Exposición del primer salmo
dividida en seis sermones
por Constantino Ponce de la Fuente
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Sermon segundo

Antes es su voluntad empleada en la ley del Señor, y en la ley de el pensará de dia y de noche.

    Enseñónos el profeta en el primer verso del salmo aquello de que deve de huir el hombre para ser bienaventurado. En este segundo verso enseña lo que deve de seguir y poner en obra para entero y verdadero cumplimiento de su bienaventurança. No solo se requiere que se aparte el hombre del mal; mas requierese también que ponga en efecto el bien para que Dios sea de el servido y le cuente entre los suyos. No fue criado el hombre para estar ocioso. Exercicio ha de tener en esta vida, qual conviene a criatura y a obra hecha de mano de tal señor. Dexad de hazer mal y deprended a hazer bien, dize el profeta Esaias (1). La razon porque puso primero aquello de que devemos huir que lo que devemos obrar, ya la diximos en el primero verso. Resta que como alli platicamos lo uno, platiquemos agora lo otro.

    Dize que el varon bienaventurado tiene empleada su voluntad en la ley del señor, y de dia y de noche piensa y se exercita en ella. La fuente de la bienaventurança es Dios, y por esta razon todo aquello que nos lleva a el se podrá en alguna manera llamar bienaventurança, y assi lo llama la divina escritura. La cosa que mas a el nos allega y que mas cerca nos pone, la que nos da cierta seguridad que estaremos siempre con el y en possession de sus bienes, es la guarda de su ley. Por ley entendemos aqui no la religion que cada uno se inventa, ni cosas sin espiritu y sin lumbre del cielo, sino los mandamientos que Dios tiene puestos al hombre, y quiere que los tenga escritos en su coraçon, y que con favor y socorro suyo los execute y los ponga en obra sin hipocresia y doblez. No tiene el hombre mayor tesoro en el mundo que es la ley del señor porque como la cosa mas hermosa, la cosa mas justa y mas santa sea su divina voluntad, aquel será el mayor don que de su misericordiosa mano nos viene, que nos da cierto aviso y regla para conocerla y saberla. El mayor traslado, la mayor representacion, la cosa que mas ciertas señas nos da de quien es Dios, son sus mandamientos y ley. Porque assi como el es hermosissimo, limpio y libre de toda macula, lleno de bondad y poder, de justicia y de misericordia, assi es su ley una regla de limpieza y un espejo de hermosura, un camino de bondad, de justicia y de misericordia, unas armas que hazen grandemente poderoso al que la guarda y lo saca vencedor de todos los peligros y adversidades del mundo.

    La señal mas cierta de seguir uno camino de bienaventurança y de ser ya bienaventurado es tener grande deseo de saber la ley que el señor le demanda, y como se quiere servir de el, y en qué cosas se ha de ocupar. Y la mas averiguada regla de andar uno descaminado es rehuir la verdadera ciencia de lo que Dios le pide; procurar o dessear ignorancia y no querer alcançar entero conocimiento de tal aviso. Como el anda falso y fingido con el señor, assi es su bienaventurança falsa y fingida. Por esta via del desseo y guarda de la ley del cielo sabemos que fueron todos los santos. Porque quien tiene por cierto que un solo camino es el que le ha de llevar a ser bienaventurado no es possible que no lo codicie enteramente saber, con todas las particularidades y avisos que de el pudiere alcançar, si de verdad procura llegar a tal fin. Ponedme, señor, por ley, dize el profeta, el camino de vuestras justificaciones y entenderé siempre en buscarlo. Dadme entendimiento para escudriñarla y guardarla he en todo mi coraçon (Salmo 118).

    Avisadamente David opone entre si estas dos cosas: lo que seguian los malvados, los pecadores y escarnidores, con los mandamientos y ley del señor. Porque, assi como de lo primero sale la malaventura y perdicion de los hombres, assi sale de lo segundo la verdadera felicidad. Y assi como lo otro tiene su origen de la maldad del coraçon humano y es propio fruto suyo, assi esto procede del aviso y misericordia divina. Assi como los de aquellas obras afrentavan la bondad y justicia de Dios, assi estas otras de la ley son las que lo sirven y honran, y dan ciertas señales de quien es el señor y maestro que hizo al hombre. Assi como los primeros tenian maldad secreta y mal consejo en el coraçon, publicas obras en el camino, burla y escarnio en el assiento, assi los que siguen la ley de Dios, tienen limpieza en el anima, obras de santo exemplo en las manos, compañia y conversacion piadosa para con los otros hombres. Por las primeras tres cosas, andar, estar y assentarse, diximos que se entendian todas las acciones del hombre. Assi quando dezimos aca que ha de pensar de dia y de noche en la ley del señor entendemos que todas las obras de aquel que quiere ser bienaventurado han de ser sacadas de la ley de Dios y conformadas con ella.

    Lo primero que se pide aqui es que la voluntad del hombre esté empleada en la ley del señor. En balde se trabajará el que pensare de ser bienaventurado por emplear su hazienda o sus manos o sus ojos o qualquiera otra cosa que sea, en los exercicios y obras que tienen titulo de servicio de Dios, si primero no tiene ofrecida y dedicada la voluntad a su ley. Todo el mal, y muchedumbre de males, de que tratamos en el primer verso diximos que tenia su fuente en el coraçon del hombre. Fruto de la maldad que alli está es andar en mal consejo; fruto suyo es pararse en camino de pecadores; cosa que nace de alli es la invidia, el escarnio, la poca piedad de los proximos. Lo que sale del coraçon, dize nuestro redemptor, es lo que afea al anima (Mat. 15). Pues de esta manera procedemos aca y dezimos que todo el fundamento de la bienaventurança es que la ley del señor esté en el coraçon del hombre. Porque si ella está alli, seguro tenemos que ni avrá mal consejo ni mal camino ni mal assiento; antes necessariamente avrá todo lo contrario, santo consejo, santo camino y santo assiento. La ley de Dios enemiga capital es de aquellas tres malas cosas. No pueden estar juntas en un coraçon; en viniendo ella luego es todo aquello desterrado y echado fuera. Cuchillo es que lo corta, y fuego que lo consume. La ley del señor, dize en otra parte nuestro profeta, ley es sin manzilla que convierte y consuela al anima; su testimonio firmissimo, que enseña sabiduria a los simples. Los juizios del señor, derechos, que alegran el coraçon; su mandamiento puro y hermoso y lumbre para los ojos (Salmo 18).

    Claro está luego que no harán buena compañia en el coraçon del hombre la ley de Dios y aquellas cosas todas en que diximos que se exercitavan los malos. Resta agora que tratemos que quiere dezir tener la voluntad puesta en la ley del señor. Esto diremos en pocas palabras. Y luego proseguiremos qué frutos son, qué bienaventurança es la que procede de aqui. No es otra cosa tener un hombre empleada su voluntad en la ley del señor sino tener un grande desseo de poner en obra lo que ella manda y un grande contentamiento en obrarlo. Estas señas ha de hallar el hombre en su coraçon para que sepa que va camino de ser bienaventurado. Y engañado y perdido va el que sigue otros rodeos, cualesquiera que ellos sean, y se quiere persuadir que por alli ha de alcançar cierta bienaventurança. Este sentimiento es el que tuvieron los santos. Este es el sentimiento que ha de tener el cristiano. Y a este punto ha de trabajar de llegar y entre tanto que lexos de ello estuviere, sepa que está lexos de Dios. Mas de codiciar son, senor, vuestros mandamientos, dize el profeta, que el oro muy subido y purificado, mas dulces que la miel y el panal (Salmo 18).

    Lo primero dezimos que es dessear mucho poner en obra los mandamientos de Dios. Este desseo nace del conocimiento de la justicia y hermosura de la voluntad divina, quando el hombre, ayudado con favor del cielo, conoce verdaderamente que de voluntad tan santa y tan justa no puede salir mandamiento que no sea justissimo y santo. Que voluntad tan liberal y tan larga no puede pedir cosa al hombre que no sea para el grande y incomparable tesoro; no puede enseñar aviso que no sea de grande misericordia y profundissima sabiduria; no puede mostrarnos camino que no sea de grande seguridad; no puede darnos consejo que no sea fidelissimo, y de que podamos estar seguros y ciertos que nunca nos faltará. Finalmente que no podemos subir a mayor dignidad, no hazer cosa mas ilustre y mas señalada, no de mayor honra ni de mayor grandeza, no de mas contentamiento que tener tanta amistad con Dios que queramos una misma cosa con el; que estando tan lexos el criador y nosotros criaturas lleguemos a tanto, y a tan gran participacion con su suma bondad, que le parezcamos en el juzgar y en el querer. Vos, señor, dezis que esto es bueno, lo mismo dezimos nosotros. Vos dezis que lo quereis, nosotros tambien lo queremos.

    Quando el hombre ha considerado todo esto y la luz del favor divino le ha despertado y avisado para poder conocerlo, luego en su coraçon se enciende grande desseo de cumplir los mandamientos de Dios. Y de este mismo desseo le sale, quando los obra, un grande contentamiento. «En el camino», dize David, «de vuestros mandamientos, señor», en la execucion de ellos, «me alegré, como el que halla todas las riquezas y contentamientos del mundo» (Salmo 118). Porque cada vez que el hombre pone en efecto lo que Dios manda ha de pensar y considerar lo que agora diximos, y puede y deve dezir en su coraçon: Favorecedme, señor, para llevar esto al cabo, porque cierto estoy que por aqui voy a veros; que este es camino sin peligro y sin traicion. Por qualquiera otro me perdiera, y por este solo soy libre. Consejo sigo con que es impossible ser engañado. Promessa tengo que nunca me faltará. Compañia llevo con que voy seguro. Conmigo va vuestra sabiduria para avisarme, vuestro poder para defenderme. Por muchos enemigos y peligros que aya no tengo de qué temer. A todo aquello teneis vos, señor, por enemigo, y a mi me teneis por amigo. En esto en que yo agora pongo las manos teneis vos puestos los ojos. Despertada está en ello vuestra atencion como en cosa de que vos sois contento

y servido. ¿Qué mas quiero yo, o qué mas puedo pedir, que querer lo que vos quereis? En breves palabras avemos declarado qué cosa sea tener el hombre su voluntad en la ley del señor aunque larga cosa es llegar a ello, cosa de mucho trabajo y constancia y que no se puede alcançar sin que Dios ponga en ello su mano, la qual está muy aparejada para nuestro socorro, si con conocimiento de nuestra flaqueza y con verdadera fe la invocaremos.

    Prosigamos agora las diferencias de la bienaventurança de los malos a la que tienen los buenos, para que entendamos mejor quan falsa y quan engañosa es la una, quan cierta y verdadera es la otra. La primera, de que ya tratamos, es la bienaventurança de la carne y de los hombres subgectos a la ley y tirania del pecado. La segunda es la del espiritu y de los que son libertados con la sangre de Jesu Cristo y mediante esta libertad han alcançado fuerça y poder para cumplir la ley del señor. El hombre carnal busca y saca las cosas de su bienaventurança de aquellas tres cosas primeras: de andar en consejo de malos, pararse en el camino de los pecadores y assentarse en la silla de los que escarnecen; y en esto halla lo que dessea. El avariento no sossiega viendo que otro es mas rico que el y, atormentado de aquella invidia, busca otros semejantes consejos por donde alcance mayor hazienda o iguale por lo menos con la que su vezino possee. Por este camino va el ambicioso buscando consejos y compañias, favores y conspiraciones, astucias y artes por donde su desseo se cumpla. Otro tanto haze el carnal y el homicida y vindicativo. El que publicamente es malo y tiene tan desenfrenados sus apetitos y malas inclinaciones que no le dan lugar a que sea menos, consuelase y desculpa su maldad con ver que por el camino que el sigue van otros muchos como el, a los quales no solo sufre mas los favorece el mundo. Los escarnidores de lo bueno y de lo malo que veen en las personas y en las casas de sus proximos como hombres sin ley de Dios y sin razon e inclinacion de hombres, ponen su bienaventurança no en los bienes que ellos alcançan sino en los males agenos y en el plazer que de ellos reciben; y para poder gozar de esta su buenaventura buscan silla de reposo, compañia que les ayude, ociosidad que les encamine el gustar de su plazer, el escudriñar, el encarecer, el calumniar, el levantar lo que a ellos dé contentamiento y para su proximo sea enojoso y perjudicial. En estas cosas que avemos sumado pone su bienaventurança la loca carne de los miserables hombres del mundo; y por estos caminos la busca por consejo y astucia de malos, por carrera de pecadores, por silla y assiento de escarnidores. La bienaventurança del espiritu -y la que quiere Dios que tengan los suyos en este mundo para prenda y seguridad de la que han de tener en el otro- consiste en consejo de buenos, en camino y exemplo de justos, y en diligencia y exercicio de caridad; lo qual todo se halla y se deprende en la palabra y ley del señor. Y por esso dize nuestro verso que aquel varon será verdaderamente bienaventurado que tuviere su coraçon aficionado a esta ley, y de dia y de noche se exercitare en ella. Porque este tal no solo se desocupa y se aparta del mal consejo y mal camino y mala silla de los primeros, mas busca nuevo consejo, nuevo camino y nuevo exercicio en que se ocupe y emplee.

    Este consejo se halla en la ley del señor el qual el dio a su privado Abraham para que por medio de el fuesse bienaventurado. Yo soy el Dios todo poderoso, camina delante de mi y sey perfecto (Gen. 17). Este es el verdadero consejo y dado de buen amigo; que es del mismo señor que crió al hombre y en cuyas manos y voluntad está hazerlo bienaventurado, y para este fin lo crió. Y pues el dize que el verdadero camino para llegar a ser bienaventurados es agradar a sus ojos y seguir su voluntad, seguros podemos tomar tal aviso y, si le queremos seguir, tener desde aquí por cierta nuestra bienaventurança. Este consejo declaró la misericordia divina muy mas a la larga en las dos tablas de la ley, las -quales recibió Moisen escritas con el dedo de Dios para que las predicasse y enseñasse a su pueblo. En ellas estan escritos los diez mandamientos, los quales no son otra cosa sino una explicacion mas abundante y mas copiosa de aquello que el mismo señor avia mandado a Abraham quando le dixo que fuesse perfecto, y anduviesse delante de el, contentandole y sirviendole. Porque como la ceguedad del hombre cada dia passasse mas adelante y por sus malas costumbres y exemplos fuesse echando cada dia mayores raizes, proveyó la misericordia divina de darle mas clara y mas explicada lumbre de sus mandamientos y ley. Assi dize la escritura (Exod. 31) que estavan estos mandamientos escritos con el dedo de Dios, que quiere dezir ser cosa venida de su mano; y como señalada y firmada de su nombre en lo qual avisa a todos los hombres que aquello que alli va escrito es su ley, de aquella manera quiere ser servido, y en aquello consiste la perfeccion y bondad y la bienaventurança de ellos. De aqui vereis quanto mejor consejo sigue el que va por el camino de estos mandamientos que el otro de quien tratamos primero y diximos que seguia el consejo de los malvados. Pues no por otra cosa avisa Dios al hombre de su voluntad sino por amor que le tiene; y con codicia que la ponga en obra y sea bienaventurado. «Derecha es la palabra del señor» dize el salmo (32), «y son todas sus obras en fe. Ama la justicia, y el juizio, y de su misericordia está llena la tierra». Todo lo que el manda y ordena, todo lo que el aconseja, todo aquello de que el avisa a los hombres, todo es firme, todo es cierto y fidelissimo, no ay en ello cosa que no sea de verdadero señor y de verdadero amigo, no sabe engañar su palabra, ni puede faltar su verdad. De su misericordia está llena la tierra quiere dezir que esto en que tanto va al hombre, que es alcançar a saber qual es la voluntad de Dios, como quiere ser servido, publicado y manifestado lo tiene a todos y firmado de su mano. El es fuente de infinita misericordia. En ninguna cosa puede manifestar mas quien es, ni hazer como quien es, que en avisar a los hombres de su voluntad, del camino por donde han de ir a el, del verdadero conocimiento de sus mandamientos y ley.

    Dicho avemos del consejo que el bienaventurado halla en la ley del señor. Bien es que digamos agora del camino que en ella misma se halla para que pueda pararse y perseverar en el. Ya oistes como avia carrera de pecadores en que muchos se paravan, que era el publico mal exemplo y publica mala vida puesta como en camino y en plaça para juizio y provocación de los otros hombres. Estos declaramos que eran aquellos en quien es tan poderosa la aficion de su maldad que quando no pueden mas, pospuesto todo temor y verguença de los hombres, hazen publica y manifiesta muestra de sus pensamientos y obras. Pues assi el que toma el consejo del señor, si verdaderamente lo toma, tiene tan assentada y tan aficionada su voluntad con el que no se contenta ni sufre con tenerlo en su coraçon ni para si solo como consejo secreto, sino que lo publica de fuera y lo manifiesta con obras; y quando quiera que es menester haze camino y publicacion de los mandarnientos de Dios, perseverando y siendo constante en ellos, irnitando a los que por aquel camino siguieron y combidando y provocando a otros con su exemplo para que sigan tras el. El principal fin para que el hombre es puesto de mano de Dios en la tierra es para que sea una muestra y traslado de el y para que en sus hechos y obras dé testimonio de quien lo crió; y que despues que aya hecho este oficio sea llevado y colocado en lugar donde tenga perpetua imitacion con el de inmortalidad, de gloria, de señorio y de bienaventurança.

    Prevaricaron los hombres y de tal manera se apartaron del fin para que fueron criados, que por la cuenta y testimonio de lo que hazen, mas parece que representan a la serpiente que los engañó que al maestro y señor que los hizo. Y tanto quanto mas está extendida esta prevaricacion y quanto es mayor la infamia que en el juizio de los hombres por parte de la misma maldad de ellos resultó al señor que al principio los formó y les dio ser, tanto deve poner mayor diligencia el justo y trabajar con todas sus fuerças de dar verdadera y santa muestra en sus obras de su hazedor y señor. Este es el camino en que se ha de parar, este el exemplo que ha de dar a los otros, esta ha de ser su perseverancia y firmeza. Verdad es que es tan grande la muchedumbre de los pecadores, tan ancho el camino por donde van, tanta la desverguença y determinacion con que se paran en el que será cosa muy trabajosa para el que quisiere ir por otro camino y tener constancia y firmeza en el. Grande fuerça y grande esfuerço es menester para que el impetu y multitud de los otros no le desbarate y lleve con ellos. Estrecho dize el redemptor del mundo que es el camino del cielo y que pocos van por el; angosta dize que es la puerta y que son pocos los que entran por ella, y que es menester contencion y porfia para no quedar de fuera. Como avisamos al hombre de lo uno tambien le avisamos de lo otro. Como le enseña Dios el camino de la bienaventurança, tambien le dize los inconvenientes y los trabajos que se le han de ofrecer en el y corno se ha de aver con ellos, si quisiere llegar al fin.

    Una de las mayores dificultades -y bien podeis dezir que es la mayor y mas principal de todas quantas se les ponen delante a los que quieren seguir el camino de la verdad y tener firmeza y perseverancia en el- es la violencia y la multitud de los que van por contrario camino. Fuerte cosa es para la flaqueza del hombre ver que el camino de sus vezinos es ancho y llano y el suyo angosto y cuesta arriba; ver que el otro es descansado y el suyo es trabajoso, que a los otros se les ofrece ganancia y plazer, a el perdida y tristeza, a los otros las honras, y para el las afrentas, a los otros la compañia, para el la soledad. Esta es gravissima tentacion la qual no solo derriba y lleva tras si al vulgo de la flaca gente y de baxo conocimiento mas sabemos que trastorna a muchos hombres de buenos pensamientos, que alcançava,, mayor aviso y mas parte de constancia, y que con alguna determinacion comiençan a caminar por la carrera de la justicia. La tirania y poder de la multitud en todas las cosas es grande y todas las mas vemos que son regidas y governadas por ella, mas donde mayores daños y mayores estragos haze es en las cosas que pertenecen al camino de la ley de Dios. Esta canoniza y descanoniza todo aquello que le parece y en que su loco juizio se determina. Esta deshaze y reprueva las buenas y antiguas costumbres, las justas y santas leyes e introduze y aprueva las malas. Esta haze y deshaze en la religion y en todo genero de virtud quanto a ella se le antoja, echa del mundo la ley de Dios y le quita el titulo de justicia, y lo da a la ley del demonio y a quien a ella parece.

    No solo reina el mal exemplo por malas costumbres y obras mas tiraniza con violencia. Bastava lo primero para hazer mucho daño en la miseria y fragilidad humana sin que fuera lo segundo; mas juntado lo uno y lo otro ya podeis ver lo que resultará del mal y cada dia lo experimentamos. Quiere el hombre de su inclinacion compañia; su vanidad quiere aplauso; pidele su locura estima y divulgacion de sus cosas; favor de los que las vieren y oyeren; grita y aprovacion del mundo. Pues considerad por amor de mi de la una parte el camino y plaça del mundo tan allanado y tan aprovado de sus costumbres y leyes, tan ensanchado de su multitud, tan frequente y tan andado de los que caminan por el, tan favorecido de sus mismas bozes y barahundas, tan privilegiado y exempto de las mismas exempciones que el se ha tomado, tan bastecido de las pompas de las locuras y deleites de sus apetitos. -Y considerad de la otra una sendilla angosta de su hechura, cuesta arriba por la disposicion del camino, sola por no ser andada, desproveida por su soledad, llena de espinas por el poco uso, despoblada de aposento, subgecta a peligros y robos, aparejada a inconvenientes y dessabrimientos.- Y que un hombre acometa a entrar por ella en presencia del otro mundo que va por el otro camino y que el mismo se vee solo. Si alça los ojos al camino halla que es aspero. Si los buelve a su apetito hallalo inclinado a la llaneza y cosas del otro. Si considera el exemplo vea aculla toda la compañia. Y que sobre todo esto los otros le dan grita llamandole, hazen burla de su locura; añaden en su inclinacion con enseñarle en las manos los regalos y el anchura de sus plaças, la miseria de la sendilla que el lleva; tientanlo por mil caminos despiertanlo e irritanlo por mil maneras. Creedrne que será grande cosa que este hombrezillo no buelva atras y que, al son de la grita y escarnio que hiziere el mundo de el, vaya adelante por sus trabajos, por la estrechura y peligros de su camino.

    Mucho es lo que avemos dicho y es lo menos que en ello ay. No se contenta el mundo traidor con ir el por su camino y que el otro pobre vaya por el suyo, sino que embia con grande ira por el y con manos tiranas lo trae y lo pisa y lo maltrata. Executa en el mil generos de sinjusticias, quitale de mil maneras la vida porque no puede sufrir que nadie se aparte de su fiesta, ni se alexe de su camino, ni dexe de servir y obedecer a su vanidad, ni siga la virtud que el no sigue, ni aprueve y tenga por bien lo que ya sus costumbres tienen desautorizado y apreciado y estimado por poco. Con todo esto dezimos que el varon que quisiere ser bienaventurado no solo se ha de apartar del consejo de los malvados, no solo ha de tener metido en su coraçon el consejo de la ley de Dios mas ha de ponerse en camino y pararse y perseverar en el; ha de subir por las cuestas, y solo, si solo quedare, ha de pelear consigo mismo, pelear con todos los otros, resistir al impetu de ellos, tener hambre en medio de aquella mala abundancia, dezir el si aunque todos digan no, perder en aquel camino la vida antes que volver atras. Porque el sube y los otros decienden. El camina a la bienaventurança los otros a la malaventura. El busca lo llano los otros el despeñadero. Los trabajos de su angosto camino duran muy poco, el descanso de la posada no tiene fin; los deleites y contentamiento en que van cevados los otros se acabarán de ai a pocos dias y los tormentos de su malaventura no han de tener termino ni diminucion en tanto que Dios fuere Dios. Pareceros ha que he puesto en grande soledad al varon bienaventurado y que lo llevo por muy estrecho y por muy esteril camino. Pues no es cosa esta levantada de mi cabeça ni encarecida por mis palabras, digalo la experiencia de lo que passa. Y porque pocas vezes veis en estos casos lo que traeis delante los ojos y nunca conoceis la certinidad de vuestra perdicion hasta que estais sin remedio, digalo el mismo señor de la ley y consejo de que hablamos y el dador y confirmador de la bienaventurança que prometemos.

    Si os acordais bien, diximos que avia hablado Dios a Abraham y enseñadole la manera con que queria ser servido de el y hazerlo bienaventurado, diziendole: Anda delante de mi y sey perfecto. La hora que puso esta ley y este consejo en su coraçon, luego le sacó al camino: Sal de tu tierra, Abrabam, desampara tu parentela y la casa de tu padre, y vete a la tierra que yo te mostraré y allí multiplicaré tu linage. Veis aqui la soledad del escogido de Dios, sacado de su naturaleza, desterrado de sus parientes y sus conocidos, llevado a la tierra de Canaan poblada de enemigos de Dios, de gente idolatra, infamada y contaminada de todas las maldades del mundo. Bastara esta soledad para hazer el camino muy, aspero. Y sobre todo ello quiso Dios estrecharselo mas exercitandole con hambres, con nuevos y subitos destierros, con muchos y diversos generos de persecuciones. Bien me podia alargar con traeros muchos exemplos acerca de este propósito mas el tiempo no da lugar y bastará para confirmacion de todo lo dicho el exemplo que agora diré. El redemptor de la vida, que ganó para los hombres la bienaventurança perdida y que con su misma palabra enseñó el camino de ella, no solo se contentó con el exemplo de su propia persona mas avisó a sus dicipulos del trabajo y angostura y de la grande soledad del camino por donde avian de ir.

    ¿Qué mayor soledad se puede imaginar en el mundo que sacar de tal manera, estrañar de tal qualidad a unos hombres de otros, que el mismo mundo no los conozca por suyos ni los trate como a suyos? Vosotros, dize el (Juan 15), aunque estais en el mundo no sois del mundo; yo os he desnaturado de el; mi doctrina y mi verdad os han hecho solos; venedizos y estrangeros sois. Por esto no os deveis de maravillar que el mundo os trate como a estraños pues a la verdad no sois del mundo; y que os haga obra de madrastra pues sois hijos de otra madre. El favor y aprovacion que en el hallareis será que sereis acusados por engañadores, y que la cosa en que el mundo pensará que mas acierta y que mas contenta a Dios será en quitaros la vida. Si les salió verdadero el aviso sea testigo san Pablo como uno de ellos y diga la manera como los trató el mundo. Desecho, dize el, y vasura somos del mundo; cosa tan fea para delante de sus ojos que no nos puede sufrir y que para quedar limpio nos echa de si (1 Cor. 4). Y para que veais la ceguedad y locura de este miserable mundo es el el que haze todo lo dicho y no entiende que lo haze, y jura que no lo haze. Tomaisle en el mismo delicto y afirma que está rezando; hallaisle con el hurto en las manos y cree que os da su hazienda; está cortandoos la cabeça y dize que os cura las llagas. Mira quan ciego es y quan malo es; y porque es tan ciego es tan malo, y la maldad lo haze tan ciego.

    La causa de esto, dicho la avemos; no sé si la aveis entendido. El es amigo de camino muy ancho, de cosa seguida, de ley, y de aprovacion de muchos, siempre va tras la compañia y huye la soledad; y como es loco cree que su misma condición tiene Dios, que assi es aficionado a lo mucho y tiene en poco lo poco. Parecele a el que no es possible ni lleva camino que el contentamiento de Dios se satisfaga y emplee en tres hombrezillos solos y desechados, y a quien el mismo ha negado tanto de las cosas que crió, y que para tan poca cosa quiera su bienaventurança y su cielo quedando por otra parte tanto mundo a quien tantas mercedes ha hecho, y en quien tanto resplandecen sus obras, y para cuya medida parece que está cortado el cielo y la bienaventurança por ser lo uno tan mucho y tan grande y lo otro tan mucho y tan grande. ¿Que camino o que razon se hallara por donde Dios, tan grande y tan poderoso señor y que crió el mundo para su servicio, se contente y se satisfaga de tan pocos y, se descontente y dessirva de tan muchos? Yo os diré esto por un exemplo. Leemos en el libro de Job (1), que pareció Satanas delante de Dios y fue preguntado que de donde venia. Respondió que de andar por el mundo, de cercar la tierra y de hazer su oficio. Replicóle Dios: ¿Por ventura has parado mientes en mi siervo Job, como no ay otro de su manera en la tierra, varon entero recto y temeroso de Dios y tan apartado de mal? ¿Pues como, señor, trayendo el demonio tantos exercitos conquistados y dexando tanto de la tierra por suya, os poneis vos en competencia con el porque teneis a Job de vuestra parte y tan justo? Veis aqui como el señor se contenta con poquitos si los muchos fueren tales que no quisieren ser suyos. La razon de ello quedese agora, pues el tiempo nos falta, y algun dia yo os provaré con ayuda de Dios como esto lleva mucha razon, si no conforme a vuestras leyes a lo menos conforme a las de Dios.

    Resta agora que digamos de lo tercero que se halla en la ley del señor que es lo que sucede en lugar del assiento de la pestilencia, ya que avemos dicho de lo que sucede en lugar de las dos primeras cosas, que son consejo de malos y carrera de pecadores. Assi como en la ley de Dios hallamos bueno y santo consejo para contra el mal consejo, bueno y santo camino y de bueno y santo exemplo, assi hallamos buen exercicio contra la mala silla y mal reposo de la pestilencia y del escarnio. Este es el exercicio de la caridad, la qual no solo no se deleita en los males y afrentas agenas mas cubre la muchedumbre de los pecados (Prov. 10. 1 Pet. 4) y es una capa y un cobertor para los defectos del proximo. Dize que cubre la muchedumbre de los pecados, porque ninguno ay de quien ella no se compadezca; ninguno a quien por lo menos ella no quiera encubrir y dissimular, porque ya que su proximo es juzgado de Dios no lo sea de los hombres. Quan al reves es esta diligencia del mal sossiego del que está sentado en la ociosidad del escarnio y en silla pestilencial. Este no solo afrenta y publica los pecados mas burla de las virtudes; no solo de las culpas mas de los defectos naturales; y de las obras de Dios, y de aquello en que su proximo no tiene culpa. Mas adelante camina esta pestilencia. Donde ay poca culpa, haze mucha. Donde la ay liviana, la encarece. Donde ninguna ay, la levanta. Donde ay bien, quiere que sea juzgado por mal y que parezca con tal color.

    En la ley de Dios no ay sino caridad para con el amigo y con el enemigo, con el justo con el pecador. Enemistad tiene con el pecado, con el pecador caridad. El que ama al proximo cerrado ha con toda la ley, entero cumplimiento le ha dado (Rom. 13). ¡Quan al reves van del escarnidor y pestilencial las condiciones de la ley de Dios! Sea ella testimonio de si misma quando manda expressamente: No dirás mal al sordo, ni pornás trornpeçadero delante del ciego. Harás acatamiento y levantarte has al viejo y harás honra a su rostro. Temerás en esto a tu Dios, porque yo soy tu señor (Lev. 19). No deveis passar livianamente por el encarecimiento de esta ley y de esta caridad: y por el respecto que tiene a la flaqueza del viejo de quien todos escarnecen y aqui manda que sea honrado de todos; y por la consideracion del sordo que no puede oir ni responder, y del ciego que no vee. Por estos casos particulares podeis sacar general regla del encarecimiento y exercicio de la caridad contra el tercero genero de pecadores que se assientan y toman plazer en silla de pestilencia.

    Cumplido avemos toda la bienaventurança del hombre declarando como ha de hallar remedio en la ley de Dios para todos los inconvenientes que le pueden poner estorvo en ser bienaventurado. Passemos agora mas adelante prosiguiendo su declaracion, para que mas facilmente lo podais entender, y sepais como aveis de alcançar remedio para ponerlo en efecto. Dize nuestro verso que el varon bienaventurado tiene su voluntad en la ley del señor, y que piensa en ella de dia y de noche: Este pensar no solo quiere dezir exercicio del pensamiento sino juntamente execucion y obra de manos. Contemplacion vana seria el que solamente gastasse su tiempo en solo considerar la ley de Dios y las cosas de sus maravillas y quedasse contento con esto sin poner diligencia en las obras. La consideracion sirve para avisar de la ley y de lo que manda o prohibe. Y esto va encaminado para la obra, la qual si falta, en vano es todo el edificio primero. Mas de esto trataremos algo un poco mas adelante. Digamos agora que quiere dezir: de dia y de noche. Entiendese esto de la manera que se deve de entender lo que el apostol enseña quando dize que oremos sin cessar (1 Tess. 5. Luc. 18) que es ocurrir a la ley de Dios en todas nuestras necessidades y para todas nuestras obras; tomar leccion y aviso de ella teniendola por general regla para toda nuestra vida, y para dichos y hechos. De la manera que diximos en el primero verso que por andar y estar y assentar se comprehendian todas las acciones del hombre assi dezimos agora que por dia y noche se entiende lo mismo. Alli lo entendiamos para que se apartasse de todos los hechos malos, aqui lo entendemos para que siga los buenos, para que en todas sus cosas se aconsege primero con la ley de Dios y lo que ella mandare aquello ponga por obra. Que tome la adversidad con paciencia, la injuria con perdonarla y con el sufrimiento que manda la ley; la prosperidad con templança y con la templança que ella le pide. Finalmente que se acuerde que está escrito (Deut. 4 y 12) que ninguno de los que entraren en la obediencia de Dios haga lo que su propio juizio y parecer le dixere, sino lo que manda la ley. Que tenga su juizio por vano, su parecer por mentiroso y perdido, se desdiga de su sabiduria y sea en esto enemigo de si mismo; y que se estime y se juzgue en la tierra como un hombre ciego y sin tino y que no tiene otra lumbre ni otra guia sino la palabra de Dios. Candela, señor, dize el profeta, es vuestra palabra para mis pies y lumbre para mis caminos (Salmo 118). Los malos davan y seguian mal consejo, y por el seguian sus obras y andavan en sus caminos. El justo para ser bienaventurado tome para si el consejo que le diere la ley de Dios; por aqui aconsege a los otros y guie sus obras y las agenas. Serán estas palabras para ti, dize la ley, unos mandamientos y regla dentro de tu coraçon. Contaráslos a tus hijos y meditarás en ellos, assentado en tu casa y andando por el camino, acostandote y levantandote, y atarlas has como señal de memoria a tu mano, traeráslas entre los ojos y tenerlas has escritas a la entrada de tu casa (Deut. 6). De esta manera es la meditacion de la ley de Dios en el dia y en la noche.

    Continua es la inclinacion de nuestro coraçon para el mal (Gen. 6). Mal consejo y mal acometimiento tiene desde los dias de su juventud [Gen. 81 que es el tiempo de su prevaricacion. Necessaria cosa es que para tan malo y tan ordinario consejo tengamos tambien ordinario remedio, aconsejandonos siempre con esta ley santa, limpia, sin sospecha y de cierta bienaventurança. Siempre nos haze guerra el demonio y como dize el apostol: Cercandonos anda nuestro enemigo y como leon hambriento busca a quien pueda tragar (1 Pet. 5). Al qual no podemos resistir sino con fortaleza de fe. Y no podemos tener fe sino con la palabra de Dios. Y empleando en ella nuestra obediencia, nuestro coraçon y nuestra voluntad. Hermosamente el profeta comprehende en este verso toda la bienaventurança que en esta vida el hombre puede alcançar y la certinidad de la otra. Porque abraça aqui todos los lugares, todo el caudal de la ley del señor. Enseñanos fe, enseñanos caridad, como ha de estar nuestro coraçon, quales han de ser nuestras obras, de qué manera nos avemos de aver con Dios de qué suerte nos avremos con nosotros mismos y despues con nuestros proximos.

    Primero pone la ley en la voluntad; assientala en el coraçon donde la verdadera fe se engendra y se abiva; luego pide exercicio de ella de dia y de noche que es, como ya declaramos, en todas nuestras acciones. Opone todo esto a las tres primeras cosas del primer verso: al mal consejo, a las malas obras, a la silla de la pestilencia, de donde se viene a colegir muy claro toda la doctrina del segundo verso de que al presente tratamos. Falsas y traidoras son las obras que no salen del coraçon. Tibio y falso está el coraçon que no echa fuera las obras. La fe y la caridad no son parciales ni interessales; no se acaban ni paran en quien las tiene; a todos codician servir. La fe y el amor son sacrificio para con Dios; purifican el coraçon para consigo mismo, alarganlo y hazenlo liberal para el proximo. Esta es la ultima prueva. Y si en esto se halla falta, señal certissima es que todo lo demas era falso y por muy rico que sea, será desaprovechado; porque no siendo provechoso para los hermanos, tampoco lo será para el que lo possee. Si hablare con lenguas de hombres, dize el apostol, y si hablare con lenguas de angeles tanto soy como campana que no haze mas de sonar. Si tuviere profecia, si alcançare todos los misterios y toda la ciencia, y si tuviere tan particular don de fe que mude los montes de un lugar a otro, y no tuviere caridad, hazed cuenta que no soy nada. Si toda mi hazienda consumiere en limosna y entregare mi cuerpo a que sea abrasado y estuviere sin caridad, de ningun provecho será (1 Cor. 13). Tanto es necesario este don para ser los hombres bienaventurados. Todo lo que avemos dicho, es lo que tiene enemistad verdadera con las tres cosas que enseñamos de que el varon bienaventurado se avia de apartar, y las que en lugar de ellas es menester que sucedan, y todo esto será cierto si la raiz y fundamento de todo fuere cierto y verdadero; será cierto y verdadero si estuviere la ley de Dios en su coraçon. No dixo el santo profeta: bienaventurado el varon que tuviere la ley de Dios por escrito ni el que hablare y blasonare de ella, sino: bienaventurado el varon cuya voluntad estuviere enamorada de la ley del señor, porque, si assi fuere, señal es que la tiene conocida; y si conocida la tiene, será este amor tan eficaz y tan poderoso, estará tan contento de lo que ama, que necessariamente fructificará en lo de fuera. La ley de Dios, dize el profeta en otra parte, está en el coraçon del justo y no titubearán sus pisadas (Salmo 36). Firmemente con esfuerço y con constancia assiénta los pies en las obras de la ley de Dios el que la tiene en su coraçon. Quien esto alcançare, todo lo tiene alcançado.

    Mas ¿quien será este? y alabarle hemos. De mayor dificultad es esta obra, de lo que nadie puede pensar, y muchos se pierden en ella, unos de atrevidos, otros de acovardados, porque assi los unos como los otros se miden por sus propias fuerças. El que confia en si va sobervio; cuando piensa que acierta, yerra; y quando le parece que sube, cae. El otro pensó que no avia mas poder del suyo, desmayó y quedóse atras. Si el supiera adonde estava la fuerça donde estava el esfuerço y lo supiera pedir, saliera con su demanda; y quedara mejor librado por averse tenido en poco que el primero por tenerse en mucho.

    Quiero que entendais agora quan dificil cosa es y quan impossible es de parte de las fuerças humanas tener un hombre la ley de Dios en su coraçon, para que desmayeis y desconfieis de vosotros mismos con que esteis atentos a lo segundo, en que os enseñaremos donde está la possibilidad y la facilidad, donde el esfuerço y la fuerça y el cumplimiento de la victoria. El hombre del linage de Adam sentenciado está a ser siervo del pecado. Dentro de su carne y de su coraçon tiene assentada la ley de aquel a quien se subgetó que es la ley del pecado, cuyo fruto es fruto de muerte, desagradable a Dios y enemigo de su justicia. Pues al hombre que tal ley tiene y que tan subgeto está a ella y que dentro de si mismo tiene su carne tan contenta y tan vencida de aquella ley ¿qué le aprovechará veamos traerle la ley de Dios por escrito darle entera noticia de ella declararle los servicios que le pide el que le crió? Por cierto a el le daria muy mucha congoxa y despues poco provecho porque solamente serviria esto de despertarlo para conocer su maldad, y para que se desassossegasse y entristeciesse de verla, y su misma maldad tomasse ocasion de fatigarlo y cansarlo mas.

    Por la ley, dize el apostol san Pablo (Rom. 7), vino el conocimiento y noticia del pecado. No sabia yo que mi ruin concupicencia era pecado hasta que vino la ley y me dixo: No codiciarás. Lo que de aqui resultó fue grande desassossiego para mi de verme subgecto a pecado y condenado por el; porque entendí que avia ley de Dios que me pedia justicia y limpieza de aquel pecado, o me condenava por el. Y mi misma mala concupicencia, y mi mismo pecado despertado de mi mala conciencia y de la notificacion de la ley, se esforçó para resistir a la ley que lo condenava, y parece que tomó nuevas fuerças contra ella y contra mi. Hasta alli estava como adormido y la ignorancia y reposo de mi conciencia lo tenia sossegado, de manera que me matava mas dulcemente y me quitava la vida durmiendo. La ley despertó a mi conciencia; mi conciencia despertó a mi pecado; el tomó fuerças, yo no las cobré; el se embraveció y parece que tomó filos en la justicia que pedia la ley y siendo enemigo de ella, hizose de parte suya para hecho de condenarme, de manera que el está mas bivo, y yo he quedado mas muerto. La conciencia que avia de bolver por mi y resistir a la ley juntóse con ella y hizose testigo contra mi mismo. Afirmó y, testificó que me pedian justicia, que aquella ley era santa, que aquella ley era justa y que era obligado a cumplir todos los mandamientos de Dios. De suerte que lo uno y lo otro me han traido a tal estado que siento ya palpablemente la guerra que siempre he tenido dentro de mi, y la misma guerra ha crecido. Porque por una parte digo si y por otra digo no. Firmo la ley de Dios por santa y por justa, mirome a las manos y al coraçon, y hallo el contrario de lo que ella pide y de lo que yo confiesso.

    Los hombres que esta guerra no sienten nunca hallareis que son -ni es possible que sean- sino hombres desalmados, que ni tienen cuidado de Dios ni cuidado de si mismos. Todos son tierra y cuerpo. En el contentamiento y regalo de este emplean su diligencia. Alma, ni la vieron ni la sienten; dexanla a Dios y a ventura. Mas el hombre malo que de tal manera es malo que quiere bien para su cuerpo y lo quiere para el anima, que tienta a hazer trampa a Dios en todo su seso, que quiere contentar a si mismo y juntamente contentar a el, este tal, con quan malo es, sentirá la guerra que he dicho que trata la ley de Dios con su conciencia y con su pecado. Mas sobre todos la siente el que de verdad y en el seso de sus fuerças y de su razon oye lo que le pide la ley de Dios y acomete a cumplirlo; porque luego este que pensava que estava senzillo se halla falso y doblado, y quando al tormento de la ley y de su conciencia ha confessado que se halle en sus manos el no. No faltará alguno que diga que le avemos dicho verdad y dexado sin remedio, porque el confiessa que la ley de Dios es justa y que quien no la cumplire justamente es condenado, y que quando la va a cumplir y meter en su coraçon halla cerrada la puerta y un fastidio grande para ella y un aliento para lo contrario tan poderoso y tan esforçado que, aunque el se quiere engañar a si mismo y persuadirse que cumple lo que Dios manda en su ley, su misma conciencia por una parte, y por la otra la experiencia de lo que obra, no le dexan reposar en lo que queria. Donde es necessario que esta guerra le dé mala vida; y que se aire contra la ley; y que ya que la tenga por justa la tenga por rigurosa; que codicie apelar de ella si pudiesse ser; que reciba dessabrimiento de quien se la notifica y quiera poner parte de culpa de su condenacion a quien ninguna otra tiene, sino que le notifica la ley del cielo llana y senzillamente v como es menester que el la sepa. Lo que hasta aqui en este caso se ha dicho servirá de que pueda entender el hombre quan gran dificultad es, quan sobre sus fuerças e industria tener la ley de Dios en su coraçon, tener la voluntad enamorada de ella; quan otra cosa es esto que se le pide que darla el fingida con la lengua u obrada con falsas manos y querer engañar a si mismo y tentar de engañar a Dios con dezir que cumple la ley.

    Agora es bien que digamos el remedio de todo esto. Sea pues regla general que todo el cumplimiento de la ley, toda la bienaventurança que de este cumplimiento al hombre resulta, presupone el sacrificio de Jesu Cristo, verdadero hijo de Dios, redemptor y librador de los hombres. No solo se entiende esto para despues de la predicacion y publicacion del santo evangelio mas para todo el tiempo passado despues que el hombre pecó. Como siempre uvo necessidad de particular favor y fuerça del cielo para que pudiessen los hombres servir a Dios y cumplir sus mandamientos, y tornar en la gracia y amistad de que por su culpa eran apartados, assi uvo siempre remedio para alcançarla. Este remedio era la passion del redemptor del mundo, la qual es bastante y justissimo sacrificio para reconciliar los hombres con Dios y alcançarles juntamente perdon del pecado que primero tenian. Y que de ai adelante fuessen de tal manera renovados, tan mudados sus coraçones, que se les comunicasse una nueva condicion y uno como nuevo ser con que se hallassen esforçados y alegres para servir al señor y cumplir sus mandamientos. Fue la muerte del hijo de Dios tan agradable a su padre aun antes que se pusiesse en obra, que desde que fue prometida hizo en los escogidos el oficio que avemos dicho. Assi aveis de imaginar que no solo uvo cristianos después que el redemptor padeció mas que también los uvo primero. Que en una misma fe con un mismo espiritu fueron salvos entonces los justos, con un mismo favor obraron y sirvieron a Dios, con el que obran agora y lo han servido siempre los que son justos como ellos.

    Bolviendo pues a la dificultad que hallavamos para que un hombre que dessea ser bienaventurado ponga su voluntad en la ley del señor, y de dia y de noche se exercite en ella, dezimos que no solo el, mas el mismo profeta que esto escrivió y lo cumplió y puso en obra de su naturaleza era hombre carnal, subgecto a la ley del pecado, sin abilidad y sin fuerça para aquello que el escrive. El fue justificado por Jesu Cristo, justificador de los hombres, libertado de aquel captiverio, esforçado y renovado con espiritu del cielo por medio del hijo de Dios, en quien el puso su confiança y dentro de su coraçon ofrecia el sacrificio de su sangre delante los ojos del padre. A esta fuente avemos también de acudir si queremos ser participes de esta bienaventurança, Aqui hallaremos perdon de nuestros pecados, conocimiento para conocernos, aborrecimiento y enemistad para nuestras malas obras esfuerço y enmienda para adelante, ojos con que consideremos la hermosura de Dios, confiança para seguirle, coraçon con que enamorarnos de el, caridad para con nuestros proximos, y todo aquello que se requiere para esto en que tanto nos va de ser bienaventurados. No desmaye nuestra flaqueza; antes, quanto esta fuere mayor, tanto con mayor ansia y con mayor congoxa supliquemos por el remedio y si se nos dilatare no por esso desesperemos. No se nos niega porque nos perdamos, sino porque sintamos mas nuestra falta, y sentida, pidamos mas de verdad, y, lo estimemos en mas quando nos uvieren oido. Lo que era impossible al hombre -que es ser justificado y ser amigo de Dios- y era impossible por parte de la flaqueza y rebelion de su carne, es facil por parte del hijo de Dios que, tomando nuestra carne, crucificó en ella nuestra flaqueza, condenó nuestro pecado, para que la justificacion que pide la ley y la obra de sus mandamientos fuesse cumplida en nosotros (Rom. 8). Grande cosa es esta que avemos enseñado; y no solo grande mas tan necessaria para el remedio del hombre que es impossible alcançarlo por otra via, porque assi lo tiene Dios determinado; y lo que el en este caso tiene determinado sentencia es irrevocable, y de que no ay apelacion, no excusa ni privilegio, tan igual y tan eterna es su palabra.

    Muchas vezes avemos dicho esto y conviene que muchas mas se repita porque, allende de ser sordo el hombre para esta doctrina, el mismo se haze mas sordo porque piensa de aprovecharse de esta porfia, siendo sola o la mas principal causa de su perdicion. Y pues de tal manera ha de tratar con la ley de Dios, que la ha de tener assentada y escrita en su coraçon con letras de grande amor, con animo aficionado a ella, con tener los ojos de la voluntad enamorados de su hermosura, con estar despierto y atento para cumplir con lo que ella manda cada y quando que lo pidiere, y no ay atajo ni rodeo con que piense escapar de aqui si quiere ser bienaventurado; ni le aprovechará que exceda en las obras y muestras de fuera a todos los profetas y patriarcas, razon será que deprenda de aqui la manera con que se alcança el amor de esta santa ley y que ponga diligencia muy grande en tener en su memoria este aviso y en exercitarlo de tal manera que salga con la victoria. Vaya fuera de aqui el fariseo que pensava que con solas las obras exteriores cumplia con los mandamientos del cielo. Vaya fuera el moro que coloca toda su santidad en cierta manera de ceremonias. Vaya fuera el hipocrita que con nombre de cristiano y con buenas aparencias piensa que en la cuenta que Dios le tomare le ha de descontar lo del coraçon y hazerle suelta de ello por el buen parecer de las manos. Con cristianos hablamos aqui, a quien les es pedido lo uno y lo otro, coraçon limpio para con Dios y enamorado de la ley divina; y santo testimonio de obras no solo para el juizio del cielo mas también para el de los hombres. En breve avemos recapitulado aqui una de las principales consideraciones que en el sermon se han tratado. Y de mucha copia de razones por donde la proseguiamos se ha recolegido uno como sumario para que con menos trabajo lo podais encomendar a vuestra memoria y rumiarlo despues con vosotros. Lo mismo haré en la consideracion que resta. Y no os deve de parecer esto cosa pesada porque en cosas tan principales y en doctrinas tan necessarias menester es que aya mucha repeticion, o prolixidad si assi la quisieredes llamar, porque los que quieren aprovecharse lo puedan mas facilmente hazer sin que la muchedumbre de las razones ponga estorvo en su memoria.

    Recapitulando pues la segunda consideracion digo que, para que lo primero que avemos tratado de la necessidad que el hombre tiene de abraçar con su coraçon la ley del señor sea util al que lo oye, es menester que en breves palabras sepa el artificio con que lo ha de alcançar, pues es sola y cierta prenda de la bienaventurança. Este artificio no penseis que es cosa inventada de hombres, porque muy poco aprovecharia si de hombres fuesse. Artificio es enseñado de la divina misericordia, y la misma escritura que nos declara de qué manera ha de estar la ley de Dios en nosotros, ella misma es la que declara como la avemos de meter en nosotros. Ya se ha tratado quan inabil es el hombre para esta empresa y como se queda tan desaficionado a los mandamientos del cielo quando le acaban de notificar que sin ellos no puede ir al cielo. Estas pues atentos porque en pequeña suma os enseñaremos el artificio por donde esto se ha de alcançar, si lo queréis alcançar.

    El hombre ha de traer sobre si grande vigilancia exhortandose y despertandose y porfiando consigo mismo para este amor de la ley de Dios. Y porque en el estado en que el agora se halla y en la ceguedad en que su pecado le puso alcança mucho mas a juzgar de las obras de Dios que de la ley de Dios, entiende mas de la hermosura y del concierto del mundo que de la hermosura y concierto de la ley divina, de aqui ha de sacar el una continua consideracion: que pues las obras de Dios son tan llenas de hermosura, de tanta sabiduria, de tanta misericordia y de tanta justicia, y con ellas lo cria, lo sustenta y le da remedio, no será menos hermosa su ley, no menos justos sus mandamientos, no de menos misericordia ni menos sabiduria, no de menor remedio para el tiempo que resta sin fin que han sido las otras obras para este breve que bivimos aca; antes ha de arguir ser muy mayor la excelencia de la ley de lo que muestran las obras, porque lo uno es para fin de muy pocos dias, lo otro para ser bienaventurado en tanto que Dios fuere Dios. Este mismo argumento haze nuestro profeta (Salmo 18) coligiendo de la hermosura y muestra de las obras de Dios la grande hermosura y perfeccion de su ley: Los cielos cuentan la gloria de Dios y las obras de sus manos. Y quando ha proseguido esto infiere luego: La ley del señor sin manzilla, consuelo para las animas, sabiduria para los ignorantes &.

    Quando el hombre por este camino se uviere persuadido a si mismo la hermosura y bondad de la ley divina, ha de procurar con toda diligencia de levantar su coraçon a que se enamore de cosa tan hermosa, tan poderosa, tan justa y tan buena. De estas oidas ha de concebir un desseo de emplearse tan bien empleado, de contentar a tan grande señor, de alcançar el este grande fin para que fue criado. Quando se viere pesado para esto, con poca estima de cosa tan grande, con poco conocimiento de tan subidos bienes, con aficiones de cosas contrarias, con inclinaciones de cosas feas, flacas y perecederas, entonces ha de entender que esto no es por defecto de la ley divina ni de lo que ella manda y promete, sino que esta malaventura nace de si mismo; que su pecado le ha puesto en tanta miseria, que no ame su propio remedio; que es ciego para tal hermosura, sordo para las nuevas de ella, loco para saberla considerar, apocado y avillanado para emplearse en ella; y que el demonio y su propio pecado, el mundo y su misma carne le son invidiosos y le son traidores y procuran con todas sus fuerças que no alcance tanto bien. De aqui le ha de nacer una enemistad contra si mismo y contra todo aquello que le contradize para tan grande fin. Ha de entender que trae dentro de si otro el, muy traidor, muy lisongero muy regalado y muy engañador; y que dandole a entender que es el mismo, y que es tan su amigo como quien es el mismo, y que en todo busca sus bienes, es capital enemigo suyo y en todo le busca miserias y males.

    A esto todo ha de procurar el de vencer. Procurar de vencer y matar al que trae consigo mismo, porque es malsin y tercero de quien todo el mundo se aprovecha para contra el. Las armas que el ha de poner para esta victoria ha de ser todo estudio, toda diligencia, todo genero de mortificacion, vengarse de aquel mal compañero, hazerle grande dessabrimiento, sufrir la cruz que le viniere, castigarse rigurosamente porque con aquel castigo es atormentado aquel traidor que consigo trae. Si se le recreciere infamia, pobreza, persecucion y trabajo por razon de esta diligencia que el pone, entienda que estas son las armas con que son vencidos sus enemigos, siga la victoria y nunca se canse, porque son poderosos y muchos. Nunca se assegure de ellos y quando al parecer ya fueren muertos, crea que lo tienen cercado con mayor impetu que primero. El que perseverare hasta el fin, este es el que ha de ser salvo (Mat. 10). No afloxe en la enemistad que les tiene. Acuerdese siempre que son aquellos los que le estorvan el amor de tan grande hermosura y le quieren privar de tan grandes bienes. Dirá que son muy pesadas estas armas para menearlas el -y dize verdad-. El espiritu del cielo es el que las ha de mandar, y el que acierta a vencer y matar con ellas, y otro ninguno lo puede hazer. Este declaramos ya como está alcançado por Jesu Cristo, redemptor y señor nuestro. Comunicarsenos ha si lo pidieremos, y si lo pidieremos con conocimiento de la excelencia de tan grande don y de la necessidad que nosotros tenemos de el. Si fuere nuestro sospiro muy verdadero, nuestra oracion continua, nuestra peticion congoxada; si confessaremos que tenemos necessidad de mucho por la grande contrariedad de nuestros enemigos y de nosotros mismos.

    De esta manera se comiençan a abrir los ojos del hombre cristiano para contemplar siquiera un poquito de la hermosura de la ley de Dios. Por aqui se encamina el principio de su dulçura y el sentimiento de la paz y quietud que consigo trae. Conocido esto luego es facil de entender quan fiel amiga es, quan acertado consejo es el suyo para la prosperidad y para la adversidad, para con amigos y con enemigos, quan cierta compañera es para nunca errar el camino. Quien desconfiado pues de si y enemigo de si mismo por razon de su pecado, buscare aqui la justicia, y de verdad la buscare, sepa cierto que hallará nuevo coraçon, nueva voluntad y querer, con que ponga en efecto lo que quiere Dios. Esta ley será su exercicio en el dia y en la noche; serále un recogimiento adonde se esconda de las tempestades del mundo, donde se hurte a tomar secretos plazeres, quales no sabrán conocer ni gustar los hombres que no tienen en su coraçon los mandamientos del cielo, aunque esté- llena la casa de las riquezas todas que alcança la tierra. Serále un sueño para su cansancio, una medicina para sus llagas, un regalo para sus dolores. Aquí hallará si el quisiere aviso de lo que dudare, consuelo para sus trabajos, fe que lo haga estar firme, esperança que lo alegre, caridad que lo allegue y lo haga como un espiritu con el señor a quien sirve; y caminando adelante por su bienaventurança, quando se acabaren los trabajos de esta miserable vida, alcançara el la abundancia y el cumplimiento de la que ni tiene falta ni tiene fin.