicciones
Pueda gustar tu consuelo,
Y que alcance valientemente
La victoria en esta lucha.[35]



NOTAS AL PIE.

[1] Wenger, op. cit., p. 37.

[2] Las biografías de aquellos que se bosquejan en esta obra son meras representaciones de otros cuyas vidas puede que fueran mejores o por cualquier otra razón más dignos de figurar aquí, pero conviene saber que lo que me ha guidado a la presente selección ha sido la influencia de estas personas en el desarrollo del movimiento.

[3] Grebel, p. 162. El autor está en deuda con Harold Bender por su monumental obra sobre Conrad Grebel, ya que mucho del material usado para delinear la vida de Grebel está tomado de allí.

[4] Una bursa era la combinación de una casa de huéspedes y un colegio que se hallaba bajo la dirección de un experto. Aquí los estudiantesvivían y estudiaban mientras estaban en la universidad.

[5] Grebel, p. 19.

[6] El Trivium se componía de gramática, retórica y lógica. El Quadriviumi﷓﷓﷓de aritmética, geometría, música y astronomía. Para una﷓﷓﷓majar información de la vida universitaria medieval, ver T. Walter
Wallbank y Alastair M. Taylor, Civilization Past and Present (Nueva York: Scott, Foresman and Company, 1942 , PP. 371﷓375.

[7] Grebel, p. 233.

[8] Ibid., pp. 36﷓37. La "Sorbona" se usaba entonces para referirse a la facultad teológica de la Universidad de París.

[9] Ibid., p. 61.

[10] Ibid., p. 76.

[11] Desde el punto de vista de Winglio, Grebel era con mucho el hombre más importante de los dirigentes anabautistas. Ver Grebel, p. 136. No obstante, esto no quiere decir necesariamente que Grebel fuera el fundador de los anabautistas. No hay justificación para hablar de "un fundador" de los anabautistas. Emil Egli en Die Zuricher Wiedertaufer zur Reformationszeit (Zurich: Friedrich Schulthess, 1878), p.19, menciona a Blaurock, Grebel y Manz como los tres grandes dirigentes del movimiento anabautista en Zurich. También alude a la designación de Zwinglio acerca de Grebel como el “Koryphaender Wiedertaufer''.

[12] Johannes Kessler'sSabbatta mit Kleineren Schriften und Briefen, ed. Emil Eglli y Rudolf Scho h (St. Gallen. Huber1902, p. 144.

[13] Grebel, p. 155.

[14] Ibid., p. 159.

[15] Ibid., p. 151.

[16] Kessler, op. cit., donde Grebel, Manz y Blaurock son llamados "traviesos anabautistas". Ver pp. 142﷓143, 148, 314.

[17] Christian Neff. ''Felix Manz", trad. Harold Bender, ME, III, p. 472.

[18] Newman, pp. cit., p. 131.

[19] Grebel, pp. 103﷓105. Es evidente que la presentación del sugerido programa de reforma tuvo lugar antes de la expulsión de Stumpf de Zurich, el 23 de diciembre de 1523.

[20] no. 14, p. 19.

[21] Grebel, p. 142.

[22] Estuvo prisionero en Chur, St. Gall, Gruningen, en la torre de la Bruja de Zurich y en la prisión de Wellenber también de esta ciudad.

[23] ME, III, p. 473.

[24] Thieleman J. Van Braght, The Bloody Theater of Martyr's Mirror of the Defenceless Christians, trad. I. Daniel Rupp (Lancaster, Pa.: David Miller, 1837), p. 344. Desde ahora mencionado como Mirror.

[25] A. J. Ramaker, ''Hymns and Hymn Writers Among the Anabaptists of the Sixteenth Century", MQR, III (abril de 1929), p. 114. Ver el cántico completo, compuesto de dieciocho estrofas, en el Ausbund (Lancaster, Pa. Press Inc., 1955), p. 41.

[26] Neff, ''George Blaurock", trad. Bender, ME, I, p. 354.
[27] John Allen Moore, Der Starke Jorg (Kassel: J. G. Oncken Verlag, 1955), p. 46. Hay una excelente bibliografía acerca del material sobre Blaurock y reproduce completamente dos de los cánticos de éste. También es de mucha ayuda una carta cronológica.

[28] ME, I, p. 356.

[29] ZiegIschmid, Large Chronicle, p. 46.

[30] Wenger, op. cit. p. 29.

[31] Newman, op. cit., p. 107.

[32] Mirror, p. 357.

[33] Ibid., p. 358.

[34] Ibid., p. 359.

[35] Ramaker, op. cit., pp. 115﷓116.


***

III
UN TESTIMONIO EXCEPCIONAL

El martirio se convirtió en una de las características de los anabautistas. Entre los que murieron por la fe a manos de las autoridades hubieron innumerables testimonios de mérito, unos ignorados, otros inolvidables. No obstante, ninguno sobrepasó a la hora de la muerte a Michael Sattler. Su testimonio excepcional se transformó en símbolo de la fidelidad anabautista a la vista del siglo dieciséis, dondequiera que hallaba auditorio la historia de su heroico martirio.

Un día de mayo de 1527 Michael Sattler fue sentenciado a muerte en la ciudad imperial de Rottenburgo. La condena decía:

Michael Satler será entregado al verdugo, el cual le cortará en la plaza primeramente la lengua, luego le atará a un carromato y allí con unas tenazas al rojo vivo le desgarará el cuerpo dos veces, haciendo lo mismo yendo hacia el lugar de la ejecución durante cinco veces. En el lugar designado, quemará su cuerpo hasta reducirlo a cenizas por ser un archihereje.[1l

¿Quién era este hombre? ¿Qué había hecho para tener que inclinar la cabeza ante la dura cólera de los jueces? La respuesta se encuentra, al menos en parte, en un estudio de la vida de Sattler.

Michael Sattler nació en Stauffen, cerca de Friburgo, Alemania, alrededor de 1490. En su juventud ingresó en el monasterio benedictino de St. Peter en Friburgo. Probablemente fue aquí donde consiguió su aventajada educación, teniendo oportunidad de asistir a las clases de la universidad local. En alguna parte obtuvo un amplio conocimiento de las lenguas griega y hebrea. Cuando salió del monasterio había alcanzado el grado de prior. Durante su estadía en el monasterio había comenzado a estudiar las epístolas paulinas, lo cual acrecentó su insatisfacción con el vicio y la hipocresía de sus compañeros los monjes. La nueva fe evangélica de Sattler originó una crisis que finalizó con la rotura de todos los lazos que le ligaban al monasterio y a la iglesia de Roma.

Después de dejar el monasterio se casó con una beguina,[2l a quien Anshelm describe como ''una pequeña mujer, capacitada e inteligente". Su seriedad moral y su fidelidad la caracterizaron como una digna compañera de su marido. Por abrazar las doctrinas luteranas, Sattler fue forzado a abandonar Austria en 1525 a causa de la política de exterminación de los herejes del rey Fernando. Suiza estaba al margen de la tiranía de Fernando. En consecuencia, volvió a Zurich donde, bajo la influencia de Wilhelm Reublin, se convirtió al anabautismo. Inmediatamente se puso a la cabeza del nuevo movimiento. Se unid al ministerio evangelístico de Muntprat, de Constanza y de Konrad Winkler, de Wasserburg, quienes tenían reuniones clandestinas en los bosques. Pronto se transformó en el más importante de los tres.3 Las reuniones fueron descubiertas y Sattler expulsado del cantón. Después del destierro de Zurich, el 18 de noviembre de 1525, a su ciudad natal, viéndose forzado a abandonaría otra vez luego de una breve estancia en ella.

Al igual que muchos otros antes y después de él, Sattler fue a Strassburgo que era en aquel momento la ciudad más liberal de Europa. Allí se granjeo el respeto de Bucer y Capito, pero fracasó en la tentativa de ganarles para la causa. Sin embargo, no fueron vanos sus esfuerzos. Durante el fracasado intento de ganar para el anabautismo a los reformadores de Strassburgo, aún se definió más la propia postura de Sattler. Ahora se encontraba lo suficientemente preparado para afrontar su próxima misión, la cual resultó ser el trabajo más importante de su trágica y breve existencia.

Contestando a la invitación de Reublin volvió a Alemania donde principió a trabajar en el norte de Rottenburgo, siendo su centro de actividades la ciudad de Horb.[4l Horb y sus alrededores respondieron fructíferamente a los esfuerzos de Sattler. La importancia de su influencia se aprecia en el hecho de que tuvo que predicar en una conferencia de anabautistas reunidos en Schleitheim el 24 de febrero de 1527. Desde esta reunión quedó aprobada la llamada Confesión de Schleitheim. Probablemente fue SattIer quien la bosquejó y la hizo circular entre los anabautistas alemanes y suizos antes de presentarla en la asamblea. Dicho documento constituye un testimonio de su habilidad y celo administrativos. Las primeras iglesias suizas y alemanas deben su estabilidad doctrinal y organizacional a la labor de Sattler.

No se pretendía que la Confesión de Schleitheim fuera una formulación doctrinal. No contiene estrictos conceptos teológicos. No se discuten tópicos tales como Dios, el hombre, la Biblia, la salvación, la iglesia, la escatología. Sus artículos tienen que ver con el orden y la disciplina dentro de las congregaciones. la atención se centra en el bautismo, la excomunión, la Cena del Señor, la separaci6n del mundo, los pastores, el estado y los juramentos. Su articulado se presenta como un manual de la iglesia, igual que la Didaché del siglo segundo.

Naturalmente, hay una teología implícita en esta Confesión. Existe tal claridad de pensamiento al considerar el bautismo y la Cena del Señor, que desafía a cualquier interpretación sacramental. Los artículos que tienen que ver con la disciplina, el estado y el juramento indican una fundamental fidelidad a la fe y práctica de los hermanos suizos. La precaria existencia de las pequeñas congregaciones anabautistas desparramadas a lo largo de todo el sur de Alemania, se refleja en la siguiente selección sobre los pastores.

El pastor de la congregación debe ser.....aquel que tenga buen testimonio de aquellos que son ajenos a nuestra fe. Su oficio tiene que ver con todas aquellas cosas que conciernen al cuerpo de Cristo para cuidar de cómo tiene éste que sustentarse e incrementarse para que sea honrado y alabado el nombre de Dios a través nuestro, y calle la boca de la blasfemia. Pero sabed que su sostenimiento, si es que, lo necesita, debe ser sufragado por la iglesia que le elige... Y a un pastor que es desterrado o conducido a la presencia del Señor por la muerte, debe sustituirle inmediatamente otro, a fin de que no se disgregue sino que se preserve la manada de Dios por la exhortación y de que tengan consuelo.[5l

Mientras continuaba la asamblea de Schleitheim, los anabautistas fueron descubiertos por las autoridades de Rottenburgo, cerca del río Neckar. De vuelta a Horb fueron apresados Sattler y su mujer, la esposa de Reublin, Matthias Hiller, Veit Veringer, de Rottenburgo, y un numeroso grupo de hombres y mujeres de la ciudad de Horb. Los oficiales gubernamentales tuvieron inmediata conciencia de la importancia de Sattler. Le hallaron en posesión de la Confesión de Schleitheim y de algunos documentos concernientes a la fuerza y actividades de los anabautistas. Debido a este hecho y a la presencia de muchos anabautistas y simpatizantes en la ciudad, los prisioneros fueron trasladados de Horb a Binsdorf.

Desde la torre de Binsdorf Sattler escribió una conmovedora carta de consuelo a su amada congregación de Horb. Esta misiva es ejemplo de las cartas anabautistas escritas en prisión y abunda en referencias a las Escrituras, acentúa el amor a todos los hombres y está completamente exenta de amargura. Sattler encabeza la carta con una salutación trinitaria: ''Amados compañeros en el Señor; la gracia y la misericordia de Dios nuestro Padre celestial, que nos vienen por Jesucristo nuestro Señor, y el poder de su Espíritu, sean con vosotros, hermanos y hermanas, amados de Dios.''

El hincapié sobre el amor como máxima motivación de la vida cristiana, encuentra en la admonición de Sattler una pronunciada característica.

Si tenéis amor a vuestros prójimos no desearéis su castigo ni su excomunión, no buscaréis vuestro propio provecho, no pensaréis mal, no seréis ambiciosos, y finalmente, no seréis jactanciosos; por el contrario, vosotros seréis misericordiosos, justos, indulgentes en todas las cosas, sumisos y compasivos ante el débil y el enfermizo. (1 Corintios 13:4﷓8; Gálatas 5:22; Romanos 15:8; 1 Corintios 8:13.)

De la misma forma que un pastor fiel cuya primera consideración a pesar de la perspectiva de la muerte es el bienestar de las ovejas, Sattler trata de preparar a sus seguidores para lo inevitable en los últimos párrafos de su carta.

Y no permitáis a nadie que os quite el fundamento puesto por las Sagradas Escrituras y sellado con la sangre de Cristo Y con la de muchos de sus fieles testigos... Sin duda que los hermanos os habrán informado ya de que algunos de nosotros estamos encarcelados ... En este momento, nuestros adversarios presentan numerosas acusaciones contra nosotros. Ya nos han amenazado con la horca, y con el fuego y la espada. En este punto me someto enteramente a la voluntad del Señor y me preparo junto a todos mis hermanos y a mi esposa, a morir por el honor de su testimonio ... de aquí que considere necesario animaros con esta exhortación, a seguirnos en la contienda por Dios, para que os sintáis consolados y no os desaliente la corrección del Señor... Resumiendo, amados hermanos y hermanas, esta carta será mi despedida de vosotros, los que amáis a Dios en la verdad y le seguís.....Guardaos de los falsos hermanos; os advierto de este modo porque probablemente el Señor me llamará a estar con él. Espero en mi Dios; orad sin cesar por todos los que están cautivos; Dios sea con todos vosotros. Amén.[6]

Esta sospecha que sentían los prisioneros estaba completamente justificada. Iban a ejecutarlos. Se encontraban en manos de las autoridades austriacas, las cuales tenían la jurisdicción de Rottenburgo. Fernando, el rey católico de Austria, habla declarado que el mejor antídoto contra el anabautismo era "el tercer bautismo" (la muerte por asfixia en agua). Debido a la importancia de Sattler para el movimiento anabautista, Fernando sugirió que fuera ahogado inmediatamente. Las autoridades encabezadas por el Conde Joachim, empero, quisieron dar a este "caso eclesiástico'' alguna apariencia de justicia. La demora en asegurar la presencia de representantes teológicos de las universidades católicas hizo necesario posponer la vista hasta el 15 de mayo. Finalmente, dos doctores de la universidad acordaron participar en el juicio. No eran doctores en derecho como se había solicitado, sino en arte. Vinieron también dos representantes de Ensisheim, ciudad notable por su mal gobierno y los juicios contra herejes.

El 15 de mayo se reunió la corte con veinticuatro jueces. El presidente de este imponente cuerpo era el Landeshauptiman, Conde Joachim de Zollern. El defensor era el Mayor de Rottenburgo, Jacob Halbmayer, un abogado antipático. Sattler hizo responsable a Halbmayer de la marcha y sentencia del juicio.[7]

La causa comenzó realmente el 17 de mayo. Catorce reos había en el banco de los acusados. Al principio se les concedió la oportunidad de elegir a sus defensores. Sattler, quien era el interlocutor del grupo, declinó el ofrecimiento alegando que no se trataba de una cuestión legal. Según la palabra de Dios, dijo, no tenían derecho a apelar a la ley en asuntos religiosos. Su alegato fue cortés pero definitivo. En su respuesta, Sattler se dirigió sabiamente a los jueces como siervos de Dios, reconociendo su autoridad pero negándoles la jurisdicción. Asimismo dudó de la competencia de la corte.

Después, el Conde Joachim procedió a leer los cargos contra los acusabs. Los siete primeros eran contra todos los reos y contra Sattler hubieron dos más.

1.﷓ El y sus seguidores actuaban contrariamente al decreto del emperador. 2.﷓ Sattler enseñaba, creía y sostenía que el cuerpo y la sangre de Cristo no estaban presentes en el sacramento. 3.﷓ Enseñaba y creía que el bautismo infantil no proporcionaba la salvación. 4.﷓ Rechazaban el sacramento de la extremaunción. 5.﷓ Despreciaban e injuriaban a la Madre de Dios, y condenaban a los santos. 6.﷓ Sattler declaraba que los hombres no debían jurar ante el magistrado. 7.﷓ Ha promovido una nueva costumbre para tomar la Cena del Señor, colocando pan y vino en plato y comiendo y bebiendo ambos. 8.﷓ Contrariamente a la norma, se ha casado. 9.﷓ Dijo que si los turcos invadían el país no debíamos oponerles resistencia, y que si él aprobaba la guerra y tenía que tomar partido contra alguno de los bandos, lo haría contra los cristianos en vez de contra los turcos. Importa pues, saber, cuáles son los enemigos de nuestra fe.[8]

Todas estas acusaciones revelan una enorme incomprensión de las creencias anabautistas y ninguna simpatía por las enseñanzas que eran claras de entender. La quinta acusación es claramente una caricatura del concepto anabautista y la séptima uno de los muchos rumores sin fundamento. La acusación primera, sexta y novena tenían que ver con casos civiles. La primera se basaba en la premisa de que ''el emperador es el protector de la iglesia, premisa y conclusión de la iglesia medieval﷓y la iglesia no es otra que la católica romana. La iglesia, su doctrina, su organización, su ley, eran únicamente válidas en terreno austriaco".9 El cargo noveno fue el más perjudicial. A nadie temían tanto los austriacos como a los turcos. Conscientes o no de la mal explicada postura de Sattler, las autoridades utilizaron esta acusación como el golpe de gracia para condenarle ante el mundo.

Después de leer y discutir los cargos, Sattler pidió que se le volvieran a leer. En este punto el secretario que procedía de Ensisheim, se mofó sarcásticamente de él: ''Se ha jactado de poseer el Espíritu Santo. Me parece que si esa presunción fuera cierta, seria innecesario concederle lo que pide; porque si tiene el Espíritu Santo, como él dice, lo relatará todo cuanto aquí se ha hecho".[10] Imperturbable, Sattler repitió su solicitud, la cual le fue concedida al fin a regañadientes.[11]

La defensa de Sattler fue hábil y brava. En respuesta a la primera acusación señaló que los mandatos imperiales eran contra los luteranos. Decían que no debían seguirse las doctrinas y errores luteranos, sino el evangelio y la palabra de Dios. "Hemos observado esto'', dijo, "porque no estoy enterado de que nosotros hayamos actuado contra el evangelio y la palabra de Dios; para ello apelo a la palabra de Cristo".

Aceptó como válida la segunda acusación, defendiendo la postura anabautista con numerosas referencias bíblicas. No negó el tercer cargo, pero aprovechó la ocasión para afirmar la creencia del bautismo de los creyentes. Al hablar de la cuarta acusación, Sattler distinguió entre el aceite creado por Dios que es bueno y el aceite de la extremaunción que no es mejor. ''Lo que ha hecho Dios es bueno, y no se debe rechazar; pero niegamos lo que pretenden haber hecho mejor el papa con sus obispos, monjes y sacerdotes; porque el papa no ha hecho nunca nada bueno."

En cuanto a la Virgen María, dijo:

Nunca injuriamos a la madre de Dios ni a los santos; al contrario, creemos que la madre de Cristo debe ser apreciada sobre todas las mujeres; porque ella tuvo la merced de dar a luz a nuestro Redentor.

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