CARTA A LOS CATÓLICOS SOBRE LA SECTA DONATISTA

por San Agustín
(parte 2)

En qué se apoyan las tesis donatistas

XIX. 49. Abandonadas, pues, estas maniobras dilatorias, demuestre que la Iglesia, tras la pérdida de tantos pueblos, debe conservarse sólo en África, o que debe rehacerse y completarse, partiendo de África, en todas las naciones; pero demuéstrelo de suerte que no diga: "Es verdad porque yo lo digo, o porque lo dijo tal colega o tales colegas míos, o aquellos obispos o clérigos o laicos nuestros; o es verdad porque Donato o Poncio o cualquier otro ha realizado aquellos prodigios, o porque los hombres oran ante las tumbas de nuestros muertos y son escuchados, o porque aquel hermano nuestro o aquella hermana nuestra ha visto despierta tal visión o durmiendo soñó tal otra".

Dejemos estos recursos, ficciones de hombres mentirosos o prodigios de espíritus falaces. En realidad, o no son verdad estas afirmaciones, o, si los herejes han realizado algunas maravillas, debemos andar más precavidos, porque, habiendo dicho el Señor que habría personas falaces que realizando algunos prodigios engañarían, si fuese posible, aun a los justos, añadió esta seria recomendación: Ved que os lo dije antes. Por eso amonesta el Apóstol: El Espíritu dice expresamente que en los últimos tiempos algunos abandonarán la fe por dar oídos a espíritus seductores y a enseñanzas de demonios.

Por lo demás, si alguno, orando ante los sepulcros de los herejes, es escuchado, recibe el bien o el mal no en atención al lugar, sino en atención a su deseo. Como está escrito: El Espíritu del Señor llenó la tierra, y también: El oído celo solo escucha todo. Hay también muchos a quienes escucha Dios porque está airado, y de ellos dice el Apóstol: Los entregó Dios a los deseos de su corazón. E, igualmente, Dios, estando propicio, no concede a muchos lo que piden, para darles lo que es útil. Por eso el mismo Apóstol habla del aguijón de su carne, el ángel de Satanás, que dice le dio Dios para que le azotara, para que no se enorgulleciera por la grandeza de sus revelaciones: Tres veces le he pedido al Señor que me lo quitara, pero me contestó: Te basta con mi gracia, la fuerza alcanza su plenitud en la debilidad. ¿No leemos que el mismo Señor escuchó a algunos en las alturas de los montes de Judea, y, sin embargo, esas alturas le desagradaban de tal manera que se declaraba culpables a los reyes por no abatirlas y se alababa a los que las derribaban? De donde se sigue que es más importante el afecto del que suplica que el lugar de la súplica.

Sobre las visiones engañosas, lean lo que está escrito; cómo el mismo Satanás se disfraza de mensajero de la luz , y cómo a muchos los extraviaron sus sueños; escuchen también lo que cuentan los paganos sobre los prodigios y visiones de sus templos y sus dioses, y, sin embargo, los dioses de los paganos son demonios, mientras que el Señor ha hecho el cielo . Son escuchados favorablemente muchos y de muchos modos, no sólo cristianos católicos, sino también paganos y judíos y herejes, entregados a toda suerte de errores y supersticiones. Y son escuchados favorablemente o bien por espíritus seductores, los cuales, sin embargo, nada pueden hacer sin permiso, siendo Dios el que sublime e inefablemente juzga qué es lo que se ha de dar a cada uno, o bien por el mismo Dios, ya para castigo de la malicia, ya para consuelo de la miseria, ya para invitar a que se busque la salvación eterna. Claro que a la salvación y a la vida eterna no puede llegar nadie si no tiene a Cristo por Cabeza; pero nadie podrá tener a Cristo por Cabeza sino quien está en su Cuerpo, que es la Iglesia; Iglesia que, como a la misma Cabeza, debemos reconocer en las santas Escrituras canónicas, en vez de buscarla en la variedad de rumores, opiniones, hechos, dichos y visiones de los hombres.

50. Nadie, por consiguiente, me oponga nada de lo dicho, si está dispuesto a contestarme, como tampoco yo digo que se me debe creer cuando digo que la comunión de Donato no es la Iglesia de Cristo, porque algunos, que fueron obispos entre ellos, quedan convictos por las actas eclesiásticas, municipales y judiciales de haber entregado los Libros sagrados al fuego; o bien porque en el juicio ante los obispos que habían solicitado del emperador no lograron el triunfo de su causa; o porque, apelando al mismo emperador, merecieron una sentencia contraria del mismo; o porque tal categoría alcanzan entre ellos los jefes de los circunceliones; o porque los mismos circunceliones cometen tales fechorías; o porque hay entre ellos quienes se lanzan por abruptos precipicios o se arrojan para ser abrasados al fuego que ellos mismos se prepararon; o porque mediante el terror obtienen que otros, contra su voluntad, les den muerte, y deseen espontáneamente tantas muertes, resultado del furor, para ser honrados por los hombres; o porque, en torno a sus sepulcros, manadas de vagabundos y vagabundas en indolente mezcolanza se sepulten día y noche en la bebida y se manchen con torpezas. Podemos conceder que toda esta turba no es sino la paja de ellos y que no prejuzgue al buen grano, si ellos son los que detentan la Iglesia.

Pero si son o no ellos los que detentan la Iglesia, tienen que demostrarlo sólo por los Libros canónicos de las divinas Escrituras; así como nosotros tampoco decimos que debe creérsenos que estamos en la Iglesia de Cristo porque la que tenemos está avalada por Optato de Milevi o el obispo de Milán Ambrosio u otros innumerables obispos de nuestra comunión, o porque está acreditada por los concilios de nuestros colegas, o porque en todo el orbe de la tierra tienen lugar tales maravillas de curaciones y oraciones favorablemente despachadas en los lugares santos que frecuenta nuestra comunión, de tal modo que los cuerpos de los mártires, ocultos durante tantos años, como puede escucharse de boca de muchos testigos, fueron revelados a Ambrosio, y en esos mismos sepulcros un ciego de muchos años, famosísimo en Milán, recobró los ojos y la luz; o porque aquél tuvo un sueño y el otro tuvo un éxtasis y oyó o que no se adscribiera al partido de Donato o que se alejara del mismo. Toda esta serie de acontecimientos que tienen lugar en la Iglesia católica deben ser aprobados porque han sucedido en la Iglesia católica, pero no se manifiesta como católica porque se hayan realizado en ella. El mismo Señor Jesús, cuando resucitó de entre los muertos y presentó su cuerpo a los discípulos para que lo vieran con sus ojos y lo tocaran con sus manos, para que no pensaran que se engañaban, juzgó más conveniente confirmarlos por los testimonios de la Ley, los Profetas y los Salmos, y les demostró que se habían cumplido en él las predicciones hechas tanto tiempo atrás. Se lo recomendó también a la Iglesia con estas palabras: Y que en su nombre se predique la penitencia y el perdón de los pecados a todos los pueblos, comenzando por Jerusalén.

Que esto estaba escrito en la Ley, los Profetas y los Salmos, es testimonio que tenemos de su propia boca 189. Estos son los documentos de nuestra causa, éstos los fundamentos, éstas las pruebas.

51. Leemos en los Hechos de los Apóstoles que ciertos fieles escrutaban todos los días las Escrituras para ver si las cosas eran así . ¿A qué Escrituras se refiere sino a las canónicas de la Ley y los Profetas? A éstas se añadieron los Evangelios, las cartas apostólicas, los Hechos de los Apóstoles, el Apocalipsis de Juan. Examinad todos estos Libros y sacad una prueba clara para demostrar que la Iglesia ha permanecido sólo en África y que desde África ha de tener cumplimiento lo que dijo el Señor: Este Evangelio se proclamará en el mundo entero para testimonio de todos los pueblos. Entonces llegará el fin. Pero presentad algo que no necesite intérprete y por lo cual no se os pueda redargüir que se dijo de otra cosa y vosotros intentáis apartarlo hacia vuestro sentido. Tenéis presente sólo aquel que soléis aducir: Dónde apacientas, dónde reposas en el mediodía. Analizadas todas las palabras de ese texto, se refiere a cosa muy diferente de la que pensáis, y si apoyara lo que decís, os vencerían con él los maximianistas. El mediodía es más bien la proconsular, la Bisacena y Trípoli, donde ellos, más o menos numerosos, se hallan, que Numidia, donde vosotros prevalecéis. Así pues, ellos pueden gloriarse más genuina y netamente de estar en el mediodía, de modo que no podéis excluirlos de esa afirmación si no mantenéis en aquellas palabras el sentido verdadero y católico, demostrándoles que, según los cuatro puntos cardinales, el mediodía cae más bien hacia el austro que hacia el ábrego, y, según las metáforas de las Escrituras, se denomina con el nombre del mediodía a la perfecta iluminación de la mente y al máximo fervor de la caridad, y por ello se dice: Tus tinieblas se volverán mediodía.

Así pues, presentad algún texto que no se interprete con más verdad contra vosotros, sino que no necesite en absoluto de intérprete, como no lo necesita éste: Todos los pueblos serán bendecidos en tu descendencia , porque no soy yo, sino el Apóstol quien interpreta a Cristo como descendencia de Abrahán. Como no necesita de intérprete: A ti te llamarán mi favorita, y tu territorio será el orbe de la tierra , porque se aplica a la que todo cristiano entiende como Iglesia de Cristo. Como tampoco necesita de intérprete: Se recordarán y volverán al Señor todos los confines del orbe, y en su presencia se postrarán todas las razas de los pueblos. Porque el Señor es rey, él gobierna a los pueblos; esto se dice en el salmo en que se proclama la Pasión del Señor, según lo testifica el Evangelio . Como tampoco necesita de intérprete: Convenía que Cristo padeciera y resucitase al tercer día, y que en su nombre se predique la penitencia y el perdón de los pecados a todos los pueblos, comenzando por Jerusalén ; como tampoco necesita de intérprete: Y seréis mis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaría y hasta la tierra entera; que la Iglesia ha comenzado en Jerusalén y desde allí se ha extendido a Judea, Samaría y todas las demás naciones, nos lo atestiguan los hechos que siguen, confirmados por los documentos canónicos. Como tampoco necesita de intérprete: Este Evangelio se proclamará como testimonio para todos los pueblos. Entonces llegara el fin, pues, preguntado el Señor sobre el fin de este mundo por haber hablado de ciertos comienzos de dolor, dice: Pero no es todavía el final ; el fin predijo que había de tener lugar después de la predicación del Evangelio en todo el orbe a todas las naciones. Como tampoco necesita de intérprete: Dejadlos crecer juntos hasta la siega; porque, como necesitaba intérprete, el mismo Señor, a quien nadie puede contradecir, lo interpretó y lo explicó, sobre todo en la parábola que él propuso; dice que la buena semilla son los hijos del reino, el campo es el mundo, la cosecha el fin del tiempo.

Presentad vosotros un texto siquiera de esta clase que manifieste con toda claridad que África ha quedado sola entre todos o ha sido ella sola salvada como principio para renovar y llenar el orbe. En verdad que no se recomendaría con tantos testimonios lo que había de perecer pronto, ni se pasaría en silencio lo único que había de quedar o de lo cual había de venir la recuperación y el cumplimiento de todo. Y si no podéis demostrar lo que tan justamente os pedimos, callad de una vez, dormid profundamente, despertaos de vuestro furor para vuestra salud.

52. ¿Podéis decir aún: "Si la Iglesia está entre vosotros, por qué nos forzáis con la persecución a entrar en su paz? Y si somos malos, ¿por qué nos buscáis? Y si somos cizaña, dejadnos crecer hasta la cosecha". Como si nosotros no hiciéramos cuanto está a nuestro alcance para que no se arranque el trigo al querer separar la cizaña antes de tiempo . Todos los que han de ser buenos en la eternidad, aunque algún tiempo sean malos, en la presencia de Dios son trigo y no cizaña. Y así nos preguntáis, en tono de acusación, por qué os buscamos si sois malos; como si vuestra malicia no os hubiera causado la muerte y debáis ser buscados porque habéis perecido, a fin de que habiendo perecido seáis buscados y siendo buscados seáis encontrados, y después de encontrados seáis llamados de nuevo como aquella oveja por el pastor, aquella dracma por la mujer, como aquel hijo que había muerto y revivido, había perecido y fue encontrado. Pues el que os busca es el que habita entre los santos y manda que se os busque.

Justificación del empleo de la fuerza pública

XX. 53. Vuestra queja sobre la persecución se calmará si pensáis y comprendéis a tiempo que no toda persecución es culpable; de otra manera, no se hubiera dicho en tono de alabanza: Al que en secreto difama a su prójimo, yo lo perseguiré. Vemos, en efecto, todos los días que el hijo se queja de su padre como si le persiguiese, la esposa del marido, el colono del propietario, el reo del juez, el soldado o el sometido de su jefe o de su rey, cuando ellos con actividad ordenada apartan y contienen, generalmente por el miedo de penas leves, de males más graves a los que les están sujetos, y otras veces también apartan de una vida buena con amenazas y violencias. Ahora bien, cuando apartan del mal y de lo ilícito son correctores o consejeros; cuando del bien y de lo lícito, no son sino perseguidores y opresores. Se culpa también a los que apartan del mal si la manera de corregir sobrepasa la moderación de la corrección. Y lo mismo han de ser culpados quienes desordenada y anárquicamente se lanzan a corregir a aquellos que no les están subordinados por ley alguna.

54. Por consiguiente, reprendemos con justicia a vuestros circunceliones por sus desenfrenos y soberbias locuras, aun cuando las ejerzan contra algunos malvados, ya que no está permitido castigar ilícitamente lo ilícito o apartar ilícitamente de lo ilícito. Cuando se persigue a los inocentes sin instruir el proceso o por enemistades sumamente injustas, ¿quién no se estremece de tan criminales atracos? Más aún, nosotros no reprendemos el que hayáis pensado reprimir el furor de los maximianistas con las leyes públicas, a fin de urgirlos a la consideración de su crimen tras arrojarlos de las basílicas que tenían, mediante mandato judicial, intervención de los poderes públicos y la policía de las ciudades; lo que sí os reprochamos es el haber perseguido en ellos lo mismo que hicisteis vosotros, y aun mucho más leve de lo que vosotros hicisteis. En efecto, ellos obraron contra la parte de Donato, pero vosotros elevasteis el altar de la sacrílega disensión contra el orbe de la tierra y contra las palabras del que encareció que su Iglesia comenzaría por Jerusalén y se dilataría por todos los pueblos. Aún más, si los maximianistas osaran resistir ilícita y frenéticamente a los mandatos judiciales que conseguisteis contra ellos, ¿no conseguirían su propia condenación al decir el Apóstol: El insumiso a la autoridad se opone a la disposición de Dios y los que se le oponen se ganarán su sentencia. De hecho, los que mandan no son una amenaza para la buena acción, sino para la mala?  Al incurrir ellos en esa mala acción, que intentabais corregir vosotros mediante los poderes establecidos, si quisieran enfrentarse a las leyes por su mala acción con otra peor aún, ¿no sería de ellos mismos y no de vosotros de quien les vendría el mal que les sucediera? Al igual que quien hubiera pretendido lanzar una blasfemia contra el Dios de Sidrac, Misac y Abdénago, y fuera aniquilado con toda su casa , ¿sería por parte de esos tres varones por cuya liberación del fuego se había conmovido el rey y había dado el edicto, o por parte del mismo rey, y no más bien por culpa de sí mismos por quien sufrirían justamente esos males? Si aun aquellos cuarenta judíos, que se habían conjurado para asesinar a Pablo, se hubieran lanzado contra los soldados que lo conducían con orden de protegerlo, ¿sería acaso Pablo quien los habría hecho perecer y no su propia resistencia a la autoridad?

55. Por consiguiente, también vosotros, sin animosidad tumultuosa, sin turbulenta contienda, sin la amargura del odio, considerad con diligencia las medidas que han tomado contra vosotros los emperadores de nuestra comunión, considerad cuál es la causa por la que sufrís; y si descubrís que estáis en la Iglesia de Cristo, alegraos y regocijaos, porque es grande vuestra recompensa en los cielos . Pues vosotros sois coronados como mártires; ellos, en cambio, son juzgados como perseguidores de los mártires. Pero si la Sagrada Escritura os deja convictos de que habéis levantado un altar contra la Iglesia de Cristo, y de que os habéis separado con un sacrílego cisma de la unidad cristiana, que se extiende por el orbe, y que combatís rebautizando, blasfemando y, en cuanto está a vuestro alcance, atacando el Cuerpo de Cristo, que es la Iglesia difundida por todo el mundo; si todo ello es así, vosotros sois los impíos y sacrílegos; en cambio, los que determinan seáis apartados y refrenados tan suavemente por un crimen tan grande con amonestaciones de perjuicios o privación de lugares u honores o dinero, a fin de que, reflexionando por qué padecéis todo esto, evitéis vuestro tan conocido sacrilegio y os libréis de la condenación eterna, ellos, digo, son considerados como dirigentes solícitos y piadosísimos consejeros. Este es el amor que os deben los emperadores cristianos y católicos: castigar vuestros sacrilegios, no según lo merecen, atendiendo a la mansedumbre cristiana, y no dejarlos sin castigo alguno teniendo en cuenta la solicitud cristiana. Esto obra en ellos Dios, cuya misericordia, aun en estas incomodidades de que os quejáis, no queréis reconocer. Nosotros, en cambio, en cuanto está en nuestro poder, en cuanto el Señor nos concede y permite, no movemos contra vosotros ni siquiera la aplicación de las más suaves leyes de represión, si no es para que la Iglesia católica se vea libre de vuestros errores en favor de la fragilidad de los débiles, para que puedan elegir sin temor lo que han de creer y seguir; de suerte que si vuestros partidarios cometen alguna violencia contra los nuestros, vosotros, a quienes tenemos como rehenes en nuestras propiedades y ciudades, no vayáis a soportar lo que merecen los vuestros, sino que mediante los poderes públicos seáis castigados pecuniariamente según las exigencias de las leyes. Si esto os parece grave, que os lo ahorren los vuestros y se mantengan en paz. Pero si quienes están a vuestras órdenes, o simplemente con vosotros, no reposan en su ensañamiento contra vosotros, no tenéis motivo para quejaros de nosotros, que hemos puesto en vuestro poder o en el de los vuestros la facultad de no padecer mal alguno por seguir vuestra herejía, si la Católica no tiene que aguantar molestia alguna ni de vosotros ni de los vuestros. Y si se le causaren algunas sin vuestra cooperación y sin que podáis reprimirlas, con toda misericordia y justicia os recuerdan esos daños qué sujetos tenéis con vosotros, que pensáis no os contaminan; ello os fuerza a comprender qué vacías de sentido son las calumnias que lanzáis contra la Iglesia de Cristo extendida por todo el orbe.

Dejad, pues, ya de reprocharnos que os perseguimos; antes bien, achacádselo a los vuestros, si prefieren molestarnos a nosotros con su violencia y trituraros a vosotros con las leyes públicas antes que calmar su acostumbrado furor. Si en verdad sufrís alguna odiosa calamidad por parte de los nuestros que no observan la moderación y exigencias de la caridad cristiana, diría sin vacilar que ésos no son los nuestros, sino que lo serán si se enmiendan, o serán separados al final si perseveran en su malicia. Mientras nosotros ni rasgamos las redes a causa de los malos peces , ni abandonamos la casa grande a causa de los vasos convertidos en afrenta . Vosotros, en cambio, si por la misma regla decís que no son vuestros los que así perjudican a la Católica, demostrad vuestra buena disposición, corregid el error, abrazad la unidad del espíritu en el vínculo de la paz . Porque si ni aquéllos os contaminan a vosotros ni a nosotros éstos, no nos reprochemos mutuamente los crímenes ajenos: como buen grano crezcamos en la caridad, soportemos juntos la paja hasta la bielda.

56. Si no necesitan de intérprete los testimonios de las Escrituras canónicas, que nos enseñan que la Iglesia se encuentra en la comunión del orbe entero, y si vosotros no podéis aducir ningún testimonio semejante de los mismos Libros en favor de vuestra separación en África, no es justa vuestra queja sobre las persecuciones; mucho más graves son las que soporta la Católica cuanto más extendida se encuentra y soporta con fe, esperanza y caridad todas las calamidades; no sólo las que vuestros circunceliones y sus semejantes causan a sus miembros donde pueden, sino todos los escándalos de las distintas iniquidades que abundan por el universo mundo, refiriéndose a las cuales exclama el Señor: ¡Ay del mundo por los escándalos!  Más duramente persigue el hijo a su padre con su mala vida que el padre al hijo con el castigo, y más dura fue la persecución de la esclava contra Sara con su inicua soberbia que la de Sara contra ella con la debida disciplina y más duramente persiguieron al Señor aquellos pensando en los cuales se dijo: El celo por tu casa me consume  que él a aquellos cuyas mesas echó por el suelo arrojándolos con el látigo del templo.

Cómo recibe la Católica a los herejes

XXI. 57. ¿Tenéis algo más que decir? ¿Queréis acaso que pongamos delante aquella vuestra última objeción: "He aquí que vosotros tenéis la Iglesia. Cómo nos recibís si quisiéramos pasarnos a ella?"

Os respondo brevemente: "Os recibimos como recibe la Iglesia que hemos encontrado en los Libros canónicos". Dejad a un lado el espíritu de contradicción, de que están hinchados todos los que no quieren ser abatidos por la verdad de Dios y se dejan vencer por su perversidad. Así podéis comprender fácilmente que buenos y malos tienen los sacramentos divinos; pero en los primeros para la salvación y en los segundos para su condenación. Y aunque haya tal distancia entre ellos, según se acerquen digna o indignamente, los mismos sacramentos les sirven a aquéllos para el premio y a los otros para el juicio.

58. Por lo cual en el tiempo en que el Señor bautizaba a más personas que Juan, según está escrito en el Evangelio, cuando añadió el Evangelista: Aunque en realidad no bautizaba él personalmente, sino sus discípulos, aunque era tan grande la distancia entre Pedro y Judas, ninguna diferencia había en el bautismo dado por Pedro y el dado por Judas. Uno sólo era el que daban los dos, aunque ellos no formaban unidad; el bautismo era de Cristo, pero uno de ellos pertenecía a los miembros de Cristo y el otro al partido del diablo. En cambio, cuando Juan el Bautista y el Apóstol formaban unidad, porque ambos eran amigos del Esposo, como era diferente el bautismo dado por Juan del que daba Pablo, Pablo ordenó que fueran bautizados con el bautismo de Cristo los que lo habían sido con el de Juan. Así pues, el primer bautismo fue llamado bautismo de Juan; en cambio, el dado por Pablo no se llamó bautismo de Pablo, sino que mandó que fueran bautizados en Cristo.

Ved cómo Juan y Pablo forman unidad, pero no dan lo mismo; Pedro y Judas no forman unidad, pero dan el mismo bautismo; y Pedro y Pablo forman unidad y dan un solo bautismo. Abrahán y Cornelio justificados por la fe forman unidad, pero no recibieron un mismo sacramento; lo mismo Cornelio y Simón el Mago no forman unidad, pero recibieron el mismo sacramento; en cambio, Cornelio y aquel eunuco que Felipe bautizó en el camino forman unidad y recibieron el mismo sacramento: ni la diversidad de ministros ni la de receptores hacen que no sea uno lo que es uno.

59. Estos, al querer que sea de los hombres lo que es de Cristo, intentan convencernos de las cosas más falsas y absurdas, de suerte que hay casi tantos bautismos como son los hombres que los dan. Así, lo que dice el Señor sobre el hombre y la obra del hombre: Los árboles sanos dan frutos buenos, los árboles dañados dan frutos malos, intentan éstos deformarlo en el sentido de que el bautizado por un ministro bueno es bueno, y malo el bautizado por uno malo. De donde se seguiría, aunque ellos no lo admitan, que el bautizado por uno mejor es mejor, y el bautizado por uno menos bueno es menos bueno. De donde se sigue que los que antes de la Pasión del Señor no bautizó el mismo Señor, sino sus discípulos, serían más santos si hubieran sido bautizados por él mismo. En efecto, ¿quién puede ni siquiera pensar la diferencia que hay entre él mismo y sus discípulos, por quienes eran bautizados? ¿Luego privó él de una regeneración más santa a los que, estando él presente, quiso que fueran bautizados por sus discípulos? Sería una locura creer esto.

¿Qué se dignó, pues, demostrar con eso sino que era suyo lo que se daba, fuera quien fuera el ministro, y que quien bautizaba era él, de quien había dicho el amigo del Esposo: Este es el que bautiza, cualquiera que fuera el ministro que bautizaba a quien había creído en él? Dice también Pablo: Gracias a Dios, no os bauticé a ninguno más que a Crispo y Gayo, para que nadie diga que lo bauticé en mi nombre ¿Se va a creer que regateó a los hombres una santificación mejor, si cuanto más santo era habían de recibir un bautismo más santo quienes fueran bautizados por él? Precisamente a esto mismo prestó una atención especial el dispensador tan prudente y tan fiel: a que nadie fuera a pensar que había recibido un bautismo más santo por haberlo recibido de un ministro más santo, atribuyendo al siervo lo que era del Señor.

60. Así pues, como buenos y malos dan y reciben el sacramento del bautismo, pero sólo los buenos regenerados son agregados espiritualmente al cuerpo y hechos miembros de Cristo, sin duda en los buenos está aquella Iglesia a la que se dice: Lirio entre espinas es mi amada entre las hijas Ella está en los que edifican sobre piedra, esto es, los que oyen la palabra de Cristo y la practican, ya que así lo dijo a Pedro cuando confesó a Cristo como Hijo de Dios: Sobre esta roca edificaré mi Iglesia. No está la Iglesia en los que edifican sobre arena, esto es, en los que oyen la palabra de Cristo y no la practican. Ya lo dijo él: Todo aquel que escucha estas palabras mías y las pone por obra se parece al hombre sensato que edifica su casa sobre roca; y un poco más adelante: Todo aquel que escucha estas palabras mías y no las pone por obra se parece al necio que edifica su casa sobre arena. Por consiguiente, quienes mediante la unión de la caridad han sido incorporados al edificio construido sobre piedra y al lirio brillante en medio de las espinas, poseerán ciertamente el reino de Dios; y, en cambio, los que edifican sobre arena o han sido contados entre las espinas, ¿quién puede dudar que no poseerán el reino de Dios? De nada les sirve a los tales el sacramento del bautismo; y, sin embargo, no se ha de hacer injuria alguna al sacramento que tienen por causa del inestable fundamento y la estéril malicia de éstos.

No basta con tener los sacramentos

XXII. 61. Igualmente, advertid sin prejuicios, en aquel pasaje de la carta del apóstol Pablo a los Gálatas, cuán justo es que, corrigiendo el error herético, si tienen este sacramento que debieron tener, y reciben lo que les faltaba, no se desapruebe ni se insulte a lo que existía: Las obras de la carne son conocidas: lujuria, inmoralidad, libertinaje, idolatría, magia, enemistades, discordia, rivalidad, arrebatos de ira, egoísmos, partidismos, envidias, borracheras, orgías y cosas por el estilo. Y os prevengo, como ya os previne, que los que se dan a eso no heredarán el reino de Dios.

Por consiguiente, todos éstos ni se relacionan con el lirio ni están edificados sobre piedra; entre ellos se hallan también los herejes. ¿Por qué vosotros, para pasar por alto otras cosas, no bautizáis después de hacerlo los borrachos, los lujuriosos, los envidiosos, que no poseerán el reino de Dios y, por tanto, no están en la piedra, y como no están en la piedra, no son contados en la Iglesia, porque dice Jesús: Sobre esta piedra edificaré mi Iglesia? ¿Por qué queréis, en cambio, que nosotros bauticemos después de hacerlo los herejes, que están contados entre las mismas espinas que no poseerán el reino de Dios y en quienes están los sacramentos, cuando los tienen, pero no les son de provecho, porque siendo éstos rectos están ellos torcidos?

Considerando y pensando estas cosas sin pertinacia, podéis entender fácilmente que se ha de corregir en cada uno lo que está torcido y aprobar lo que está recto, y que se ha de dar lo que falta y reconocer lo que existe. Si viene un hereje a hacerse católico, que primero corrija su propio error, no profane el sacramento de Cristo, reciba el vínculo de la paz que no tenía, sin el cual no podrá serle de provecho el bautismo que tenía: una y otra cosa son necesarias para alcanzar el reino de Dios, el bautismo y la justicia. En el que menosprecia el bautismo de Cristo no puede existir la justicia, y en cambio puede existir el bautismo aun en el que no tiene la justicia, pero no puede serle de provecho. Igual que dijo la Verdad: A menos que uno nazca del agua y el Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios, ella misma dijo: Si vuestra justicia no sobrepasa la de los letrados y fariseos, no entraréis en el reino de Dios . De modo que no basta el bautismo solo para llevar al reino; se precisa también la justicia. Al que le falten los dos elementos o uno solo, no puede llegar.

Por lo cual, al decirles a los herejes: "Os falta la justicia, que no puede tener nadie sin el vínculo de la paz", y al confesar ellos que muchos tienen el bautismo y no tienen la justicia -y si no lo confiesan, que se dejen convencer por la Escritura divina-, me maravillo de que -al no querer nosotros bautizarlos de nuevo porque tienen el bautismo de Cristo, no el suyo propio- piensen que nosotros obramos así como si juzgáramos que no les falta ya nada; y que como en la Católica no se les da el bautismo que ya tienen, crean que no reciben nada allí donde reciben precisamente aquello sin lo cual el bautismo que ellos tienen sólo les sirve para su ruina, no para su salvación. Si no quieren entender esto, a nosotros nos basta con tener la Iglesia que señalan los testimonios más evidentes de las Escrituras santas y canónicas.

63. Puede ahora decirme un hereje: "¿Cómo me recibes?" Yo le respondo inmediatamente: "Como recibe la Iglesia, a la que Cristo da testimonio. ¿Acaso puedes conocer cómo has de ser recibido tú mejor que Cristo, nuestro Salvador, médico de tu herida?" Quizá ante esto digas tú: "Léeme cómo mandó Cristo que se recibiese a los que quieren pasar de la herejía a la Iglesia". Al respecto, no te puedo leer textos claros y evidentes, como tampoco tú. Si Juan hubiera sido hereje, y bautizara en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, después de cuyo bautismo ordenó Pablo que se bautizara a los hombres, te saldrías con la tuya y yo nada tendría que decir en contra. Igualmente, si los herejes hubieran bautizado en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo a Pedro, a quien dijo el Señor: Uno que se ha bañado no necesita lavarse de nuevo, yo conseguiría mi intento, y no tendrías nada que decir. Ahora bien, como en las Escrituras no encontramos a nadie que haya pasado de la herejía a la Iglesia, y que haya sido recibido como yo digo o como dices tú, pienso que si hubiera habido algún sabio, al cual el Señor hubiera dado testimonio, y le consultáramos sobre esta cuestión, a buen seguro que no dudaríamos lo más mínimo en hacer lo que él hubiera dicho; de lo contrario, se consideraría que nos oponíamos, más que a él, al mismo Cristo, cuyo testimonio le avala. Ahora bien, Cristo da testimonio en favor de su Iglesia. Lee lo que dice el Evangelio: Convenía que Cristo padeciera y resucitara al tercer día, y que en su nombre se predique la penitencia y el perdón de los pecados a todos los pueblos, comenzando por Jerusalén. Como recibe esta Iglesia extendida por todos los pueblos, a partir de Jerusalén, dejando de lado toda ambigüedad o tergiversación, así has de ser recibido tú. Y si no quieres, no es a mí o a cualquier otro hombre, que así quiere recibirte, a quien resistes tan funestamente para tu salvación, sino al mismo Salvador; eres tú el que te empeñas en no creer que te han de recibir como recibe aquella Iglesia, a la que con su testimonio recomienda aquel a quien confiesas que es impío no creer.

Citas bíblicas aducidas por los donatistas

XXIII. 64. "Pero dijo Jeremías: Se ha vuelto para mí como agua engañosa que no es de fiar" 234. No habló de esta agua que piensas; lee con atención. Es a la muchedumbre de hombres mendaces a los que llamó agua engañosa, según la costumbre de los profetas, que suelen hablar figuradamente, igual que en el Apocalipsis sabemos que aplica el nombre de aguas a los pueblos. Así dice Jeremías: ¿Por qué prevalecen los que me llenan de tristeza? Mi herida es seria, ¿cómo la curaré? Se ha vuelto para mí como agua engañosa que no es de fiar Ahora bien, Cristo da testimonio a su Iglesia. Dijo que su herida se le había convertido en agua engañosa, y llamó herida suya a los que le llenaban de tristeza; pues a las palabras los que me llenan de tristeza corresponde luego mi herida, y a la palabra de antes prevalecen denomina "seria".

65. Lo mismo hacéis con el otro texto: Abstente del agua ajena, y no bebas de la fuente de otro. Pensáis que esto se dijo referido al bautismo que se da entre los herejes, y que por eso es agua ajena, porque los herejes no poseerán el reino de Dios. Como si no ocurriera también así entre los ebrios, los envidiosos y otra gente viciosa semejante de los cuales se dijo también: No heredarán el reino de Dios. Y, sin embargo, en todos éstos, si han sido bautizados según el Evangelio, el bautismo es de Cristo, no de ellos. Y así esa agua no es ajena, aunque sean ajenos aquellos a quienes ha de decir: No os conozco. Así pues, ¿por qué no he de entender más bien que el agua ajena y la fuente ajena es la doctrina del espíritu maligno, por la cual son engañados y seducidos los alejados de Dios por la ignorancia que existe en ellos a causa de la ceguedad de su corazón? Nos lo encarece más claramente el Apóstol: El Espíritu dice claramente que en los últimos tiempos algunos abandonarán la fe por dar oídos a espíritus seductores, a enseñanzas de demonios. Esta es el agua y la fuente ajena. Si el agua se toma en el buen sentido como el Espíritu Santo, ¿cómo no se ha de entender en el malo como el espíritu maligno? Porque no siempre que la Escritura menciona el agua quiere significar este sacramento visible del bautismo, sino unas veces el bautismo y otras veces otra cosa. Ya habían bautizado los discípulos del Señor a otros con este bautismo visible antes que viniera a ellos el Espíritu Santo conforme lo había prometido, sobre el cual dice el mismo Jesús: Quien tenga sed, que venga a mí y beba. El que cree en mí, según dice la Escritura, de su seno manarán ríos de agua viva. Y sigue el Evangelista y explica por qué se dijo: Decía esto refiriéndose al Espíritu que iban a recibir los que creyeran en él. Aún no se había dado el Espíritu, porque Jesús no había sido glorificado. Ved cómo aquí llama agua al Espíritu, que aún no había sido dado, cuando el agua del bautismo se había dado ya a muchos.

66. Así se explica también aquello de tus pozos, que tampoco entendéis: Bebe agua de tus depósitos y de los arroyos que fluyen de tus pozos; que el manantial de tu agua te sea propio y que ningún extraño la comparta contigo; que tus aguas no se desborden y que fluyan por tus plazas. No se refiere al bautismo visible que pueden tener aun los extraños, es decir, los que no poseerán el reino de Dios, sino que encarece el don del Espíritu Santo, que es propio sólo de aquellos que reinarán con Cristo para siempre, ya que la caridad de Dios, como dice el Apóstol, se ha derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que se nos ha dado. La misma dilatación del corazón que produce la caridad, en atención a la cual dice que ha sido derramada y por la que habla así a los corintios: Mi boca está abierta para vosotros, oh corintios; nuestro corazón se ha dilatado , está significada en las plazas.

67. Lo que escuchamos en sentido propio: No deis fe a cualquier espíritu, antes bien, examinad qué espíritu viene de Dios, lo escuchamos en sentido figurado: Bebe agua de tus depósitos y de los arroyos que fluyen de tus pozos. Y lo que oímos en su sentido obvio: La caridad de Dios se ha derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que se nos ha dado, lo oímos en sentido figurado: Que el manantial de tu agua te sea propio y que ningún extraño la comparta contigo. Muchos son los dones que pueden tener aun los extraños, no sólo los comunes con las piedras y los árboles, como son el existir y el vivir, sino también otros más excelentes y propios de los hombres, como son la razón, el uso de la palabra, las innumerables artes útiles y otros muchos. También pueden tener algunos más que se han dado a la casa de Dios los extraños, esto es, los que no han de poseer el reino de Dios, a los cuales se dirá al final: No os conozco, aunque ellos digan: Hemos profetizado en tu nombre y hecho muchos milagros, puesto que aunque tenga el don de profecía y conozca todos los misterios y posea toda la ciencia; aunque tenga tanta fe que traslade las montañas, si no tengo caridad, nada soy. Este es el don del Espíritu Santo propio de los justos, del que ningún extraño participa. Este es el que falta a todos los malignos e hijos de la gehena, aunque sean bautizados con el bautismo de Cristo, como lo había sido Simón el Mago. Este les falta también a los herejes; ellos lo reciben cuando, una vez corregidos, vienen y abrazan sinceramente el vínculo de la unidad. Y si no lo reciben, incluso teniendo el bautismo de Cristo no han de poseer el reino de Cristo, ya que no se han acercado a la fuente propia de las aguas que corren en las plazas de los santos sin desbordarse afuera, fuente de la que la caridad de Dios se ha derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que se nos ha dado.

Dejad ya de citar esos testimonios que no entendéis o que entendéis que se tornan contra vosotros en favor nuestro. Y si son ambiguos y se pueden interpretar en nuestro favor o el vuestro, en nada ciertamente favorecerían vuestra causa, porque si nosotros quisiéramos usar de semejantes testimonios, los tendríamos incontables, pero que, de idéntica manera, en nada favorecerían la nuestra. Semejantes testimonios no consiguen otra cosa que sostener una causa mala, aunque sea sólo por la pérdida de tiempo.

Argumentos donatistas que se vuelven contra ellos

XXIV. 68. "He aquí -dicen ellos- que del Cuerpo del Señor fluyó agua". Y ¿qué te favorece esto, oh hereje? "Mucho, dice. Quiere decir que no hay bautismo sino en el Cuerpo del Señor, esto es, en la Iglesia".

Sería mejor que dijeras: "Del Cuerpo del Señor, esto es, de la Iglesia", aunque ya conste -lo que quizá haya que investigar aún con más diligencia- que aquella agua significaba el bautismo. También nosotros decimos que el bautismo que tenéis procede del Cuerpo del Señor, esto es, de la Iglesia, aunque vosotros no estéis en ella como todos los que no edifican sobre piedra, sino sobre arena. Sin embargo, ¿por qué no prestas atención a que aquella agua, que dices significa el bautismo, no sólo estuvo en el Cuerpo del Señor, sino que salió fuera y precisamente por la herida del perseguidor? Ciertamente, ni los herejes ni todos los malos hubieran llevado los sacramentos fuera consigo si hubieran conservado la integridad de la unidad en el Cuerpo del Señor.

Pero vosotros veis también qué profundo es esto y en qué profundidad misteriosa se oculta.

69. Baste ya; dejad de recurrir a tales argumentos. Cuantos testimonios de ese estilo presentéis, o redundan en favor nuestro, o, para quitar no poco a nuestra causa, queda incierto a quién favorece. Pero vosotros os apoyáis con agrado en los textos oscuros para no veros forzados a reconocer los claros. He aquí la Iglesia. ¿Por qué sufrís, os ruego? He aquí la Iglesia recomendada y designada, anunciada y confirmada por tantos y tan claros testimonios de las santas Escrituras: Como la oímos, la hemos visto. ¿Por qué tantas vueltas sobre cómo te recibirá? ¿Por qué rehúsas ser recibido como recibe ella, de quien da testimonio quien no pudo mentir? Demuestra que las Escrituras canónicas han dicho claramente que ha de ser bautizado en la Iglesia quien fue bautizado por herejes en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Si no puedes demostrar esto, muéstranos que tu comunión, el partido de Donato donde tú has aprendido eso, tiene algún testimonio claro y manifiesto en las Escrituras canónicas, y yo confesaré que hay que pasar a tu partido y que no hay que recibir a los heréticos más que como los recibe la Iglesia en que estás tú, ya que ha sido proclamada por testimonio de tal valor. ¿Por qué sudas, por qué te turbas? No encuentras en las Escrituras canónicas lo que con toda justicia te pedimos. Lo que soléis aducir: Dónde apacientas, dónde reposas en el mediodía , ves qué valor tiene y qué lejos está de favorecerte. No busques, pues, tales textos, porque aunque el partido de Donato estuviera en el aquilón, que es la parte opuesta al mediodía, trataría de aplicarse a sí aquel pasaje: Montes de Sión, frontera del norte, ciudad del gran Rey . Bien claro es que la ciudad del gran Rey no es otra que la Iglesia, y este texto pone más de manifiesto a la Iglesia que aquel de dónde apacientas, dónde reposas en el mediodía. Pero quizá se apropiaría este testimonio el hereje Marción, de quien se dice procede del Ponto, región que está hacia el norte. A su vez, si el partido de Donato estuviera en el occidente, se aplicaría aquel texto: Abridle el camino a quien asciende a occidente, su nombre es "el Señor"  Quizá diría era más sublime el ascender a occidente que reposar en el mediodía. Todos estos pasajes son misteriosos, encubiertos, figurados; lo que os pedimos es algo claro, que no necesite de intérprete.

70. Por tanto, yo te recibo como recibe el linaje de Abrahán, en el que serán bendecidos todos los pueblos. Esto sería oscuro si Pablo no hubiera explicado que el linaje de Abrahán es Cristo. Te recibo como recibe aquella estéril, cuyos hijos son más que los de la casada; lo cual sería oscuro si Pablo no hubiera dicho que ella era nuestra Madre la Iglesia, a la que se dijo: El Señor que te libró se llamará "Dios de toda la tierra" 264 al que se dijo: tu territorio es el orbe de la tierra. Te recibo como recibe aquella reina de la que se dice en los Salmos: A tu diestra está la reina, y a la que se dice: En lugar de tus padres, te han nacido hijos, los harás príncipes por toda la tierra. Finalmente, para no citar otros muchos textos, te recibo como recibe la Iglesia extendida en todos los pueblos, comenzando por Jerusalén; como recibe la Iglesia, que es testigo de Cristo en Jerusalén, en toda la Judea y Samaría y hasta el fin de la tierra. El que te recibe es quien dijo todo esto de aquélla, el que nos la mostró con tales palabras, a fin de que nadie dudara de ella. Te recibo como recibe el trigo sembrado en el campo, que crece con la cizaña hasta la cosecha. Este grano son los hijos del reino, el campo es el mundo, la siega es el fin del tiempo. El Señor lo expuso; es el Evangelio; son palabras de Dios, son bien claras.

Podría decirte: "Te recibo como vosotros recibisteis a los que bautizaron Pretextato y Feliciano fuera de vuestra comunión, a lo cual no tienes nada que oponer". Pero diré más bien lo que puede tener una fuerza invencible contra los mismos maximianistas, que os han derrotado absolutamente sobre todo con dos argumentos de que soléis usar con tanta ineptitud como frecuencia, el del pequeño número y el del mediodía. Diré esto que os abata a todos vosotros, como si de común acuerdo os levantarais contra nosotros: Os recibimos, si queréis corregiros, como recibe la Iglesia de la que dijo el Señor que comenzaría en Jerusalén -y leemos en los Hechos de los Apóstoles que allí empezó-; que pasaría a todos los pueblos -y leemos en los Hechos de los Apóstoles que pasó a muchos antes de llegar a África- y que llegaría a todos antes de que llegue el fin, puesto que el mismo Señor dijo: Este Evangelio se predicará a todos los pueblos, y entonces vendrá el fin. He aquí sus impurezas: Como abundará la maldad se enfriará la caridad de muchos. He aquí su grano: El que persevere hasta el fin, ése se salvará. ¿Dónde se cita aquí el África en el partido de Donato? He aquí de nuevo su grano: Quiero que sepas -dice el Apóstol- cómo conviene que te portes en la casa de Dios, que es la Iglesia del Dios vivo, columna y fundamento de la verdad. Es grande sin duda el misterio de la piedad que se ha manifestado en la carne, justificado en el espíritu, mostrado a los ángeles, predicado a los gentiles, creído en el mundo, ensalzado en la gloria. He aquí sus impurezas: El Espíritu dice claramente que en los últimos tiempos algunos se alejarán de la fe y escucharán a espíritus seductores y doctrinas diabólicas , etc. ¿Dónde se ha citado aquí el África en el partido de Donato, cual si en ella hubiera de permanecer como columna y fundamento de la verdad o como el sacramento de la piedad, desde el cual corrió hasta el fin, hasta el punto de decir: Ha sido predicado a los gentiles, creído en el mundo, ensalzado en la gloria?

71. ¿Para qué detenerme en más cosas? El que piense responder a esta carta, o que examine las Escrituras y presente algún testimonio claro sobre el África, lugar único donde o de donde se extiende el partido de Donato, texto que no podrá presentar, porque la Escritura no puede oponerse a los otros textos tan evidentes presentados por nosotros; o si busca seguidores crédulos de sus sospechas o acusaciones o calumnias, y llevarlos a otro evangelio, que no es otro, y anunciaros otra cosa diferente de lo que hemos recibido, aunque fuera un ángel del cielo, sea anatema, porque el mismo diablo, que cayó del cielo precisamente porque no permaneció en la verdad, si hubiera sido anatema para el hombre, cuando le anunció algo diferente de lo que el hombre había recibido del Señor Dios, nuestros primeros padres no hubieran caído en la pena de muerte ni hubieran salido de aquel lugar de felicidad.

Exhortaciones finales

XXV. 72. Por todo lo cual, vosotros, amadísimos, a quienes escribo esta carta, conservad con fidelidad y firmeza absoluta el mandato del Pastor, que entregó su vida por sus ovejas  y, ya exaltado y glorificado, está sentado a la derecha del Padre y nos dice: Mis ovejas escuchan mi voz y me siguen. Habéis escuchado con toda claridad su voz no sólo a través de la Ley, los Profetas y los Salmos, sino también por su propia boca, que recomienda a su Iglesia futura, y percibís claramente por la lectura cómo se han cumplido en su orden los acontecimientos que anunció en los Hechos y Cartas de los apóstoles, que forman el complemento del canon de las Escrituras. No es esto una cuestión oscura, en la que puedan engañarnos los que el mismo Señor dijo que habían de venir diciendo: Cristo está aquí o allí, o en el desierto, como en un lugar donde no se agolpa la multitud, o en lugar secreto, como si se tratara de tradiciones y doctrinas secretas.

Sabéis que la Iglesia se esparcirá por todas partes y crecerá hasta la cosecha. Tenéis una ciudad de la cual dice el mismo que la fundó: No puede ocultarse una ciudad situada en la cima de un monte. Ella es conocidísima no en alguna parte del orbe, sino por todo él. Ella sufre alguna vez tempestades pasajeras aun en sus granos, de tal suerte que en algunos lugares no se los reconoce, aunque allí estén ocultos. Y no puede fallar la palabra divina, según la cual crecen hasta la cosecha.

73. Así sucede que, en otros pueblos, con frecuencia algunos miembros de la Iglesia se ven oprimidos y oscurecidos por las sediciones prepotentes de las herejías y de los cismas y, sin embargo, como estaban allí, poco después brillaron sin dejar lugar a duda; y en la misma África, después de aquel concilio sedicioso y turbulento de Segundo de Tigisi en Cartago, en el cual una mujer noble, Lucila, llevó a cabo una corrupción luego mencionada en las actas judiciales, que envió una carta a casi toda el África en que ya habían surgido las Iglesias de Cristo, y se dio fe a la carta del concilio -y no era posible otra cosa- y pareció que por alguna parte había desaparecido el trigo del Señor; pero en ningún modo había desaparecido el que era verdadero trigo, predestinado y sembrado, y que había germinado ferazmente con profundas raíces. Con conciencia limpia habían creído a la carta del concilio; en efecto, nada increíble decían unos hombres contra otros hombres, ni creían algo contra el Evangelio. Pero después que aquéllos con furiosa pertinacia llevaron su obstinadísima lucha hasta una disensión sacrílega contra todo el orbe cristiano y llegó a conocimiento de los fieles buenos, a quienes una falsa acusación había apartado de Ceciliano, vieron éstos que, si persistían en aquella comunión, emitían un juicio malvado, no ya de un cierto hombre o de algunos hombres, sino de la Iglesia extendida por todo el orbe de la tierra, y prefirieron creer al Evangelio de Cristo antes que al concilio de los colegas. Así, separándose de aquéllos, tornaron luego a la Iglesia católica muchos: obispos, clérigos y pueblos; los cuales, ya antes de regresar, estaban deputados como trigo. No habían regresado antes porque aquella su oposición dirigíase contra hombres calumniados ante ellos por sus colegas, no contra la Iglesia de Dios, que crece en todos los pueblos. Así, también en África el trigo que había sembrado el Hijo del hombre permaneció trigo, y desde entonces crece y crece hasta ahora y después fructificará y crecerá hasta la cosecha en todo el mundo.

74. También algunos hombres aun de los de buena voluntad envueltos en las tinieblas de la carne anduvieron errantes por mucho tiempo en aquella disensión, aun después de confirmado el furor de los malignos contra la Iglesia de Dios; como si el trigo delicado fuera pisoteado y el vigor de la hierba fuera aplastado permaneciendo viva la raíz. Sin embargo, Dios conocía su trigo, aunque para revivir tenía que experimentar el reproche y la increpación. No se dijo a Pedro: Quítate de mi vista, Satanás , con el mismo tono con que se dijo a Judas: Uno de vosotros es un demonio .

Algunos combatieron también la verdad más clara con funesto celo. Habían sido desarraigados o cortados, pero al no permanecer en la infidelidad, como dice el Apóstol de algunos ramos cortados , fueron replantados por la mano divina e injertados de nuevo. Efectivamente, un ramo es infructuoso, pero aún no separado de la raíz, cuando practica con perverso deseo aquellas obras de las cuales se dijo: Los que hacen tales cosas no poseerán el reino de Dios ; en cambio, se lo corta cuando por amor a las mismas obras empieza a resistir incluso a la verdad más clara que le reprende. De éstos hay muchos en comunión de sacramentos con la Iglesia y, sin embargo, ya no están en la Iglesia. De lo contrario, si cada uno fuera cortado cuando se le excomulga visiblemente, sería consecuente que quedara injertado de nuevo cuando se le restituye visiblemente a la comunión. Pues qué: si uno se acerca con fingimiento y tiene un corazón totalmente enemistado con la verdad y la Iglesia, aunque se celebre con él aquel rito solemne, ¿quedará reconciliado, quedará injertado? Dios nos libre. Así como el que torna de nuevo a la comunión aún no está injertado, de la misma manera quien antes de ser visiblemente excomulgado tiene sentimientos hostiles contra la verdad, que le recrimina y reprocha, ya está cortado. Sucede que la buena y la mala semilla crecen una y otra por el campo hasta la cosecha; es decir, los hijos del reino y los hijos del maligno crecen unos y otros hasta el fin del mundo, dando los unos fruto con su perseverancia, convirtiéndose en amargos los otros con su esterilidad.

75. Vosotros, en cambio, apoyándoos en tantos testimonios clarísimos de la Ley, los Profetas y los Salmos, del mismo Señor y de los Apóstoles, acerca de la Iglesia extendida por todo el orbe, exigid de éstos que os muestren algunos documentos manifiestos de los Libros canónicos sobre el África en lo que toca al partido de Donato. Es de todo punto imposible, como ya dije, que, si la Iglesia, como dicen y Dios no quiera, había de desaparecer tan pronto de tantos pueblos, fuera anunciada por tan numerosa cantidad de textos sublimes que no dejan duda, y que, en cambio, no se hablara nada sobre ésa, que dicen suya, y que sostienen había de permanecer hasta el fin. Recordad lo que se dijo a aquel rico atormentado en los infiernos cuando pedía que se enviara a sus hermanos alguno de los muertos: Tienen allí a Moisés y a los profetas ; al replicar él que no creerían si no iba allá alguno de los muertos, se le dijo: Si no escuchan a Moisés y a los profetas, no creerán ni aunque uno resucite de entre los muertos . Moisés dijo que en la descendencia de Abrahán serán benditos todos los pueblos ; los profetas dijeron: A ti te llamarán "mi favorita" y tu territorio será "el orbe de la tierra" y: Se recordarán y volverán al Señor todos los confines de la tierra.

Tales y tan manifiestos son los anuncios que testimonian a la Iglesia, y ellos no han querido darles fe. Resucitó Cristo de entre los muertos, dijo que en su nombre se predicara la penitencia y el perdón de los pecados a todas las naciones, comenzando desde Jerusalén . Los que no creyeron a Moisés ni a los profetas, ni creyeron tampoco a Cristo resucitado de entre los muertos, ¿qué pueden esperar sino la participación en los tormentos de aquel rico?

Escapad vosotros de ellos, mientras hay tiempo, antes de salir de esta vida; adheríos continuamente a las palabras divinas, a fin de que no os turbéis en esta vida y merezcáis recibir después de ella la promesa que se hizo a la descendencia de Abrahán.

Primera Parte de la CARTA A LOS CATÓLICOS SOBRE LA SECTA DONATISTA
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