EL PROPÓSITO DE SER VASOS DE BARRO
Basado en 2 Cor. 4:6-18
Por: Rev. Reddy Dorado V.
6Porque Dios, que mandó que de las tinieblas resplandeciese la luz, es el que resplandeció en nuestros corazones, para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo.
7Pero tenemos este tesoro en vasos de barro, para que la excelencia del poder sea de Dios, y no de nosotros, 8que estamos atribulados en todo, mas no angustiados; en apuros, mas no desesperados; 9perseguidos, mas no desamparados; derribados, pero no destruidos; 10llevando en el cuerpo siempre por todas partes la muerte de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestros cuerpos. 11Porque nosotros que vivimos, siempre estamos entregados a muerte por causa de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestra carne mortal. 12De manera que la muerte actúa en nosotros, y en vosotros la vida.
13Pero teniendo el mismo espíritu de fe, conforme a lo que está escrito: Creí, por lo cual hablé, nosotros también creemos, por lo cual también hablamos, 14sabiendo que el que resucitó al Señor Jesús, a nosotros también nos resucitará con Jesús, y nos presentará juntamente con vosotros. 15Porque todas estas cosas padecemos por amor a vosotros, para que abundando la gracia por medio de muchos, la acción de gracias sobreabunde para gloria de Dios.
16Por tanto, no desmayamos; antes aunque este nuestro hombre exterior se va desgastando, el interior no obstante se renueva de día en día. 17Porque esta leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria; 18no mirando nosotros las cosas que se ven, sino las que no se ven; pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas. 
Dios resplandeció en nuestros corazones, para iluminarnos, y conocer la Gloria de Dios en Jesucristo. Todo este tesoro, está en vasos de barro, que somos nosotros, tanto pastores como fieles de la Iglesia de Dios. ¿Para qué vasos de barro? para que el resplandor de Dios sea la obra maestra y excelente obra del Poder de Dios y no de nosotros. No es obra pastoral, es espiritual.

La recomendación paulina es inesperada, pues generalmente queremos ayudar al hermano a salir de las dificultades y generalmente olvidamos que todas las dificultades son para su bienestar, pues ellas le ayudan a permanecer firme y ser templado en la fe. Lo mismo sucede con nosotros, los pastores, Es la escuela de Jesucristo la que debemos seguir.

Para Dios, somos vasos de barro, y en esa condición, vamos a ser atribulados (doloridos) en todo, pero no vamos a angustiarnos; vamos a estar en apuros (conflictos) mas no nos desesperaremos; nos perseguirán, con causa o sin causa, pero no nos sentiremos desamparados. De pronto hasta nos derribarán (caeremos) pero no nos destruirán. ¿Por qué vamos a poder resistir todo eso? Porque Dios estará con nosotros en cada uno de esos instantes. El jamás nos abandonará, jamás cerrara sus ojos, siempre estará a lado nuestro consolándonos, amparándonos.

Debemos llevar en nuestro cuerpo la muerte de Jesús. ¿Que sentido tiene esto? El primer sentido es que nunca olvidemos todo lo que nuestro Señor Jesucristo sufrió antes de morir, todos los dolores, escupitajos, azotes, injurias, blasfemias, todo eso lo llevo hasta la muerte, no se justifico, no clamo a Dios por invalidación de todo ello, sino que clamo al Padre, que se haga tu voluntad.

También tiene el sentido, de recordarnos, el anunciar el por qué de la muerte de Jesucristo, pues por su sangre en la cruz somos redimidos de todos nuestros pecados. La muerte de Jesús nos recuerda que El hizo la obra de restauración del hombre para con Dios, que no es nuestra fe ni nuestra obra la que nos reconcilia con Dios.

Así también lo enuncia Pablo: “nosotros que vivimos siempre estamos entregados a muerte” ¿Por qué estamos entregados a muerte? Primero, por la causa de Jesús, pues jamás traicionaremos a Dios ni a Jesucristo, pase lo que pase estaremos firmes en su Reino. También, para que la vida de Jesús se manifieste en nuestra carne mortal, es decir, si nosotros morimos permaneciendo en su causa, vamos a resucitar como El.

Pablo pasa a hablar de la situación del Obrero y de la mies del Señor, pues enfatiza que los obreros o pastores estamos sujetos continuamente a muerte, para que en la mies o iglesia de Dios la vida espiritual se manifieste, para que ustedes hermanos puedan permanecer fieles al Señor. En los planes de Dios es bueno que el pastor sufra como Cristo para que la iglesia viva en la vida de Dios.

Señor, tu sanas a los quebrantados de corazón
Tu vendas sus heridas
Tu conoces sus intimidades
Tu los pastoreas con amor
Cuando las lágrimas brotan de dolor
Tú, Señor, cuentas cada una de ellas
Las guardas en tu altar, como piedras preciosas
Pues son tesoros para Ti.

Además, apreciados hermanos, tenemos el mismo espíritu de fe la que nos hace tener el gozo de anunciar la Obra de Dios. Yo, como pastor creo en la obra de Dios, en la redención de pecados por medio de Jesucristo y que sólo Cristo es la verdad, la vida y el camino al Padre, por esa razón puedo hablar y predicar, doquiera me halle, de esta verdad, estoy convencido, pues el Espíritu de Dios obra en mi conocimiento y en esto estoy firme.

Así como Pablo, estaba convencido de la resurrección, así lo estoy, así espero que ustedes lo estén. Si nosotros sufrimos, no es para ser héroes o para llevarnos la gloria. Debemos recordar que por eso somos Dios nos considera vasos de barro, somos instrumentos de Dios; todo lo sufrimos por Amor a Dios y a vosotros, hermanos.

Si ustedes creen en la Gracia de Dios y permanecen firmes en ella, entonces tendremos que dar muchas acciones de gracias a Dios, por esa razón hermanos, debemos decir juntos con certidumbre de fe “Yo no desmayaré en el reino de Dios”, aunque no tenga los recursos necesarios para vivir, aunque tenga todas las acusaciones, todas las persecuciones, todos los odios y rencores por permanecer firme en la Palabra de Dios, jamás negaré a mi Señor y nunca lo cambiaré por un plato de lenteja.

Tampoco, queridos hermanos, ustedes lo hagan, miren al Señor Jesucristo, miren la misericordia de Dios, miren la bondad de Dios, miren el eterno amor de Dios. Aunque en nuestro cuerpo nos volvemos viejos, y también llevamos las marcas de nuestra fe, no se compara con la renovación espiritual de cada día; solo los que miramos a Dios, sabemos disfrutar de las manos de Dios acariciándonos, limpiando y sanando nuestras heridas.

Si cada día hay tribulación, cada día hay renovación espiritual, porque estas tribulaciones son momentáneas, aunque duren meses y años, para Dios son momentáneas, pasarán. Pero debemos estar seguros que esas tribulaciones generan en nosotros un ETERNO PESO DE GLORIA, para Dios.

Finalmente, hermanos de la fe, nunca miremos las circunstancias temporales, no miremos a los que nos hacen daño, no miremos las cosas que se ven cada día; sino, miremos las que no se ven, el mundo de nuestro Dios, el amor, la gracia, la fe, la misericordia, el perdón. Esta mirada a las cosas espirituales, son eternas, nunca tienen fin, mirando a ellas podremos vivir confiadamente en este mundo. PUESTOS LOS OJOS EN JESUS EL AUTOR Y CONSUMADOR DE LA FE

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