COMENTARIO A LA 
  SEGUNDA EPISTOLA PASTORAL
      DE SAN PABLO A TIMOTEO

              Por Juan Calvino


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CAPITULO II

1. Tú, pues, hijo mío, esfuérzate en la gracia que es en Cristo Jesús.
2.   Lo que has oído de mí ante muchos testigos, esto encarga a hombres fieles que sean idóneos para enseñar también a otros.
3.   Tú, pues, sufre penalidades como buen soldado  de Jesucristo,
4.   Ninguno que milita se enreda en los negocios de la vida, a fin de agradar a aquel que lo tomó por soldado.
5.   Y también el que lucha  como  atleta, no es coronado si  no lucha legítimamente.
6.   El labrador, para participar de los frutos, debe trabajar primero.
7.   Considera  lo  que  digo,  y  el  Señor  te  dé entendimiento  en todo.

1. Esfuérzate en la gracia. Así como anteriormente le había mandado guardar, por el Espíritu, aquello que le había encomendado, así ahora Pablo en la misma forma le manda que "se fortalezca en la gracia". Con esta expresión se propone sacudir la pereza y la indiferencia; porque la carne es perezosa, de suerte que aun aquellos que son dotados de grandes dones flojean en medio de su carrera, si frecuentemente no les llamamos la atención.
Algunos dirán: "¿De qué sirve exhortar a un hombre para que se esfuerce en la gracia, si él no está dispuesto a cooperar dentro de su libre voluntad o albedrío?" Yo respondo que lo que Dios demanda de nosotros por su Palabra, Él lo otorga también por su Espíritu, de modo que somos fortalecidos en la gracia que Él mismo nos ha dado. Y con todo, las exhortaciones no son superfluas, porque el Espíritu de Dios, enseñándonos interiormente, hace que no suenen infructuosas y sin propósito a nuestros oídos. Quienquiera, pues, que reconozca que la presente exhortación no podía haber sido fructífera sin el poder secreto del Espíritu, jamás apoyará en ella el libre albedrío.
Que es en Cristo Jesús. Esto lo añade por dos razones: para demostrar que la gracia viene sólo de Cristo y de ningún otro, y que ningún cristiano será excluido de ella; porque, siendo que Él es un Cristo para todos, se concluye que todos son participantes de Su gracia, la cual se dice que es en Cristo, porque todos los que pertenecen a Cristo deben tenerla.
Hijo mío. Esta clase de título que él emplea, tiende a ganar mucho su afecto, para que la doctrina tenga entrada más efectiva en su corazón.
2. Lo que has oído de mí. De nuevo demuestra cuan sinceramente desea comunicar la sana doctrina a la posteridad; y exhorta a Timoteo, no sólo a preservar su forma y característica (como anteriormente hizo), sino también a entregarla a maestros piadosos para que, difundiéndose ampliamente, pueda echar raíces en el corazón de muchos; porque Pablo se dio cuenta de cuan rápidamente desaparecería al no ser extendida por el ministerio de muchos. Y, ciertamente, nosotros vemos lo que Satanás hizo, poco después de la muerte de los apóstoles; porque, tal como si la doctrina hubiera estado sepultada por muchos siglos, él introdujo muchas fantasías, las cuales, por ser absurdas y monstruosas, sobrepasaron a las supersticiones de todos los paganos. No necesitamos asombrarnos, pues, si Pablo, a fin de defenderse contra un mal de tal naturaleza y magnitud, ansiosamente deseaba que sus doctrinas fuesen entregadas a todos los ministros piadosos que fuesen idóneos para enseñarlas. O como si dijera: "Procura que después de mi muerte quede un testimonio firme de mi doctrina; y éste será, si tú no sólo enseñas fielmente lo que has aprendido de mí, sino que tienes cuidado de que sea proclamado expresamente por otros; por lo tanto, quienquiera que tú encuentres idóneo para esta obra, entrega a su cuidado este tesoro".
Encarga a hombres fieles. Pablo los llama hombres fieles, no por causa de su fe, la cual es común a todos los cristianos, sino por su preeminencia, por ser poseedores de una gran medida de fe. Bien pudiéramos traducirlo "hombres llenos de fe"; ("Fieles y dignos de confianza".), porque hay pocos que sinceramente laboren para preservar y perpetuar la memoria de la doctrina que se les ha entregado. Algunos son impulsados por la ambición en diferentes formas, algunos por la codicia, algunos por la malicia, y otros no actúan por temor a los peligros; y por consiguiente, se exige aquí una fidelidad extraordinaria.
Ante muchos testigos. ("Entre   muchos   testigos,   o   en   presencia   de   muchos   testigos."). Pablo no dice que presentó testigos de manera formal y directa ("Él no  quiere  decir que  citó  testigos,  como  se  acostumbra  en los contratos u otros actos solemnes".), en el caso de Timoteo; pero, como algunos pudieron haber dudado de si aquello que Timoteo enseñaba procedía de Pablo, o había sido forjado por el propio Timoteo, él despeja toda duda mediante este argumento: que no habló secretamente en un rincón, sino que había muchos que estaban vivos y que podían testificar que Timoteo no hablaba otra cosa que ellos no hubieran escuchado antes de la boca de Pablo. La doctrina de Timoteo quedaría, pues, a salvo de toda sospecha, sabiendo que ellos tenían muchos condiscípulos que podían dar testimonio de ello. De aquí aprendemos cuan arduamente debe trabajar un siervo de Cristo para sostener y defender la pureza de la doctrina, y no sólo mientras vive, sino entretanto que su cuidado y su labor puedan extenderla.
3. Tú, pues, sufre penalidades. No sin tener una imperiosa necesidad añadió Pablo esta segunda exhortación; porque aquellos que prestan su obediencia a Cristo deben estar preparados para "sufrir penalidades"; así pues, sin la paciente resistencia de los males, no habría perseverancia. Y por consiguiente, él añade: "como buen soldado de Jesucristo". Con esto quiere decirnos que todos los que sirven a Cristo son soldados, y que su condición como soldados consiste, no en causar males, sino en tener paciencia.
Éstos son asuntos en los cuales nos es necesario meditar muy seriamente. ¡Cuántos hay que anteriormente daban grandes muestras de valor, pero que ahora arrojan sus lanzas al suelo! ¿De qué proviene esto? De que ellos no se acostumbran a la cruz. En primer lugar son tan miedosos que temen pelear. Además, no conocen otro modo de combatir que enfrentándose con arrogancia y ferocidad a sus adversarios; y no quieren aceptar que "con paciencia ganarán sus almas" (Le. 21:19).
4. Ninguno que milita. Pablo sigue haciendo uso de la metáfora que había tomado de la guerra. No obstante, hablando estrictamente, él antes llamó a Timoteo "un soldado de Jesucristo" en sentido metafórico; mas ahora compara la guerra profana con el combate espiritual cristiano en este sentido: "La condición de la disciplina militar es tal, que tan pronto como un soldado se alista bajo las órdenes de un general, deja su casa y todos sus negocios, y no piensa en otra cosa sino en la guerra; y de igual modo, a fin de que podamos estar completamente dedicados a Cristo, debemos estar libres de todos los enredos de este mundo".
En los negocios de la vida. Por "negocios de la vida" ("Por tou biou pragmateias se significa los negocios de la vida en general; el plural se emplea en alusión a las distintas clases de ocupaciones, como la agricultura, el comercio, la industria, etc. Ahora bien, de acuerdo con la ley romana, los soldados quedaban excluidos de todo esto. Véase Grocio." Bloomfield.) Pablo denota el cuidado de la familia y las ocupaciones ordinarias; cuando los campesinos dejan la agricultura, y los comerciantes sus negocios, hasta que han completado el tiempo que acordaron servir en el ejército. Nosotros debemos ahora aplicar la comparación al tema actual: que todo aquel que desea combatir en el ejército de Cristo debe renunciar a todos los impedimentos y a todas las ocupaciones del mundo, y entregarse sin reserva al combate. En suma, recordemos el antiguo proverbio Hoc age, ("Recordemos el antiguo proverbio que los latinos usaban al ofrecer sus sacrificios: Hoc age, es decir, "haz esto", o "piensa esto", "haz (o piensa) lo que tienes a la mano"; lo cual significa que, cuando se trata de la adoración a Dios, debemos dedicarnos a Él en tal forma como para no poner nuestra atención ni nuestro corazón en ninguna otra cosa.), que significa que, en el culto a Dios, debemos poner tal seriedad y atención, que ninguna otra cosa ocupe nuestros pensamientos y sentimientos. La antigua traducción dice: "Ninguno que luche para Dios", etc. Pero ésta destruye completamente el significado que Pablo le da.
Aquí, Pablo habla a los pastores de la Iglesia en la persona de Timoteo. La afirmación es general, pero se adapta especialmente a los ministros de la palabra. Primero, que ellos vean las cosas que son incompatibles con su oficio, para que librados de ellas, puedan seguir a Cristo. En seguida, que cada uno descubra por sí mismo qué es lo que le aparta de Cristo; para que este Capitán Celestial no tenga menos autoridad sobre nosotros que la que un hombre mortal se dice que tiene sobre sus soldados que se han alistado bajo su mando.
5. Y también el que lucha. Pablo habla ahora de la perseverancia, para que nadie piense que ha hecho lo suficiente cuando se ha comprometido en uno o dos conflictos. Él se vale de una comparación tomada de los luchadores, ninguno de los cuales obtiene el premio hasta haber alcanzado la victoria final. Así dice Pablo: "¿No sabéis que los que corren en el estadio, todos a la verdad corren, pero uno sólo se lleva el premio? Corred de tal manera que lo obtengáis" (1 Cor. 9:24). Si alguno, pues, cansado por el conflicto, inmediatamente se sale de la arena para disfrutar de reposo, será condenado por indolencia en vez de ser coronado. Como Cristo quiere que luchemos durante toda nuestra vida, aquel que retrocede en medio de la carrera se priva de ese honor, aunque haya comenzado a luchar valientemente. El luchar legítimamente es proseguir la lid tal y como lo requieren los reglamentos, para que ninguno deserte antes del tiempo designado.
6. El labrador, para participar de los frutos, debe trabajar primero. Sé muy bien que otros interpretan este pasaje en forma diferente; ("Sé muy bien que otros traducen este pasaje en forma diferente: el labrador trabajando (o que trabaja) debe primero participar de los frutos"), y yo reconozco que ellos traducen, palabra por palabra, lo que Pablo escribió en griego; pero aquel que cuidadosamente observe el contexto estará de acuerdo con mi punto de vista. Además, el empleo de kopionta, trabajando, en lugar de kopian, trabajar, es un modismo griego bien conocido; porque los escritores griegos frecuentemente usan el participio en lugar del infinitivo. ("La metáfora agonística se convierte ahora en una metáfora agrícola (tal como vemos en 1 Cor. 9:10 y Sant. 5:7). Sin embargo, el sentido dependerá de a lo que protón haya de referirse. Está relacionada en la forma más natural con metalambanem, y tal es la construcción adoptada por la generalidad de los expositores, antiguos y modernos. Sin embargo, el sentido que así resulta, involucra lo que es inconsistente con los hechos, o (aun cuando se le ayude con la rigurosa elipsis de ina kopia, «para que él sea capaz de trabajar») contiene aquí una verdad discordante; y la aplicación espiritual de allí deducida es forzada y fría. No es necesario, sin embargo, acudir a las conjeturas. Sólo tenemos que suponer, lo que es común en sus escritos, una transposición un tanto severa y (con muchos de los mejores expositores) unir protón con kopionta, tal como requiere el curso del argumento; la verdadera construcción sería así: dei ton geogron protón kopionta tor karpon metalambanem, donde kopionta es el participio imperfecto y el sentido literal es: «Es necesario que el labrador trabaje primero, y entonces que goce de los frutos (de su trabajo)»." Bloomfield.)
Entonces, el significado es que los labradores no recogen el fruto mientras primero no hayan trabajado duro en el cultivo de la tierra, sembrando y haciendo otros trabajos. Y si los labradores no escatiman esfuerzos, para que un día puedan obtener fruto, y si pacientemente esperan el tiempo de la siega, ¿cuánto más irrazonable será para nosotros rehusar las tareas que Cristo nos impone, cuando nos promete una recompensa tan grande?
7. Considera lo que digo. ("Entiende lo que digo, o considera lo que digo."), Pablo añadió esto, no por razón de la oscuridad en las comparaciones que él hizo, sino para que el propio Timoteo pudiera reflexionar, que el combate bajo la dirección de Cristo, es mucho más excelente, y la recompensa mucho más abundante; porque, cuando lo hemos considerado continuamente, difícilmente podemos llegar a su pleno conocimiento.
El Señor te dé entendimiento en todo. La oración que ahora sigue, es añadida a manera de corrección. Y ya que nuestra mente no se eleva fácilmente hacia esa "corona incorruptible" (1 Cor. 9:25) de la vida venidera, ("De la vida eterna".)
Pablo recurre a Dios, para que "dé entendimiento a Timoteo". Y de aquí inferimos, que si el Señor no abre nuestro entendimiento, en vano somos enseñados, y en vano trataremos de poner en práctica sus mandamientos si no nos da fortaleza para realizarlos. Porque, ¿quién pudo haber enseñado mejor que Pablo? Y sin embargo, para poder enseñar con provecho, él ora para que Dios prepare a su discípulo.

8.   Acuérdate  de  Jesucristo,  del  linaje  de  David,   resucitado  de los  muertos conforme a mi evangelio,
9.   en   el   cual   sufro   penalidades,   hasta   prisiones   a   modo   de malhechor;  mas la palabra de  Dios no está presa.
10. Por tanto, todo lo soporto por amor de los escogidos, para que ellos también obtengan la salvación que es en Cristo Jesús con gloria eterna.
11.   Palabra fiel es ésta:  Si somos muertos con él, también viviremos con él;
12.   Si sufrimos, también reinaremos con él;  si le negáremos,  él también nos negará.
13.   Si  fuéremos infieles,  él permanece fiel;  él no puede  negarse a sí mismo.

8. Acuérdate de Jesucristo, resucitado de los muertos, Expresamente menciona una parte de su doctrina que él quería que pasara a la posteridad íntegra e incorrupta. Es probable que Pablo considere plenamente esa parte por la cual temía más, como también se verá claramente por lo que sigue, cuando comienza a hablar del error de "Himeneo y Fileto" (v. 17); porque ellos negaron la resurrección, de la cual tenemos una promesa segura en esta confesión, pero ellos falsamente afirmaron que ya se había efectuado.
Cuan necesaria fue esta amonestación de Pablo, como lo demuestran los-antiguos historiadores; porque Satanás desplegó todo su poder, a fin de destruir este artículo de nuestra fe. Conteniendo éste dos partes: que Cristo nació de "la simiente de David", y que se levantó de los muertos, inmediatamente después de la época apostólica se levantó Marción, que se esforzó para destruir la verdad de la naturaleza humana de Cristo; y después le siguieron los maniqueos; y aun en la actualidad, esta plaga todavía se está extendiendo.
Por lo que toca a la resurrección, ¡cuántos se han esforzado empleando diversos ardides para destruir la esperanza de ella! Este testimonio, pues, significa tanto como si Pablo hubiera dicho: "Que nadie corrompa o falsifique mi evangelio mediante calumnias; yo así he enseñado y así he predicado: que Cristo, quien nació de la simiente de David, se levantó de los muertos."
Conforme a mi evangelio. Lo llama "su evangelio", no porque él profese ser autor, sino su ministro. Ahora bien, en la resurrección de Cristo tenemos una prenda segura de nuestra propia resurrección. Por consiguiente, aunque reconoce que Cristo ha resucitado, afirma que !o mismo nos ocurrirá a nosotros, porque Cristo no resucitó para sí, sino para nosotros. La cabeza no debe ser separada de sus miembros. Además, en la resurrección de Cristo está contenido el cumplimiento de nuestra redención y salvación; porque se añade; de los muertos. Así pues, Cristo, que estaba muerto, resucitó. ¿Por qué? ¿Y con qué fin? Aquí debemos considerarnos a nosotros mismos, y aquí también se manifiesta el poder y el fruto de ambas cosas, a saber, de su resurrección y de su muerte; porque siempre debemos guiarnos por este principio: que la Escritura no acostumbra a hablar de estas cosas fríamente, y como asuntos históricos, sino que hace referencia indirecta al fruto.
De la simiente de David. Esta cláusula no sólo asegura la realidad de la naturaleza humana de Cristo, sino que reclama para Él el honor y el nombre de Mesías. Los herejes niegan que Cristo haya sido verdadero hombre; otros se imaginan que su naturaleza humana descendió del cielo; y otros piensan que no había otra cosa en Él sino la apariencia de un hombre. ("Que había en Él sólo la apariencia de hombre, y no una naturaleza humana real.")
Pablo reclama lo contrario y dice que Él fue "de la simiente de David"; por lo cual el Apóstol indudablemente declara que Cristo fue un verdadero hombre, hijo de un ser humano, es decir, de María. Este testimonio está tan claro, que cuanto más se esfuerzan los herejes por deshacerse de él, más se dan cuenta de su desfachatez. Los judíos y otros enemigos de Cristo niegan que Él sea la persona de antemano prometida; pero Pablo afirma que Él es el hijo de David, y que descendió de esa familia de la cual el Mesías tenía que descender. ("Si queremos resultar victoriosos sobre todas las tentaciones de Satanás, debemos tener una gran constancia, y debemos creer que no es por casualidad que creemos en Jesucristo, y que éste no es un asunto dudoso, sino que Él vino a nosotros de parte de Dios para ser nuestro Redentor. Y por esta razón Pablo señala aquí que Él es del linaje de David y de su simiente; porque nosotros sabemos las promesas que están contenidas en las Santas Escrituras, es decir, que el mundo entero sería bendecido en la simiente de Abraham. Ahora bien, Dios confirmó esto a David, demostrando que de él provendría el Redentor, es decir, de la tribu de Judá, y de la casa de David. Así que la razón por la cual Pablo reclama para Él este título es que, teniendo las promesas que Dios había hecho anteriormente a los padres, acerca de ese Redentor que nos ha sido dado, no dudemos que tenemos que recibirlo con plena convicción, y que no tenemos razón para dudar de si Él es, o no, el Mesías. ¿Por qué? Él desciende de la casa de David; y, aunque en aquel tiempo aquella casa no tenía dignidad real, con todo, aquel defecto no podía menguar la gloria de nuestro Señor Jesucristo; mas por el contrario, era idónea para confirmar más plenamente nuestra convicción de que Él era quien debería ser enviado. ¿Y por qué? El profeta Isaías no afirmó que Él nacería en un palacio, o que sería criado en medio del esplendor y de la pompa; sino que dijo que crecería como un pequeño vastago de la raíz de Jesé (Is 11:1); como si afirmara que, aunque Jesucristo fue del linaje real, sin embargo, sus padres fueron pobres, y no eran tenidos en cuenta por el mundo, porque no tenían rango o grandeza." Fr. Ser.)
9. En el cual sufro penalidades. Ésta es una previsión, porque su encarcelamiento menoscababa el crédito debido a su evangelio ante los ojos de los ignorantes. Pablo, pues, reconoce que, según las apariencias exteriores, fue encarcelado como un criminal; pero añade, que su prisión no impedía que el Evangelio siguiera libremente su curso; y no sólo eso, sino que lo que él sufre es provechoso para los escogidos, porque tiende a confirmarlos. Tal es el inconmovible valor de los mártires de Cristo, cuando la conciencia de estar comprometidos en una causa noble los eleva por encima del mundo; de modo que, desde una posición elevada, pueden mirar con desprecio, no solamente los padecimientos y agonías corporales, sino toda clase de desgracias.
Además, todas las personas piadosas deben fortalecerse a sí mismas con esta consideración, cuando ellas vean que los ministros del Evangelio son atacados y ultrajados por los adversarios: que no por ese motivo tengan menos reverencia para la doctrina, sino que den gloria a Dios, por cuyo poder ellos la ven abrirse paso a través de todos los obstáculos del mundo. Y, ciertamente, si no fuésemos excesivamente apegados a nuestra condición carnal, esta sola consolación debería ser suficiente para nosotros en medio de las persecuciones, ya que si somos oprimidos por la crueldad de los perversos, el Evangelio, no obstante, se extiende y se difunde más ampliamente; porque, pese a todo lo que quieran ellos tramar, están muy lejos de obscurecer o extinguir la luz del Evangelio, porque ésta arde con más fulgor. Soportemos, pues, valerosamente, o al menos con paciencia; no importa que nuestro cuerpo sea encarcelado y que nuestra reputación se vea afectada, con tal de que la verdad de Dios irrumpa a través de esas cadenas, y se extienda a todo el mundo.
10. Por tanto, todo lo soporto por amor a los escogidos. Por el efecto Pablo demuestra que su encarcelamiento está muy lejos de ser motivo de reproche, y que por el contrario es altamente provechoso para los elegidos. Cuando afirma que soporta todo por causa de los elegidos, ("Se podría responder que es superfino que Pablo soportara todo «por causa de los elegidos». ¿No puede Dios salvar sin la ayuda de los hombres a aquellos a quienes eligió y adoptó antes de la creación del mundo? ¿Por qué, pues, Pablo dice que todo lo soporta por causa de los elegidos? Ahora bien, es cierto que Dios conducirá a su pueblo para que tome posesión de la herencia que le ha preparado; sin embargo a Él le ha placido utilizar los medios humanos. No es que Él tenga necesidad de lo que nosotros poseemos, sino que nos confiere ese honor por su sola e inmerecida bondad, y desea que seamos los instrumentos de su poder. Así que Pablo no se ufana de que la salvación de los hijos de Dios dependa de su constancia o de las aflicciones que él haya tenido que soportar; sino que sólo quiere afirmar que Dios desea guiar a su pueblo por medio de la Palabra, y que se vale de aquellos hombres que Él ha escogido para ese fin, para realizar su propia obra, y los hace instrumentos de poder mediante su Santo Espíritu." Fr. Ser.), con eso demuestra que él se preocupa más por la edificación de la Iglesia que por sí mismo; porque está dispuesto, no sólo a morir, sino a ser considerado entre el número de los perversos, con tal que pueda promover la salvación de la Iglesia.
En este pasaje Pablo enseña la misma doctrina que en Colosenses 1:24, donde afirma que "cumple en su carne lo que falta de las aflicciones de Cristo por su cuerpo, que es la iglesia". De aquí se refuta ampliamente la desfachatez de los papistas, quienes infieren de estas palabras que la muerte de Pablo fue una satisfacción por nuestros pecados; como si él reclamara otra cosa por su muerte, que no fuese la confirmación de la fe de los piadosos; porque inmediatamente añade una explicación, afirmando que la salvación de los creyentes se encuentra solamente en Cristo. Mas si alguno de mis lectores desea ver una ilustración más amplia sobre este tema, que consulte mi comentario, en el capítulo que acabo de citar, de la Epístola a los Colosenses.
Con la gloria eterna. Éste es el fin de la salvación que obtenemos en Cristo; porque nuestra salvación es vivir para Dios, porque dicha salvación comienza con nuestra regeneración, y será completada con nuestra perfecta liberación, cuando Dios nos quite de las miserias de esta vida mortal, y nos recoja para su reino. A esta salvación se añade la participación de lo celestial, es decir, la gloria divina; y, por lo tanto, a fin de engrandecer la gracia de Cristo, Pablo dio a la salvación el nombre de "gloria eterna".
11. Palabra fiel es ésta. El apóstol hace una introducción al sentimiento que está por expresar; porque nada es tan opuesto al sentimiento de la carne, como el que tengamos que morir para vivir, y que la muerte sea la entrada a la vida; porque podemos colegir de otros pasajes, que Pablo acostumbra a hacer uso de prefacios de esta naturaleza, en asuntos de gran importancia, o difíciles de creer.
Si somos muertos con él, también viviremos con él. El significado general es que no seremos partícipes de la vida y gloria de Cristo, a menos que previamente hayamos sido humillados y muertos con Él; así como dice que todos los elegidos fueron "predestinados para ser hechos conforme a su imagen" (Rom. 8:29). Esto se dice tanto para exhortar como para consolar a los creyentes. ¿Quién no se anima con esta exhortación de que no debemos angustiarnos por causa de nuestras aflicciones, las cuales tendrán un resultado tan feliz? La misma consideración aminora y dulcifica todo lo que es amargo en la cruz; porque ni los dolores, ni las torturas, ni los reproches, ni la muerte deben causarnos horror, puesto que en ellos somos copartícipes con Cristo; sobre todo, viendo que todas estas cosas son como precursoras del triunfo.
Por su ejemplo, pues, Pablo anima a todos los creyentes a recibir gozosamente, por el nombre de Cristo, aquellas aflicciones en las cuales ellos han tenido ya un paladeo de la futura gloria. Si esto sacude nuestra fe, y si la cruz tanto subyuga y ofusca nuestros ojos, de modo que no percibamos a Cristo con ellos, acordémonos de presentar este escudo: "Palabra fiel es ésta". Y ciertamente, donde Cristo está presente, debemos reconocer que la vida y la felicidad se encuentran allí. Debemos, pues, creer firmemente, y grabar muy hondo dentro de nuestro corazón este compañerismo: que no morimos separados, sino juntamente con Cristo, para que después tengamos la vida en común con Él; que sufrimos con Él, para que seamos partícipes de su gloria. Por muerte Pablo quiere decir toda esa mortificación externa de que él habla en 2 Corintios 4:10. (El lector hará bien en considerar el comentario del autor sobre ese extraordinario pasaje. (N. del E.))
12. Si le negáremos, él también nos negará. Se añade una amenaza igualmente, con el fin de sacudir la pereza; porque él amenaza a aquellos que, por miedo a la persecución, se abstienen de confesar Su nombre, y no tienen parte ni suerte con Cristo. ¡Cuan irrazonable es que estimemos más la vida pasajera de este mundo que el santo y bendito nombre del Hijo de Dios! ¿Y por qué debe Él reconocer como suyos a los que traidoramente le rechazan?
Aquí la excusa de la debilidad no tiene ningún valor; ("Aquí nada ganamos defendiéndonos a nosotros mismos y excusándonos por nuestra debilidad".), porque si los hombres no se engañaran a sí mismos con vanos halagos, resistirían constantemente, y serían fortalecidos con la fortaleza y el valor del Espíritu. Su vil negación de Cristo proviene, no únicamente de la debilidad, sino de la incredulidad; porque, a causa de haber sido cegados por los embelesos del mundo, ellos no pueden percibir esa vida que está en el reino de Dios. Empero esta doctrina hay que meditarla más en vez de explicarla; porque las palabras de Cristo son perfectamente claras: "A cualquiera que me negare, yo también le negaré". Corresponde a cada uno reflexionar por sí mismo, que éste no es un miedo infantil, sino que el Juez seriamente declara cuál será la realidad, a su debido tiempo.
13. Si fuéremos infieles, él permanece fiel. El significado es, que nuestra vil deserción no quita nada al Hijo de Dios, ni afecta a su gloria; porque, teniendo todas las cosas en sí mismo, Él no tiene necesidad de nuestra confesión. Como si dijera: "Que quienes quieran abandonen a Cristo, porque a Él nada se le quita; porque cuando ellos perezcan, Él permanecerá inmutable".
Él no puede negarse a sí mismo. Ésta es una expresión todavía más fuerte. "Cristo no es como nosotros, para desviarse de su verdad". De aquí se hace evidente que todos los que niegan a Cristo serán desconocidos por Él. Y así Pablo quita a los perversos apostatas los halagos con que ellos se entretenían a sí mismos; porque, teniendo el hábito de cambiar su colorido de acuerdo con las circunstancias, ellos de buena gana se imaginan que Cristo, en la misma forma, asume varias formas, y es susceptible de cambios; lo cual Pablo afirma que es imposible. No obstante, al propio tiempo, debemos creer firmemente lo que yo afirmé con toda claridad en un pasaje anterior: que nuestra fe está fundada en la eterna e inmutable verdad de Cristo, para que no se bambolee por  la inconstancia o  apostasía de los hombres.

14. Recuérdales esto, exhortándoles delante del Señor a que no contiendan sobre palabras, lo cual para nada aprovecha, sino que es para perdición de los oyentes.
15. Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que usa bien la palabra de verdad.
16. Mas evita profanas y vanas palabrerías, porque conducirán más y más a la impiedad.
17. Y su palabra carcomerá como gangrena; de los cuales son Himeneo y Fileto,
18. que se desviaron de la verdad, diciendo que la resurrección ya se efectuó, y trastornan la fe de algunos.

14. Recuérdales esto. La expresión estas cosas (tanta), es sobremanera enfática. Significa que el resumen del Evangelio que él dio, y las exhortaciones que añadió, son de tanta importancia, que un buen ministro jamás debe cansarse de proclamarlas; porque son cosas que merecen ser tratadas continuamente, y cuya frecuente repetición nunca será por demás. "Son cosas (dice él) que deseo que vosotros enseñéis no una sola vez, sino que os esforcéis por grabarlas en el corazón de los hombres mediante la repetición frecuente". Un buen maestro no debe preocuparse por otra cosa que la edificación, y poner toda su atención sólo en eso. ("Cuando alguno viene al sermón, que no sea para escuchar algo que halague o cause placer a sus oídos; sino para que progrese en el temor de Dios, y en humildad, y para incitarlo a la oración, y confirmarlo en la paciencia. Si boy hemos escuchado una exhortación y mañana se nos repite, no pensemos que esto sea superfluo, ni nos sintamos molestos por ello; porque toda persona que cuidadosamente examine este tema encontrará que es sumamente necesario que se le recuerde la lección que ha aprendido para que pueda ponerla en práctica. Si Dios, por lo tanto, refresca nuestra memoria con ello, nos ha hecho un gran favor. Esto es lo que tenemos que enfatizar en este pasaje, cuando Pablo dice: «Recuérdales estas cosas». Porque indudablemente él se propuso evitar lo que frecuentemente encontraba, cuando decían: "Ya lo habíamos escuchado antes." ¿No es ésta una observación muy común? ¿Dónde está el niñito que no la sepa? Tales cosas son dichas por aquellos que quisieran ser alimentados con cuestiones inútiles. Mas aquí el Espíritu Santo desea que lo que es útil sea tenido presente cada día, porque no lo hemos entendido suficientemente, y porque debemos ponerlo en práctica." Fr. Ser.)
Por el contrario, Pablo le manda, no sólo que se abstenga de cuestiones inútiles, sino que prohíba a otros que las sigan.
Exhortándoles a que no contiendan sobre palabras. Logomaxein significa ocuparse formalmente en disputas contenciosas, las cuales comúnmente se producen por un tonto deseo de ser ingeniosos. La frase exhortándoles delante del Señor, es con el fin de infundir terror; ("Se propone infundir terror en aquellos que desearían actuar diferentemente".), y de esta severidad aprendemos cuan peligroso para la Iglesia es ese conocimiento que conduce a las discusiones, es decir, que hace caso omiso de la piedad, y busca la ostentación. De esta naturaleza es toda esa teología especulativa, como se le llama, y que se encuentra entre los papistas.
Para nada aprovecha. Por dos motivos, la logomaxia, o "contender acerca de palabras", es condenada por Pablo. No es de provecho, y es excesivamente perjudicial, porque perturba las mentes débiles. Aunque en la versión he seguido a Erasmo, porque no estaba en desacuerdo con el significado de Pablo, sin embargo, deseo informar a mis lectores de que las palabras de Pablo pueden explicarse de esta forma: "Lo que no sirve para nada"- Las palabras griegas son: eis ouden xresimon, y yo leo xresimon en el caso acusativo, y no en el nominativo. El estilo fluirá así en forma más agradable; como si dijera: "¿De qué sirve eso, si nada bueno resulta de ello, pero sí mucho malo? Porque la fe de muchos se trastorna".
Observemos primero que, cuando una forma de enseñanza no hace bien, por esa sencilla razón hay que desecharla justamente; porque Dios no desea gratificar nuestra curiosidad, sino instruirnos en una forma útil. ¡Hagamos, pues, a un lado todas las especulaciones que no edifican!
Mas lo segundo es peor todavía, cuando surgen las disputas, las cuales no sólo no aprovechan, sino que tienden a trastornar a los oyentes. Yo quisiera que esto lo tuvieran en cuenta aquellos que siempre andan armados para pelear con la lengua, y que, en toda disputa, buscan motivos para tener altercados, y que llegan hasta el grado de poner trampas en torno a cada palabra y sílaba. Mas son llevados en dirección errónea por la ambición, y algunas veces por una enfermedad casi fatal; la cual he visto en algunos. Lo que el Apóstol afirma acerca de trastornar se demuestra cada día, por la observación actual, que es absolutamente cierto; porque es natural que en medio de las disputas, se pierda de vista la verdad; y Satanás se aprovecha de las reyertas como un pretexto para perturbar a los débiles, o para trastornar su fe.
15. Procura con diligencia presentarte a. Dios aprobado. Ya que todas las disputas acerca de la doctrina provienen de esta fuente, que los hombres están deseosos de presumir de ingeniosidad ante el mundo, Pablo aplica aquí el mejor y más excelente remedio, cuando ordena a Timoteo que mantenga enfocada su vista en Dios; como si dijera: "Algunos buscan el aplauso de una gran asamblea, pero tú estudia para presentarte aprobado ante Dios con tu ministerio". Y ciertamente nada hay que tienda tanto a refrenar un tonto deseo de exhibición, como el reflexionar que tenemos que tratar con Dios.
Como obrero que no tiene de qué avergonzarse. Erasmo traduce anepaisxunton por "que no debe avergonzarse". Yo no hallo defecto en esta interpretación, pero prefiero explicarla activamente: "que no se avergüenza"; primero, porque éste es el significado más común de la palabra tal como la usaban los escritores griegos; y segundo, porque yo considero que está más de acuerdo con el pasaje actual. Existe un contraste implícito. Aquellos que perturban la Iglesia mediante disputas, llegan a esa violencia porque tienen vergüenza de ser vencidos, y porque toman como deshonra el ser algo que ellos no conocen. Pablo, por el contrario, les manda que apelen al juicio de Dios.
Y primero, manda que no sean disputantes perezosos, sino obreros activos. Con este término reprueba indirectamente la simpleza de aquellos que tan grandemente se atormentan a sí mismos no haciendo nada. Seamos, pues, "obreros" edificadores de la Iglesia, y ocupémonos en la obra de Dios en tal forma que se vean algunos frutos. Entonces no tendremos motivo para avergonzarnos; porque aunque en el debatir no seamos iguales a los fanfarrones locuaces, sin embargo, nos bastará que les sobresalgamos en el deseo de edificación y de laboriosidad, en valor, y en la suficiencia de doctrina. En suma, él manda a Timoteo que labore diligentemente, para que no se avergüence delante de Dios; ya que los hombres ambiciosos temen sólo esta clase de vergüenza: no perder nada de su reputación en cuanto a exactitud y profundo conocimiento.
Que usa bien la palabra de verdad. Ésta es una bella metáfora que expresa hábilmente el propósito primordial de la enseñanza. "Puesto que debemos estar satisfechos con la sola Palabra de Dios, ¿qué objeto tiene predicar sermones todos los días y aun desempeñar el oficio de pastor? ¿No tienen todos la oportunidad de leer la Biblia? ("Encontraremos fanáticos que piensan que se pierde el tiempo viniendo a la iglesia para recibir instrucción. «¿No está la doctrina de Dios contenida totalmente en la Biblia? ¿Qué más podrá añadírsele? Es como tenerlos como niñitos (dirán ellos) para que vengan aquí y aprendan; pero los adultos pueden eximirse de ello. ¿Por qué tiene que haber toda esta predicación? Hay sólo dos puntos importantes en la Escritura: que amemos a Dios y a nuestro prójimo.» No hemos escuchado esto únicamente de parte de aquellos que vienen a relatarlo; sino que los más distinguidos sabios de entre aquellos que proferían estas blasfemias nos las han declarado personalmente. Yo podría nombrar el día cuando se dijeron, y las casas, y la hora, y las personas que estaban presentes y la forma en que aquellos hombres perversos arrojaron su veneno y sus maldades contra Dios, para derrocar y destruir la religión, si fuese posible; eso es demasiado bien conocido. En cambio, Pablo nos demuestra aquí, que si solamente tenemos las Santas Escrituras, no es suficiente que cada uno de nosotros las lea en privado, sino que las doctrinas sacadas de allí nos deben ser predicadas a fin de que estemos bien informados." Fr. Ser.)
Mas Pablo señala a los maestros el deber de dividir o cortar, como si un padre, al dar alimento a sus hijos, estuviese dividiendo o partiendo el pan en pequeños pedazos.
Pablo aconseja a Timoteo que "divida bien", no sea que, cortando la superficie, como lo hacen las personas inexpertas, deje el meollo y la médula sin tocar. Sin embargo, por este término yo entiendo generalmente una porción de la Palabra que sea juiciosa, y que sea conveniente para el provecho de los oyentes. Algunos la mutilan, otros la rompen, otros la torturan, otros la parten en pedazos, otros, quedándose en la superficie (como hemos dicho), jamás penetran hasta la médula de la doctrina. A todas estas faltas, contrapone "el dividir bien", es decir, la forma de explicar que se adapte para la edificación; porque ésa es la norma por la cual debemos regular toda interpretación de la Escritura.
16. Mas evita, profanas y vanas palabrerías. Mi opinión en cuanto a la importancia de estas palabras ha sido expresada en mi comentario al último capítulo de la Primera Epístola a Timoteo; y mis lectores la encontrarán allí.
Porque conducirán más y más a la impiedad. Para que pueda más efectivamente disuadir a Timoteo de esa profana y ruidosa palabrería, Pablo afirma que es cierta clase de laberinto, o más bien una espesa vorágine, de la cual no pueden salir, sino que por el contrario se hunden más y más.
17. Y su palabra carcomerá como gangrena. Me ha dicho el médico Benedicto Textor, que este pasaje fue mal traducido por Erasmo, quien, de dos enfermedades completamente diferentes, ha hecho una sola; porque en lugar de "gangrena" él ha empleado la palabra "cáncer". Ahora bien, Galeno, en muchos de sus escritos, y especialmente donde establece las definiciones en su pequeña obra "Las Inflamaciones Anormales", claramente distingue la una de la otra. Pablo Egineto, basándose también en la autoridad de Galeno, en el volumen sexto de su obra define el cáncer como "una inflamación desigual, con las extremidades hinchadas, asqueroso a la vista, color plomizo, y sin dolor". En seguida, enumera dos clases, como lo hacen otros médicos; porque afirma que algunos "cánceres" están ocultos y no tienen úlcera externa; mientras que otros, en los cuales hay una preponderancia de la bilis negra de donde se originan, son ulcerosos.
Por otra parte, acerca de la "gangrena", Galeno, tanto en la pequeña obra citada, como en su segundo libro a Glauco, y Etio en su decimocuarto libro, y el propio Egineto en su cuarto libro, hablan del efecto siguiente: que la gangrena procede de las grandes inflamaciones flegmosas, si éstas atacan violentamente a cualquier miembro, de modo que la parte que está desprovista de calor y energía vital tiende a la destrucción. Si esa parte queda completamente muerta, los escritores griegos la llaman esfakelos, los latinos sideratio, y la gente común la llama fuego de san Antonio.
Yo encuentro, ciertamente, que Cornelio Celso hace la distinción en esta forma: el "cáncer" es el género y la "gangrena" la especie; empero su error es claramente refutado en numerosos pasajes en las obras de las grandes autoridades médicas. Es posible también, que él se haya desviado por la similitud entre las palabras latinas "cáncer" y "gangrena". Pero en las palabras griegas no puede haber un error de esa naturaleza, porque kannos es el nombre que corresponde al vocablo latino "cáncer", y describe tanto al animal que llamamos cangrejo como a la enfermedad; mientras que los filólogos piensan que gangraina se deriva de apotongrainen que significa "comer". Debemos, pues, optar por la palabra "gangrena", la cual Pablo emplea, y que está más de acuerdo con lo que él afirma de "comer" o "consumir".
Hemos explicado ya la embriología del vocablo; empero todos los médicos declaran que la naturaleza de la enfermedad es tal, que si no se le ataca rápidamente, se extiende a las partes cercanas, y penetra aun hasta los huesos, y no deja de consumir, hasta que haya matado a la persona. Puesto que la "gangrena" trae como resultado inmediato la necrosis, la cual rápidamente afecta a todos los miembros hasta terminar en la total destrucción del cuerpo; a este contagio mortal Pablo elegantemente compara las falsas doctrinas; porque si una vez les damos entrada, se extienden hasta haber terminado la destrucción de la Iglesia. Siendo destructivo el contagio, debemos encararlo a tiempo, y no esperar a que haya cobrado ímpetu por el progreso; porque entonces será demasiado tarde para atajarlo y poder ayudar. La espantosa extinción del Evangelio entre los papistas surgió de esta causa: que por la ignorancia o pereza de los pastores, las corrupciones prevalecieron por mucho tiempo sin ser frenadas, y como consecuencia la pureza de la doctrina gradualmente se perdió.
De los cuales son Himeneo y Fileto. Señala con el dedo estas plagas, para que todos estén prevenidos contra ellas; porque, si permitimos que aquellas personas que procuran la ruina de la Iglesia permanezcan ocultas, entonces, hasta cierto punto, nosotros les concedemos el poder para perjudicarnos. Es cierto que debemos cubrir las faltas de los hermanos, pero solamente aquellas faltas cuyo contagio no se extienda ampliamente. Mas donde exista peligro para muchos, nuestro disimulo será cruel, si no desenmascaramos a su debido tiempo el mal oculto. ¿Y por qué? ¿Es correcto que por salvar a un individuo, cien o mil personas vayan a perecer por nuestro silencio? Además, Pablo no se propuso comunicar esta verdad únicamente a Timoteo, sino que quiso proclamar a todas las épocas y a todas las naciones la perversidad de estos dos hombres, a fin de cerrar la puerta contra su doctrina vil y desastrosa.
18. Que si desviaron de la verdad, diciendo que la resurrección ya se efectuó. Después de explicar que ellos se desviaron de "la verdad", Pablo especifica su error, que consistía en esto: que divulgaron que "la resurrección ya se había efectuado". Al hacer esto, ellos indudablemente inventaron cierta clase de resurrección alegórica, la cual también han inventado en esta época algunos hombres repulsivos. Mediante esta artimaña Satanás echa por tierra ese artículo fundamental de nuestra fe tocante a la resurrección de la carne. Siendo esta treta sólo una cosa de la imaginación sin valor alguno, y siendo además tan severamente condenada por Pablo, no debe inquietarnos en forma alguna. Porque cuando sabemos que, desde el principio del Evangelio, la fe de algunos fue trastornada, ello debe incitarnos a actuar con prontitud, para que podamos oportunamente arrojar de nosotros y de otros una plaga tan perjudicial; pues debido a la fuerte inclinación que los hombres sienten hacia la vanidad, no habrá cosa tan absurda ni tan monstruosa como el que algunos presten oído a este engaño.

19. Pero el fundamento de Dios está firme, teniendo este sello: Conoce el Señor a los que son suyos; y: Apártese de iniquidad todo aquel que invoca el nombre de Cristo.
20. Pero en una casa grande, no solamente hay utensilios de oro y de plata, sino también de madera y de barro; y unos son para usos honrosos, y otros para usos viles.
21. Así que, si alguno se limpia de estas cosas, será instrumento para honra, santificado, útil al Señor, y dispuesto para toda buena obra.

19. Pero el fundamento de Dios está firme. Nosotros sabemos muy bien, por la experiencia, cuánto escándalo se produce por la apostasía de aquellos que en una ocasión profesaron la misma fe que nosotros. Éste es especialmente el caso con aquellos que eran ampliamente conocidos, y que tenían una reputación más brillante que los demás; porque si alguno del pueblo común apostatase, no nos sentiríamos profundamente afectados. Mas aquellos que ante la opinión ordinaria de los hombres tenían un rango distinguido, habiéndoseles considerado anteriormente como pilares, no pueden caer en esta forma sin arrastrar a otros a la misma ruina con ellos; si es que su fe no está firmemente sostenida. Éste es el tema que Pablo trata ahora; porque él declara que no hay razón para que los creyentes se desanimen, aunque vean caer a aquellos a quienes consideraban como los más fuertes.
Pablo se vale de esta consolación, para que la ligereza o perfidia de los hombres no pueda impedir a Dios el preservar a su Iglesia hasta el fin. Y primero nos recuerda la elección divina, a la cual él metafóricamente llama fundamento, expresando con esto su firme y duradera constancia. Sin embargo todo esto tiende a probar la certeza de nuestra salvación, si somos de los elegidos de Dios. Y es como si afirmara: "Los elegidos no dependen de los eventos cambiantes, sino que descansan sobre un sólido e inamovible fundamento; porque su salvación está en las manos de Dios". Porque así como "toda planta que el Padre Celestial no ha plantado, será desarraigada" (Mt. 15:13), así una raíz que ha sido fijada por Su mano, no está expuesta al peligro de ser arrancada por los vientos o las tempestades.
Ante todo, pues, sostengamos este principio: que en medio de tan grande debilidad de nuestra carne, los elegidos están a pesar de todo fuera del alcance del peligro, porque ellos no se sostienen por su propia fuerza, sino que están fundados en Dios. Y si los fundamentos colocados por la mano del hombre tienen tanta firmeza, ¿cuánto más sólido será ese fundamento que Dios mismo ha colocado? Yo sé que algunos dicen que esto se refiere a la doctrina: "Que nadie juzgue esta verdad basándose en la firmeza de los hombres"; pero fácilmente puede inferirse del contexto, que Pablo habla de la Iglesia de Dios, o de los elegidos.
Teniendo este sello. La palabra signaculum (que denota "un sello" o la "impresión de un sello"), aunque muchos erróneamente han pensado que significaba una marca o una impresión, yo la he traducido sigillu (un sello), lo cual es menos ambiguo. Y, ciertamente, Pablo quiere decir que bajo la secreta protección de Dios, como un sello, está contenida la salvación de los elegidos, así como testifica la Escritura que ellos están "escritos en el libro de la vida" (Sal. 69:28; Fu. 4:3).
Conoce el Señor a los que son suyos. Esta cláusula, junto con la palabra sello, nos recuerda que no debemos juzgar según nuestra propia opinión si el número de los elegidos es grande o pequeño; porque lo que Dios ha sellado, Él desea que esté oculto para nosotros en alguna forma. Además, si es prerrogativa de Dios el conocer quiénes son suyos, no tenemos que extrañarnos si un gran número de ellos son frecuentemente desconocidos para nosotros, o si aun llegamos a equivocarnos al hacer la selección.
Sin embargo, debemos siempre observar por qué y con qué objeto hace Pablo mención de un sello; es decir, cuando vemos tales casos, recordemos instantáneamente lo que nos enseña el apóstol Juan, que "los que salieron de entre nosotros no eran de nosotros" (1 Jn. 2:19). De aquí surge una doble ventaja. Primero, nuestra fe no se estremecerá como si dependiera de los hombres; ni tampoco desmayaremos, como ocurre frecuentemente, cuando pasen cosas inesperadas. Segundo, estando convencidos de que la Iglesia a pesar de todo está segura, soportaremos más pacientemente que los réprobos huyan a su propia suerte, para la cual han sido designados; porque permanecerá sólo el número completo, con el que Dios está satisfecho. Por consiguiente, siempre que ocurra un cambio rápido entre los hombres, contrario a nuestra opinión y expectación, recordemos inmediatamente que "el Señor conoce a los suyos".
Y apártese de iniquidad todo aquel que invoca el nombre de Cristo. Como Pablo se enfrentó anteriormente al escándalo diciendo: "Que no produzca una excesiva alarma en los creyentes la rebeldía de algunos"; así ahora, señalando este ejemplo de los hipócritas, él demuestra que no debemos jugar con Dios, haciendo una profesión fingida de cristianismo. Como si dijera: "Puesto que Dios castiga a los hipócritas desenmascarando su perversidad, aprendamos a temerle con una sincera conciencia, no sea que lo mismo nos acontezca a nosotros. Quienquiera, pues, que invoca a Dios, es decir, que profesa ser y desea ser reconocido como uno del pueblo de Dios, que se mantenga a distancia de toda iniquidad". ("No nos inquietemos, pues, por todos los escándalos que puedan surgir. Y no obstante aprendamos a andar en temor, no abusando de la bondad de nuestro Dios; sino sabiendo que, ya que Él nos ha separado del resto del mundo, debemos vivir como estando en su casa, y como miembros de su familia, en igual forma como Él nos ha dado la señal externa del bautismo, para que también podamos tener la rúbrica de su Santo Espíritu; porque Él es «las arras de nuestra elección», como dice Pablo, Él es la prenda que tenemos de que somos llamados a nuestra herencia celestial. Oremos, pues, a Dios para que rubrique y selle en nuestro corazón su gratuita elección por su Santo Espíritu, y, al propio tiempo, para que nos mantenga sellados y aprisionados bajo la sombra de sus alas; y si los pobres réprobos se desvían y se pierden, y si el diablo los arrastra, y si no se levantan cuando caen, mas son echados fuera y arruinados, nosotros, por nuestra parte, oremos a Dios para que nos guarde bajo su protección, para que sepamos lo que es obedecer su voluntad, y ser sostenidos por Él. Aunque el mundo se esfuerce por sacudirnos, descansemos en este fundamento: que el Señor conoce a los suyos; y que jamás nos saquen de aquí, mas perseveremos y aprovechemos más y más, hasta que Dios nos saque de esta condición presente hacia su reino, el cual no está expuesto a cambios." Fr. Ser.)
Porque "invocar el nombre de Cristo" significa aquí gloriarse en el título honorable de Cristo, y ufanarse de pertenecer a su redil; en la misma forma que "la mujer llevando el nombre de un hombre" (Is. 4:1), significa que la mujer es considerada como su legítima esposa; y que "el nombre de Jacob sea llevado" por toda su posteridad (Gn. 48:16), significa que el nombre de la familia será mantenido en sucesión ininterrumpida, porque la raza desciende de Jacob.
20. En una casa grande. Ahora va más allá, y demuestra por comparación que, cuando vemos a alguno que por algún tiempo demostraba gran piedad y celo, y que después cayó vergonzosamente, lejos de inquietarnos por eso, más bien debemos reconocer que este proceder es correcto y adaptado a la providencia de Dios. ¿Quién encontrará defectos en una casa grande, donde abundan toda clase de muebles, y donde en efecto existen, no sólo aquellos objetos adecuados para lucirse, sino también aquellos dedicados a usos menores? Esta variedad es aun ornamental, porque, mientras que el aparador y la mesa relumbran con oro y plata, la cocina está amueblada con vasijas de madera y ollas de barro. ¿Por qué, pues, debemos extrañarnos si Dios, Cabeza de la familia, tan rico y tan abundante en todo, tiene en el mundo, como en una casa grande, varias clases de hombres, y tantas clases de mobiliarios?
Los comentaristas, sin embargo, no están de acuerdo acerca de si "la casa grande" significa sólo la Iglesia, o todo el mundo. Y, ciertamente, el contexto más bien nos conduce a creer que se trata de la Iglesia; porque Pablo ahora no está razonando acerca de los extraños, sino de la propia familia de Dios. Sin embargo, lo que dice es cierto generalmente, y en otro pasaje el mismo Apóstol lo extiende a todo el mundo; es decir, en Romanos 9:21, donde incluye a todos los réprobos bajo el mismo término que se usa aquí. No necesitamos, pues, discutir mucho si alguien lo aplica sencillamente al mundo. Con todo, no puede haber duda de que el objeto de Pablo es demostrar que no debemos tener como algo extraño que los hombres malos estén mezclados con los buenos, lo cual acontece principalmente en la Iglesia.
21. Así que, si alguno se limpia de estas cosas. Si los réprobos son "vasos para deshonra", ellos tienen esa deshonra confinada dentro de sí mismos; pero no desfiguran la casa, ni traen ninguna desgracia al jefe de la familia, el cual, mientras que posee una variedad de objetos en su mobiliario, designa cada vasija para su uso pertinente. Mas aprendamos, por su ejemplo, un uso más digno y mejor; porque en los réprobos, cual espejo, percibimos cuan detestable es la condición del hombre, si éste no promueve sinceramente la gloria de Dios. Tales ejemplos, pues, nos proporcionan un buen motivo para la exhortación a dedicarnos a una vida santa y sin mácula.
Hay muchos que hacen mal uso de este pasaje para probar que la salvación no depende de Dios, "que tiene misericordia" (Rom. 9:16), sino de "aquel que corre y quiere". Esto es excesivamente frívolo; porque Pablo no discute aquí acerca de la elección de los nombres, a fin de demostrar cuál es la causa de dicha elección, tal como lo hace en el capítulo nueve de la Carta a los Romanos; mas únicamente enseña que somos diferentes de los hombres perversos, quienes, según entendemos, han nacido para la perdición. En consecuencia, es una tontería inferir de estas palabras si está, o no, dentro de la capacidad del mismo individuo colocarse dentro del número de los hijos de Dios, y ser el autor de su propia adopción. Éste no es el problema actual. Que esta leve advertencia sea suficiente para aquellos que afirman que un individuo puede predestinarse a sí mismo; como si Pablo ordenara a los hombres hacer lo que tuvieron que haber hecho antes de nacer, y aun antes de que fuesen colocados los fundamentos del mundo.
Otros, que infieren de estas palabras que el libre albedrío es suficiente para preparar a un hombre, para que sea idóneo y esté calificado para obedecer a Dios, a primera vista no parece ser tan absurdo como los anteriores; sin embargo, no hay consistencia en lo que ellos proponen. El Apóstol manda que los hombres que deseen consagrarse al Señor se limpien de toda contaminación de los hombres perversos; y a través de todas las Escrituras Dios da el mismo mandamiento; porque no encontramos aquí nada sino lo que hemos visto en muchos pasajes de los escritos de Pablo, y especialmente en la Segunda Epístola a los Corintios: "Salid de en medio de ellos, y apartaos, dice el Señor, y no toquéis lo inmundo". Evidentemente, nosotros somos llamados a la santidad. Empero la cuestión del llamamiento y el deber de los cristianos es totalmente diferente de la cuestión acerca de su poder o habilidad. No negamos que se exige a los creyentes que se purifiquen; mas en otra parte el Señor declara que éste es deber de ellos, mientras que, al propio tiempo, Él promete por medio de Ezequiel que enviará "aguas limpias para que se purifiquen" (Ez. 36:25). Por lo tanto, debemos suplicar al Señor que nos limpie, en lugar de tratar vanamente de hacerlo nosotros mismos en nuestra propia fortaleza y sin Su ayuda.
Un instrumento santificado para honra significa un objeto puesto aparte para usos honorables y excelentes. De igual manera, lo que es útil para el jefe de la familia es puesto para aquello que se aplica a fines satisfactorios. Después Pablo explica la metáfora, cuando agrega que debemos estar preparados para toda buena obra. Desechemos el descabellado lenguaje de los fanáticos: "Yo contribuiré a la gloria de Dios como lo hizo Faraón; pues, ¿no es todo la misma cosa, con tal que Dios sea glorificado?" Porque aquí Dios afirma explícitamente en qué forma desea Él que le sirvamos, es decir, viviendo una vida piadosa y santa.

22. Huye también de las pasiones juveniles, y sigue la justicia, la fe, el amor y la paz, con los que de corazón limpio invocan al Señor.
23. Pero desecha las cuestiones necias e insensatas, sabiendo que engendran contiendas.
24. Porque el siervo del Señor no debe ser contencioso, sino amable para con todos, apto para enseñar, sufrido;
25. que con mansedumbre corrija a los que se oponen, por si quizá Dios les conceda que se arrepientan para conocer la verdad,
26. y escapen del lazo del diablo, en que están cautivos a voluntad de él.

22. Huye también de las pasiones juveniles. Ésta es una inferencia de lo que antecede; porque, después de mencionar las cuestiones necias, y movido por esta circunstancia a censurar a Himeneo y Fileto, cuya ambición y vana curiosidad les habían apartado de la fe verdadera, Pablo de nuevo exhorta a Timoteo para que se mantenga a distancia de esa plaga tan peligrosa. Y con este fin le aconseja evitar las "pasiones juveniles". Con este término no quiere decir propensión a la inmoralidad, o al libertinaje, o a la lujuria, a lo cual muchos jóvenes se entregan, sino a todas las pasiones impetuosas a las que se inclina el excesivo ardor juvenil de esa edad. Si surge algún debate, los jóvenes se excitan con más facilidad, se irritan más fácilmente, se equivocan más frecuentemente por falta de experiencia, y se precipitan hacia adelante con mayor confianza y temeridad, que los hombres de mayor edad. Con buena razón, pues, Pablo aconseja a Timoteo para que, como joven, esté en guardia continua contra los ímpetus de la juventud, que en otra forma le conducirían a inútiles disputas.
Sigue la justicia. Él recomienda los sentimientos opuestos, para que frenen su mente y no estalle en excesos juveniles; como si dijera: "Estas son las cosas a las cuales tú debes prestar toda tu atención y todo tu esfuerzo." Y primero él menciona la justicia, es decir, la forma piadosa de vivir; y después añade fe y amor, en lo cual consiste principalmente dicha forma. La paz está íntimamente relacionada con el tema presente; porque aquellos que se complacen en las cuestiones que Pablo prohíbe tienen que ser contenciosos y amantes de los debates.
Con todos los que invocan al Señor. Aquí, por medio de una figura de lenguaje, en la cual una parte es tomada por el todo, "invocar a Dios" es tomado generalmente por adoración; si es que no se prefiere el término profesión. Empero ésta es la parte principal de la adoración a Dios, y por esa razón "invocar a Dios" significa frecuentemente el todo de la religión o del culto a Dios. Mas cuando Pablo le manda "seguir la paz con todos los que invocan al Señor", es dudoso si, por un? parte, le presenta a todos los creyentes como un ejemplo, como si dijera que Timoteo debe seguir esto en común con todos los verdaderos adoradores de Dios, o si, por otra parte, le ordena que cultive la paz con ellos. Este último significado parece ser el más adecuado.
23. Pero desecha las cuestiones necias e insensatas. Pablo las llama necias, porque no son instructivas; es decir, no contribuyen en nada a la piedad, no importa la sutileza que puedan tener. Cuando somos entendidos en forma provechosa, únicamente entonces somos entendidos verdaderamente- Esto debe observarse cuidadosamente; porque vemos cuan tonta admiración siente el mundo hacia las fruslerías y bagatelas, y cuan ansiosamente corre tras ellas. Para que la ambición de agradar no nos apremie a buscar el favor de los hombres mediante tal ostentación, recordemos siempre este extraordinario testimonio de Pablo: que las cuestiones que son tenidas en alta estimación son, sin embargo, tontas, porque no son provechosas.
Sabiendo que engendran contiendas. En seguida él declara el mal que comúnmente producen. Y aquí Pablo no dice otra cosa sino lo que experimentemos cada día: que ellas dan ocasión a reyertas y debates. Y sin embargo, la mayor parte de los hombres, después de haber recibido tanta instrucción, no se aprovechan de ella.
24. Porque el siervo del Señor no debe ser contencioso. El argumento de Pablo es con este objeto: "El siervo de Dios debe mantenerse a distancia de las contiendas; y como las cuestiones necias son contiendas, por lo tanto, cualquiera que aspire a ser un siervo de Dios y ser tenido como tal, debe esquivarlas." Y si las cuestiones superfluas deben evitarse por el simple motivo de que es impropio para un siervo de Dios pelear, cuan descaradamente actúan los que tienen la notoria desfachatez de reclamar aplausos por originar incesantes controversias. Que salga ahora la teología de los papistas; ¿qué otra cosa se encontrará en ella sino el arte de disputar y combatir? Cuanto más haya uno progresado en ella, tanto menos capacitado estará para servir a Cristo.
Amable para con todos. ("Cuando Pablo dice que debemos ser «amables para con todos», enseña que debemos ser complacientes y afables en recibir a todos los que vienen para ser instruidos en el Evangelio; porque si no les damos acceso, es como cerrarles la puerta en su cara, para que nunca vuelva a estar a su alcance el acercarse a Dios. Debemos, pues, tener esa suavidad humana en nuestro carácter, para que estemos dispuestos a recibir a todos los que deseen aprender de nosotros. Y, por consiguiente, añade que debemos ser «aptos para enseñar»; porque es como si dijera que esas cosas están relacionadas la una con la otra, la amabilidad y la destreza para enseñar. La razón es, que si un hombre es áspero e inaccesible, será imposible que nosotros podamos recibir instrucción de él. Quien quiera ser un buen maestro debe conducirse con cortesía, y debe tener un método de atraerse a los que acuden a él, de modo que se gane su afecto; y eso no puede ser, a menos que tenga esa «amabilidad» de que Pablo habla. Vemos pues, cómo se propuso él confirmar lo que había declarado brevemente: que un individuo que es pendenciero, y adicto a disputas y contiendas, no es siervo de Dios en ningún grado. ¿Y por qué? ¿No debemos como siervos de Dios, laborar para ganar a los pobres ignorantes? Y eso no puede ser a menos que seamos amables, a menos que pacientemente escuchemos lo que ellos dicen, a menos que soportemos sus debilidades, hasta que poco a poco ellos sean edificados. Si no tenemos eso, es como despreciarlos." Fr. Ser.)
Cuando Pablo ordena que el siervo de Cristo sea "amable", exige una virtud opuesta a la plaga de la reyerta. Con el mismo objeto viene lo que sigue inmediatamente, que Timoteo sea didaktikoos, "apto para enseñar". No habrá lugar para la enseñanza, si no tenemos moderación y control en nuestro temperamento. ¿A qué límites llegará un maestro cuando se enciende en cólera para pelear? Cuanto más apto sea un hombre para enseñar, más seriamente se mantendrá alejado de las disputas y contiendas.
Sufrido. ("Soportando pacientemente a los malos.") La importunidad de algunos hombres puede producir algunas veces irritabilidad o cansancio; y por esa razón Pablo añade: "sufrido para con ellos", y al propio tiempo señala la razón por la que es necesario; a saber, un maestro piadoso debe esforzarse aún por si es posible llevar al sendero recto a aquellas personas rebeldes y obstinadas, lo cual no puede lograrse sin una buena dosis de amabilidad.
25. Por si quizá Dios les concede que se arrepientan. Esta expresión, "por si quizá", señala la dificultad del caso, siendo casi desesperado o imposible. Pablo, pues, enseña que aun para con los más indignos debemos practicar la amabilidad; y aunque al principio no parezca que hayamos obtenido ventajas, todavía debemos seguir haciendo el intentó. Por la misma razón él dice que "Dios les conceda". Puesto que la conversión de una persona está en las manos de Dios, ¿quién puede saber si los que ahora rechazan toda enseñanza pueden ser cambiados repentinamente, por el poder de Dios, en hombres nuevos? Así pues, quienquiera que considere que el arrepentimiento es don y obra de Dios, acariciará una esperanza más seria, y, animado por esta confianza, dedicará más esfuerzo y más trabajo a la instrucción de los rebeldes. Debemos considerarlo en esta forma: que nuestro deber es dedicarnos a sembrar y a regar, y, mientras hacemos esto, debemos esperar el crecimiento de parte de Dios (1 Cor. 3:6). Nuestras labores y fatigas no son provechosas en sí; y, sin embargo, por la gracia de Dios no son infructíferas.
Para conocer la verdad. De esto podemos aprender cuál es el arrepentimiento real de aquellos que por un tiempo fueron desobedientes a Dios; porque Pablo declara que éste comienza con "el conocimiento de la verdad". Con esto quiere decir que el entendimiento del hombre está cegado, entretanto que éste se oponga abiertamente a Dios y a su doctrina.
26. Y escapen del lazo del diablo. A la iluminación le sigue la liberación del yugo del diablo; porque los incrédulos están tan intoxicados por Satanás que, estando dormidos, no se dan cuenta de su desgracia. Por otra parte, cuando el Señor hace brillar sobre nosotros la luz de su verdad, Él nos despierta de ese sueño mortal, destroza los lazos con que estamos atados y, quitando todos los obstáculos, nos prepara para obedecerle.
En que están cautivos. Es una condición verdaderamente espantosa, cuando el diablo tiene tan grande poder sobre nosotros, que nos arrastra, como esclavos cautivos, aquí y allá como se le antoja. No obstante, tal es la condición de todos aquellos a quienes el orgullo de su corazón aparta de la sumisión a Dios. Y este dominio tiránico de Satanás lo vemos claramente todos los días en los réprobos; porque ellos no se precipitarían con tal furia y violencia brutal a toda clase de crímenes bajos y perversos, si no fuesen empujados por el poder invisible de Satanás. Eso es lo que vimos en Efesios 2:2, donde se nos dice que Satanás ejercita su poder en los incrédulos.
Tales ejemplos nos amonestan a que nos mantengamos cuidadosamente bajo el yugo de Cristo, y a que seamos dóciles y nos dejemos gobernar por su Santo Espíritu Y no obstante, una cautividad de esta naturaleza no exculpa de pecado a los hombres perversos, aunque sea por la instigación de Satanás que ellos pecan; porque, aunque su precipitación tan irresistible hacia lo malo procede del dominio satánico, con todo, ellos no hacen nada por coacción, sino que se inclinan con todo su corazón a lo que Satanás les empuja. El resultado es que su cautividad es voluntaria.

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